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La Aventura Zodiacal (LA Sociedad Del Poder)

La Aventura Zodiacal (LA Sociedad Del Poder)

Status: En proceso
Genre:Mundo de fantasía
Popularitas:243
Nilai: 5
nombre de autor: Juliet Castillo

La historia se centra en 12 personajes que descubren que poseen poderes especiales y que son la clave para salvar al mundo. Estos personajes tienen que aprender a controlar sus poderes y luchar contra fuerzas oscuras. La historia se desarrolla en el marco de "La Sociedad de Poder", donde los personajes deben enfrentarse a diversos desafíos y peligros.

NovelToon tiene autorización de Juliet Castillo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

2. ¿Qué está pasando?

TAURO:

Un dolor de cabeza terrible me despertó. Desorientado, abrí los ojos en una habitación oscura y vacía. Apenas podía distinguir nada a más de un metro de distancia, y el suelo helado me obligó a frotarme las manos para entrar en calor.

Un ronquido suave me sobresaltó. Al girarme, vi a Acuario y Virgo profundamente dormidos en el suelo.

—¡Eh, chicos! ¡Despierten!—Los empujé suavemente, pero no se despertaron—¿Chicos?—Los llamé un poco más fuerte.

—¿Qué ocurre?—Virgo gruñó entre sueños, mostrando su malestar—No hace falta alzar la voz.

Virgo se incorporó, observó su entorno durante un rato y luego me miró con nerviosismo.

—¿En qué lugar estamos?—Susurró, preocupado.

—Esa era mi misma pregunta.—Respondí, con un gesto de fastidio, y me levanté.

—Buen día.—Acuario susurra con los ojos cerrados.

—¿Buen día? ¡¿Qué dices?!—Inquiri, perdiendo la paciencia—Estamos secuestrados en un lugar desconocido, rodeados de desconocidos. ¡¿Y nos deseas un buen día?!—Resumí.

—¡Tranquilo Tauro!—Acuario me reprende, abriendo los ojos. De pronto, se aparta bruscamente y me mira con los ojos como platos—¡¿Secuestrados?! ¡¿Qué dices?!

—¡Buenos días a todos!—Géminis nos saludó al abrir la puerta, asustándonos.

—¡Buen día!—Escorpio sonríe con una sonrisa malévola.

La puerta abierta dejaba entrar la luz, revelando una pequeña habitación vacía, sin ningún sitio para sentarse. Eso explicaba el frío que me había despertado.

—Buenos días, ¿qué sucede?—Pregunto, confundido, mientras me pongo de pie.

—¡Ay, mis amores! ¿De verdad no lo saben?—Géminis se burló, riendo a carcajadas—¡Los secuestramos!—Dijo.

—Los demás ya están muertos y enterrados. Solo faltan tres: un Acuario, un glotón y un Virgo.

—No me llamen "amor".—Virgo se sintió ofendido—Y segundo, ¿por qué tengo que ser el "Virgo"?

—Nos da igual si te llamamos "amor" o no.—Escorpio respondió encogiéndose de hombros, ignorando el último comentario.

—¡Basta de bromas! Ayuden a que vengan a desayunar.—Leo nos llamó desde afuera.

—Leo, ¿estás vivo?—Acuario gritó emocionada—¡¿Es una broma, verdad?!—Les pregunta a Géminis y Escorpio, harta.

—¡Leo, acabas de arruinar nuestra broma!—Géminis lo acusa, molesta.

—¡Perdón!—Leo se disculpa sarcásticamente—¿Debía esperar a que los mataran?—Preguntó otra vez con sarcasmo.

—¡A la mesa!—De repente, un anciano grita.

Mis amigos y yo intercambiamos miradas de confusión antes de ayudarnos mutuamente a levantarnos y salir de la habitación. Nos encontramos en una casa sencilla pero encantadora, con una decoración escasa pero acogedora, nada vacía. Al entrar en la cocina, vimos a todos preparando la comida, sentados o de pie.

—¡Ese señor mayor al que casi golpeamos con el coche!—Los tres nos sorprendimos al ver a un anciano tomando café.

—¿A quién te refieres?—El abuelito, confundido, preguntó...

—¡Qué despistada es Aries!x—Intenté explicarlo, pero me interrumpió con un gruñido de fastidio.

—¡Ey!—Me dio un puñetazo en el hombro.

—¡Como decía!—Prosigo—Seguí intentando ignorar el dolor—¡Aries cantaba a pleno pulmón en el coche, tanto que Virgo se distrajo y casi tiene un accidente!

—¡¿En serio?!—Con curiosidad, pregunta; luego, con nerviosismo, se rasca la cabeza—¡Parece que se me pasó!—Ofrece disculpas.

—¡¿Cómo es posible que se me olvide algo así...?!—Abrí la boca para preguntar, pero me callé; sabía que no iba a servir de nada—¡Olvídelo mejor!

