Esta es la historia de Sébastien Lafertè Dumont, un alfa que se mantiene alejado de los romances pues su prioridad son los tres grandes imperios que maneja junto a sus primos.
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Somos una familia.
Sandra y Sébastien, habían empezado una rutina como pareja y padres, hace poco que se habían enterado que pronto serían nuevamente padres. La pequeña Juliette al principio tuvo miedo de ser rechazada y devuelta al orfanato, ya que ellos tendrían pronto a su cachorro, sin embargo, sus padres le hicieron saber que ellos la amaban y ella era tan hija suya como el nuevo cachorro o cachorra.
- Seré la mejor hermana mayor del mundo mundial. - fueron las palabras textuales de Juliette, luego de que sus padres le explicaran que ellos jamás la dejarían de amar.
Sébastien había también ido a hablar al colegio, los amenazó de sacarlos del colegio si seguían permitiendo los abusos y acosa de la que era víctima su hija, así todo se calmó para la pequeña, aunque ella seguía siendo solitaria.
La escuela hizo la feria anual de ciencia donde los pequeños debían presentar sus proyectos. Juliette presentó un mini laboratorio tecnológico. Ella siempre estaba curiosa de aprender todo lo que su papá sabía, resultó ser muy inteligente, claro, con conocimientos básicos sobre tecnología, armó su proyecto que consistía en detectar por gestos, si una persona mentía o no, todo eso era ayudado por un programa de reconocimiento facial. Su padre muy emocionado la ayudó a desarrollar el programa, en la patente aparecía el nombre de su pequeña trigueña.
Juliette
Los niños del colegio de verdad que se habían esforzado en sus proyectos.
Muchos querían probar el invento de la pequeña Juliette, aunque los lobos podían saber las emociones en los demás, solo por el olfato, en el mundo de los humanos este invento resultaría bastante eficiente.
El primer puesto. recibiría una bonificación de 3 mil euros, el segundo y tercer lugar, una de mil euros, pero el proyecto debía ser ingenio de los pequeños y sus padres solo debían colaborar.
Por lo interesante del proyecto de nuestra pequeña trigueña, muchos creían que era una idea del alfa real, pero la idea era genuinamente de la pequeña, quien resultó demasiado curiosa, pues por ser tan cachorra, aún sus sentidos lobunos no estaban 100 por ciento desarrollados.
- Hola... - habló con timidez detrás del bajo atril donde los pequeños harían sus presentaciones - soy Juliette Laferté Jaramillo, mi proyecto se llama, ''Miente'', quería saber cuándo las personas mienten, soy pequeña y aún no puedo saberlo bien, le pregunté a mi papá y él me dijo que... - tomó un poco de aire, pues por los nervios estaba hablando muy rápido - mis sentidos lobunos aún no eran completos, pues soy muy pequeña, pero yo ya quiero saber muchas cosas, entonces vi que los humanos tiene un aparato llamado polígono, mi papi como siempre me escucha... - mira con amor y devoción de hija al alfa, y este orgulloso, se le hincha el pecho - le dije que me ayudara a crear algo con lo que me fuera fácil reconocer a las personas falsas, yo suelo ser muy curiosa, siempre quiero saberlo todo y así aprendí más, sobre el polígono, mi papá me explicó todo, así que de ahí se me ocurrió que podríamos hacer algo como un snapchat. - concluyó.
Sus padres estaban más que orgullosos, la diosa les había mandado una cachorra con un intelecto único.
Luego de las presentaciones de los cachorros, la directora de la escuela, nombró a los primeros tres lugares, entre estos, estaba la pequeña Juliette, quien ganó el segundo lugar, pues un vampirito se llevó el primer lugar, con su mini banco de sangre portátil.
Juliette creyó que su padre la regañaría por no obtener el primer pues, pero contrario a eso, la tomó en brazos y le lleno el rostro de besos, provocando risotadas en su hija. Sandra los veía, sintiéndose feliz por su familia. Sí, había perdido a su familia con la que creció, pero Dios le mandó a esta nueva familia y ella era feliz nuevamente.
Salieron de la escuela, Sébastien las llevó al negocio de los abuelos de su tía Amelie, allí vendían las mejores malteadas.
- Yo quiero una malteada de fresa y un postre de tiramisu. - pidió Sandra con la boca hecha aguas, de solo imaginar la delicia del postre.
- ¿Y tú, pequeña? - pregunta la amable abuelita de Amelie.
- Yo quiero malteada de chocolate y unas galletas con chispas de chocolate. - respondió con alegría.
- Muy bien, anotado, ¿y para usted, alfa? - preguntó de nuevo la loba.
- Yo quiero un café con leche sin azúcar y un brownie. - pidió.
La loba se retiró, para hacer los pedidos. El lugar estaba abarrotado, muchos de los alumnos de la escuela fueron a comer algún postre al lugar.
Luego regresaron a la mansión Dumont, donde todos esperaban para felicitar a la pequeña científica. Recibió obsequios de parte de todos, ella se sintió feliz, pensó que sería lindo compartir con algunos cachorros del orfanato esto que ahora tenía en abundancia, así que le comentó a su mami y ésta, conmovida por lo que le dijo su hija, decidió apoyarla.
- Sabes amor, nuestra hija quiere compartir todo lo que recibió hoy, incluyendo sus mil euros, con los demás cachorros del orfanato. - le comentó Sandra a su amado, mientras descansaba sobre su pecho.
- ¿Qué le dijiste? - preguntó el alfa un poco curioso por la respuesta.
- Le dije que yo la apoyo, incluso, también daré una parte de mi sueldo, ya que no tengo en que gastarlo, tú siempre me das todo, ventajas de tener un marido multimillonario. - habló divertida.
- Ya sabes, todo lo mío es tuyo mi flaquita. - responde, mientras besa su mejilla.
- Gracias amor, aunque lo mejor que me das, es tanto amor y a nuestros hijos. - responde ella con voz enamorada.
En definitiva, ella había recibido muchas bendiciones desde que conoció a su amargado lobo jefe, a quien amaba con locura.