Mahtob

Capítulo 23

Una semana después estaba Mahtob y Refugio con la organizadora de bodas, Mahtob solo pensaba en ese día, era constante el miedo que sentía. Aunque estaba poniendo todo el esfuerzo posible para que la observaran como una novia ilusionada, era todo lo contrario no podía dejar de sentirse apagada. Sabía que después de ese día todo cambiaría, que tendría obligaciones aún siendo muy joven, que formalmente pertenecería a Pedro, le aterraba como iba a ser su vida después de la boda, no dejaba de sentir miedo por la consumación del matrimonio. También el saber si realmente iba a cumplir todo lo que le prometió.

—¿Que flores te gustan más señorita para las mesas? Señorita.—pregunto Refugio

—Perdona que decías estaba distraída.—respondió Mahtob

—¿Que si estás de acuerdo con las flores?—preguntó Refugio

—Si está bien.—respondió Mahtob

Refugio noto lo presionada que se sentía Mahtob por la boda, comia muy poco, estaba perdiendo mucho peso, de lo delgada que era su cintura tuvieron que ajustar el vestido que había comprado. La organizadora se marchó con las peticiones ya claras para ese día.

—Señorita que sucede, puede confiar en mi. Tal vez si me cuenta que sucede pueda ayudarle a desahogarse.—dijo Refugio

—Refugio, no podemos evitar lo que ya está escrito en nuestro destino. Yo quería estudiar antes de casarme y me aferré tanto a ello. Que ahora voy a casarme, no estará mi familia y estoy en una tierra extraña. Maktub—dijo Mahtob mientras brotaban lágrimas de sus ojos.

—Si hablas con él Señor y le dices que te dé más tiempo o que se conozcan más.—sugirió Refugio

Mahtob no podía contarle que su matrimonio era un trato, y que de él dependía tanto su futuro, como el bienestar de su familia.

—Ya le di mi palabra, es mejor así.—respondió Mahtob, antes de que pudiera decir algo más, entró Danilo a la cocina.

—Refugio ya está el señor en casa, que sirvas la comida por favor. Señorita Mahtob también iba a avisarle para que bajara a comer.—dijo Danilo

—Shukran, enseguida voy.—respondió ella, Mahtob camino hasta el comedor, mientras caminaba hacia el, trato de controlarse.

—Salam Aleikum ¿Como te fue?—preguntó Mahtob

—Bien cariño, siéntate. ¿Vino la organizadora de bodas?.—preguntó Pedro

—Si estuvo aquí, ya se eligieron las flores. nos hará una prueba de menú en unos días.—respondió Mahtob

—Estás demasiado delgada, ¿no has comido bien?—preguntó Pedro

—Si, solo que supongo, que son los nervios que tengo por la boda.—respondió Mahtob

—Todo estará bien, mi luz de Luna. Por cierto tengo que ir al Cairo. Me enteré que tu hermano Ali va a casarse.—dijo Pedro

—Ali se casa, es una increíble noticia. Pensé que tardaría más en cumplir con esa obligación, él quería viajar primero por todo el mundo. Padre debió haberlo obligado.—dijo Mahtob con mucha tristeza

—¿También pueden obligar a un hijo varón a casarse?.—preguntó Pedro

—Es un mandato del profeta, es una obligación. Cuando hay interés entre familias debe haber una respuesta. Si no, se ofende la familia que ofreció a la novia. Eso debió haber pasado.—respondió Mahtob

—Entonces le haré llegar un regalo de bodas a tu hermano, ¿que crees que le gustaría?—preguntó Pedro

—Recuerdas que prometiste llevarme a ver a Ali, ¿Puedes llevarme ahora que vayas al Cairo?—preguntó Mahtob

—Tu hermano ya se calmó en tu búsqueda, ya no será necesario que vayas a hablar con él.—respondió Pedro

—por favor llévame a verlo, para que tenga paz y su matrimonio sea tranquilo. Lo conozco y se que no desiste de que yo vuelva algún día. Te lo suplicó.—dijo Mahtob arrodillándose ante él

Pedro quedó conmocionado al ver que su futura esposa se arrodillaba ante él. Nunca espero ver una acción así en una mujer.

