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Las Viudas Negras

Las Viudas Negras

Status: En proceso
Genre:Venganza / Mafia / Dominación / Matrimonio arreglado
Popularitas:4.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Edgar Romero

Matrimonios por contrato que se convierten en una visa hacia la muerte. Una peligrosa mafia de mujeres asesinas, asola la ciudad, asesinando acaudalados hombres de negocios. Con su belleza y encantos, estas hermosas pero letales, sanguinarias y despiadadas mujeres consiguen embaucar a hombres solitarios, ermitaños pero de inmensas fortunas, logrando sus joyas, tarjetas de crédito, dinero a través de contratos de matrimonio. Los incautos hombres de negocia que caen en las redes de estas hermosas viudas negras, no dudan en entregarles todos sus bienes, seducidos por ellas, viviendo intensas faenas románticas sin imaginar que eso los llevará hasta su propia tumba. Ese es el argumento de esta impactante novela policial, intrigante y estremecedora, con muchas escenas tórridas prohibidas para cardíacos. "Las viudas negras" pondrá en vilo al lector de principio a fin. Encontraremos acción, romance, aventura, emociones a raudales. Las viudas negras se convertirán en el terror de los hombres.

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Capítulo 23

-¿Cómo truenos va a desaparecer esa hija de perra?, ni que fuera la mujer invisible o la esposa de un mago-, ladró Telma malhumorada, fastidiada y golpeando su mesa, luego de enterarse que Marcela había logrado evadir la persecución de sus esbirros. Los tres tipos que trabajaban a sus órdenes eran implacables, auténticos perros de caza, nunca fallaban y sin embargo ella, una mujer pequeña, delgada, sumisa y débil,  había logrado no solo escapar de ellos, sino que se hizo humo en sus propias narices.

- Parece que Marcela subió a un edificio y se escondió en el apartamento de una jovencita-. detalló uno de los esbirros\, embozado entre sus hombros\, más rojo que un tomate.

-Si sabías dónde estaba, por qué diablos no fuiste de inmediato y la mataste-, insistió enardecida Ruiz, mirándolo fijamente, haciendo estallar relámpagos de sus pupilas.

-Ya la policía había rodeado y acordonado todo el lugar, incluso habían subido hasta el departamento de la chica, donde se había ocultado Marcela-, se excusó el asesino a sueldo.

Telma Ruiz no podía contener su furia. Se paseaba iracunda por su oficina, se jalaba los pelos y no dejaba de maldecir y lanzar improperios. -Se ha burlado de nosotros. Ha venido a reírse en nuestras propias narices. Esa perra se cree una boina verde, una marine, una comando de élite-, continuó diciendo ella muy furiosa, sin contener su indignación.

-¿A qué habrá venido hasta aquí?-, preguntó uno de ellos.

-Seguramente está arrepentida y quiere pedir perdón-, especuló otro.

Telma Ruiz resopló aún iracunda, con las sienes a punto de reventar, los ojos irradiando furia y coraje. Miró a sus compinches con cólera. -¿No se dan cuenta, tontos? Esa perra quiere matarme. Vino a matarme-, estalló, al fin, su rabia e impotencia.

*****

-Era como la mujer gato, insistió convencida Giovanna, ella subió a la ventana usando los cables y se metió por la ventana-

Tudela se sobó el montón sonriente y divertido. -Veo que te impresionó mucho esa mujer, le dijo, ¿la viste bien?-, le preguntó a la joven. Ella hacía brillar sus ojitos y miraba las computadoras de los policías, el ajetreo de la oficina, las idas y venidas y los gritos que venían de otros ambientes, a los detenidos que los agentes llevaban esposados, entre empellones y periodistas preguntando cosas a los oficiales. -Señorita, se incomodó Tudela de la incredulidad de la chica, ¿la vio bien a esa mujer?-

-¿Cuál mujer?-, se sorprendió Giovanna.

Tudela miró a Corzo, le hizo un gesto para que tuviera calma.

-¿A la que se parecía a la mujer gato?-, alzó Giovanna su naricita.

-Por supuesto. Se hizo mi amiga, me sonrió y me dijo que no me asuste-, estiró su sonrisa la chica.

El bosquejo que hizo el dibujante de su rostro, tal como lo relató Giovanna, sin perder ningún detalle, le pareció muy conocido al capitán Corzo.

Le alcanzaron las fotografías, entonces, que tenían de Marcela Belgrano. Ella las miró con cautela, se detuvo en sus ojos. -Sí, es ella, mira fijamente, aunque estaba asustada, pero es ella, la mujer gato-, subrayó convencida Giovanna.

-¿Por qué querrían matarla esos hombres a esa mujer?-, se preguntaron sumidos en la incertidumbre, mirándose con la boca abierta, perplejos, Tudela y Corzo.

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Gladis Torres
conchale que broma es esa uno esta inspirado leyendo y nos salen con esto
Rosa Nury Peguero
por qué hacer eso subir la novela sin terminar y ya no la terminan
Elizabeth Sánchez Herrera
más ➕ capítulos
Elizabeth Sánchez Herrera: gracias voy a leerlo 🙂
Edgar Romero: Gracias por tu apoyo Elizabeth, acabo de agregar un nuevo capítulo.
total 2 replies
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