Junsu, un sigma que oculta su verdadera naturaleza, con el peso de los prejuicios en su vida, sobreviendo en un mundo que lo rechaza. Junsu se ve envuelto en un falso acuerdo amoroso con Hyunmin, su jefe, un alfa. Lo que comienza como una farsa para salvar las apariencias y un futuro impuesto, pronto se transforma en una conexión genuina que ninguno de los dos esperaba.
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Una ducha
Luego del desayuno, salí de la ducha con la cabeza llena de pensamientos que no podía controlar. El agua caliente no había logrado despejar la sensación de incomodidad en mi pecho. El simple hecho de imaginar a Hyunmin con alguien más, alguien por quien sentía tanto, hacía que mi corazón se apretara. Sabía que no tenía derecho a sentirme así, pero no podía evitarlo. Envuelto en la toalla, con la humedad aún en mi piel, intenté sacudirme esos pensamientos mientras caminaba hacia la habitación que Hyunmin me había asignado.
Sin embargo, al abrir la puerta, me encontré con Hyunmin, esperándome justo afuera.
Me quedé helado por un momento, sorprendido al verlo allí. Mi corazón dio un vuelco y la sensación de vulnerabilidad me invadió. Estaba solo envuelto en la toalla, mi mente aún atrapada en los pensamientos que me habían estado torturando. Hyunmin, por su parte, no parecía sorprendido. Con esa calma característica suya, se acercó a mí.
-¿Qué haces aquí?- Pregunté, mi voz más suave de lo que pretendía. No estaba seguro si me sentía nervioso o simplemente vulnerable en ese momento.
Hyunmin no respondió de inmediato. En lugar de eso, me guió suavemente hacia la cama, su mano firme en mi espalda mientras me empujaba con gentileza. Nos sentamos en el borde, su cuerpo detrás del mío, tan cerca que podía sentir su calor incluso a través de la toalla que me cubría. Entonces, sin previo aviso, me abrazó por la espalda, envolviéndome con sus brazos de manera protectora. Mi cuerpo se tensó de inmediato, aunque no podía negar que la sensación era reconfortante.
Hyunmin no respondió de inmediato. En lugar de eso, me guió suavemente hacia la cama, su mano firme en mi espalda mientras me empujaba con gentileza. Nos sentamos en el borde, su cuerpo detrás del mío, tan cerca que podía sentir su calor incluso a través de la toalla que me cubría. Entonces, sin previo aviso, me abrazó por la espalda, envolviéndome con sus brazos de manera protectora. Mi cuerpo se tensó de inmediato, aunque no podía negar que la sensación era reconfortante.
-¿Qué estás haciendo?- Pregunté nuevamente, sintiendo que mi voz temblaba ligeramente. Su cercanía era abrumadora, pero también familiar, y mi mente luchaba por procesar todo lo que estaba pasando.
Hyunmin se inclinó un poco, su aliento cálido rozando mi cuello.
-Solo te estoy dando las feromonas.- Susurró, su tono tranquilo pero firme. -Es parte del acuerdo, ¿recuerdas?-
Me estremecí al escucharlo. La sola mención de las feromonas hizo que mi cuerpo respondiera de inmediato. Mi respiración se volvió un poco más pesada, y aunque mi mente intentaba resistirse, mi cuerpo no podía evitar relajarse en sus brazos. Era casi como si algo primitivo dentro de mí se rindiera ante el poder de su presencia.
Las feromonas de Hyunmin eran fuertes, innegables. Se esparcían por el aire, envolviéndome y llenándome de una sensación cálida, casi embriagadora. Me sentía reconfortado por ellas, incluso si sabía que esta situación no era normal. Había algo en su cercanía, en el aroma de su cuerpo, que hacía que mi ansiedad se desvaneciera poco a poco.
