Con dieciocho años, Andy Brown contrajo matrimonio con la persona que había amado desde hacía años. Pensando que conocía a ese hombre, Brown no dudo en dar el "Sí" ante el juez, sin embargo, tan pronto como las luces de la sala se apagaron y ambos quedaron solos, el infierno comenzó.
Un año después, Andy vio al hombre que amaba con una mujer, ambos con una sonrisa deslumbrante y las manos entrelazadas.
—Solo es trabajo —se convenció entre lágrimas.
Sin embargo, esa idea desapareció cuando los vio besándose, en su propia casa, en su habitación y en su misma cama.
Entonces, Andy gritó—. ¡Vamos a divorciarnos!
Él lo miro indiferente por sus palabras—. Bien, pero, recuerda esto: aunque te arrastres ante mí, jamás volveré a tu lado.
Fue el último golpe, la última lágrima.
✨ Historia M-preg ✨
⚠️ Advertencia ⚠️
*No recomendado para menores de edad.
*Lenguaje vulgar.
*Violencia en todos los sentidos.
*Abusos.
*Aborto.
*Diferencia de edad.
*Traumas.
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Capítulo 21. Otra persona.
«Reportando desde el aeropuerto internacional, donde, dentro de un par de minutos, el avión donde viaja el famoso y misterioso CEO de G.F.E. aterrizará.» Reportó una joven periodista muy entusiasmada. «No olvidemos que esta es la primera vez que él se presenta ante el público. Según nos informan, él es una persona a la que le gusta mantenerse en privado, pero desde que ingresó al mercado no ha parado de robar a las mejores estrellas de la moda y el entretenimiento. Incluso yo soy fan de uno de sus actores.»
La pantalla fue apagada y el control remoto lanzado al sillón con furia. Un hombre regordete miró a la chica que tenía frente a él. Ella tenía una mirada lastimera y la comisura de sus ojos estaban húmedas.
—Papá, traté, te juro que quise hacerlo, pero él dijo que no podía porque ya había firmado un contrato. —Habló ella, al borde de las lágrimas.
—Eres una inútil, esto no estaría pasando si hubiéramos inyectado ese capital. Ni siquiera para seducir a un hombre sirves. —El hombre golpeó su mano contra el cristal, desde donde estaba podía ver casi toda la ciudad. Había elegido el piso más alto para sentir que él era la cima del mundo, sentirse poderoso y ver caer a los débiles era la sensación que más le agradaba.
—Papá, yo realmente amo a Edward, no sabes lo que he tenido que hacer para estar a su lado, ¡no lo sabes, así que no me digas que es inútil! —Teri se levantó furiosa de la silla y encaró a su padre.
—Es verdad, no lo sé, ¿pero te ha servido de algo?, llevas cinco años con él, y lo único que lograste es tener un puto hotel y un restaurante —Él se acercó a ella y la agarró por las mejillas—. Tienes que hacer que se case contigo y te de la mitad de sus bienes.
—¡¿Crees que no lo he intentado?!, él sigue poniendo una excusa tras otra, incluso dijo que no estaba listo para el matrimonio.
—Usa tu cuerpo, embriágalo, dale un hijo, cásate con él, no seas idiota.
—Papá... yo —Teri bajo la mirada y apretó sus labios contra los dientes. Realmente quería, ella deseaba darle un hijo a Edward, y así él no la podría dejar, él la cuidaría y la amaría, pero... realmente le era imposible.
—Largo, ve a buscar una manera de hacer que Edward firme un contrato con nosotros.
—Sí... papá.
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Andy estaba parado en el balcón de la enorme mansión. La mirada de aquel niño lleno de sueños había cambiado. Esos ojos brillantes y llenos de carisma, se habían vuelto sombríos y frívolos. La juventud de ese entonces seguía presente, pero, con sólo una mirada, se podía decir que este Andy, era definitivamente, otra persona.
No sólo su mirada había cambiado, su cabello estaba perfectamente arreglado en un peinado que le daba un aspecto más distante. Su ropa era, en su mayor parte, negra. Vestido de traje de tres piezas, camisa gris hasta los codos, zapatos negros de piel y un par de guantes long keeper de piel. El chaleco marcaba muy bien su delgada cintura, y su figura esbelta era digna de admirar, pero parecía cubierto de una nube negra de resentimiento y tristeza.
Habían pasado años desde que pisó por última vez ese lugar. Y aunque le traía buenos recuerdos, los malos siempre prevalecían. El viento de otoño era frío, pero muy refrescante. En su mano derecha había una página de una revista de negocios en la cual se mostraba aquella feliz pareja, la causante de todo su dolor e infelicidad.
