Todos los del pueblo le temían a una niña de ocho años, muchos dijeron que poseía una aura que no pertenecía a este mundo. ¿Pero son todos los del pueblo ovejas sin manchas?
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Ámame
Mientras Jane dormía sintió como algo tocaba su cuerpo, así que, despertó y sostuvo fuertemente en modo de defensa. Era Jul y Jane la golpeó con la pierna y luego se subió sobre ella apretándole el cuello.
Pero al notar mejor a Jul Jane fue aflojando su agarre y Jul comenzó a acariciar los muslos de Jane haciendo que ella se sintiera extraña. Para Jane esta era la primera vez que alguien se atrevía a tocarla de ese modo, viendo los ojos de Jul parecía querer devorarla.
—¿Qué pasa? —Le preguntó Jul al ver la reacción de Jane.
—Deja de tocarme. —Jane habló molesta y Jul hizo caso omiso y siguió acariciando por debajo de la bata de dormir. Suave y lento.
Jane puso una mirada fría y sacó una navaja de la almohada y se la clavó en la mano a Jul y luego ella se bajó de la cama y miró como Jul intentaba quitarse el objeto.
—Te haré una pregunta. ¿Qué intentas Jul?
—Quiero que me ames. —Susurró Jul y Jane chasqueó la lengua. Salió de la habitación y dejó a Jul sola en ella.
Jane se sentó en el jardín observando las flores destruidas y viendo lo que alguna vez lucía hermoso ahora se veía destrozado. ¿Y si estaba yendo por el lado contrario? Hasta estas alturas realmente no importaba. Según lo que decían, equivocarse no estaba mal, eso te hacía ser humano, entonces ella sería humana.
La fuente estaba verdosa por la falta de mantenimiento. Jane rompió un pedazo de su bata y con ella empezó a limpiar lentamente la fuente. La mansión lucía muy solitaria… ¿Eso era bueno?
«Esto se siente extraño. Estoy aburrida». Jane pensó mientras subía la velocidad y limpiaba la fuente. «Talvez sea hora de acabar con esto. Me siento cansada».
Jane dejó de limpiar y volvió adentro, se metió al baño y se duchó.
—¿A dónde vas? —Jul le preguntó a Jane cuando la vio alistarse y llevar armas consigo.
—¿Debo darte un informe sobre lo que hago? —Jane salió y Jul miró la puerta molesta. ¿Cómo podía hacer para que Jane fuera suya?
Jul sentía mucho enojo, esperó tanto tiempo y sin embargo, Jane no la amaba, Jane no la veía. ¿Qué más debía hacer?, pensaba Jul mientras se despeinaba sin control alguno.
¿A qué punto puede llegar la obsesión?
Jul se dirigió a la casa de Raquel, sabía que a Jane le gustaba ese grupo y traerle talvez a una de ellas sería lo mejor.
Tocó la puerta blanca y la persona que abrió fue el hijo de Raquel, quien ahora debía tener unos doce o trece años. El chico tenía una apariencia hegemónica, se parecía demasiado a Raquel, que si le pusieran una peluca podría pasar por una mujer.
—¿Eres Jul? —El chico preguntó inseguro. Y Jul asintió.
—¿Puedo pasar? —Preguntó Jul y el chico asintió torpemente.
—Por supuesto, adelante.
Ella entró después del chico, quien invitó a Jul a sentarse y luego fue en busca de su madre, Raquel.
Jul estaba feliz en sus adentros, todo estaba saliendo como ella quiera y pronto metería la cabeza de Raquel en un saco para llevárselo a su amada Jane. Aunque no esperaba que la escopeta de Raquel se posicionara en su nuca.
—Vete de mi casa ahora o te hago explotar la cabeza. —Jul se sintió nerviosa y comenzó a sudar. ¿Qué debería hacer? Lo mejor era irse pero, Jul no quería rendirse. Ella tenía que hacer todo para llamar la atención de Jane, si aburría a Jane, pronto sería desechada. Eso era lo que cruzaba por la cabeza perturbada de Jul.
Jul se levantó y movió la cabeza a ambos lados, volteó rápido y saltó encima de Raquel. Las dos comenzaron a luchar para tomar el control y el hijo de Raquel miraba la escena sin saber que hacer.
—¡Suéltame! —Raquel agarró la cara de Jul empujándola, queriendo quitársela de encima. Lamentablemente, Raquel no podía dispararle a la hija de su amiga, a pesar de tener conocimiento sobre lo que Jul era.
Mientras las dos luchaban en el suelo, Jul logró alcanzar el cuello de Raquel y lo presionó como una loca mientras embozaba una gran sonrisa.
El hijo de Raquel en desesperación y temblando, agarró un jarrón de flores y golpeó la cabeza de Jul, haciendo que esta caiga inconsciente sobre su madre.
—Gracias hijo… —Raquel se quitó de encima a Jul y comenzó a respirar mejor. —Busca una cuerda, debemos atarla. —El chico corrió al sótano dejando a Jul y su madre en la sala.
En eso llegó el esposo de Janette con leña y se quedó sorprendido al ver a Jul amarrada en una silla en la sala.
—¿Qué está pasando? —Preguntó preocupado al ver los rasguños en el rostro de Raquel.
—Jul apareció y creo que es una cómplice de esa niña. ¿Janette no te contó sobre lo que vio al trabajar en esa mansión?
El hombre negó mientras recordaba el rostro de su difunta esposa.