-Tu cuerpo reacciona bien a mis feromonas ahora.- Murmuró Hyunmin, su voz resonando cerca de mi oído. -Lo noto... incluso si a veces son abrumadoras, ¿verdad?-
Cerré los ojos por un momento, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza. No quería admitirlo, pero tenía razón. Mi cuerpo, por alguna razón, parecía ansiar el contacto con sus feromonas, como si fueran la única cosa capaz de calmar el caos que a veces se desataba dentro de mí, Pero eso no hacía que todo fuera menos confuso.
-Es... demasiado a veces.- Logré decir, aunque mi voz salió entrecortada. Mis manos apretaban la toalla alrededor de mí, intentando encontrar algo de control en medio de la tormenta de sensaciones que me invadían.
Hyunmin no dijo nada por un momento. Solo se quedó allí, abrazándome por la espalda, su presencia envolviéndome por completo. Podía sentir su pecho subiendo y bajando con cada respiración, y aunque quería apartarme, mi cuerpo se negaba a moverse.
-Lo hago porque quiero que estés bien.- Dijo finalmente, su voz suave, pero con un peso que no podía ignorar. -Sé que esta no es la solución ideal, pero no voy a permitir que vuelvas a sentirte inestable. No después de lo que ha pasado.-
Sus palabras me afectaron más de lo que esperaba. Algo en la forma en que lo dijo me hizo sentir cuidado, como si de verdad le importara lo que me pasaba, y aunque sabía que esto era solo parte del acuerdo, una solución temporal, no podía evitar sentirme extrañamente reconfortado por su cercanía.
-No tienes que hacer esto.- Susurré, aunque no estaba seguro de que realmente quisiera que se detuviera. -No quiero ser una carga para ti.-
Hyunmin se rió suavemente, una risa baja que resonó en mi oído.
-No eres una carga, Junsu. Si lo fueras, no estarías aquí.- Su tono era firme, pero también había una calidez en él que me hizo sentir pequeño y protegido al mismo tiempo. -Y si alguna vez lo fueras, te lo diría.-
No supe qué responder a eso. Las palabras se me quedaron atascadas en la garganta, y antes de darme cuenta, me encontré relajando mi cuerpo contra el suyo. Era ridículo, pero en ese momento, no quería alejarme. Las feromonas, su calidez, todo se combinaba en una especie de calma que hacía que el mundo dejara de girar tan rápido, aunque solo fuera por unos momentos.
El ambiente en la habitación era tranquilo, casi demasiado tranquilo para todo lo que estaba sucediendo dentro de mí. Podía sentir el calor del cuerpo de Hyunmin a mis espaldas, sus brazos aún envueltos alrededor de mí, como si estuviera asegurándose de que no me alejara. Mi respiración se había vuelto más lenta, más controlada, pero había algo que no lograba detener. Algo que, por más que intentara ignorar, se hacía más evidente a cada segundo que pasaba.
El contacto con Hyunmin, su cercanía y las feromonas que rodeaban el ambiente, estaban causando una reacción en mi cuerpo que no podía controlar. Era casi como si mis propias feromonas, que tanto me había esforzado por suprimir, hubieran comenzado a liberarse sin que yo lo notara, pero Hyunmin lo notó. Podía sentir cómo su respiración cambiaba, cómo su agarre en mí se volvía más firme, pero sin ser invasivo.
-Parece que también estás liberando tus feromonas.- Murmuró cerca de mi oído, su voz baja y cargada de algo que no podía identificar.
Me tensé de inmediato, el calor subiendo a mi rostro al darme cuenta de lo que estaba sucediendo. Apenas me había percatado de ello, pero mi cuerpo había empezado a reaccionar de una manera mucho más intensa de lo que esperaba. Tragué saliva, tratando de mantener la calma, pero fue en vano. El calor de Hyunmin a mi espalda, sus palabras, y el hecho de que mi propio cuerpo estaba respondiendo, todo se combinaba en una tormenta que no podía ignorar.
