Konstantín Ivanov.

— Fue una mala idea creer que podríamos aclarar y solucionar las cosas en este momento, será mejor que lo dejemos así. — Doy la media vuelta para ingresar a mi habitación, pero su mano me lo impide sosteniendo mi brazo y haciendo que me gire nuevamente.

— ¿Acaso no te das cuenta de lo que siento por ti?, yo también tengo temores, pero trato de hacerlos a un lado cada vez que estás cerca.

— ¿Y por eso sales corriendo, en lugar de quedarte y hacer frente a la situación? Y como siempre yo quedo en el puesto que tú decides marcharte, lo bueno es que a ti no te cuesta hacer tu vida lejos de mí, y no es tu culpa, aquí la de los trastornos soy yo, pero eso no hace que duela menos el verte cada dos por tres en las redes sociales besando o estando cerca de otra mujer.

— Ya te dije que eso es pasado, pero si no crees en mis palabras puedo demostrarlo con hechos.

— Por su puesto, hechos como este. — Digo señalando su celular que justo en ese momento vuelve a sonar. No sé si por rabia o frustración, pero estrella su celular contra una de las paredes, lo cual me hace pegar un pequeño salto.

— Lo lamento; no te asustes. — Reflexiona de inmediato.

— Déjame ir a mi habitación, por favor. — Él ignora mis palabras y se acerca peligrosamente a mis labios, posa sus manos en mi cintura y me atrae más a su cuerpo. — Un par de lágrimas se escapan de mis ojos, él no se percata y une nuestros labios, sé que es Ivanov, el hombre al que amo, pero quedo petrificada al sentir el olor a alcohol que destila no solo atrevés de su aliento, sino también de cada parte de su cuerpo. Él me besa, pero no puedo responder, su boca cada vez es más demandante y sus manos recorren mi cuerpo, el aire empieza a hacerme falta, él solo se percata de mi estado al sentir en su rostro la humedad generada por mis lágrimas.

El miedo en sus ojos se hace evidente al encontrarse con los míos que seguramente reflejan lo mismo, apoyo una de mis manos en la pared mientras la otra la llevo a mi pecho tratando de recuperar el aliento, pero cada vez me falta más el aire, él trata de ayudarme, pero en este momento su tacto únicamente está logrando empeorar las cosas.

— No... No... puedo respirar — Es lo único que alcanzo a articular antes de que todo oscurezca.

...Pov Ivanov....

Luego de dejar a Elena en la mansión decido ir en busca de unos tragos, es frustrante tratar de hacerla entender que estoy comprometido con la relación que tenemos y que ella no pueda entenderlo, realmente si me molestó, pero no puedo presionarla para que confíe, la confianza es algo que se gana y no que se impone.

Al llegar a la discoteca me encontré con Dasha, quien al verme se tiró a mis brazos, pero de inmediato la rechacé, al separarla de mi cuerpo la observo mejor y no puedo evitar sentirme algo confuso, pero prefiero ignorarlo.

...Flashback...

— Konstantín, ven vamos a bailar. — Tira de mi mano.

— Dasha, no estoy de ánimo para tus juegos, solo vine por un par de tragos.

— ¡Perfecto te acompaño!

— No lo has entendido, no quiero compañía, y menos después de lo que hiciste y lo que me costó desmentir tus afirmaciones.

— Tú te lo pierdes.

Fin flach Back.

Cuando decido volver, pensé que Elena estaría dormida y aunque estoy tomado, soy consiente de lo que hago y digo, cuando la besé no pensé que le haría daño, no es la primera vez que lo hago o la toco, pero no tuve en cuenta ciertos factores, ella se estaba sintiendo engañada, abandonada y sumarle a eso el hecho de nuestras últimas discusiones, además de que estos días han sido de muchas emociones. Cuando me di cuenta de que estaba llorando, que mi cercanía la estaba lastimando, me sentí como el hombre más miserable sobre la faz de la tierra. Es como si la borrachera se me hubiese pasado en ese instante, yo la amo y mi mundo se vino abajo al ver la forma en que me miraba, el miedo, la angustia y un sinfín de emociones reflejadas en sus hermosos ojos me partieron en dos, lo peor fue ver como luchaba para respirar, supe que en mí se reflejó todo aquello que ella quiere olvidar, traté de ayudarla, pero me rechazó, solo podía esperar tratando de que no me sintiera, pero todo empeora cuando su cuerpo se desploma, afortunadamente alcanzo a tomarla entre mis brazos, evitando que se golpee.

— Bonita, no me hagas esto, perdóname.

Llame de inmediato a una de las empleadas para qué me acompañe, lo último que quiero es que despierte y al verse sola conmigo vuelva a entrar en crisis. Me dedico a poner un paño con alcohol cerca de su nariz, no tarda mucho en recobrar el conocimiento, me alejo de ella de inmediato, pienso que se asustará, pero no lo hice.

— Por favor déjenos a solas. — Le dice después de un par de minutos a la empleada, la cual asiente y se retira.

— ¿Te sientes mejor? — Pregunto al no saber que hacer en esta situación

— Sí, lamento lo que ha sucedido. — es su respuesta.

— No tienes porque, soy yo quien te debe una disculpa. — Observo como sus ojos se cristalizan y cubre con sus manos su rostro, tratando de ocultar lo inevitable.

— ¿Puedo acercarme? — Llora aun más fuerte al escuchar mis palabras, así que con mucha cautela lo hago. — ¿Puedo abrazarte?

—Es lo que mas necesito, me siento sola, vacía, me duele el alma, y este maldito nudo en la garganta que no se va, aveces he sentido el espacio tan lleno, pero mi corazón se sigue sintiendo solo, por favor llena ese vacío, no quiero volver a sentirme así ¿puedes hacer eso por mí? — Sentirla tan vulnerable no es una grata sensación, como quisiera poder ser su protector, protegerla incluso de sus miedos.

— Pondré todo mi empeño, dedicaré mis fuerzas y mi alma, aunque se me valla la vida en ello, mi bonita.