Cassandra Yohana, una chica de 17 años que aún usa el uniforme gris de secundaria, tiene el pasatiempo de saltarse clases y dormir durante las lecciones. Aun así, sus calificaciones siempre son excelentes, lo que la ha vuelto bastante arrogante.
"¿De qué sirve tener cerebro si no lo usas? De nada sirve ser un ratón de biblioteca si tu cabeza sigue siendo débil", decía Cassandra con su lengua afilada al ver a sus compañeras estudiosas.
Hasta que un día, su clase recibe a un nuevo profesor que pone su mundo patas arriba.
Arsenio Xalendra, un hombre maduro con un carisma imponente, cuya mirada fría y penetrante intimida a cualquiera.
Pero para Cassandra, Arsenio Xalendra no es más que un hombre cruel que vino a destruir su tranquilidad.
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Capítulo 23
"¡Sandra!" Greta llamó a su mejor amiga cuando la vio salir del coche, corrió hacia ella y la abrazó.
" ¿Dónde has estado? Te extrañé", dijo Greta mientras abrazaba a Casandra.
Casandra le devolvió el abrazo a Greta y sonrió. "Qué cursi", se burló Casandra.
"¡Es en serio! Sin ti, no tengo amigos", Greta hizo un puchero.
Casandra solo sonrió. "Está bien, entonces ven conmigo". Casandra tomó la mano de Greta y la llevó dentro de su coche.
"Eh, ¿a dónde vamos? La clase empieza pronto", protestó Greta.
Pero cuando Casandra encendió el motor del coche, Greta inmediatamente se puso el cinturón de seguridad, reacia pero dispuesta.
"Hoy nos divertiremos y yo invito".
"¡Sí! Si es así, me apunto", dijo Greta emocionada.
Cuando el coche de Casandra salió de la puerta de la escuela, no mucho después llegó el coche de Arsen. Él acababa de llegar después de una semana sin dar clase.
La cantidad de trabajo en la oficina y la resolución del caso de Casandra hicieron que Arsen decidiera no dar clases.
Al salir de su coche, Arsen fue recibido por la chica que destacaba en la escuela, y Arsen solo la miró de reojo ya que ella no lo saludó.
"Buenos días, profesor Arsen. Celine le trajo el desayuno", dijo Celine mientras le entregaba descaradamente una fiambrera a Arsen.
Arsen miró la fiambrera que la estudiante le ofrecía. "Gracias", respondió, tomando la fiambrera.
Celine parecía encantada y emocionada de que Arsen la aceptara.
"La campana sonará pronto, entren", dijo Arsen sin sonreír.
El hombre se alejó. Celine gritó histéricamente con sus dos amigas.
"Dios mío, no estoy soñando, ¿verdad?". Celine se pellizcó las mejillas para asegurarse.
"No estás soñando, Cel. El profesor Arsen está interesado en ti", dijo una de las amigas de Celine.
Celine sonrió ampliamente. "Sí, claro. Ya le di comida, seguro que el profesor Arsen será amable y atento conmigo", dijo Celine con seguridad.
Esta vez seguro que podría conquistar al apuesto y encantador profesor, no importa si circula el rumor de que es viudo. Lo que está claro es que Celine admira mucho a Arsenio Xalendra.
"¡Profesor Arsen!".
Arsen detuvo sus pasos cuando alguien lo llamó por detrás.
"Buenos días, profesor. ¿Ya regresó?", la profesora soltera sonrió brillantemente con dulzura añadida.
"Sí, señora", respondió Arsen secamente.
"¿Qué trae ahí, profesor Arsen?". Ver a Arsen cargando algo hizo que le picara la lengua para preguntar.
"Oh, esto es una fiambrera. ¿Quiere un poco?", ofreció Arsen mientras le acercaba la fiambrera que Celine le había dado.
Con los ojos muy abiertos y una amplia sonrisa, la profesora extendió la mano para tomarla.
"Ay, profesor Arsen, es usted tan dulce. Gracias", la profesora sonrió tímidamente.
Arsen solo sonrió levemente, sin saber que la comida era de otra persona y que él simplemente la estaba regalando.
"Voy a mi despacho, señora. Con permiso". Como colega profesor, Arsen seguía siendo respetuoso.
"Ah, sí, profesor. ¡Hágalo más a menudo!".
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Las dos chicas cantaban alegremente en el coche, Casandra reía y sonreía mientras Greta hacía sus travesuras, ahora no iba a dejar que todo fuera mal, tenía que ser una chica mejor, no estar bajo la sombra aterradora que había sido su trauma.
Después de unos minutos, llegaron al centro comercial más grande de la ciudad, Greta con su alegre sonrisa.
"No sé qué castigo nos espera mañana, pero lo importante es que hoy me divierta", dijo Greta.
"Chica, eres demasiado aplicada, Ta", respondió Casandra mientras entraba.
Ambas compraron todo lo que quisieron, como había dicho Casandra, si Greta podía comprar lo que quisiera, ella pagaba.
"Si esto ocurre todos los días, quiero que me saques de clase a menudo", dijo sin preocupaciones, aunque al principio estaba preocupada cuando la invitaron a salir. Ahora estaba emocionada.
"Qué va". Casandra cogió unas cuantas prendas y se las probó en el probador, al igual que Greta.
Al terminar, salieron de la tienda de ropa con la ropa cambiada, a diferencia de antes, que llevaban uniforme gris.
Mientras pasaban por delante de un restaurante, Casandra vio sin querer a alguien a quien conocía muy bien.
Ver a esa persona reír feliz y charlar hizo que los ojos de Casandra se llenaran de lágrimas, sus manos se cerraron en puños con decepción.
"No saben por lo que estoy pasando y se ríen y se divierten", murmuró Casandra con mirada de decepción y rabia.
Ella sola no podía soportarlo todo, tal vez Casandra ya no sería más que un nombre, sin poder ver a la persona que debería estar feliz por encima de su sufrimiento.
Greta, que seguía la mirada de Casandra, también se sorprendió. "Tía Sonya".