Sin previo aviso, sentí cómo mi cuerpo reaccionaba de una manera más física. Mis mejillas ardían de vergüenza al darme cuenta de lo que estaba pasando. Había desarrollado una erección, y aunque intenté moverme para ocultarlo, sabía que Hyunmin ya se había dado cuenta.
-Hyunmin…- Mi voz salió apenas como un susurro, temblorosa por la vergüenza. Mis manos se apresuraron a cubrirme, intentando en vano ocultar lo que era imposible de esconder. Me sentía expuesto, vulnerable, y no sabía cómo manejar la situación.
Hyunmin no se inmutó. En lugar de sentirse incómodo, simplemente se acercó más, inhalando profundamente como si estuviera disfrutando del aroma que llenaba el aire. Mis feromonas, mezcladas con las suyas, creaban una combinación que parecía intensificar cada sensación.
-No te avergüences.- Dijo suavemente, su voz profunda resonando en el espacio que nos rodeaba. -A pesar de no ser un omega, debo admitir que tu aroma... me gusta mucho más.-
Sentí que el aire se me escapaba. Me preguntaba cómo podía decir eso tan tranquilamente, cómo podía mantenerse tan sereno mientras yo me hundía en un pozo de vergüenza y confusión.
Antes de que pudiera responder, su mano se movió. Fue un gesto tan natural, tan fluido, que apenas tuve tiempo de procesarlo antes de sentir su mano en mi miembro. Mi cuerpo se tensó de inmediato, y un jadeo escapó de mis labios antes de que pudiera detenerlo. El contacto era inesperado, y aunque cada fibra de mi ser me decía que me apartara, algo más profundo, algo más primitivo, me impedía moverme.
-Hyunmin... no…- Traté de protestar, pero mi voz apenas salió como un susurro ahogado.
No podía pensar con claridad. El calor de su cuerpo, la presión de su mano, y el aroma envolvente de nuestras feromonas combinadas creaban una atmósfera que me consumía por completo. Cada vez que intentaba encontrar mi voz, me ahogaba en la confusión de mis propios sentimientos.
Hyunmin, tranquilo como siempre, parecía disfrutar del momento. No había prisa en sus movimientos, ni presión en su agarre. Solo estaba ahí, presente, como si fuera lo más natural del mundo.
-No tienes que decir nada.- Susurró, su aliento rozando mi cuello. -Solo relájate.-
Era imposible relajarme, pero al mismo tiempo, mi cuerpo respondía a sus palabras de una manera que no podía controlar.
El cuarto parecía más pequeño de lo que realmente era. El calor en mi cuerpo crecía con cada segundo, y mi mente apenas podía procesar lo que estaba sucediendo. Hyunmin estaba demasiado cerca, tanto física como emocionalmente, y yo me sentía atrapado en una espiral de sensaciones que no podía detener. Intenté enfocar mi mente, pero su presencia lo llenaba todo, y sus feromonas me envolvían como una nube espesa que no me permitía pensar con claridad.
Sus manos se movían con una seguridad que me desarmaba, y aunque mi primera reacción había sido de vergüenza, esa sensación se estaba desvaneciendo rápidamente, reemplazada por algo más oscuro, más profundo. Mi cuerpo respondía de una manera que no había esperado, ni quería admitir.
-Junsu…- La voz de Hyunmin era baja, casi un susurro, pero cada palabra calaba hondo. -Si no quieres que siga, puedes golpearme.-
Mis ojos se cerraron con fuerza, incapaz de mirarlo. Todo lo que estaba sucediendo se sentía irreal, como si estuviera atrapado en una pesadilla y, al mismo tiempo, en una fantasía de la que no podía escapar. El simple hecho de que me diera la opción de detenerlo me hacía sentir aún más confundido.
