SEXTO libro de la serie ENTREGANDO MI CORAZON.
Desde que puedo recordar, todos buscan abrazarme, tomarme las manos o simplemente acercarse a mi. No soy alta, por lo que siempre me dicen que parezco una pequeña muñeca. Salvo mi familia, rehúyo de cualquiera... excepto él. Si está cerca mío, me alejo, pero por lo rápido que hace latir mi corazón.
Desde que puedo recordar, solo he sentido dolor, solo he escuchado gritos. Siempre estuve en un entorno frío y miserable, siempre me he mantenido distante... hasta ella. Siempre me he sentido cálido a su alrededor y me aterra que esa calidez se extinga, en manos de mi propia sangre.
La historia de Lily y Sebastian.
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LILY (CAP. 23)
Me despido y cuando estoy a una cuadra del parque me detengo.
- Chicos...
Aparecen dos hombres. De lejos parecerían mendigos, pero si los observas bien, los verás bien cuidados, como los niños.
- El infiltrado debe desaparecer. Antes que dañe a alguno de mis niños.
Me señalan un punto al fondo de un callejón y hay un cuerpo.
^ Los estaba siguiendo y te vio con ellos. Estuvo a punto de ir a por ti, pero lo interceptamos. Ninguno de nosotros se acercaría, así que le dimos termino.
- Lo siento mucho. Que se vean forzados a estas medidas, no me gusta. Espero que algún día las cosas cambien.
^ Lo harán, cuando tu subas el escalón. Somos muchos, podríamos aguantar cualquier guerra y ganarla.
- Todavía no es el tiempo. Se hará cuando las bajas sean la mínima posible.
Uno de ellos vuelve a desaparecer y solo queda con quién hable. Se quita la capucha y veo unos ojos celestes brillantes. Es un chico guapo y tranquilo, pero defiende a quienes quiere a muerte.
^ Princesa, siempre tendrás mi apoyo y daré mi vida porque le des un nuevo significado al bajo mundo. Cuando la gente de la reina me ató con pesas y me botaron al río, pensé que no volvería a ver los ojos grises tormentosos de la persona que me gusta ver a la distacia. Nadie pensaría que una pequeña niña fuera tan fuerte o que cargara un cuchillo filudo o que aguantará minutos bajo el agua. Como si lo hicieras todos los días, te lanzaste y me salvaste. Siempre estaré en deuda y por eso sé que serías la mejor líder de ese grupo oscuro de los que no tienen hogar y son tratados como objetos.
Vuelve a ponerse la capucha y se va. Cuando inicie mi ONG, me veía dando discursos y trabajando codo a codo con los más necesitados para que tengan un lugar propio. Nunca pensé que todo cambiaría de rumbo. Cuando tia Adriana se fue, todos supimos que volvían a maltratar a Sebastian, pero no había mucho que podíamos hacer. Menos con las empresas yéndose al tacho. Entonces, me postularon como princesa del bajo mundo y todos mis sueños se juntaron en uno. Ayudar a quienes lo necesitan y proteger al chico que amo, aunque por dentro sea la más miedosa y más fingida chica que haya. Debo ser fuerte y lo seré. Si Layla necesita tiempo, se lo daré. Es lo menos que puedo hacer con ella, quien siempre estuvo ahí para todos.
La situación del abuelo empeoró. Estuvo 3 días respirando a penas. Los doctores nos dijeron que dieramos el adiós. Mi abuela Mara regresó a la casa y se despidió de mi abuelo. Ella fue la última en venir y después del adiós el abuelo falleció. Me siento muy triste. No fue un abuelo de abrazos, pero estaba ahí cuando se le necesitaba y gracias a él pude conocer al dueño de mi corazón.
Volvemos a decorar la casa para el velorio y llega Layla. Ella también se despide del abuelo y seguro que lo perdonó. Es muy blanda de corazón. Veo a Garreth tratar de llegar a ella, pero Layla se va corriendo a los brazos de un chico con una coleta. Me alegro mucho por mi prima. Se van y suspiro. Espero poder hablar con ella pronto. Busco con la mirada a Sebastian, pero no está. Seguro algo pasó y tuvo que adelantar su regreso al ejercito. Todo es mejor a la alternativa que lo tenga encerrado.