En medio del desierto en una tierra enigmática nace nuestra protagonista. Ella era feliz, tenía una familia unida, y sueños que cumplir. Hasta que el destino la lleva por un rumbo que ella no se hubiera imaginado. Aprenderá sobre el dolor, la pasión, la esclavitud y el amor.
NovelToon tiene autorización de Nay Escoto para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Advertencia
Capítulo 22
Pedro salió de inmediato a buscar a Florencia. Danilo entendió que algo malo había sucedido conocía también a su jefe que sabía que iba a comenzar el infierno.
—Danilo, vamos al departamento de Florencia.—dijo Pedro
—Como ordené señor.—respondió Danilo
Durante todo el camino iba tratando de mantener el control de su ira, acaso se había vuelto loca Florencia con tal desafío pensaba él. Florencia estaba en su recámara, cuando escuchó que entraron al departamento. Ella salió de prisa y emocionada para recibir a Pedro.
—Mi amor que bueno que estás aquí.—dijo Florencia mientras se le colgaba del cuello.
Pedro se la quitó de encima, la tomó por el cuello y la puso contra la pared.
—Como te atreves a desafiarme. Llegaste a mi casa donde hace unos días te prohibí que pisaras por respeto a mi futura esposa, no solo eso tuviste la osadía de ofenderla y de hasta golpearla. ¿Acaso quieres morir Florencia? Agradece a mi mujer que no te pongo una bala en medio de tu cabeza hueca.—decia Pedro furioso
—Solo fui a pelear por lo que me pertenece, no te temo, somos iguales conozco tus alcances. Estamos podridos, cariño. Crees que por tener una mujer como ella la imagen que tienen de ti va a cambiar. O crees que por tener una mujer digna y recatada. Tu ya no seguirás siendo el mismo demonio de siempre, cuando ella conozca lo podrido que estás huirá de ti. Ninguna mujer buena en su sano juicio se uniría a ti. Aún estás a tiempo de que recapacites te quedes conmigo y a ella regrésala a donde pertenece.—dijo Florencia
—Jamás renunciaré, ella me pertenece. Es la primera vez que una mujer hace que me hierva la sangre sin haberla hecho mía. Aunque te cueste creerlo ella nunca ha sido tocada por ningún hombre. Yo fui quien le robo su primer beso eso no se finge, conmigo va a aprender todo, estoy seguro que es mil veces mejor que muchas.—respondió Pedro
—En serio eso es lo que te gusta, una inexperta. Yo se que te aburrirá. Esta bien cásate con la mustia, pero dime que aún nos veremos, yo puedo complacerte porque ella tardará en aprender a satisfacerte.—dijo Florencia mientras trataba de seducirlo.
—Ya te dije que no, aléjate de mi mujer si quieres seguir con vida. Estás advertida no habrá una siguiente.—dijo Pedro mientras la azotaba de nuevo contra la pared.
—Se que volverás a buscarme cuando veas que ella no te podrá amar.—dijo Florencia
Pedro salió de ahí, ya había descargado su ira con Florencia. Aunque deseaba estrangularla, se había detenido por Mahtob ya que ella se lo había pedido.
—Danilo necesito que contrates a alguien que siga a Florencia todo el tiempo, si intenta algo contra mi prometida. Ya saben que hacer.—dijo Pedro
—Como usted lo ordené señor.—dijo Danilo
Pedro pensaba en todo lo que había dicho, pero estaba seguro de que Mahtob lo llegaría a amar con el tiempo. Ella era dulce y obediente, tenía buenos sentimientos. Además de que las enseñanzas del islam estaban arraigadas en ella eso definitivamente le ayudaría a tenerla bajo control.
Mientras tanto Mahtob estaba en su recámara pensando en todo lo que había dicho Florencia, no entendía como si no era la primera esposa ella tenía intimidad con Pedro. No había responsabilidad por ella, de parte de él, no tenía ninguna garantía ahora que él la dejaba. También comprendía porque su padre decía que las mujeres en otras partes del mundo sufrían porque las abandonaban a su suerte. Al contrario de ella, que por fin estudiaría y si en su momento también la abandonaba, ella podría salir adelante, suplicaba a Allah que todo saliera como ella lo esperaba. Más tarde pedro llegó y subió a la habitación de Mahtob.
—¿Puedo pasar?.—preguntó Pedro
—Si, pasa.—dijo Mahtob
—Déjame ver tu mejilla, necesitas algo de hielo para que se desinflame.—dijo Pedro
—Estoy bien en unos días estaré como si nada.—dijo Mahtob mientras sostenía la mano de Pedro con la que había tocado su mejilla.
—Sabes agradezco que uses tu anillo de compromiso, es verdad que combina con el color de tus ojos.—dijo Pedro
—Refugio me hizo saber que era la costumbre, usar un anillo dado por el futuro esposo para anunciar el matrimonio.—respondió Mahtob
—Quiero que sepas que jamás te maltrataré o violentaré en nuestro matrimonio. Cuidaré de ti y te apoyaré para que tus sueños se hagan realidad. Solo te pido lealtad y fidelidad.—dijo Pedro
—De acuerdo, me comportaré como una esposa musulmana debe ser, lo juro tres veces.—respondió Mahtob
Pedro era fanático del poder y del control, Mahtob definitivamente era lo que siempre espero de una mujer. Porque las mujeres que él había conocido eran una tempestad y difíciles de manejar.
—Bien te dejo descansar, iré a dormir.—decia Pedro
—¿Te puedes quedar a leerme un rato?.—pregunto Mahtob
—Por supuesto.—respondio Pedro
Pedro se acomodó en la cama y Mahtob se acostó a su lado poniendo su cabeza sobre su pecho. Mientras él le leía Paris del siglo XX de Julio Verne. Mahtob había agarrado un gusto extraordinario por los libros y más cuando Pedro le leía, él era culto, educado y preparado académicamente. Aún no comprendía qué tipo de negocios hacía y ¿por qué tanta seguridad a su alrededor?.
Sin darse cuenta ambos se quedaron dormidos, de nuevo juntos, se reconfortaban mutuamente y así podían dormir con tranquilidad. Nadie entendería el patrón psicológico donde entablas una relación con tu captor. Aunque Mahtob no sabía diferenciar las emociones ya que nunca se le había permitido experimentarlas, ella debía esforzarse para adaptarse a su nueva vida. Sobre todo convivir más con su futuro esposo, realmente cumpliría su promesa de no maltratarla eso solo lo sabría cuando se haya convertido en su esposa. Aunque en su mundo la mujer puede ser corregida por su esposo, no solo eso, también se volvía un tutor, prácticamente el dueño legal de ellas, esa era su principal miedo cuando le hablaban de matrimonio.