-Lo siento. otra vez… por lo que te hice cuando estuve en mi rut.- Añadió, su tono genuino y con un toque de arrepentimiento. -No lo recuerda bien, pero ahora… ahora lo tengo claro.-
Me quedé quieto, mordiéndome el labio. Las palabras se atoraron en mi garganta. Lo que había pasado durante su rut aún me pesaba en la mente, pero al mismo tiempo, algo dentro de mí se relajaba al escuchar su disculpa. No podía negar lo que había sucedido ni cómo me había sentido, pero estaba cansado, rendido a esta confusión. Lo que más me dolía era que, a pesar de todo, seguía queriendo más.
Finalmente, solté un largo suspiro, dejando caer mis defensas. No tenía energía para seguir luchando contra esto, y una parte de mí no quería luchar más. Había demasiadas emociones en juego, demasiados sentimientos que había intentado ocultar.
-Solo... cállate y sigue.- Le dije en un tono bajo, mi voz cargada de una mezcla de resignación y algo más profundo que no quería reconocer. -Si no lo haces, de verdad te voy a odiar.-
Hyunmin sonrió, lo sentí más que verlo, una satisfacción sutil pero palpable. Su sonrisa no era de burla, sino de comprensión. Sabía que, en ese momento, ya no había vuelta atrás.
-Está bien, Junsu.- Murmuró, y el sonido de mi nombre en sus labios hizo que mi corazón latiera con fuerza. -Lo entiendo.--
El peso de su cuerpo detrás del mío me hacía sentir protegido, aunque mi mente seguía llena de caos. A pesar de todo, algo en su toque calmaba el tormento en mi interior. Su mano se deslizó de nuevo con una seguridad que me hacía temblar. Mi respiración se aceleraba, pero no pude apartarme, ni decirle que parara. Me había rendido por completo, y aunque aún estaba avergonzado, el deseo de sentir esa conexión era más fuerte.
-Sabes…- Comenzó, su voz envolvente. -Siempre me ha intrigado la diferencia. No eres un omega, pero a veces me pregunto si eso es lo que me atrae más…-
Mis manos se aferraron a las sábanas, tratando de encontrar algo de estabilidad en medio de todo esto. No sabía cómo interpretar sus palabras, ni qué significaban para él. A pesar de sus toques y de la cercanía física, siempre había una barrera entre nosotros que no entendía. No sabía si lo que hacía era solo parte de su naturaleza dominante, o si había algo más, pero en ese momento, lo que más me dolía era la posibilidad de que fuera solo eso: una necesidad física para él, y nada más.
-Hyunmin…- Intenté decir algo, pero mi voz se apagó antes de poder articular mis pensamientos.
-No digas nada.- Respondió suavemente, su aliento caliente contra mi cuello. -Solo déjate llevar…-
Era fácil decirlo, pero tan difícil de hacer. Mi corazón seguía latiendo con fuerza, y aunque mi mente estaba llena de dudas, mi cuerpo ya había cedido. Me aferraba a la única sensación que tenía clara en ese momento,que era el tacto de Hyunmin, el calor que irradiaba, y la abrumadora mezcla de feromonas que llenaba el aire.
Me odiaba por esto, me odiaba por querer más, incluso sabiendo que al final, probablemente, no significaría lo mismo para él que para mí, pero por ahora, solo podía aferrarme a lo que estaba sucediendo en el presente, y tratar de no pensar en lo que vendría después.
Sentí un escalofrío recorrerme cuando Hyunmin, con esa seguridad que lo caracterizaba, movió sus manos sin vacilar. Estaba tan cerca, su calor era abrumador, y su respiración lenta pero constante resonaba contra mi espalda. No había nada que pudiera hacer en ese momento más que dejarme llevar, aunque cada parte de mí luchaba por encontrar algo de control, pero no lo tenía, ya no.
-Relájate, Junsu.- Susurró suavemente cerca de mi oído, mientras sus manos se movían con una precisión que me desarmaba por completo.