Apretó la mano arrugando la hoja con fuerza al ver la deslumbrante sonrisa que tenía esa mujer. La furia brilló en sus ojos al verla. Ella era la que había causado su mayor pérdida, y ella tenía que sufrir incluso más de lo que él lo había hecho.
—Amm, ¿te molesto? —Una voz amigable se escuchó a sus espaldas. Aquel hombre rubio, traía, como todos los días, un caramelo en la boca. Se acercó a él y puso una mano en su hombro—. Hemos hablado de eso. —Dijo, conocía perfectamente los pensamientos de Andy.
—Pero no puedo dejarlo atrás, Austin... era mi hijo, y ella me lo arrebato. Te lo he dicho, no me detendré hasta verla hundida en la cárcel.
—¿Aun si te lastimas en el camino? —Austin guardó sus manos en los bolsillos de su pantalón y vio los enormes árboles de la montaña. Era una vista espectacular.
—¿Más? —Andy se dio media vuelta y caminó un par de pasos—. No puede dañarme más de lo que ya lo ha hecho.
Al terminar de hablar, siguió su camino. Austin dio un suspiro. Había conocido a Andy cuando Nico se lo había presentado. En ese entonces, Andy no era ni la sombra de lo que se había convertido. Él fue su psicólogo, entendió el cambio repentino del chico.
Era una persona pura a la cual destrozaron. Se encargaron de apagar sus sueños, y con ello, su vida. Lo dio todo, y lo único que recibió a cambio, fue dolor y traición. Él entendía porque quería destrozar a esa persona, pero tanto odio y rencor, sólo le causaría más daño a él, sin embargo, era consciente que, mientras su hijo no obtuviera justicia, Andy no podría estar tranquilo.
Él estaría ahí para apoyarlo hasta que Andy se cansara, o hasta que obtuviera lo que quiere.
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Andy estaba sentado en la sala de estar con una laptop en las piernas, su perfil era distante y daba la sensación de soledad. Un pequeño entró corriendo, una risa lechosa le hizo levantar los ojos y ver hacia la puerta principal. Andy sonrió y dejó la laptop a un lado y recibió con un abrazo al pequeño.
—¿Dónde está tu madre? —El niño apenas tenía tres años y su vocabulario no era muy extenso, así que usó su pequeña mano para señalar la entrada. Una chica de cabello rojizo y ojos caramelo entró cargando una gran pañalera.
—Pequeño demonio. —Refunfuñó ella, dejando las cosas en el suelo—. No sabes lo ansioso que estaba por verte, ya no sé si tú eres la mamá o soy yo.
—Bueno, soy su tío favorito.
Andy se sentía feliz de poder darle el amor a ese pequeño niño, amor que su hijo ya no pudo recibir. Él, desde que su prima quedo embarazada, comenzó a cuidarla mientras hacía su trabajo desde casa. El niño se había acostumbrado a verlo siempre, que cuando faltaba, se ponía a llorar buscándolo.
Con este niño, Andy volvía a tener la misma sonrisa brillante que tuvo en su adolescencia. Su rostro cambiaba drásticamente, de uno sombrío, a uno brillante. Ember sabía cómo fue su vida, él les contó todo lo que había ocurrido desde que tenía memoria, y ellos lo compadecieron y se esforzaron por hacerle olvidar esos malos momentos.
Pero sabían que no podía olvidarlo, así como así. Andy debía pasar por un proceso largo, de años incluso. Pero era fuerte, lo había demostrado muy bien, él podría salir de ese abismo de oscuridad donde las circunstancias de la vida lo habían puesto.
—Por cierto, ¿Dónde está tu hermano?
—Ya sabes, haciéndose pasar por el CEO de G.F.E —Ella dejó su bolso sobre el sillón y cruzó sus piernas elegantemente—. Por cierto, ¿Cuándo saldrás a la luz?, Nico no es precisamente la imagen que la gente de G.F.E. busca en el CEO, y mucho menos los medios de comunicación.
Andy bajó al pequeño a la alfombra y lo dejó jugar con los cordones de sus zapatos, después de acariciar el cabello castaño del niño, miró a Ember—. Pronto, primero tengo que firmar un contrato con un viejo amigo, necesito saber que puedo contar con él.
—Andy... sabes que cuentas con nosotros, somos tu familia, pero... esta venganza, ¿es realmente necesaria?, Edward McDowell es un monstruo, en todos los sentidos, ¿de verdad vas a ir contra él?
