es mi segunda novela espero y les guste ☺️❤️
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cap 23
El pueblo de Darven estaba en ruinas.
Humo, hielo y cenizas flotaban en el aire. Y en medio de todo, la joven soldado respiraba agitada, aún sin entender por qué el monstruo no la había matado.
—¿Por qué…? ¿Por qué te detuviste?
La criatura, hecha de oscuridad y llamas azules, la rodeó. La olfateó otra vez… y luego se inclinó ante ella, dejando un gemido bajo, casi como si pidiera algo.
Entonces, un hombre encapuchado apareció entre las sombras del bosque. Caminaba con pasos pesados, el rostro oculto, pero la voz… era hielo puro.
—Porque tú no eres su enemiga. Tú eres su guía.
—¿Quién eres? —espetó ella, apuntándole con la lanza.
—Alguien que ha esperado mucho tiempo para encontrarte, Serene.
La joven parpadeó.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—Porque yo lo elegí.
Él bajó la capucha.
Y Serene dio un paso atrás.
—Tú… tú eres Rhaegar.
—Y tú… eres mi hija.
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A kilómetros de allí, Lyra sintió una punzada en el pecho. Cayó de rodillas, llevándose la mano al corazón.
—¿Lyra? —Kael la sostuvo.
—Es ella. Puedo… sentirla.
—¿Quién?
—Mi hermana.
El fuego de Lyra ardió en sus venas como nunca antes. No con rabia, sino con miedo. Porque si Rhaegar había creado otra como ella… y la había escondido todo ese tiempo…
—Tenemos que encontrarla antes que él la destruya.
—¿Y si ya la tiene? —preguntó Kael.
—Entonces vamos a quitársela —murmuró Lyra, alzándose con la mirada encendida—. Cueste lo que cueste.
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En Darven, Rhaegar se arrodilló frente a Serene.
—No vengo a lastimarte. Vengo a darte lo que te arrebataron: tu poder. Tu legado.
Serene temblaba.
—Yo… no quiero ser un arma.
—No serás un arma —sonrió él—. Serás una reina.
El monstruo detrás de ellos rugió.
Y el cielo respondió con una tormenta negra.
El Bastión del Origen emergía entre la niebla como un gigante dormido. Era una fortaleza enterrada en el corazón de las montañas de Kalverak, donde la magia primitiva aún latía en las piedras.
Lyra descendió del caballo y observó los muros. Estaban cubiertos de inscripciones antiguas… algunas en una lengua que solo su fuego parecía entender.
—Aquí es donde todo comenzó —susurró.
Kael se acercó, con la mano en el pomo de su espada.
—¿Qué esperas encontrar?
—Verdades. Y tal vez… algo que pueda detener a Rhaegar.
Las puertas del Bastión se abrieron sin que nadie las tocara.
Adentro, un silencio espeso los envolvió. No era vacío… era espera.
Recorrieron los pasillos oscuros, guiados por la llama que surgía de la palma de Lyra. Al fondo, una cámara oculta se encendió por sí sola. Estaba cubierta de espejos rotos, cristales flotantes… y un trono negro.
En él, una figura.
—¿Quién…?
Pero no era un enemigo. Era un guardián, inmóvil desde hacía siglos. Sus ojos, blancos como el hielo, brillaron cuando Lyra dio un paso al frente.
—¿Eres… la heredera? —preguntó con voz áspera.
—Soy Lyra.
—Entonces ha llegado el momento.
El guardián se desintegró en cenizas. Y en su lugar, una esfera flotante descendió del techo, llena de fuego líquido. Al tocarla, Lyra vio una visión.
Ella. Serene. Rhaegar. Y… una mujer entre ambos.
—Ella es nuestra madre —susurró.
—¿Qué ves? —preguntó Kael, acercándose.
—Un arma. No una espada. No un ejército. Sino… un vínculo. Un ritual incompleto.
Las paredes vibraron. El Bastión respondió al despertar de su fuego. Y desde el centro de la cámara, una columna de energía estalló hacia el cielo, visible desde kilómetros.
Rhaegar lo sintió. Sonrió.
—Así que finalmente reclamó su herencia.
Y Serene… también lo sintió.
Sus ojos, por primera vez, ardieron en llamas.
—¿Qué es eso?
—Tu hermana —dijo Rhaegar—. Y ahora… viene por ti.