Una tragedia ha marcado la vida de Alana, psicóloga a punto de tomar su especialidad en tanatologia. La traición de las personas que menos espera, la hacen tomar decisiones donde ella misma correrará con la suerte para bien o para mal
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Capitulo 21
Alana:
(Escuchen: In This Heart)
Acomodaba las cosas de Rimbo en cada caja que ya había ido a ver para entregar en una casa hogar, sé que en ese lugar le daría un buen uso. Extendí una de las playeritas de él recordando cuando la había pintado con sus propias manitas, donde al menos tenía en cuenta que era una reina, hasta me pintó con una corona en mi cabeza, la abracé con todas mis fuerzas, su aroma tan particular que en mi mente nunca se iba a ir. Tragué saliva apartándola.
Alana: Esta me la quedaré.
La dejé sobre una de las sillas donde ya había puesto varias que pienso en quedarme, hasta los juguetes que me darían los mejores recuerdos, no pensaba en regalar todo, quería el recuerdo de mi hijo aunque sea en cosas pequeñas de él, tenía su esencia y aunque sería un poco doloroso en verlos, pero ¿Quién puede olvidar esos pequeños detalles?
Mi hijo, por que es mi hijo, era un buen niño, siempre estaba dispuesto ayudar en casa aunque sea levantando sus juguetes, obedecía a mi llamado, sonreí recordando que con Román no era así, siempre le quería llamar la atención, me le plantaba impidiendo que lo volviera hacer, no es que no lo respetara pero tenía que ver mucho la manera en que se le pedían las cosas. Rimbo y yo teníamos esa conexión de madre e hijo, por eso me es doloroso solo en pensar que Román pudo haber hecho durante la inseminación. Fue un hombre cruel y muy malo si lo hubiera planeado…
Siara: ¿Dónde lo vas a llevar?
Di la media vuelta, no había escuchado que Siara había llegado, sostuvo la playerita mirando el dibujo que había hecho, pasó sus manos suavemente sobre el dibujo, sus ojos se llenaron de lagrimas al ver lo que para mi significaban. Miró hacia la silla viendo todo lo que había sacado.
Siara: Alana, sé que para ti todo esto te trae recuerdos, pero… no crees que será un poco más difícil para ti ver las cosas de Rimbo.
Alana: ¿Crees?
Siara: Regala bendiciones a quien lo necesite.
Alana: Pero me quiero quedar con esa playerita.
Ella sonrió dejando caer sus lagrimas por sus mejillas, en seguida las apartó acercándose a mi, psó sus dedos suavemente por donde mis lagrimas recorrían.
Siara: Eres fuerte Alana, quizá en este momento de la vida te está yendo peor que a nadie, pero te he visto levantarte desde cero, siempre has demostrado de lo que estas hecha, en un principio cuando ese idiota no tenía nada, fuiste la que levantó la casta y la frente demostrando que no necesitarías jamás a nadie para hacer las cosas. Eres una mujer admirable y nunca me voy a cansar de decírtelo, que la vida o no… la vida nunca te ha hecho malas jugadas, pero confiaste en las personas equivocadas que te han destruido la vida. Tienes un corazón enorme, recuerdo cuando decidiste en emprender tus estudios en la psicología. ¿recuerdas cual era tu frase favorita?
Siara- Alana: estaré PRESTANDO MIS ALAS…
Las dos reíamos al coincidir, pero eso era cierto, desde un principio cuando inicie en el ámbito de la psicología había tenido la visión de ayudar a las personas que lo necesiten, no me importaba si tenían para cubrir mis honorarios, pero lo hacía por vocación, tanto que me sentía orgullosa de haberlo logrado, donde trabajaba las personas eran de escasos recursos pero eso… jaaa, eso no me impedía poner mis alas en la vida de ellas, salvando a muchas adolescentes cuando decían que sus problemas eran de vida o muerte, si pienso que mis problemas y el dolor que siento es comparable con esos adolescentes, la verdad es que no, la vida de mi hijo se había perdido y la vida de ellos estaban en una cuerda floja… así que no pienso estancarme en donde ahora tengo un empleo, sé que con lo que gane podré seguir mi camino para mi especialidad en tanatología, una especialidad que me servirá preparando aquellos que piensan que la vida tiene un final, conciliar la muerte con la vida para dar un digno adiós, sobre todos aquellos que no cuentan con familiares y se encuentran solos, como es mi caso.
