Patricia Silva una abogada intachable, decide llevar un caso que le puede traer problema en su vida, ¿qué pasará con esta abogada? les invito a leer la historia.
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Capitulo 21
Víctor estaba en su oficina, sentado en el sofá, con los pies sobre la mesita, la camisa abierta, despeinado y con un trago de whisky en la mano. El lugar mostraba claramente que algo andaba mal, todo estaba tirado en el suelo.
Patricia entró sin tocar, y se quedó atónita.
— ¿Por qué entraste sin permiso?— preguntó con serenidad.
— Víctor, tenemos que hablar, por favor.
— No tenemos nada de que hablar, abogada. Sal de aquí antes que pierda la paciencia.— dijo él con tranquilidad.
— Escúchame. Esa entrevista fue manipulada, jamás me referí a ti de esa manera.
— Desde que te conocí me volví una basura, pero se acabó abogada.— expresó sin mirarla.
— Me puedes poner atención, maldición.— le gritó en un tono molesto.
Él había perdido el control, se levantó rápidamente y se acercó a ella, la pegó de la pared con fuerza, con una mano rodeó su cuello. — Dame una razón para no matarte en este momento.
— Me estás haciendo daño. — dijo con dificultad.
—¿Por qué, diablos, te empeñas en tratarme como a un miserable? Te amo, maldita sea, y no te importan mis sentimientos.
Quitó el agarre del cuello, le sostenía en rostro con ambos manos, la miraba con rabia, pero el amor que sentía por ella lo hacía flaquear. Se apoderó de sus labios dejándole un beso apasionado, que terminó con una mordida dolorosa para ella.
— ¿Qué te sucede?
Él abrió la puerta y la sacó del lugar, dándole una orden al encargado de la seguridad. — Ves esta mujer, si la vuelves a dejar pasar, vas a perder tu empleo.
— Entendido, señor, vamos, sal de aquí, no voy a perder mi trabajo por ti, por estar de rogona. —dijo el encargado de seguridad.
Patricia estaba indignada, había sido humillada hasta por el empleado; todos vieron la manera abrupta en la que Víctor la sacó del sitio. — Me lo merezco, qué demonios hagas pidiendo clemencia.— se reclamó a sí misma mientras conducía.
Volvió al bufete y hubiera sido mejor no volver, las miradas de los empleados y colegas eran de interrogantes. Entró a su despacho, más atrás sus padres.
— ¡Ay! Ustedes no por favor.
— Él, ¿es el papá de tu bebé? —preguntó la señora intrigada.
— ¿Esa es la razón por la que ocultas su nombre?—preguntó su papá.
— Le voy a responder sus preguntas, pero en otro momento, no me siento bien.
Los señores entendieron que era una situación difícil, y la dejaron estar sola, aunque no fue por mucho tiempo. La secretaria le informó de una visita, y aceptó recibirla.
— Señora, le aseguro que no estoy en mi mejor momento.
— ¿Esa entrevista fue real o alguien manipuló la información?—preguntó la señora Alba.
— No me referí a su hijo, de todos modos nadie me cree.
Hablaron por unos minutos, después la señora decidió irse, pero otra visita inesperada, logró burla a la secretaria para entrar a la oficina.
— ¿Pero qué diablos haces tú aquí?—preguntó Patricia.
— Amiga, qué recibimiento tan descortés, ¡qué tristeza, la verdad! —dijo Carla con sarcasmo.
— ¿Qué quieres?
— Te vine a felicitar, eres tendencia, gracias a mí.— dijo con risa.
— ¡Vaya!, tú eres la responsable de todo esto. Qué bien, debería darte las gracias, pero no lo voy a hacer, porque con tu grandiosa idea solo lograste hacerme más famosa.
— Maldita, te quiero lejos de mi esposo. —dijo molesta.
Patricia se levantó de su asiento, caminó hacia ella, despacio, con delicadeza. —Carla, amiga, cuanto te vi entrar, pensé que venías para saber cómo nos cogemos tu esposo y yo. — dijo con burla.
— Te vas a arrepentir, maldita, lo juro, y Víctor es mío, entiendes, mío.
— Eso hasta que yo quiera. Una pregunta, Carla, ¿qué vas a hacer cuando Víctor quiera tener hijos? ¿Ya le dijiste que no puedes ser madre?
— Escúchame bien, desgraciada, sal de nuestras vidas, porque soy capaz de matarte.— le advirtió y se fue.
Ella se quedó pensando. “¿Qué pasaría si se entera de que estoy embarazada, qué voy a tener un hijo de su esposo? Me gustaría que nunca se diera cuenta, pero, como dice Alba, no puedo tapar el sol con un dedo.”