Naomi es una excelente esposa y madre abnegada, pero tiene un secreto que nadie sabe. Un día comete un error y por accidente besa a un hombre que no es su marido. Esto le dará un cambio al rumbo de su vida. ¿Qué será de Naomi? Los invito a descubrirlo.
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Capítulo Veintidos
Más tarde, cuando las cosas se calmaron en casa de Naomi. Rodrigo se ofreció a ir a comprar algo para la cena. Anselmo se había quedado todo ese tiempo estacionado en una esquina viendo si Rodrigo salía o no.
De repente, lo vio salir y sacar una chaqueta del auto estacionado enfrente de la casa. Lo vio venir caminando por la acera hacia donde él estaba. Se apresuró y salió a su encuentro.
_ ¡Qué buena jugada hiciste! - le recriminó en forma sarcástica.
Rodrigo se detuvo con actitud arrogante, no iba a permitir que una basura como él se atreviera a opinar sobre sus acciones
_ No estoy jugando a nada, pero tampoco tengo porque explicarte a ti.
_ ¿Lo haces con mi mujer, desgraciado? Tanto te gustó cuando la probaste, que lo planeaste todo desde el principio ¿No es así?
_ Primero, ella ya no es tu mujer y segundo, sí me encantó. Pero yo no planeé absolutamente nada. Yo fui a devolverte tu cheque. Y tercero, lo que ella y yo hagamos, no es de tu incumbencia - esto último se lo dijo acercándose más a él.
Anselmo le lanzó un puñetazo que no se esperaba y no pudo esquivarlo. Lo hizo caer al piso, rápidamente se incorporó y se abalanzó sobre él haciendo que este, se desplomara en el suelo.
_ ¡Levántate infeliz! Eres bueno para golpear a tu exmujer ¡Golpéame a mí! - Rodrigo lo retó. Estaba totalmente sacado de sí. Se había quedado con las ganas de golpearlo antes.
Anselmo se sacó las gafas y el sacó.
_ Sí, así es cómo quieres que sea. Así será - se abalanzó sobre él y se enredaron en una lucha cuerpo a cuerpo que duró varios minutos. Aunque ya era tarde y estaba oscuro, el ruido de sus puños chocando contra sus cuerpos y sus balbuceos alertaron a los empleados de un pequeño local de mariscos situado en frente de donde estaban peleando. Al principio solo salieron a curiosear, pero al darse cuenta de que uno de ellos lo estaba pasando realmente mal decidieron intervenir.
Anselmo estaba semi tendido en el piso. Rodrigo que estaba sobre él lo sujetaba del cuello de la camisa y lo golpeaba en el rostro una y otra vez. De repente, alguien lo tomó por detrás y lo apartó, mientras que otros dos hombres ayudaban a Anselmo levantarse.
_ Esto no va a quedar así. Le diré quién eres en verdad "Julio" - le enfatizó el nombre para hacerle saber que no estaba siendo sincero.
_ ¡Hazlo, desgraciado! Yo me hundiré, pero tú lo harás conmigo.
Esto último que dijo el hombre, lo descolocó completamente. Él tenía mucho más que perder. Se soltó abruptamente, del agarre de los hombres que le ayudaron y se subió a su coche. Rodrigo alcanzó a darle una patada al vehículo, antes de que se alejará. Los hombres a su alrededor lo instaban a calmarse. Les agradeció, se acomodó la ropa y siguió su camino.
Un rato más tarde, volvió a la casa de Naomi. Cuando entró Estela y Pablo se sorprendieron y antes de que abrieran la boca, les hizo un gesto para que no dijeran nada.
_ Tardaste un montón, Julio - dijo Naomi totalmente ajena a la apariencia lamentable con la que volvió
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Al otro lado de la ciudad, en la mansión de Anselmo.
Silvia estaba sentada en la sala, en el sillón que daba la espalda a la puerta de entrada. Miró el reloj de pared por enésima vez. Volvió a tomar su teléfono para llamar nuevamente a su esposo. En eso escuchó la puerta abrirse.