No pude evitar tensarme cuando separó mis piernas con delicadeza, acomodándome como si fuera lo más natural del mundo. Era tan cuidadoso y, al mismo tiempo, tan seguro. Me invadió una sensación de vulnerabilidad que jamás había experimentado, algo que me asustaba pero que, a la vez, me atraía de una manera inexplicable.
Sus manos eran firmes pero suaves. Una seguía acariciando mi virilidad, generando oleadas de calor que se extendían por todo mi cuerpo, mientras la otra se acercaba a mi entrada. No pude evitar contener la respiración cuando sentí sus dedos presionando ligeramente, probando el terreno.
-Hyunmin…- Susurré, mi voz apenas audible, cargada de dudas y confusión. No sabía si lo que sentía era correcto, pero, al mismo tiempo, no podía detenerlo.
-Solo relájate.- Repitió, con un tono tan tranquilizador que, por un momento, casi creí que todo esto estaba bien, que no había nada de qué preocuparse.
Era imposible no notar cómo mi cuerpo reaccionaba a su toque, incluso si trataba de ignorarlo. Las feromonas en el aire, las suyas, me envolvían como una neblina densa, y aunque trataba de no dejarme llevar, mis instintos parecían tomar el control. Mi mente estaba en caos, pero mi cuerpo, traicionándome, se rendía con cada segundo que pasaba.
El silencio en la habitación era palpable, roto solo por nuestras respiraciones y el suave roce de su piel contra la mía. Mi corazón latía con fuerza, y la vergüenza comenzaba a mezclarse. No era solo incomodidad, no era solo confusión, había algo más, algo que crecía dentro de mí y que no podía controlar.
Hyunmin seguía moviéndose con esa seguridad inquebrantable, como si supiera exactamente lo que estaba haciendo, como si esto no fuera un dilema para él. Me preguntaba qué significaba todo esto para él, si era solo una solución temporal para él o había algo más, algo que yo no podía ver.
No pude evitar estremecerme cuando sus dedos finalmente encontraron su camino, su toque provocando una oleada de sensaciones que me hacían sentir completamente expuesto, vulnerable, pero, a pesar de todo, no podía apartarme.
El aire en la habitación se sentía denso, cargado de una tensión que no sabía cómo manejar. Hyunmin se detuvo por un segundo, observándome con esos ojos intensos, como si estuviera esperando una señal. Finalmente, volvió a hablar, su voz baja y suave, pero con un matiz de seriedad.
-Si no quieres esto, Junsu, puedes detenerme. Puedes golpearme si es necesario.- Repitió con la misma calma que lo había hecho antes.
Me mordí el labio, nervioso, pero sabía que ya no podía detenerme. A pesar de la vergüenza que me llenaba, había algo más, algo que me mantenía anclado en ese momento. Con la cabeza baja y mi orgullo luchando contra la timidez, murmuré.
-Solo... ten cuidado.- Mi voz salió más suave de lo que pretendía, pero aún así, traté de sonar firme. -Ya sabes que... no es lo mismo que con un omega.-
Era irónico. Los sigmas, por más fuertes que pudiéramos ser, teníamos esa extraña debilidad, algo que nadie esperaría. Hyunmin asintió, comprendiendo la situación mejor de lo que yo esperaba. Sin decir una palabra más, tomó mis palabras en serio, mostrándome que realmente estaba dispuesto a ser cuidadoso.
Lo observé mientras llevaba su mano a sus labios, su lengua rozando sus dedos con un gesto lento y deliberado. Sentí cómo mi rostro se calentaba de inmediato. No era solo la vergüenza que me hacía temblar ligeramente.
-No quiero lastimarte…- Murmuró, como una promesa.
Apenas tuve tiempo para procesar lo que había dicho cuando sentí sus dedos presionando de nuevo suavemente en mi entrada. Me tensé instintivamente, pero traté de relajarme, recordando que, a pesar de todo, confiaba en él. Aunque mi cuerpo reaccionaba de maneras que me avergonzaban, había algo en la forma en que Hyunmin me tocaba que me hacía sentir seguro, incluso en un momento como ese.