—Entiendo que habrá muchas preguntas, a las que con gusto responderé.—Expresó—Pero primero...

—¿Comemos?—Virgo preguntó mirando toda la comida que había.

—Tenía la intención de realizar una presentación, pero considero que será más oportuno hacerlo durante la comida.—Nos sentimos tranquilos gracias al gesto del anciano, quien se encogió de hombros.

Con una mirada recelosa sobre la comida, me instalé en la mesa. El sonido de pasos en la cocina me sobresaltó. Al girarme, observé cómo un joven entraba en la habitación y le daba un cariñoso beso en la cabeza al anciano.

—Abuelito, ya regresé.—Informándole, se giró y nos sonrió ampliamente—¿Qué tal chicos?

Un chico de unos veinte años, con el pelo rubio y corto, nos miró con emoción. Sus ojos azules recorrieron cada uno de nuestros rostros. Al levantarme para saludarlo, noté que era casi de mi misma altura, quizás un poco más alto.

...Ofiuco...

—¡¿Ofiuco?!—Preguntó una voz detrás de mi.

Con una expresión de sorpresa, me giré al ver a Escorpio ponerse en pie, una radiante sonrisa adornando su rostro. Se dirigió hacia el supuesto "Ofiuco" y lo envolvió en un abrazo cálido y fuerte.

—¡Qué gusto volver a verte amigo!—Ofiuco, con una amplia sonrisa que reflejaba su felicidad, envolvió a su amigo en un abrazo fuerte mientras exclamaba.

—Hoy va a ser un día larguísimo.—El abuelito, con una sonrisa, susurra en voz baja.

GEMINIS:

—¡Y como les mencionaba, les presento a mi amigo Ofiuco!—Escorpio presentó a su amigo.

—Un placer conocerte, amigo.—Sagitario, con una sonrisa amable, respondió.

—¡Cof, cof!—El abuelito tose fuertemente.

—¿Disponen de pastillas para la tos?—Leo, con la mirada perdida en el ambiente, formula su pregunta—o quiero estar presente en un asesinato, especialmente si el anciano no puede tragar saliva sin atragantarse.

—¡Ja, no me muero tan fácilmente!—El anciano sonrió—O me subestimes, jovencito. Soy mucho más fuerte que todos ustedes juntos.

—¿En serio?—Se sorprendió Aries.

—Mejor que yo.—Ofiuco movió la cabeza en señal de afirmación—Y tenemos lo mismo.

—¿Tienen lo mismo?—Libra preguntó, visiblemente confundida—¿Qué quieres decir?

—Les explicaremos todo con detalle, sin prisas.—El abuelo comenzó a hablar—Creo que sería mejor si lo hiciera yo, Ofiuco. He tenido más oportunidades de familiarizarme con esto a lo largo de mi vida.—Explicó, utilizando un gesto manual para ilustrar sus palabras.

—¿Tú mano?—Curioso, Leo preguntó—¿Qué importancia tiene eso?

—No se trata de mi mano, sino de...

—¡Salgan de inmediato!—Alguien grita desde el exterior—Sé que me escuchan, y pagarán por esto.

—Mal comienzo.—Un nervioso Ofiuco negó con la cabeza—Empezamos fatal.

—¡Maldición, son ellos!—Tras un sobresalto, el abuelo giró sobre sí mismo y empujó a Ofiuco—¡Sal de aquí con ellos, yo ganaré tiempo! Cuando las cosas se calmen, cuéntales todo.

—¡No te abandonaré!—Ofiuco se sintió herido por las palabras—Tengo miedo, sí, pero no soy cobarde.

El abuelo, en lugar de prestar atención a sus palabras, lo condujo físicamente hacia la puerta trasera. Acompañados por el resto del grupo, el abuelo reiteró su intención de buscar un lugar seguro donde el individuo pudiera explicar la situación.

Abandonamos la casa, sorprendidos por la oscuridad que ya se cernía sobre nosotros, a pesar de que mi reloj indicaba las 9:28 AM. Guiados por Ofiuco, nos adentramos en un bosque cercano, donde la vegetación alta nos ofrecía refugio, pero también representaba un peligro por la dificultad del terreno.

El sonido de los aullidos detrás nuestro, desde la casa, delataba la presencia de más de diez atacantes.

—¿Quienes son ellos?—La pregunta de Virgo surgió directamente en nuestras mentes.

—¡Huye primero, luego te explico!—

La urgencia en la voz de Ofiuco, y su mirada nerviosa, nos empujó a seguir corriendo.

Sagitario:

Habían pasado más de cinco minutos de una carrera extenuante. Tres de nosotros habíamos caído, aunque sin heridas de consideración, reincorporándonos a la carrera. La velocidad, sin embargo, hacía que la mayoría de nosotros estuviéramos al borde de una caída.