_ ¿Te parece que estás son horas de - se interrumpió del asombro - ¡Anselmo! ¿Qué te pasó, cariño?
El hombre estaba hecho un despojo, traía la ropa sucia y desgarrada. Su cara estaba completamente, llena de moretones. Un corte profundo en el pómulo izquierdo le sangraba mucho, al igual que su nariz y otros varios rasguños que cubrían su rostro. Uno de sus ojos estaba completamente rojo y comenzaba a hincharse.
_ Por Dios, Anselmo - quiso tocarlo y el hombre se esquivó
_ Tuve una pelea en la ruta, un camión me cerró el paso. Le toqué la bocina para que se corriera y al parecer el tipo no estaba en su mejor día - mintió, mientras se miraba en el espejo junto a la puerta.
_ Más que cerrarte el paso, al parecer te pasó con el camión por encima.
El hombre la miró con severidad y la mujer rápidamente escapó de su inminente regaño.
_ Iré a traer el botiquín.
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Mientras tanto en la casa de Naomi.
Estela le había dado Rodrigo, el botiquín de primeros auxilios para que limpiara sus heridas. Mientras ella entretenía a Naomi en la sala de estar.
Estaba frente al espejo curando la herida en su frente, busco en el botiquín y se dio cuenta de que no había banditas descartables.
_ Toma - le dijo Pablo, alcanzándole un sobre con varias banditas de diseños infantiles.
_ Gracias, campeón - le sonrió y se colocó una sobre la herida.
_ ¿Golpeaste a mi papá? - su pregunta lo tomó por sorpresa. No respondió enseguida - Te estaba esperando ¿verdad?
_ Sí - respondió escueto.
_ ¿Quién salió más lastimado? - No quería decirle. No sabía como reaccionaría, pero de nada servía mentirle. De todas formas lo vería.
_ Él, pero estará bien. No te preocupes.
El niño inspiró profundo y exhaló lentamente.
_ Se lo merecía, últimamente le ha dado por abofetear a mamá - dijo con el ánimo caído.
_ ¿Encima, la golpeó delante de ti? - el niño asintió - ¡Desgraciado!
_ Puedes golpearlo las veces que quieras. Mientras no lo mates, está bien por mí
El hombre sonrió y le acarició la cabeza.
_ Espero no volver a tener que pelear con él. Golpea muy fuerte - exageró, para que el chico no lo viera a su padre como alguien débil. Después de todo él solo era un hijo de su padre. El niño sonrió reconfortado.
Cuando volvieron a la sala. Estela anunció que ya debía irse. Hacía mucho tiempo que había dejado a su esposo solo y todavía no se encontraba del todo bien.
_ Nos vemos mañana, cariño - le dio un beso en la mejilla a Naomi.
_ Adiós, abuelita - la abrazó.
_ Julio ¿Me acompañas hasta mi auto? Por favor. Me da miedo cruzar la calle sola.
_ Claro que sí, Estela. Vamos.
Ni bien salieron de la casa la mujer lo miró de forma interrogativa. Rodrigo la miró y se dio cuenta de que estaba esperando una explicación.
_ Golpeé a su hijo Sra. Estela. Pero él me atacó primero.
_ ¿Lo golpeaste mucho? - su tono sonó afligido, después de todo era su único hijo.
_ No creo, se fue manejando.
_ Ese hijo mío. Siempre ha tenido un carácter arrebatado. Pero ahora, lo desconozco. Esa mujer lo volvió loco. No entiendo por qué tanto maltrato hacia Naomi - tomó su mano, notó que tenía todos los nudillos lastimados. Sintió un dolor en el pecho de solo imaginar como había quedado la cara de su hijo, pero él se lo había buscado - Gracias por proteger a mi niña.
Rodrigo cubrió su mano con la suya.
_ No tiene porque agradecerme Estela. Vaya con cuidado - le abrió la puerta del coche. La mujer asintió y luego se marchó saludándolo con la mano.