Los segundos parecían alargarse mientras sus dedos comenzaban a abrirse paso lentamente. El contraste entre la fuerza de su agarre y la delicadeza de sus movimientos me dejó sin aliento. Sabía que no debía sentirme así, que todo esto era parte de un acuerdo temporal, algo práctico, pero no podía evitar sentir esa extraña mezcla de emoción y vulnerabilidad.
Lo sentí, suave al principio, apenas un roce mientras sus dedos comenzaban a moverse con más firmeza dentro de mí. Con cada adición, con cada nuevo dedo, una oleada de sensaciones me atravesaba. No podía evitar estremecerme, aunque el calor de la vergüenza me envolvía completamente. La posición en la que estaba me hacía sentir vulnerable, expuesto de una manera que nunca antes había experimentado, sin embargo, a pesar de todo, una parte de mí lo disfrutaba, aunque no me atreviera a admitirlo en voz alta.
El calor de su cuerpo me envolvía también. Su erección presionaba firmemente contra mi trasero, recordándome lo que venía a continuación. Tragué saliva, tratando de controlar mi respiración, pero era imposible cuando sus manos y su cuerpo me mantenían atrapado en esa vorágine de sensaciones. Justo cuando pensaba que no podía sentirme más expuesto, Hyunmin bajó su rostro hasta mi nuca y comenzó a dejar besos suaves, lentos, uno tras otro.
Cada beso era un nuevo estremecimiento que me recorría. Mis manos se cerraron en puños sobre las sábanas, buscando algo a lo que aferrarme mientras su boca exploraba mi cuello, y su aliento cálido se deslizaba sobre mi piel desnuda. Podía sentir cómo su lengua rozaba suavemente la curva de mi cuello, y después se movía hacia mis hombros, haciéndome temblar involuntariamente.
-Hyunmin…- Murmuré, con la voz entrecortada, sin saber realmente qué quería decir.
Él no respondió. No con palabras, al menos. En cambio, continuó marcando un camino con sus labios y dientes por toda mi piel, cada beso más profundo que el anterior, mientras sus dedos seguían moviéndose dentro de mí con una precisión que me hacía perder el aliento. Sabía que estaba siendo cuidadoso, lo había prometido, pero no podía evitar que mi cuerpo reaccionara de esa manera, entregándose a algo que me avergonzaba reconocer.
Lo que hice fue un impulso, un acto que no había planeado pero que, en el calor del momento, me sentí obligado a seguir. A pesar de la timidez que me inundaba, algo dentro de mí se encendió. No era solo vergüenza, no era solo nervios; era una mezcla de emociones que no podía controlar.
Me levanté, moviéndome con una torpeza que aún reflejaba mi inseguridad, y me di la vuelta para enfrentar a Hyunmin. Él me miró, algo sorprendido, sus cejas apenas levantadas como si no esperara esa reacción de mí. Aproveché ese momento de desconcierto y lo empujé con suavidad hacia la cama. No fue un movimiento brusco ni dominante, pero sí cargado de una intención clara.
Hyunmin cayó de espaldas sobre la cama, sus ojos todavía sobre mí, pero con una calma inesperada. Sus manos se deslizaron lentamente hacia mi cintura, sus dedos fuertes aferrándose a mis caderas como si estuviera esperando mi siguiente movimiento, pero sin apresurarme.
Respiré hondo, reuniendo el valor que me faltaba, y comencé a bajar el pantalón de Hyunmin. Lo sentí tensarse ligeramente, pero sus ojos seguían fijos en mí, observándome en silencio. Cuando tuve su miembro desnudo frente a mí, lo tomé entre mis manos con una mezcla de curiosidad y nerviosismo. Mi cuerpo temblaba levemente, y mis dedos parecían dudar por un segundo, pero luego comencé a moverme, masajeándolo con lentitud, sintiendo su calor, su dureza.
