Ekrem Latouff es un hombre que ha alcanzado todo lo que se ha propuesto en la vida, tiene control total en cada una de sus acciones, menos en sus sentimientos. Ama profundamente a la única mujer que moralmente, no debería amar.
Una marcada diferencia de edad y un parentesco no consanguíneo los separa.
¿Podrá Ekrem Latouff enfrentar los prejuicios y conquistar a Sophie Klein quien está ajena a esos sentimientos?
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Veinte
^^^"Dimos formas reales a un fantasma, de la mente ridícula invención, y hecho el ídolo ya, sacrificamos en su altar nuestro amor."^^^
^^^Gustavo Adolfo Bécquer^^^
Después de que el doctor Hans confirmara las sospechas de la pareja, Ekrem Latouff se siente un hombre feliz, realizado e invencible. Su amor imposible, sus sueños desesperanzados se han convertido en una realidad y está listo para enfrentarse a un gigante de ser necesario.
— ¿Estás bien? — pregunta el hombre caminando abrazado a Sophie, en la salida del hospital.
— Sí, estoy bien — responde sonriendo y notando un nuevo brillo en la mirada de él — ¿y tú? ¿estás feliz?
— No sabes cuánto mi vida, que lleves en tu vientre a mi hijo me ha dado bríos para comerme al mundo — Habla lleno de emoción, besando sin pudor a su novia, sin importarle su estatus ni quien pueda mirar. — debemos ponerle fecha a la boda.
Sophie asiente con una sonrisa y suben al auto para dirigirse a la mansión de él. Al llegar, la carga en sus brazos para subir las escaleras hacia el segundo piso.
— Amor por favor no estoy enferma, solo estoy embarazada — dice la chica haciendo una falsa resistencia.
— Lo sé, pero quiero cargar a mi mujer y a mi hijo — Sophie se abraza aún más a él, la ternura que le produce la conmueve casi hasta las lágrimas.
Luego de una larga charla, alternada con caricias, acuerdan organizar una cena para el fin de semana y darles la noticia ese día a toda la familia, le avisan a Anne que ella no llegará a su residencia esa noche y se disponen a dormir; aún temen por la reacción del viejo Robert, pero no hay nada más que puedan hacer, es un hecho que ya iniciaron una familia.
Al día siguiente, a las 6 de la mañana, mucho antes de que el sol comience a brillar en el cielo de Luxemburgo, Sophie despierta e inmediatamente debe salir corriendo al baño, al parecer, las náuseas matutinas hicieron acto de presencia. Ekrem preocupado corre tras ella y la encuentra sosteniéndose con ambas manos del lavatorio, con arcadas y sin lograr vomitar. Él le alcanza un vaso de agua y puede calmar su malestar...
Luego de estar listos para salir, su prometido le pide que lo acompañe a la oficina, sabe que tal vez se aburra, pero quiere tenerla cerca, así que para evitarle el hastío, le propone ser su asistente, al menos mientras se pone al día con el trabajo atrasado y logra adelantar algo para realizar la boda lo más pronto posible.
Sophie encantada acepta, quiere comenzar nuevamente a ganar su propio dinero y se va con Rina para así, entre las dos, organizarle la agenda lo más efectiva que puedan.
... Con los primeros rayos del sol Robert se encuentra tomando el desayuno en el jardín de su mansión, mientras espera a su informante, quién no tarda en aparecer.
— Señor, ya le tengo la información que solicitó, mírelo con sus propios ojos — le extiende un sobre amarillo contentivo del informe, en tanto lo que llama su atención son varias fotografías de su hijo con Sophie, en realidad no le ve nada de malo, si hace un mes él se hubiese sincerado y le hubiera dicho de su relación con esa chica no hubiera significado problemas, él se conformaba con cualquier mujer decente y fértil, pero en este momento no podía aceptarlo, las aspiraciones de Robert Latouff era mucho más altas y Sophie Klein no era nadie en comparación al prospecto de esposa que le había conseguido. El anciano, sin perder tiempo sale directamente a encarar a su hijo.
Sophie y Rina se han acoplado a la perfección en sus labores, lo único que le molesta a la dama es que no ha dejado de llamarla señorita Klein. La joven empleada le va a entregar unos documentos a su jefe, pero su móvil suena y le pide a su compañera que los lleve.
Robert llega a la oficina de su hijo, no ve a la secretaria en su sección y entra como ya es costumbre, sin tocar.
— Te exijo que dejes el jueguito que tienes con la hija de tu hermana — El patriarca de los Latouff está decidido a apelar a cualquier cosa para separar a la pareja y va con todo.
— Ya veo que lo sabes, y te recuerdo que no es hija de Anne — suspira pesadamente desde sillón para continuar alegando — Sophie no es un juego, es lo más serio que existe en mi vida.
Sophie encuentra la puerta entreabierta, está a punto de entrar, pero lo que escucha la paraliza.
— Sophie no es alguien que te pueda aportar nada, es una simple huérfana de la que tú hermana se condolió, además eres un anciano para ella, ¿qué puede querer de tí si no conseguir legalmente el status de nuestra familia?— Ekrem esperó cualquier cosa de su padre menos lo que acaba de decir, se siente asqueado y le parece muy bajo las cartas de las que está echando mano.
— Escúchame bien papá, — responde en tono fuerte pero sin gritar, levantándose de su asiento y apoyando sus manos sobre el escritorio, sus ojos destila una furia que Robert nunca había visto en su hijo — ten la seguridad de que ni ahora ni nunca me voy a apartar de su lado, está vez no voy a ceder — concluye.
Desde la entrada Sophie escucha cada palabra con la respiración acelerada y las lágrimas corriendo por sus mejillas, ninguno de los dos hombres sabe que ella se encuentra ahí.
El anciano no se amilana y arremete nuevamente.
— Si sigues adelante con este absurdo me encargaré yo mismo de que todos repudien esa relación y veremos cómo les va — Amenaza el anciano.
— Si lo haces, estarás repudiando y dañando a tu propia sangre — Inmediatamente Robert entendió; sin embargo, Sophie no escuchó las palabras de Ekrem, pues ante la amenaza y totalmente destrozada, deja los documentos en el escritorio de la secretaria junto a su anillo de compromiso y abandona el edificio.