Andy arrugó las cejas, en forma de molestia—. ¿Qué harías tú si por culpa de una asesina hubieras perdido a Peter?, ¿de verdad lo dejarías pasar? —Ember vio al pequeño niño jugando alegremente en suelo. Ella era madre, de entre todos, ella debería de entender. Era verdad, si alguien le hubiese hecho perder a su pequeño, seguramente haría lo mismo, o algo peor para cobrar venganza.
—Si. Tienes razón, no sé qué haría si me hubiera pasado a mí. Seguramente estaría igual que tú.
—Por supuesto, eres madre y darías la vida por tu hijo, yo no pude ni siquiera conocerlo, me lo arrebataron de la peor forma posible... los había dejado, Ember. Me alejé de esas dos personas deseando poder criar a mi hijo con todo el amor que me hizo falta a mí, pero no sirvió de nada, al final, siguieron lastimándome y matando todo dentro de mí.
Ember escuchó atentamente las palabras de Andy, su voz era tranquila, pero su rostro estaba lleno de frialdad y odio. Aunque él les había contado todo el dolor por el cual había pasado, le era difícil imaginarlo. Pero viéndolo, y escuchando los relatos de Matthew, parecían dos personas distintas. Matthew había dicho que tenía una sonrisa brillante, un rostro alegre y amigable. No obstante, cuando ellos lo conocieron, nada de eso proyectaba Andy. Su rostro estaba apagado, no había ninguna sonrisa en él, y sus ojos parecían casi muertos.
Él les contó que amaba a una persona, pero esa persona nunca lo quiso, y después de años de dolor y humillaciones, decidió dejarlo ser feliz con la persona que tenía en su corazón, se fue y planeaba desaparecer junto a su pequeño hijo. Pero esa mujer apareció una noche y le hizo perderlo, él rogó y lloró porque parara, pero ella simplemente se río a carcajadas y lo siguió golpeando sin piedad. Al final, incluso su padre terminó llorando de rabia, frustración y tristeza, con el relato.
—Lo sé, Andy. Pero Edward McDowell es realmente una persona a la cual no deberías de tomar a la ligera.
—McDowell no me importa. Él me lastimó demasiado, es verdad, pero Teri fue quien terminó con la vida de mi hijo. Ella es quien debe pagar por ello.
—Y... en dado caso de que Edward supiera sobre el bebé y lo que ella hizo, ¿Qué planeas hacer?
Andy se había planteado eso una y otra vez, cabía la posibilidad de que Edward supiera de su hijo y lo que Teri hizo. El Andy enamorado hubiese contestado que eso no era posible, que Edward no sería capaz de tanto. Pero eso había cambiado, el amor se desvaneció en la nada, lo que parecía una cadena irrompible, al final, no fue más que un hilo frágil y fácil de romper.
—Odio a Edward, pero a la vez no me no me importa. Sin embargo, si él sabía sobre mi hijo y permitió que Teri lo matara, o si intenta defenderla de alguna manera, no tendré piedad con él. A él no le importo en absoluto, pero Teri sí, así que Edward tendrá que pagar las consecuencias por haber elegido a una esposa como ella. —Dijo.
—De acuerdo. Nosotros te ayudaremos en todo lo que podamos, cuenta con ello.
—Gracias.
Andy volvió a poner su atención en el documento que estaba leyendo antes. Sí. Andy había madurado mucho desde que lo conocieron. Pero no podía evitar preocuparse por si él aún tenía sentimientos por aquella desagradable escoria.
Y es que Andy nunca había cerrado ese capítulo de su vida de forma adecuada. Había dejado a Edward, se divorció y planeaba irse, sin embargo, fue solamente para huir de él. Nunca se derrumbó realmente o lo culpó por nada, ella también era psicóloga, sabía que Andy debía de hacer eso y no seguir culpándose o llevando toda la cargan él solo.
Sí, tal vez se había empeñado en seguir a su lado a pesar de los maltratos, tal vez él fue quien lo ató, pero, Edward era quien había golpeado, insultado, abusado y violado su confianza, y Andy nunca lo culpó.
Existían solo dos opciones, y realmente ninguna era viable. O Andy aun sentía cariño por él y sólo lo disfrazaba, o realmente lo odiaba. Y si estaba reprimiendo sus sentimientos de odio o amor, temía lo que podía ocurrir cuando salieran a la luz.
—Andy. —La voz de Austin interrumpió a ambos. Ember y Andy giraron su vista a él—. Un tipo que dice conocerte está en la entrada, su nombre es Arthur Hayden.