Asentí con la cabeza tomando otra caja, Siara me ayudaba a doblar la ropita que había puesto aparte, las dos habíamos pasado un buen momento, ella y yo en completo silencio, ni una ni la otra queríamos hablar, guardábamos con cuidado todo, hasta los juguetitos que había decido guardar. Hasta que ella tomó uno, sonrió mirándome. Me lo entregó recordando que Siara se lo había regalado. Lo tomé entre mis manos. Llevó sus manos hacia sus labios cubriéndose, negó con la cabeza, apreté la manita del peluche.
- Te Amo Mamá.
- Eres la mejor mamá del mundo.
- Mi madre es mi reina.
- Mi mamá una mujer de admirar.
Cerré los ojos dejando caer mis lagrimas, era la voz de Rimbo que ese peluche se lo había regalado para su cumpleaños. Le había dicho que era las palabras que siempre me debe decir. Lo cuidaba demasiado, siempre andaba con él de un lado al otro.
Siara: (susurrando) A.. lana.
Alana: el mejor regalo que le diste a Rimbo y que me has dado a mi. Pero no puedo quedármelo, sufro.. y me duele.
Miré todas las cajas viendo que todo ya estaba listo, Javier había pedido a uno de sus amigos que nos ayudara para entregar las cajas en la casa hogar, salí de la bodega con el peluche, Siara venía tras de mi, empujé la puerta de la cocina entrando. Todo estaba en completo silencio. Siara estaba mirando lo que iba hacer, pasamos hacia la sala ella reposó su cuerpo en el marco de la entrada, me acerqué hacia la chimenea… se apresuró tomando mi mano.
Siara: ¿Qué harás?
Alana: Tengo que soltar, este peluche me ata al recuerdo de mi hijo y el dolor me va llegar hasta asfixiar… Estoy pasando por un mal momento y no quiero tener que pensar en desesperarme para llegar corriendo donde está este peluche y hacerlo sonar… me ataría y a él igual, quiero dejarlo descansar y no traer esa carga sobre mis hombros.
Siara: Pero es lo único que tienes de él para recordar su voz.
La miré aun con lagrimas en los ojos, asentí con la cabeza sonriendo. Giré el medidor del liquido que fue roseando sobre los troncos, viendo que ya estaban húmedos cerré el paso del líquido, tomé uno de los cerillos raspando en la pared, la llama se había formado, lo arrojé viendo como empezaba a encenderse los troncos, el fuego se iba marcando tronco por tronco.
Alana: De eso se trata, soltar, dejar ir, liberarse. El recuerdo lo tendré siempre en mi memoria y en mi corazón.
Miré hacia el peluche volviendo hacerlo hablar…
- Te Amo Mamá.
- Eres la mejor mamá del mundo.
- Mi madre es mi reina.
- Mi mamá una mujer de admirar.
(Escuchen: Fantasmas, Humbe))
Lancé el peluche hacia el fuego, cayó en medio empezando a cubrirse de fuego… di varios pasos hacia atrás, mi cuerpo pesaba demasiado, me quedé de rodillas sentándome sobre mis piernas, Siara se acercó haciendo lo mismo, pasó su mano por encima de mi hombro atrayéndome hacia ella, pasaba su mano por encima de mi cabello, las dos en plenas lagrimas de dolor, no podía controlarlo, pero era lo mejor.
¿Cuántas madres han pasado por la pérdida de un hijo? Muchas, donde es cierto, muchas lo pierden al nacer o que no han nacido, pero ya tenerlo con vida, visualizar su primeros pasos, sus primeras palabras, las veces que te daba trabajo verlo como iba probando sus primeros alimentos solidos, escuchar decirte por primera vez “Mamá” sentirte como toda una pavo real que hasta el pecho se nos infla en escuchar que somos su primera palabra. Saber que dependen desde pequeños por nosotras, en ser alimentados, que tenemos que sostenerle la mano en alguna enfermedad, que si se cae, corremos tras ellos desesperadas como si el alma se nos fuera a ir al verlos en el suelo, esa mirada de ayuda, no se puede borrar, saber que tendría alguna enamorada, que al principio puede no agradarme o aceptar los pasos y momentos de su vida, volvernos sobre protectoras cuando le hubieran roto el corazón y decir: “me las va a pagar esa muchachita”… buscar las palabras correctas para sus primeras experiencias en el amor, queriendo correr de manera apresurada. Todo, todo sería un conjunto de emociones visualizar a nuestros hijos cuando esté frente al altar decido a empezar una vida y luego formar su propia familia. Derecho de toda madre, derecho que me negaron, no fue por la vida, fueron por dos personas que mataron mis ilusiones, lo hicieron con alevosía y ventaja, pero…. Hasta aquí llegué, no pienso quedarme de brazos cruzados para saber lo que realmente sucedió esa noche del accidente, al menos sería algo que le debo a mi hijo Rimbo, la verdad.
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