Hyunmin dejó escapar un suspiro bajo y largo, inclinando su cabeza hacia atrás. Sus manos aún estaban en mis caderas, pero no se movieron. Era como si estuviera esperando, como si me diera el control de ese momento.
-No tienes que hacerlo si no quieres, Junsu.- Murmuró, su voz ronca pero suave.
No respondí de inmediato. En lugar de eso, mis manos se movieron con más seguridad, recorriendo su longitud mientras lo observaba, tratando de leer su reacción. Hyunmin cerró los ojos por un momento, su respiración volviéndose más profunda, más lenta. La presión en mis caderas se hizo un poco más firme, pero no incómoda.
-Yo quiero…- Dije finalmente, con un tono que no estaba seguro si era para él o para mí mismo.
Lo que estaba a punto de hacer me llenaba de una mezcla de ansiedad y anticipación. Hyunmin sonrió de una manera que parecía tranquilizarme, como si estuviera a punto de darme el apoyo que necesitaba. Sus manos se apretaron en mi cintura, firmes y reconfortantes, mientras me guiaban hacia su cuerpo.
Me senté lentamente sobre él, sintiendo su calor irradiar hacia mí. La conexión entre nuestros cuerpos se sentía tan intensa, casi palpable, y a medida que me deslizaba hacia abajo, una oleada de sensaciones me abrumó. Su miembro me llenaba de una forma que me hizo soltar un leve quejido. La mezcla de placer y un ligero dolor me hizo detenerme, quedándome en un estado de inmovilidad momentánea mientras mi respiración se agitaba, las mejillas encendidas por la mezcla de emociones.
Hyunmin observaba, su mirada fija en mí, como si cada segundo fuera crucial. Su expresión era una combinación de deseo y cuidado, lo que me hizo sentir que, a pesar de la vulnerabilidad de la situación, estaba en un lugar seguro.
Cuando finalmente encontré el valor para comenzar a moverme, la sensación era abrumadora. Mis caderas se movían lentamente al principio, como si estuviera ajustándome a la nueva realidad. Cada movimiento hacía que una mezcla de placer y incomodidad recorriera mi cuerpo.
Hyunmin cerró los ojos, dejando escapar un suspiro profundo. Sus manos se aferraban a mi cintura con más fuerza, guiándome mientras mis movimientos se volvían más fluidos. Su aliento se mezclaba con el mío, y en esos momentos, la conexión entre nosotros se sentía casi mágica.
-Eso es, Junsu....- Murmuró, su voz apenas un susurro.
Esa simple afirmación me dio un empujón de confianza. Aumenté gradualmente el ritmo, sintiendo cómo mis caderas se movían con más seguridad, encontrando un ritmo que se sentía bien. La conexión física se volvía cada vez más placentera, y mi cuerpo comenzó a responder a cada movimiento, a cada roce.
Lo que comenzó como una experiencia íntima y llena de calidez estaba a punto de transformarse en algo diferente. Sintiéndome un poco aturdido por la intensidad de lo que estábamos haciendo, observé cómo Hyunmin cambiaba de posición, moviéndose detrás de mí. En ese instante, una mezcla de curiosidad y nerviosismo recorrió mi cuerpo.
-¿Has cambiado de posición para imaginarte que soy la persona que te gusta?- le pregunté, intentando enmascarar la incomodidad con un poco de humor, aunque el tono de mi voz traicionó mi verdadero sentimiento.
Hyunmin soltó una risa suave, un sonido que me hizo sentir un poco más a gusto en la situación. Su respuesta fue casual, pero había algo en su tono que no podía ignorar.
-¿Estás celoso?- Inquirió, su voz cargada de diversión.