—Está bien irás conmigo al Cairo, ¿pero cómo harás para pasar desapercibida?.—preguntó Pedro

—Necesitaré un burka, con el quedaré cubierta por completo. Ni si quiera los ojos se ven.—respondió Mahtob

—Está bien, pero si intentas huir. Moveré cada grano de arena para encontrarte. Nuestro trato terminará, nadie se burla de mi. ¿Entiendes?—pregunto Pedro

—Te juró tres veces que no huiré regresaré contigo.—respondio Mahtob

—Esta bien, mañana temprano viajamos para allá, no lleves equipaje solo estaremos un rato volvemos por la noche.—dijo Pedro

Durante la noche Mahtob miraba la luna desde su ventana, por fin podría ver a su hermano. Ella deseaba poder ver a toda su familia, saber que no era posible le provocaba un vacío. Sus lágrimas brotaban de emoción, ya que volvería a ver a Ali, aunque sentía miedo de su reacción. Por un momento pensó huir estando allá. Sin embargo no se atrevería a desafiar a Pedro, él había sido muy claro.

Temprano por la mañana salieron a su destino, ya en el avión privado, entendía como pudieron sacarla del país sin el permiso de su padre. Confirmaba que Pedro era poderoso y tenía el dinero suficiente para comprar a quien fuera.

En las comunidades musulmanas, las mujeres no pueden salir del país sin el permiso de su padre, esposo o tutor. Era un mundo lleno de restricciones para la mujer. Tres horas más tardes desde el avión ella observaba una vez más las pirámides y el enorme desierto que la vio nacer. No podía evitar que su rostro radiara felicidad, comenzó a sentir que se unía una vez más a sus raíces.

—Me alegra verte contenta, te ves más hermosa que nunca cariño.—le dijo Pedro

—Shukran, sobre todo por permitirme estar contigo una vez más, en donde nací.—dijo Mahtob

—En cuanto lleguemos al aeropuerto ya estará listo lo que pediste, me refiero al Burka, no te lo quitarás en ningún momento. No correré el riesgo de que te reconozcan y te lleven a prision. ¿Entendiste? Uno de mis guardaespaldas te llevarán a buscar a Ali, después te veré en la Ataba.—le decía Pedro

—Entiendo, no tardaré.—dijo Mahtob

Llegaron al andén privado de Pedro. La asistente de vuelo, bajo por el Burka, Mahtob se lo puso para poder bajar del avión. Pedro le parecía exagerado el burka, ahora lo veía como algo bueno. La cubría totalmente de la mirada de las personas.

—Bien cuida a mi prometida con tu vida, solo verá a su hermano. Una hora es más que suficiente y la traes de vuelta.—dijo Pedro al guardaespaldas

—Como usted ordené señor.—respondió el guardaespaldas

Siempre que Pedro daba una orden lo hacía en Italiano, para que Mahtob no entendiera. Eso le generaba incertidumbre a ella. Estaba emocionada y también muy nerviosa; Sabía que Pedro se vería con el desgraciado de Farid, sentía que el corazón se le salía por la boca. Ansiaba ver a Ali.

Por fin Mahtob había llegado hasta la facultad las piernas le temblaban y sentía una energía que recorría su cuerpo rápidamente.

—Disculpe podría ver a Ali Rashid.—preguntó Mahtob al vigilante de la puerta.

—Está prohibido que las mujeres vengan a buscar solas a un hombre.—respondió el vigilante

—No vengo sola, ve el joven ahí es mi esposo. Vengo a preguntar por un alumno de él que es mi hermano.—dijo Mahtob

—Está bien puede pasar.—dijo el vigilante

Mahtob camino de nuevo por su escuela, no pudo contener las lágrimas de emoción. Se dirigió hasta él aula. Por fin ahí estaba Ali, estaba por terminar la clase. Él volteó hacia la ventana y miró a la mujer con el burka observándolo.

Ali dio por terminada su clase, de inmediato salió a preguntar en qué podía ayudarle. Mahtob estaba cerca de su amado hermano.

