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La Caida De Los Angeles

La Caida De Los Angeles

Status: En proceso
Genre:Comedia / Aventura / Apocalipsis / Zombis
Popularitas:8.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Miangino

Hace más de dos décadas, misteriosos pilares gigantescos surgieron repentinamente en diferentes puntos del planeta. Su aparición no solo marcó un cambio físico en el paisaje, sino que también transformó a quienes estuvieron cerca de ellos. Las personas y animales expuestos se vieron alterados, volviéndose más agresivos y hostiles hacia cualquier ser vivo que no compartiera su nueva naturaleza. Esta transformación no solo afectó la apariencia física, sino también sus comportamientos, generando una sensación de temor y desconcierto en quienes presenciaron estos eventos. La devastación causada por estos pilares marcó un antes y un después en la historia de la humanidad, dejando un misterio sin resolver y cambiando el curso de la vida en el planeta

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Camino

Al amanecer, el aire estaba fresco y el cielo comenzaba a teñirse de los tonos rosados del amanecer. Me desperté sintiendo el frío de la mañana y noté que Valéry ya estaba despierta, avivando las brasas de la fogata. Ana aún dormía, acurrucada en mi saco de dormir, su rostro tranquilo por primera vez desde que la encontramos.

Me acerqué a Valéry y nos alejamos un poco para hablar sin despertar a Ana.

—Tenemos que ir a la ciudad de una vez. Ya nos retrasamos mucho por lo de los bandidos —dije en voz baja, mirando a la niña dormida.

Valéry asintió, preocupada.

—Lo sé, pero también es peligroso. Si los bandidos están usando a la gente como carnada, podrían tener trampas por todas partes.

—Entiendo tu punto, pero no tenemos otra opción. Además, no podemos quedarnos con una niña mientras buscamos lo que queremos —respondí, con miedo de lo que le podría pasar a Ana.

Valéry suspiró.

—De acuerdo. Pero debemos ser extremadamente cuidadosos. Tampoco quiero que Ana corra más peligro del necesario.

Regresamos al refugio y comenzamos a recoger nuestras cosas. Cuando Ana se despertó, le explicamos nuestro plan.

—Vamos a la ciudad. Puede ser peligroso, pero también es el lugar donde podríamos encontrar a tu hermano y obtener ayuda —le dije.

Ana asintió, con miedo en los ojos pero también con confianza hacia nosotros.

Nos pusimos en marcha, avanzando con cautela hacia la ciudad. A medida que nos acercábamos, el paisaje comenzaba a cambiar. Las señales de civilización se volvían más evidentes: caminos abandonados y vehículos oxidados se mezclaban con la vegetación creciente que había comenzado a reclamar su dominio.

—Ana, ¿cómo es tu hermano? —pregunté para saber cómo identificarlo.

—Es alto y tiene el pelo largo. También tiene una cicatriz en la mano —respondió Ana, con una voz que mezclaba esperanza y temor.

—Bueno, lo encontraremos tarde o temprano. No te preocupes —le aseguré, intentando infundirle valor.

Ana me sonrió y me tomó de la mano. Sentí una oleada de sentimientos encontrados. ¿Así se debería sentir tener un hijo o alguien pequeño al que quieres proteger? Pensé demasiado en ello mientras seguíamos caminando.

Cuando la noche comenzó a caer, nos detuvimos y usamos una camioneta abandonada en la carretera como refugio. Como era de esperar, no tenía nada dentro, ni siquiera asientos, lo cual facilitó colocar las bolsas de dormir.

—Valéry, voy a tomar el primer turno de guardia. Ve a dormir primero.

—¿Vas a hacer algo, verdad? No creo que tomes la primera guardia por nada —dijo, sospechando.

—Sí, pero es más que nada para que revises a ver si te gusta. Tómalo como un regalo. Te lo dejaré en el suelo cuando lo termine.

Ella siguió sospechando, pero se fue a dormir. Me quedé fuera de la camioneta y comencé a trabajar. Mi idea era darle una funda nueva de cuchillo. Vi que el que usaba ya estaba muy gastado. Con lo que sacamos de los bandidos, podría hacerlo fácilmente. Después de unas cuatro horas, terminé con la funda. Se veía bien, con un diseño bonito en la punta que simulaba unas olas de mar. La dejé en el suelo.

