Todos los del pueblo le temían a una niña de ocho años, muchos dijeron que poseía una aura que no pertenecía a este mundo. ¿Pero son todos los del pueblo ovejas sin manchas?
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Te amo
Jul preparó los vegetales, los cortó en trozos perfectos y empezó a cocinar como una profesional en dicha labor. Y mientras preparaba la comida para Jane, entonó una canción tranquila, la cual podría relajar a quien la escuchara.
Los sentimientos que Jul sentía por Jane eran muy fuertes, a veces ni Jul entendía porque amaba tanto a Jane. Esperó muchos años recibir la atención de Jane o una pequeña muestra de amor, sin embargo, para Jane ella no era nada. Y de cierta manera eso lastimaba bastante a Jul.
¿Por qué no somos amados como queremos?
Jul sintió todo injusto, pues, ella había esperado y aguantado como Jane le pidió, entonces ¿Por qué no obtuvo una recompensa?
Mientras la mente de Jul se nublaba con pensamientos estúpidos, escuchó el ladrido de un perro y eso la regresó a la realidad.
Abrió la puerta de la cocina mientras se preguntaba como había llegado un perro a la mansión. Eso era extraño.
A unos metros de distancia ella vio al perro de color negro, con la boca llena de sangre. Y entonces, el perro corrió hacia ella y del miedo Jul cayó al suelo. Y cuando el perro estaba por saltarle encima, Jane desde la ventana de la segunda planta le disparó con una ballesta al perro y este cayó frete a Jul.
Luego de un minuto Jane bajó y salió corriendo en dirección hacia el bosque. Jul se levantó y se quedó confundida sin entender nada.
Jul miró el collar en el cuello del perro, tenía el nombre de su dueño marcado allí y ella suspiró mientras volvía a la cocina.
Jul terminó de preparar todo y sirvió la mesa y miró por la ventana esperando a Jane, quién después de media hora volvió. Jane estaba manchada de sangre por completo, hasta su hermoso rostro estaba bañando en sangre.
Jul se levantó con prisa y fue a abrazarla y le agradeció por lo de antes, Jul estaba feliz por ser salvada por Jane.
Y entonces, Jul se apartó de ella, sin embargo, Jane sostuvo la cabeza de Jul y la acercó más hacia ella, Jane miró fijamente los labios de Jul y se preguntó el porqué Jul siempre unía su boca con el de ella. ¿Era divertido?
Jane se acercó más, quedado a centímetros de hacer contacto. Jul no podía creerlo, Jane la iba a besar y todo eso le ponía sumamente nerviosa. Y finalmente, Jane cerró la distancia y luego movió los labios y Jul abrió los suyos, permitiendo que Jane profundizara tanto como quería.
Después de estar un rato haciendo aquello, se separaron y ambas se vieron fijamente a los ojos. Jul veía a Jane con gran deseo y Jane veía a Jul con curiosidad. Lo nuevo, era algo que atraía la atención de Jane, experimentar. Sí, eso era, Jane quería experimentar y usaría a Jul para ello. ¿Era malo?, ¿Por qué lo sería? Después de todo Jul era un simple objeto y los objetos no sentían.
—Jane… —Jane se alejó de Jul y se sentó en la mesa. Jul también hizo lo mismo. Y luego de eso no hubo más conversación, solamente un gran silencio. Aquello provocó miles de pensamientos locos a Jul, se preguntaba si lo había hecho mal y eso le había desagrado a Jane. ¿Qué debía hacer? ¿Qué debía decir?
Los siguientes días, Jane se la pasó en el bosque cazando y Jul vagó por el pueblo. Jane no mencionó nada de ese día y Jul estaba ansiosa sobre eso.
Y luego Jane intentó experimentar nuevamente pero, solo que está vez no era con Jul. Fue al pueblo y entró en una casa aleatoriamente. Pero Jane al ver el miedo en los ojos de ellos, solamente disparó a todos sin importar las súplicas.
Y por primera vez Jane se cuestionó si estaba siendo rara como tanto decían, ¿Por qué la veían con esa mirada? Ella se preguntaba, mientras estaba sentada al pie del río. Y eso le hizo recordar la mirada de su madre aquella vez, aunque fue de gran desprecio, también había temor en ellos. ¿Pero por qué?
Jane no entendía, se suponía que ellos eran traficantes y hacían peores cosas, pero, ¿Le tenían miedo a ella?
«Estoy aburrida… ah, siempre lo estoy».
En ese pueblo casi todos habían muerto, muchos vieron como última opción quitarse la propia vida que esperar a morir a manos de una Tesca. Y por otra parte, Jul estaba matando como una loca, al parecer le había agarrado el sabor a eso.
Y Jane finalmente acabó con todos al matar al alcalde. Lo más repugnante que ella hizo fue atravesar a la señora Martha con un tubo por su parte íntima y hasta ella se dio cuenta de que había exagerado y se arrepintió de ello. Era mejor dispararle; se dijo en ese entonces.
Esa noche Jane estaba en un estado más extraño al habitual, ni siquiera sabía porque eso le ocurría, ¿Era por qué mató a tantos? Pero si solo eran objetos, no importaban realmente.
Y en busca de algo más «divertido» ella entró a la habitación de Jul, quien había dejado de ir a la de Jane pensando que estaba enojada con ella.
—¿Jane? —Jul se frotó los ojos algo adormecida y luego bajo de la cama y fue hacia Jane.
Jane la miró un rato en ese vestido suave y transparente de color rosa, esa forma y esos pechos cautivarían la atención de cualquiera y eso había cautivado a Jane, quien sostuvo la cintura de Jul y la atrajo hacia ella y la besó suavemente. Luego la intensidad subió y ambas ansiaban ir más allá.
¿Confías en mí? El amor es ciego.
Jane le arrancó esa prenda fina a Jul y la sostuvo suavemente. Era la primera vez de Jane y su corazón no paraba de retumbar en su oído, sentía tanta adrenalina y placer. Cada roce, cada toque y cada beso, hacían que Jane sintiera una nueva sensación y ella lo disfrutaba. Esto era más divertido que cortarle el cuello a alguien. O comer su carne, ¿A que sabría Jul?
Esa nueva incógnita le causó mucha curiosidad, el sabor del amor. Quería saberlo, no podría dormir sin saberlo. ¿Era correcto? A este punto lo correcto perdió su significado. Para Jane no existía esa estupidez.
Y mientras estaban en el acto tan placentero, ella dejó de jugar con esa zona de Jul y rodeó con sus manos el cuello de Jul y luego se pegó a Jul empezando a frotarse contra ella.
—Jane… —Esa voz, era la primera vez que Jane escuchaba ese tono de voz, aquello hizo que su corazón latiera más y ella aumentó la velocidad y presionó más el cuello de Jul. —Jane… te amo. —Aquello hizo que aflojara el agarre un poco, pero, volvió a apretar y dijo: —Yo también te amo.
Y Jul cerró los ojos mientras sonreía.
¿Amor?
Con las luces apagadas y con solo la vela alumbrando desde el centro de la mesa, se veía trozos de carne regados en toda la mesa y un charco de sangre en el suelo, caían gotas por el borde de la mesa y se unía a la sangre del suelo.
Jane puso un plato en la mesa y se sentó. Ella estaba vestida de forma elegante con un traje de color negro y tenía el pelo atado en una coleta alta.
Cortó el primer trozo con el cuchillo y con el tenedor se lo llevó a la boca. Cerró los ojos y saboreó la carne.
—Eres la número cincuenta y seis y de todas ellas, eres la más deliciosa ¿Será porque te amo?