—¿Disculpe necesita algo? O ¿a quien está buscando?.—preguntó Ali

—Ali, soy yo Mahtob.—respondió ella

—Que debe ser una broma.—dijo Ali no esperaba esa sorpresa

Mahtob observó que nadie los estuviera viendo y levanto su Burka. Ali quedó helado, no podría creer lo que estaba viendo.

—Mahtob estás aquí, volviste.—dijo Ali sin más espera el la abrazó, aunque estaba prohibido

—Hermano, moría por verte.—dijo Mahtob

—No tienes idea de los días que pase soñando con este momento, y por fin Allah te trajo de vuelta.—dijo Ali mientras le brotaban lágrimas de felicidad

—Tenía que verte, ya se que te casarás. Quería verte para que tú corazón esté en paz. También hacerte saber que yo voy a estar bien donde me encuentro y que siempre seré tu hermana.—dijo Mahtob

—No te puedes volver a ir, ya estás aquí. Vamos buscaré donde ocultarte y huiremos de tu captor, incluso de nuestra familia. Podemos viajar en mi coche hasta Suez y pagaremos para que nos lleven a Israel ahí está mi profesor de la universidad Moishe Sabba él nos ayudará.—dijo Ali

—Ali no podemos, tú debes casarte. Y yo también prometí volver.—dijo Mahtob

—Dime la verdad, ¿él te a forzado a estar con él?.—preguntó Ali

—No, él no me a tocado. Me respeta, y va a casarse conmigo.—respondió Mahtob

—Jamás quisiste casarte antes de cumplir tu sueño, no temas se que lo lograremos. Arriesgaría mi vida si logro que seas libre y cumplas tus sueños.—dijo Ali

—Ali no escúchame, no me perdonaría nunca si algo te sucediera. Además estoy enamorada de él.—mentia Mahtob

—Eso es mentira, te conozco y lo que si sientes por él es miedo. ¿Crees que un hombre que se roba a una mujer inocente de nuestras costumbres puede ser civilizado con ella?. Se portará dócil como un cordero, pero cuando logre su cometido te devorara.—dijo Ali

—No tengo opción, si huimos. Arruinare tu vida no podrás volver con nuestra familia. Y después si nos encuentra nos matará a ambos, no dudó que antes mate a nuestros padres, hermanos y sus familias. No puedo vivir con esa carga. No puedo. —respondió Mahtob

—Vamos Mahtob donde está tu espíritu, desde niña siempre fuiste distinta. Luchabas por lo que querías, te ganaste el respeto de nuestro padre. Te permitió ir a la universidad, quiero hacerte saber que nuestro padre sabe que tú no huirías. Acepto la verdad de que te habías fugado, porque le dolía menos, pero también sabía que si vuelves debe llevarte al castigo. Eso no lo tolerará, el saberte a salvo es lo que lo mantiene en pie. Pero no estás a salvo con ese infeliz.—dijo Ali

Mahtob no sabía que hacer, tenía una sola oportunidad, jamás podría tener una igual de nuevo. Continuo sentada afuera del aula, donde ella lo esperaba al salir de clases. En su mente solo escuchaba la voz de Pedro decir “Moveré cada grano de arena para encontrarte.”

—Vamos Mahtob escapemos, yo te protegeré. ¿Confías en mi?.—dijo Ali

—No podemos Ali, ya no pertenezco a ustedes. Pertenezco a él. No arriesgaré tu vida, solo quería verte de nuevo y darte tranquilidad, no inquietarte.—dijo Mahtob

—No le debes nada a ese hombre.—dijo Ali

—Estás en contra de Allah, esto qué pasó es su voluntad. Nada sucede sin que él no lo quiera así, tal vez me arrepienta después. Pero no puedo construir mi felicidad sobre tus cenizas. Maktub “estaba escrito”. Olvídame Ali, se feliz con tu esposa. Ten mucho niños bonitos, verás que el tiempo todo pone en su lugar. Me tengo que ir ya se hizo tarde, te amo hermano y dale esta carta a mi padre. Salam Aleikum (Que La Paz sea contigo).—dijo Mahtob y volvió a bajar su burka. Ali se quedó con la carta en su mano y su corazón destrozado. Él amaba a su hermana, se sentía frustrado de no poder protegerla.