Unos minutos después, Valéry salió de la camioneta para tomar su turno de guardia. Antes de irme a dormir, me dijo:

—Gracias. Espero que no te haya costado mucho.

—No te preocupes. Vi que la que tenías estaba muy desgastada. Es peligroso tener una funda en mal estado.

Escuché que se alejaba y se sentaba vigilando las afueras. Me alegré de que le hubiera gustado el regalo y con ese pensamiento me quedé profundamente dormido.

Al día siguiente, el sol apenas había comenzado a salir cuando me desperté. Valéry estaba de pie, vigilando, mientras Ana aún dormía. Me levanté y me acerqué a ella.

—¿Cómo estuvo la guardia? —pregunté.

—Tranquila. No hubo ningún problema —respondió Valéry, estirándose.

Despertamos a Ana suavemente y, tras un desayuno rápido, nos pusimos en marcha nuevamente. El camino hacia la ciudad era cada vez más evidente, con edificios en ruinas que comenzaban a asomar en el horizonte. A medida que avanzábamos, el silencio se volvía más opresivo. Todos estábamos alerta, conscientes del peligro que nos rodeaba.

Llegamos a las afueras de la ciudad al mediodía. Las calles estaban desiertas, con escombros y vehículos abandonados por doquier. La atmósfera era tensa, y podíamos sentir la presencia de posibles amenazas escondidas en cada rincón.

—Manténganse cerca y sigan mis instrucciones —dije, tratando de mantener la calma.

Nos movimos con cautela, revisando cada esquina antes de avanzar. A medida que nos adentrábamos en la ciudad, los edificios altos y las sombras profundas hacían que el lugar pareciera un laberinto sin fin. De repente, escuchamos un ruido a lo lejos, como pasos acercándose.

—Escondámonos —susurró Valéry, señalando una tienda abandonada.

Nos apresuramos a entrar y nos agachamos detrás del mostrador. Los pasos se hicieron más fuertes y vimos pasar a un grupo de hombres armados. Los observamos en silencio, conteniendo la respiración hasta que se alejaron.

—Eso estuvo cerca —dijo Ana, visiblemente asustada.

—Sí, pero tenemos que seguir adelante. Manténganse alerta —dije, tratando de tranquilizarla.

Continuamos avanzando por las calles desiertas, siempre atentos a cualquier señal de peligro. Finalmente, llegamos a un edificio que parecía más seguro que los demás. Decidimos entrar y buscar un lugar para descansar y planear nuestro siguiente movimiento.

Dentro del edificio, encontramos un pequeño espacio que parecía haber sido utilizado como refugio por otros antes que nosotros. Había mantas y algunos suministros básicos. Nos instalamos y comenzamos a discutir nuestro plan.

—Necesitamos encontrar a tu hermano, Ana. Pero también debemos ser cuidadosos y no atraer la atención de los bandidos —dije.

—Entiendo. Gracias por ayudarme —respondió Ana, con determinación en su voz.

—Descansaremos aquí por ahora. Mañana continuaremos la búsqueda —dijo Valéry, mientras se acomodaba para descansar.

La noche cayó rápidamente, y aunque estábamos en un lugar relativamente seguro, sabíamos que el peligro siempre estaba presente. Nos turnamos para vigilar, asegurándonos de que nadie nos sorprendiera.

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Concepcion Hernandez Alonso
que intriga y ansiedad por saber que les va. a pasar 😖
Miguel Zepeda
Es una buena historia
Concepcion Hernandez Alonso
super interesante,y muy buena 😊
Grasiz Venegas Beroiza
Uh, que situación complicada se viene ahora!
Grasiz Venegas Beroiza
Uh, era necesario dejarlo de festín a los infectados? Y bueno... En un mundo caótico como este, capaz que otra opción no tenía. 🙀
Grasiz Venegas Beroiza
Ese dolor de cabeza podría deberse a la herida del brazo... Ojo. 👁️
Grasiz Venegas Beroiza
Me gusta mucho. Es de lectura rápida y va directo. Sin repetir imágenes. 👏👏👏
Grasiz Venegas Beroiza
A pelear se ha dicho? Y con lo desconocido...😱
Grasiz Venegas Beroiza
Interesante. Sigo leyéndo. 👏👏👏
Concepcion Hernandez Alonso
Bueno
Beatriz Placencia
Excelente
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