A sus 24 años, Anaís creía tener la vida resuelta, hasta que todo le fue arrebatado de un golpe. Un trágico accidente la lleva a una segunda oportunidad, pero en el cuerpo de alguien más: una chica de 17 años que tiene todo un pasado oscuro del que escapar. Con recuerdos vívidos de su vida pasada, Anaís busca vengarse de quienes la traicionaron, pero se encuentra atrapada en una nueva familia, nuevos amigos, y un joven inesperado que despierta emociones en ella. Entre risas, desafíos y lecciones, deberá aprender que a veces la redención puede ser más poderosa que la venganza.
¿Podrá encontrar la paz en un cuerpo joven, mientras decide si destruir o reconstruir su futuro?
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Capítulo 21: Entre Sombras y Verdades
El beso con Nicolás aún ardía en la mente de Anaís cuando se levantó al día siguiente. Aunque había intentado relegarlo a un rincón oscuro de su mente, la intensidad de la noche pasada parecía perseguirla. Pero no había tiempo para reflexionar sobre sentimientos. Con cada segundo que pasaba, el peligro acechaba más cerca.
La Sospecha de Elena
Anaís decidió poner a prueba su teoría sobre Elena. Fingiendo despreocupación, le propuso a Nicolás que salieran a buscar suministros, dejando a Elena a cargo de custodiar los documentos confidenciales. Antes de irse, colocó un pequeño dispositivo de rastreo en el teléfono de Elena, algo que podría revelar a dónde iba y con quién hablaba.
Horas después, al revisar los datos, descubrieron que Elena había enviado un mensaje encriptado a un número desconocido, pero que coincidía con una red utilizada por los altos mandos de la organización.
“Lo sabía”, murmuró Anaís, su tono más frío que nunca.
“¿Qué piensas hacer?”, preguntó Nicolás, preocupado.
“Le daremos suficiente cuerda para que se ahorque sola”, respondió Anaís con una sonrisa calculadora.
La Trampa
Esa misma noche, Anaís planeó una falsa reunión. Hizo creer a Elena que iba a entregar información importante en un lugar apartado. Nicolás la vigiló de cerca mientras Anaís preparaba su actuación.
Elena cayó en la trampa. Llegó al punto de encuentro vestida de manera discreta, pero no lo suficientemente bien como para ocultarse de los ojos atentos de Nicolás, quien la siguió hasta un segundo encuentro con uno de los guardaespaldas del líder de la organización.
“Sabía que no eras de fiar”, murmuró Nicolás desde la distancia mientras grababa el encuentro.
Cuando Elena regresó al refugio, Anaís estaba esperándola, fría como el hielo.
“¿Qué tal fue tu paseo?”, preguntó Anaís con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
Elena intentó mantener la compostura, pero su nerviosismo era evidente.
“Bien... necesitaba despejarme”, respondió, evitando el contacto visual.
“¿Despejarte o traicionarme?”, espetó Anaís, dejando caer sobre la mesa una grabadora que contenía la conversación de Elena con el guardaespaldas.
Elena palideció. “Yo... puedo explicarlo”.
“No hay nada que explicar”, la interrumpió Anaís, avanzando hacia ella. “Sabía que jugabas para ambos lados, pero esto... esto es un nivel nuevo de estupidez”.
“Por favor, Anaís”, rogó Elena. “No es lo que parece. Estoy tratando de salvarnos a todos”.
Anaís la miró fijamente, midiendo sus palabras. “No lo creo. Pero te daré una oportunidad para demostrarlo. Me vas a ayudar a filtrar información falsa a tus contactos. Si fallas, me aseguraré de que no vivas para traicionarme de nuevo”.
Elena tragó saliva y asintió, sabiendo que no tenía otra opción.
Un Romance en Tensión
Después del enfrentamiento con Elena, Nicolás y Anaís volvieron a quedarse solos en el refugio. La tensión era palpable, no solo por el peligro que los rodeaba, sino también por lo que había ocurrido entre ellos.
“¿Sigues pensando que no podemos permitirnos esto?”, preguntó Nicolás, rompiendo el silencio.
Anaís lo miró, sus ojos llenos de contradicciones. “No es cuestión de querer. Es cuestión de prioridades”.
“Y aun así, estás arriesgando tu vida todos los días. ¿Por qué no te permites un momento de felicidad en medio de todo este caos?”
Anaís suspiró y se acercó a él, sus dedos rozando la línea de su mandíbula. “Porque si algo te pasara por mi culpa, nunca me lo perdonaría”.
Nicolás tomó su mano, sus ojos firmes y decididos. “Ya estoy en esto contigo, Anaís. No importa lo que pase. Estoy aquí para quedarme”.
La intensidad del momento los envolvió, pero esta vez fue Anaís quien cerró la brecha entre ellos. El beso fue diferente, no era solo una explosión de emociones reprimidas, sino una promesa silenciosa en medio de la tormenta.
Un Paso Más Cerca
El plan con Elena comenzó a dar frutos rápidamente. La información falsa que filtraron llevó a la organización a cometer errores estratégicos, debilitando su estructura. Sin embargo, Anaís sabía que no podían bajar la guardia.
En el horizonte, se acercaba un enfrentamiento inevitable con el líder de la organización. Y aunque el camino hacia la venganza estaba cada vez más claro, Anaís también entendía que los lazos que había formado en el presente serían puestos a prueba como nunca antes.
“Esto recién comienza”, murmuró, mirando la ciudad a través de la ventana del refugio. “Pero cuando termine, no quedará nadie en pie para desafiarme”.