Negué de inmediato, sintiendo cómo el rubor me invadía de nuevo. Era ridículo, realmente, pero no podía evitarlo. La idea de que pudiera estar sintiendo celos de alguien que ni siquiera conocía bien me parecía absurda.
-No, no estoy celoso…- Respondí, un poco avergonzado, tratando de desviar la atención de mi incomodidad.
Hyunmin me miró con una mezcla de complicidad y seriedad, como si estuviera leyendo mis pensamientos.
-No se trata de eso, Junsu. Es solo para que te sientas mejor.- Dijo, su voz tranquila y decidida. Sus palabras, de alguna manera, me calmaron.
Cuando finalmente me acomodé en cuatro, el aire a mi alrededor se sintió diferente. Había un cambio palpable en la atmósfera, y mientras Hyunmin se desnudaba por completo, el nerviosismo se mezcló con la expectativa. La vulnerabilidad de la situación me hizo consciente de cada pequeño detalle; el suave roce de la tela de la cama contra mi piel, el ligero movimiento de mis músculos, la respiración de Hyunmin detrás de mí.
Sentí cómo su presencia se intensificaba, y antes de que pudiera procesarlo completamente, Hyunmin comenzó a embestir. El contacto fue fuerte y directo, como si todo mi ser se detuviera por un momento. La fuerza de sus movimientos me hizo estremecer; cada embestida resonaba dentro de mí, golpeando mis entrañas de una manera que era intensa y, a la vez, increíblemente estimulante.
La sensación era agridulce. Había un placer crudo en la forma en que se movía, y, a pesar de la intensidad, había un trasfondo de dulzura en su manera de tocarme.
-¿Estás bien?- Preguntó Hyunmin, su voz llena de preocupación y deseo a la vez.
Asentí, aunque las palabras parecían atrapadas en mi garganta. La combinación de placer y vulnerabilidad era abrumadora, pero no quería que se detuviera.
A medida que Hyunmin levantaba mi torso, su cuerpo se acercó al mío, rodeándome con sus brazos mientras continuaba su embestida. La calidez de su abrazo era reconfortante, y, por un instante, la intensidad del momento se sentía casi como una protección.
Mientras me sostenía, sus labios comenzaron a recorrer mi cuello y mis hombros, dejando pequeños besos y mordiscos suaves que encendían mi piel. Era como si intentara marcarme, no solo con su cuerpo, sino también con sus caricias. Cada toque, cada beso, venía cargado de su energía, de su deseo, impregnándome con su esencia. Las feromonas de Hyunmin llenaban el aire entre nosotros, envolviéndome en un aura que me hacía sentir seguro y deseado al mismo tiempo.
El ritmo de sus movimientos se volvía más apasionado, y aunque había una fuerza en lo que hacía, había una dulzura que equilibraba la balanza. No era solo un acto físico, pues había algo protector en su forma de sostenerme, como si quisiera asegurarme que todo estaba bien, que todo lo que sentía era real y recíproco.
Con el tiempo, la intensidad alcanzó su punto máximo. Hyunmin y yo nos dejamos llevar por el momento, entregándonos a la conexión que habíamos creado. Con cada embestida, la energía entre nosotros aumentaba, hasta que finalmente ambos alcanzamos ese clímax, un punto en el que el mundo exterior se desvaneció y solo existimos nosotros.
Cuando todo terminó, el cansancio se apoderó de mí. Caí sobre la cama, sintiendo el peso de mi cuerpo y la satisfacción que me envolvía. Era como si cada parte de mí estuviera agotada, pero a la vez llena de una paz que no había sentido antes.
Mientras yacía allí, podía sentir cómo la semilla de Hyunmin escurría entre mis piernas, un recordatorio tangible de lo que acabábamos de compartir. Mi mente aún estaba procesando todo lo que había sucedido, el calor de su cuerpo contra el mío, la forma en que se había entregado a la experiencia y cómo, de alguna manera, había creado un lazo más fuerte entre nosotros.