¡YO, SIN TI!.
UN AMOR DE JUVENTUD QUE SURGIÓ EN EL TIEMPO INCORRECTO, CON LA PERSONA CORRECTA, LLEVÓ SU AMOR AL FRACASO.
CUATRO AÑOS DESPUÉS, EL DESTINO LOS LLEVARÁ A REENCONTRARSE.
¿QUÉ PASARÁ, CUÁNDO LAS EMOCIONES QUÉ HABÍAN ESTADO GUARDADAS POR TANTO TIEMPO, VUELVEN A SURGIR EN UNA NOCHE ?.
(V PARTE DE LA SAGA "DINASTÍA BELF")
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Capítulo XXI
Astrid se había quedado al lado de Zachary, mientras bebían varias copas de alcohol y la charla se volvía larga.
—Lamento que las cosas terminaran así por mi culpa. —Pronunció con sinceridad.
—Olvídalo Astrid. De nada sirve remover el pasado. Ya lo hecho, hecho está. —El pelinegro se levantó de su asiento y dejó algunos dólares sobre la barra.
—Hasta luego Astrid.
—Hasta luego, Zachary. — Respondió ella y regresó la mirada a su vaso vacío.
Zachary dio tan solo algunos pasos y luego se detuvo. Ese día no dejaba de rondar por su cabeza, el consejo de Emma.
—Astrid, ¿te gustaría tomar un café conmigo? ¿Tal vez mañana?
Astrid no tardó en responder.
—Será un gusto acompañarte a beber un café contigo, Zachary Belf.
El chico asintió.
Después de ese café, por las siguientes semanas, ellos se veían con regularidad.
Poco a poco, su relación se hizo estrecha, dando paso a que sucediera un poco más que una amistad.
—¿Cuándo traerás a la misteriosa chica con la que sales?— Le cuestiono Emma.
—Tal vez, pronto. —Respondió él pelinegro.
—Me alegra que por fin decidiste darte otra oportunidad en el amor. Te mereces ser feliz Zachary.
Zachary asintió levemente.
—Sí.
Emma se acercó a su hermano pequeño y dejó un beso en la mejilla.
—A propósito, en dos días es tu viaje a Londres. Mamá desea que estés ahí, cuando Susan llegué de París.
—No lo olvido Emma, lo mencionas cada que vez mi hermoso rostro. —Alardeo el chico.
Emma elevo los ojos al cielo.
—Pues aunque hagas esa expresión, se que extrañaras ver este hermoso rostro todas las mañanas.
—Tu rostro es feo. Además haremos una fiesta, cuando salgas de aquí. —dijo Emma con burla.
Los gemelos comenzaron a reír.
—Ja Ja Emma.—Enseguida miró a los gemelos — Ustedes también se burlan, pequeños monstruos. —Zachary comenzó un ataque de cosquillas.
Dos días después, Zachary había llegado a la villa Belf.
De manera tranquila, el pelinegro hacía un recorrido en su viejo hogar, pero de un momento a otro, su corazón golpeó con fuerza su pecho. Pues no muy lejos de él, se encontraba una chica de ojos marrones.
Su rostro lógicamente ya no era el de una chiquilla, era más maduro y su cuerpo, bueno, la chica tenía las perfectas curvas de una mujer hermosa.
Zachary sintió el impulso de ir hacia ella. Tenía tantas cosas decir y a la vez solo quería estrecharla entre sus brazos, pero algo le decía que por el momento, lo mejor era retroceder.
******
Esa noche, se llevaba a cabo la fiesta de graduación de Tanya.
Zachary llegó al lugar con un obsequio en la bolsa de su saco. El chico se encontraba ansioso y un poco nervioso, pues había soñado más de una vez con volver a ver esos ojos marrones, que lograron capturar su corazón.
Para Tanya Aleeksev, todo era risa y diversión, la chica se movía en medio de todos los invitados, al ritmo de la música, junto a su fiel amiga.
Pero entre los bailes sensuales de ambas mujeres, la chica de ojos marrones se detuvo de golpe, junto su corazón.
—¿Zachary?
El pelinegro se encontraba a unos metros de ella. Llevaba una sonrisa enigmática sobre su sensual boca, su camisa blanca abierta hasta sus marcados pectorales y ambas manos metidas en los bolsillos de su pantalón.
El hombre se miraba tan imponente y vigoroso, que Tanya tuvo un gran temblor sobre su cuerpo. Su piernas parecían débiles, al igual que su corazón.
Susan sonrió con satisfacción, al ver el rostro de ambos.
—Susan, ¿Qué hace él aquí? —preguntó nerviosa, sin dejar de ver el par de ojos grises, que la observaban con entusiasmo y fervor.
—Llegó esta tarde. Al parecer se quedará unos días en Londres, en la villa.
—¡¿Qué?!.
—Deberías ir a saludarlo, es tu fiesta y es de mala educación no saludar a tus invitados.
Tanya le dedicó una mala mirada.
—¿Lo invitaste con un propósito?
—¿Qué?. Claro que no, como crees.—Respondió Susan, mientras desviaba la mirada.
—¡Susan!.
—Ay vamos Tanya, ya supera lo que pasó la última vez. Estoy segura de que Zachary ya lo hizo.
—¿Estás segura?.
—Por su puesto. Ya dejó atrás ese día en el que lo rechazaste en tu fiesta de cumpleaños frente a todos, ya sabes, cuando te declaró su amor.
Tanya se sintió triste y avergonzada, al recordar ese mal momento.
—Aunque, yo aún guardo el video de ese momento tan bochornoso. —Comentó Susan.
Tanya le miro molesta.
—Aun no puedo creer, que hayas grabado esa situación tan vergonzosa.
Susan esbozó una sonrisa malvada.
—Fue un momento épico, qué debía quedar guardado en la historia de los Belf. —Dijo con burla.
Tanya negó con la cabeza.
Zachary continuaba sin desviar la mirada de la silueta de Tanya. Y aunque la poca luz del lugar, no le permitía admirar al máximo el cuerpo de Tanya, él no perdía detalle de cada movimiento de la chica.
—Como sea, espero que no se te ocurra la brillante idea de dejarme a solas con él.—Murmuró Tanya con cierto miedo, cuando vio a Zachary Belf caminar en grandes zancadas hacia ella.
Susan sonrió y escondió su mano por la espalda, al cruzar los dedos.
—Lo prometo.
Zachary había llegado a lado de Tanya en cuestión de segundos, con un pequeño regalo en su mano.
—Hola Tanya. —Pronunció con una voz gutural.
Pero el pequeño mundo de Tanya, se detuvo en el momento exacto en el que Zachary Belf sonrió.