Sacha, buscando una lectura emocionante, se topa con "Emperador, ¿por qué mataste a mi hermano?", una novela BL donde el emperador, obsesionado con Leo, lo mata accidentalmente al proteger a su hermana adoptiva.
Al terminar la novela, Sacha se ve transportada al mundo ficticio, convirtiéndose en la hermana adoptiva de Leo. Ahora, con el conocimiento del futuro, debe proteger a su hermano del emperador, un hombre que, aunque lo amaba, lo mató por un error trágico.
Sacha se enfrenta a un dilema: ¿puede cambiar el destino de Leo sin sacrificar su propia felicidad? ¿O se verá atrapada en un romance peligroso con el emperador, un hombre que, a pesar de su amor, es capaz de cometer actos terribles?
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Ecos de la Persecución
El sol comenzaba a despuntar en el horizonte, bañando el bosque en tonos dorados y rojizos. Sacha y Leo habían continuado su camino después de una noche tensa y llena de incertidumbre. No hubo tiempo para detenerse más de lo necesario; el peligro seguía persiguiéndolos, y el peso de las preguntas sin respuesta comenzaba a desbordarse.
—¿Estás segura de que vamos por buen camino? —preguntó Leo, con los ojos atentos a los senderos que se entrelazaban frente a ellos.
—No lo sé —admitió Sacha con honestidad, sosteniendo con fuerza las riendas de su caballo—. Pero quedarnos en un lugar sería peor.
Leo asintió, aceptando su razonamiento. Sin embargo, no podía ignorar la sensación de que estaban siendo observados.
—¿Qué haremos cuando lleguemos al siguiente pueblo? —preguntó, tratando de planificar los próximos pasos.
—Primero, descansar. Luego, intentaré contactar a alguien que pueda ayudarnos —respondió Sacha, aunque sus palabras estaban cargadas de dudas.
Leo no insistió. Sabía que no lograría respuestas claras por ahora, pero algo en la determinación de Sacha le aseguraba que ella tenía un plan, aunque no lo compartiera del todo.
En el palacio imperial, el ambiente era tenso. Los nobles se reunían en el salón principal, sus murmullos creando un murmullo constante que llenaba la enorme sala. En el centro del estrado, el emperador mantenía una postura rígida, su mirada seria mientras escuchaba las peticiones de los nobles que exigían justicia por los crímenes de los Lin.
—Vuestra Majestad, no podemos permitir que los pecados de esa familia queden impunes —exclamó uno de los ganadores del torneo de caza, un hombre de cabello cano y ojos afilados llamado Tyron—. La desaparición de Sacha Lin solo demuestra su culpabilidad.
El emperador levantó una mano, exigiendo silencio.
—¿Y qué propones? —preguntó con voz grave—. ¿Que actúe sobre suposiciones?
Tyron no se dejó intimidar.
—Ella huyó, Majestad. ¿Qué inocente huye de sus acusadores?
—Un inocente puede huir por temor a la injusticia —intervino un noble más joven, buscando calmar la situación.
El emperador observó a ambos hombres, sus pensamientos ocultos tras una máscara de calma imperturbable. Era cierto que la desaparición de Sacha complicaba todo, pero había más en juego que las acusaciones en su contra.
—La justicia no se trata solo de castigo, sino de verdad —declaró finalmente, su tono firme—. Hasta que no tengamos pruebas irrefutables de los crímenes que se le imputan, no habrá sentencia.
Los nobles se miraron entre sí, algunos visiblemente frustrados.
—Majestad —insistió Tyron—, ¿y si ella se esconde para reunir fuerzas? ¿Y si está tramando algo contra el imperio?
—¿Y si no lo está? —replicó el emperador, mirando directamente a Tyron.
El noble guardó silencio, aunque su descontento era evidente.
El emperador suspiró, pasando una mano por su cabello blanco. Había una presión inmensa sobre él, no solo por los cazadores, sino también por aquellos que, en secreto, apoyaban a los Lin y cuestionaban las verdaderas razones detrás de su caída.
—Por ahora, nos centraremos en encontrarla. Viva. Y si se prueba su culpabilidad, actuaremos conforme a la ley —concluyó, dejando claro que no se dejaría presionar.
Sin embargo, en el fondo, el emperador sabía que había algo más detrás de todo esto. La desaparición de Sacha Lin no era una simple huida. Había rumores, susurros de movimientos que implicaban a figuras clave dentro del imperio, y tenía que asegurarse de que no estuvieran jugando con fuego demasiado peligroso.
Mientras tanto, en el bosque, Sacha comenzaba a notar que los caminos eran cada vez más difíciles de transitar. El bosque, antes denso pero transitable, parecía cerrarse en su contra.
—Esto no está bien —murmuró, deteniendo su caballo.
—¿Qué sucede? —preguntó Leo, girándose hacia ella.
—No lo sé. Es como si el bosque estuviera tratando de mantenernos aquí —respondió, mirando a su alrededor con una sensación creciente de inquietud.
De repente, el sonido de un cuervo resonó en el aire, rompiendo el silencio. Sacha levantó la vista, siguiendo el vuelo del ave hasta que desapareció entre las ramas.
—Es solo un cuervo —dijo Leo, intentando calmarla.
—Los cuervos no son solo cuervos, Leo. Especialmente no en este lugar —respondió Sacha, su voz cargada de significado.
—¿Qué quieres decir?
—Solo… sigamos adelante.
Sacha sabía que no podía explicarle lo que realmente sentía. Había leído demasiado sobre este tipo de situaciones en las novelas de su mundo, y aunque no estaba segura de qué esperar, algo dentro de ella le decía que tenían que moverse.
Leo, por su parte, continuó observándola. Había algo en ella que no lograba descifrar. Desde el momento en que habían huido juntos, Sacha parecía cambiar. Era más cautelosa, más calculadora. No era la misma persona que recordaba.
Sin embargo, mientras avanzaban, decidió dejar de lado sus dudas. Por ahora, lo único que importaba era mantenerse con vida.
En un despacho privado del palacio, Adrien Duval se encontraba frente a Eldor. La conversación entre ambos hombres era tensa, cada uno midiendo cuidadosamente sus palabras.
—Actuaste antes de tiempo —acusó Duval, sus ojos fijos en Eldor.
—Y, sin embargo, no fallé —respondió Eldor con una sonrisa de autosuficiencia—. Sacha Lin está huyendo, y eso nos da ventaja.
Duval entrecerró los ojos, pero no dijo nada. Sabía que Eldor no era alguien que aceptara críticas con facilidad.
—Tienes tus métodos, Eldor, pero recuerda que estamos en esto juntos. Si vas a tomar decisiones por tu cuenta, asegúrate de que no pongan en peligro nuestros planes.
Eldor asintió, aunque la chispa de desafío en sus ojos dejaba claro que no se doblegaría fácilmente.
La búsqueda de Sacha continuaba, y con cada movimiento, las piezas del tablero se volvían más inciertas. Pero mientras unos la perseguían por justicia y otros por venganza, Sacha y Leo seguían adelante, buscando respuestas en un mundo donde la verdad parecía un lujo inalcanzable.