—¡Sagitario!—Al fondo, escucho algunos gritos—¡Sagitario, estas bien?!

—Géminis comido tierra.—En un susurro, procedí a limpiar la comisura de mis labios utilizando la manga de mi camiseta—Da igual, tenía hambre.

—¡Amigos!—El grito de Escorpio resonó mientras iba bajando la velocidad—¿Se encuentran bien?

¡No sé!—Cáncer gruñó con fastidio—¡Estamos rodeados, estoy agotada! ¡Ni siquiera desayuné, ya trapeé dos veces y me duele muchísimo el pie! ¡Pero bueno, supongo que estoy bien!—La chica lanzó una ironía que sorprendió a todos.

—¡Dejemos las bromas para otro momento, tenemos que irnos!—Piscis, de mal humor, le respondió.

Al levantarme, un dolor agudo me recorrió. Con un esfuerzo, di dos pasos antes de caer de rodillas. Tauro y Virgo, nerviosos y mirando hacia atrás, me ayudaron a levantarme y a seguir caminando.

—Nos hemos separado de los otros!—Leo nos informó, mientras observaba cautelosamente los alrededores—¿Vamos tras ellos o seguimos adelante?—Hace la pregunta.

—¡Debemos parar!—Géminis nos lo recordó—¡Avancemos! Ojalá ya estén más adelante.

Con un silencioso asentimiento, nos adentramos más en la oscuridad del bosque, sabiendo que el destino nos aguardaba.

Vurgo:

Observo al grupo desde la distancia, echándole la culpa a Sagitario por nuestra situación. El terreno es difícil y algunos hemos caído, pero seguimos avanzando lo más rápido que podemos sin correr.

Habían pasado más de 25 minutos desde que nos habíamos separado, y casi media hora desde el ataque. Nuestras llamadas a Ofiuco resultaron infructuosas; el bosque bloqueaba la señal. Renunciamos a encontrarlos, con la promesa de intentarlo de nuevo cuando estuviéramos seguros.

—¡Sigan!—Géminis da la orden mientras Tauro descansa unos instantes, agotado.

—¡¿A ver, qué pasa?!—Tauro, irritable, se pone a la defensiva.—A juzgar por mi aspecto, lleno de picaduras de mosquito y heridas, y mi cansancio extremo, dudo que lleves un cerdo en brazos con la pata rota. Si no quieres que te pase algo peor, mejor cierra la boca.

—Qué violencia—Susurré, expresando mi sorpresa con una ceja levantada.

—¡¡No soy ningún cerdo!—Manifestó Sagitario ofendido.

¡Ya es suficiente!—La paciencia de Libra se agotó, y exclamó!—Con los problemas que ya tenemos, ¿de verdad necesitan gritar y revelar nuestra ubicación a esos hombres?

La vergüenza nos invadió al reconocer nuestra equivocación, y asentimos con la cabeza gacha. De pronto, el susurro de las hojas rompió el silencio, deteniéndonos en seco. Inmóviles, intentamos discernir el origen del sonido.

El alivio nos invadió al ver a Ofiuco salir de entre los arbustos, acomodándose la ropa con nerviosismo. Uno a uno, nuestros amigos lo siguieron, completando nuestro grupo.

—Gracias a Dios que están bien.—Ofiuco suspiró aliviado.

¡Ejem, ejem!—Sagitario fingió una tos.

—Recalco la necesidad de comprar pastillas para la tos.—Leo repitió, mostrando su impaciencia con un movimiento de ojos.

—Con todos reunidos y fuera de peligro, ¿qué es lo que pasa?—Un gélido interrogante salió de los labios de Acuario.

La fuerza de una enorme explosión, a un kilómetro de distancia, nos impactó con su onda expansiva y calor abrasador. La tos y la necesidad de protegernos la cara fueron la respuesta inmediata.

—¿Qué ha sido eso?—Preguntó Escorpio, confundido.

—¡No, abuelo!—Exclamó, con una fuerza sobrehumana.—¡Si les hacen un solo rasguño, juro ante Dios que los ataré con mis propias manos, uno por uno, y pagarán por lo que hicieron!

—¡No se muevan!—Gritó uno de ellos. La aparición repentina de nueve hombres nos sorprendió.

—¿Quién es usted? ¿Y qué está sucediendo?— Acuario musita apenas.

—¡Excelente!—Una sonrisa de superioridad acompaña la exclamación del hombre—¿Ni siquiera saben lo que poseen?—Una ceja alzada acentúa su pregunta.

—¿Hay algo en mi cara?—Leo pregunta, mientras se limpia la cara.

—¡Leo, no ahora!—Escorpio le recrimina.

—¡Qué emocionante!—El hombre se rio con un paso que inspiraba temor.

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