Belén trabaja en una guardería, ya que ama a los niños. Todo parece ir bien en su vida hasta que es llamada por su padre, un hombre que nunca se hizo cargo de ella y no la ama. Este se casó con su amante y abandonó a su madre cuando ella era muy pequeña. Sin embargo, el magnate ahora le pide un favor.
¿Cómo un casamiento por obligación puede terminar uniéndote con tu alma gemela?
—Nacería mil veces más por ella, si solo una vez pudiera mirarme cómo yo la veo—
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Capítulo veintitrés - Te amo
—Espera un segundo ¿Tú me veías desnuda? —preguntó Belén soltando a su esposo por la vergüenza que le traía recordar cada momento que había andado desnuda por la casa.
—Tengo unas lentillas que uso para no ver —indicó él sabiendo que no se salvaría del regaño de su amada esposa.
—Pero ¿las utilizas cuando duermes? —preguntó ella avergonzada.
—No puedo o me lastimaría verdaderamente los ojos —dijo él y ella le dio un golpe en el pecho.
—Eso quiere decir que me has visto empleando esa ridícula ropa interior y estando desnuda —Belén estaba por salir del cuarto.
—Te amo y quiero que me dejes verte desnuda en algún momento. Si te vi antes no fue con la intención de vulnerarte —dijo David tratando de disculparse.
—¿Me qué? —Belén se sonrojó.
—Te amo. Ahora que sabes que esta no es la primera vida que tratamos de estar juntos, quiero poder decirte cada vez que te vea, lo importante que eres para mí y cuanto te amo —dijo sin tapujos.
—¿Cómo puedes decir esas cosas tan vergonzosas? —preguntó ella mientras él la abrazaba.
—¿No quieres que un demente como yo te ame? —preguntó David con una sonrisa.
—Solo vayamos con Emiliano, él debe estar preocupado de que estemos tanto tiempo aquí —Belén necesitaba huir de los brazos de David o no podría controlarse.
—Él se fue, me escribió al móvil, se llevó a la gatita para que podamos pasar la noche a solas —dijo David acorralando a Belén.
—¿Por qué haría eso? —preguntó su esposa avergonzada.
—Porque quería darnos espacio. Me parece que nos lo merecemos. Después de todo aún no hemos consumado nuestro matrimonio en esta vida —dijo David y empezó a besarla mientras ella se colgaba de su cuello.
Belén no pondría objeción, ya que había fantaseado con ese momento durante toda la semana cada minuto del día. Era como volver realidad su sueño, su vampiro le quería clavar los colmillos y ella esperaba que lo hiciera de una vez por todas.
—¿Puedo quitarte la ropa? —preguntó David a Belén mientras besaba su abdomen y todo su torso.
—Eres un adulto, no preguntes esas cosas —lo reprendió avergonzada.
Claro que quería que la desnudara. Hacía más de media hora que solo la estaba besando. Ya sus labios ardían de gusto.
—Soy un caballero y no quiero hacer nada que mi amada esposa no me autorice —dijo él mientras tomaba las bragas de Belén y la sostenía gustoso.
—No hagas eso, pareces un degenerado —ella se tapó los ojos. Le daba mucha vergüenza recordar que ya la había visto luciendo esas diminutas prendas por la casa.
Una vez que ella quedó a merced de sus besos, sin nada que la cubriera, David procedió a quitarse la ropa mientras no apartaba los ojos de ella. Belén tenía sus mejillas enrojecidas y sus labios hinchados de tantos besos que había compartido. Incluso su nariz estaba tomando color. Ella sin darse cuenta empezó a verlo con una sensación de deseo que jamás había experimentado, por lo menos en esta vida. Él parecía un vampiro por lo pálido, pero a la vez su cuerpo era extremadamente seductor. Sus largas manos con las que la acariciaba no tenían pensado darle tregua, ya que después de que él quedara con el torso desnudo comenzó a jugar con Belén llevándola al placer, y las nubes para luego devolverla a la tierra de los mortales, a esa cama que parecía no desear dar tregua.
—David, mi cuerpo —dijo ella cuando las caricias de su esposo provocaron nuevamente una electricidad intensa entre sus piernas.
—Podría verte hacer ese gesto toda la vida —dijo él ahora si bajándose los pantalones.
Había esperado varias vidas para poder volver a probar a Belén. Incluso había aprendido a resistir cuando ella no le prestaba atención y andaba con otros tipos. Algo difícil de presenciar, pero él siempre había deseado, no solo su amor sino también su felicidad. Por lo que, si ella lo era sin él, esperaba a la siguiente vida para ver si así podría conquistarla antes de que su tiempo se terminara. El problema era que esta vez era difícil para ambos. La familia paterna de Belén no estaba dispuesta a dejarla en paz. Y los primos de David tampoco.
Ya había amanecido cuando ellos seguían jugueteando pese a estar cansados. David, aún no lo había hecho con ella pese a estar completamente desnudos y con mucho deseo. Temía no poder controlarse, ya que había deseado estar así durante mucho tiempo. Por el contrario, Belén parecía una fiera que quería devorarlo, por lo que al ver que él seguía dando vueltas y solo le daba placer a ella decidió subirse y ser ella la que diera las órdenes a partir de ese momento. Después de todo, ¿Qué tan difícil podía ser?
—¿Qué haces Belu? —preguntó David preocupado.
—Tomo lo que me pertenece —dijo ella y después de darle un beso en los labios hizo lo que ambos habían estado deseando ejecutar toda la noche anterior.
El cuerpo de David se estremeció al instante de tocar el interior de Belén. Al punto de ella pensar que la diversión terminaría. Pero él era un hombre que la había estado esperando por demasiado tiempo. No le bastaría con una vez. por lo que siguió movíendose. Sin embargo, después de cinco o seis embestidas otra vez se estremeció. Aunque a Belén le pareció tierno, a David le molestó. No esperaba tener tan poca resistencia, aunque fuera su amada la que estuviera encima de él.
—Puedes parar si ya llegaste —dijo ella y cuando iba a tratar de apartarse de David este la tomó por las caderas.
—No te salvarás de mi tan fácil —dijo y volvieron a ser uno.
Después de haber estado toda la noche encendiendo la llama del amor en Belén, David había acumulado mucho, por lo que no tenía problemas en pasar todo el día volviéndose uno con ella. Es más, se detuvo al notar lo cansada que ella había terminado. Aunque quiera seguir no podía obligarla y quería que ella también disfrutara. Por lo que después del medio día se conformó con acurrucarse en la cama con ella y dormir hasta la noche.
—Siempre te protegeré —dijo David al despertar y verla entre sus brazos como la primera vez.
Autora: Osaku
Creo que quedo pendiente otra parte esta hermosa novela.
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