La Loba Y El Dragón

sentí la campanilla de la puerta, no podía ver quienes habían ingresado, pero escuche como un mozo se les acercaba para preguntarles si querían una mesa, la voz gruesa de unos de ellos, le preguntaba si habían visto una joven y una niña, de seguro le mostraban fotos, porque escuche como el joven les decía que no nos había visto, pero que si querían le preguntaba al dueño.

¿A qué debo esta intromisión en mi local?- la voz del hombre que nos prometió cuidar, resonó desde algún lugar dentro de la cafetería.

Buscamos a estas dos, de seguro entraron aquí- dijo el mismo hombre.

Le puedo asegurar que aquí no hay nadie con esas descripciones, como verá estábamos a punto de cerrar y solamente están mis empleados y yo- dijo firmemente.

Mira viejo- la piel se me puso de gallina, de algún lugar reconocía esa voz -las hijas de Ivana entraron aquí o al lado, tengo dos hombres buscándolas, así que si no quieres que prendamos fuego todo, te recomiendo cooperar. Aparte hay una jugosa recompensa- dijo el segundo.

¿Y de cuánto estamos hablando?- mierda, mierda, mierda, viejo traidor. Mire brevemente a mi hermana y le hice señas de que se callara, le entregue mi arma y saque los dos puñales qué tenía en mis botas.

Más de 500 mil rublos- dijo y pude sentir como mi corazón se paralizaba, si el viejo nos entregaba estábamos perdidas.

Bien, si llego a verlas yo mismo las ataré para ustedes, déjenme una tarjeta- gracias a todos los malditos dioses.

Viejo, no juegues con nosotros. Revisa todo- dijo el primer hombre.

Podía escuchar como tiraban mesas, eran pocos los segundos que nos separaban de ser descubiertas, sentía sus pasos acercándose y su burla diciendo que saliéramos a jugar. Ahora sabía quién era él, le decían el payaso, porque se burlaba de sus víctimas y disfrutaba sádicamente torturarlas. Apreté fuertemente mi puñal, en cuanto viera el pie cerca sé lo clavaría, Niz ya sabía que tenía que salir por la puerta de atrás, yo me haría cargo de ellos.

No faltaba nada, una gota de sudor caía por mi frente, por primera vez sentí miedo, pero no de lo que pudiesen hacerme, sino de no ser tan fuerte y rápida para salvar a mi hermana. Justo a un par de pies, pude ver como el hombre caía muerto en el piso, un balazo venía desde afuera y le impacto en la cabeza, el charco de sangre se acercaba a nosotras. El otro salió corriendo por la puerta de atrás.

¿Están aquí?- la voz de mi madre asustada.

Si mi señora- contesto el dueño del lugar. Pude sentir su suspiro y a Niz salir de donde nos escondíamos.

Mama- le grito hasta abrazarla.

Salí de mi escondite aun empuñando mis armas, mi corazón acelerado no me daba respiro, en cualquier momento se saldría de mi pecho. Pude ver al matón en el suelo. Un hombre de casi metro noventa, grandote y bien formado, diversos tatuajes cubrían sus brazos y hasta su cabeza calva.

Me acerqué a mi madre y permití que me abrazara, desde hacía mucho que no lo hacía, si bien ella curaba mis heridas luego de las misiones, sus muestras de afecto terminaron cuando complete la primera misión.

Cuidaste a tu familia como toda una Ivanov, estoy orgullosa de ti- me dijo al oído.

Antes de irnos, mi madre saco un fajo de dinero y se lo entrego al dueño del lugar, le prometió mandar gente a arreglar la cafetería y más plata la semana entrante. La fidelidad siempre se recompensa bien, esas eran las palabras que madre usaba con todos ellos.

Me di el lujo de verla, estaba con el mismo traje que yo usaba para mis misiones, afuera dos autos negros llenos de gente de seguridad y uno de ellos traía mi moto.

Nos iremos a casa, apartar de mañana no salen sin custodios- no era una sugerencia, era una orden. Mi madre podía parecer calmada, pero tocar a sus hijos implicaba una muerte segura y ahora teníamos dos putas familias detrás de nuestras cabezas.

El viaje a casa fue en silencio total, Nizza se durmió en brazos de mi madre y ella sobaba sus cabellos muy suavemente. Por primera vez, vi lágrimas caer de los ojos de mi madre, podía sentir su miedo y la tristeza que ellos emanaban de solo pensar en lo que nos pudo haber pasado. Quería abrazarla, juro que quería, pero desde hacía mucho tiempo había dejado de ser una niña y ella me había regañado varias veces por las muestras de afecto para con ella, porque a mi padre si podía demostrarle qué lo amaba.

Deja que la cargo- dije en cuanto llegamos a la mansión.

Ella negó con la cabeza y bajo para luego agarrar a mi hermana en sus brazos.

Salvaste a tu hermana hoy, lamento no haberles llegado a decir que no podían salir- dijo con un deje de melancolía. Todos sabíamos a lo que nos enfrentábamos por ser la Mafia Rusa, pero esta vez habían estado demasiado cerca.

Esto es por Diego, lo sabes ¿verdad?- no me dijo nada, no era necesario, su silencio decía todo.

Mi pequeña- nana salió corriendo de la casa para recibirme, me atrapo en sus brazos y mientras veía a mi madre ingresar con mi hermana, me permití derramar un par de lágrimas con ella. Nunca, jamás tuve tanto miedo de no ser lo suficientemente fuerte como para proteger a quien amo.

Nana, quiero un té por favor- le dije una vez que me calme.

Claro que si mi niña, vamos- me dijo sin dejar de abrazarme.

Al llegar a la cocina, ella ya tenía preparadas varias tartas para la merienda, me quedé sentada en una de las sillas mientras la veía ir de acá para allá preparando todo. Unos fuertes brazos me agarraron desde atrás y rompí en llanto como si fuese una niña pequeña.

Tranquila hija, ya están a salvo- la voz de mi padre me daba esa calma que realmente necesitaba.

Pensé que no la podría proteger, jamás me hubiese perdonado si algo le ocurría padre- dije entre llantos.

Están bien hija, es lo único que importa, protegiste a tu hermana como toda una Ivanov- me decía suavemente mientras me aferraba más a su pecho.

Si yo había entrenado desde chica, si sabía manejar todo tipo de armas, había matado más gente que los años que tenía, pero siempre había estado sola, solamente dependía de mí, mi propia vida y hoy ver a mi hermana tan asustada y tan cerca de morir, me hizo darme cuenta de que mi mayor miedo jamás fue morir, si no perderlos a alguno de ellos.