Entre Tazas De Café .

Depuesto de comer un postre en una dulcería, nos dirigimos a la cremación del abuelo. Santiago está con su semblante mejor, espero y todo salga bien. Miro el anillo en mi dedo y sonrió.

(Santiago) Crees que estamos haciendo las cosas bien amor.

(Beatriz) ¿En que sentido lo dices?

(Santiago) La muerte de mi abuelo me dejó aturdido y no quiero que tú te sientas presionada por los acontecimientos que están a nuestro alrededor.

(Beatriz) Que quieres que te diga, Santiago escúchame atentamente lo que te voy a decir. Tú mi querido y amado Santiago tienes todo lo que me puede hacer feliz. Soy feliz y completa a tu lado. La vida no sé me hizo fácil, pues viví tragedia tras tragedia, pensé en morir, pero los que me cuidan; mis padres desde el cielo pusieron personas buenas a mi alrededor y solo tengo en mente que quiero compartir cada detalle por más mínimo que sea junto a tu lado.

Cariño te amo tanto que me da miedo este amor, pero al verte siento que todo lo vale y todo lo supera.

... Santiago me abraza y aprieta en su pecho, me paro en puntitas y le doy un beso el cual mi esposo corresponde de inmediato.

Llegamos a la casa del abuelo de Santiago y enseguida firma algunos documentos para validar su cremación, Santiago toma la mano fría de su abuelo y le hace una reverencia.

Esperamos sentados en la casa hasta que traigan las cenizas, los arreglos florales siguen llegando, las personas se acercan a Santiago y le dan las condolencias.

Esperamos la tarde y se sirvió panecillos y café, Rebeca trajo algunos pastelitos para la recepción aquí en la casa.

Aún no le hemos contado a nadie sobre nuestro matrimonio inesperado. Hasta qué...

(Rebeca) Ven aquí querida Beatriz...

Me toma del brazo y me conduce a la cocina...

¿Cariño dime hay algo que debería saber?

(Beatriz) Sí y mucho Rebeca. Por donde empezar.

Mira siéntate primero, déjame hablar, cuando termine me das tu opinión. Espero, me entiendas y no me regañes.

(Rebeca) No me asustes mi niña.

(Beatriz) Rebeca sabes lo mucho que te quiero y en estos meses me has cuidado como a tu propia hija y eso me hace sentir feliz, me ayudaste cuanto más lo necesitaba, me has apoyado en cada paso que he dado. Y sabes mira mi mano... Hoy me case.

(Rebeca) Pero porque no me invitaste y justo hoy cuando el señor Bernardo lleva dos días de su fallecimiento. Déjame decirte que hicieron mal.

(Beatriz) Rebeca hoy fuimos citados para la lectura del testamento del señor Bernardo y después de terminar de leer sus peticiones del señor Bernardo hubo una que nos sorprendió a Santiago y a mí.

Rebeca el nos pidió que el mismo día de la lectura de su testamento, pues Santiago y yo, firmemos un acta de matrimonio y el abogado junto a un juez amigo del señor Bernardo también, se encargaron de la documentación, el señor Bernardo fue quien así lo dispuso.

Y eso es lo que nos ocurrió a Santiago y a mí, no nos dio tiempo de nada.

(Rebeca) Bueno mi niña déjame darte un abrazo y felicitarte por el inesperado matrimonio. Si ustedes son felices todos somos felices.

(Santiago) ¿Y ese abrazo?

(Rebeca) Tú también ven acá, felicidades Santiago. Espero y que así sea que permanezcan unidos por mucho tiempo como se dice hasta viejitos.

(Beatriz) Gracias por los pastelitos Rebeca, están deliciosos.

(Rebeca) Y, ya que estamos aquí pues díganme como van a hacer ustedes dos. Me refiero a donde vivirán si ya están casados.

(Santiago) Bueno Rebeca te pido permiso para que desde este momento Beatriz viva conmigo en nuestro departamento, te prometo cuidarla amarla y respetarla siempre. Tú sabes que la amo y muchísimo, valoro todo lo que ja venido haciendo en estos momentos que me siento vacío por la muerte de mi abuelo.

(Rebeca) Yo estaré pendiente de ustedes dos. Cuando quieran vayan a visitarme y tú mi niña no me olvides.

Bueno creo que es mejor que salgamos de aquí, antes que me ponga a llorar como una Magdalena.

... Salimos los tres llevando las bandejas para el compartir. Después de horas llega el cuerpo de Don Bernardo en una pequeña urna, tiene a su lado un pequeño tulipán azul. Santiago lo recibe y abraza su pecho.

(Santiago) Estoy agradecido por el gran cariño y aprecio hacia mi abuelo, gracias a cada uno de ustedes sinceramente.

... Poco a poco las personas amigas de la familia se van retirando de la casa.

Santiago llama a Ada.

(Santiago) Ada por favor toma asiento, te tengo que decir algo de suma importancia para todos nosotros.

(Ada) Sí joven Santiago, lo escucho.

(Santiago) Cariño ven por favor y siéntate.

(Beatriz) Claro voy enseguida, es que Pilar otra vez estaba en la habitación del señor Bernardo, decisión dejarla que permanezca en su alfombra.

(Santiago) Bueno empiezo. Ada desde que llegue a esta casa, te has encargado de cuidar de mi y de mi abuelo, tú no eres una trabajadora más, si no una madre para mí, de centrarte en que siempre estuviéramos satisfechos y por todos los años que has estado aquí pues ya somos familia y mi abuelo en su testamento te dejo la casa.

(Ada) No. Joven yo... Yo no puedo aceptar...

(Santiago) Lo siento Ada, pero esa es la voluntad de mi abuelo y no hay reclamo alguno, así que entiende tu mano, aquí tienes las llaves de tu casa, puedes traer a tu hijo y nieta a vivir contigo si así lo decides, tú eres la única que toma decisiones sobre lo que debas hacer en tu casa, me oyes tú casa.

... Vemos que Ada se quiebra y observa el gran cuadro con la imagen del señor Bernardo.

Sus lágrimas no cesan, pero sé que son de felicidad, nosotros la abrazamos y así permanecimos por unos minutos.

Salimos de la casa, dejo las cenizas en la habitación de abuelo, ambos nos despedimos de Ada y salimos a nuestro departamento.

Al entrar doy un respiro y me acepta en el sillón, veo que en la mesa de centro están los cuadros con las imágenes de mi abuelo y mi padre.

Mi recientemente esposa viene a mis brazos, decidimos comer helado, junto a alguna película que nos saque un poco de lo que vivimos.