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Bajo La Luz De La Luna

Bajo La Luz De La Luna

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Vampiro / Amor en la guerra / Fantasía épica / Mundo mágico / Polos opuestos enfrentados
Popularitas:769
Nilai: 5
nombre de autor: Gaelth

"El amor, al enfrentar la tragedia, no se desvanece: sangra, sí, pero también florece. Porque en su dolor más hondo descubre su fuerza, y en medio del caos se convierte en guía. Solo cuando el corazón se quiebra, el alma entiende que amar no es solo sentir, sino resistir, transformar y dar sentido incluso al sufrimiento."

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El Rey Caído y el Despertar del Linaje Perdido:Latidos del corazón.

Los corceles, cubiertos con armaduras doradas que brillaban bajo la luz del amanecer, galopaban con fuerza hacia su destino. En los ojos de los caballeros se reflejaba una determinación inquebrantable. Aedus, al frente de la marcha, mantenía la mirada fija en el horizonte, sin desviar la vista del camino. Dejaron atrás las murallas del castillo, iniciando un viaje que duraría ocho días y siete noches.

Mientras tanto, el rey permanecía en su castillo. Ordenó reforzar las puertas y aumentar la seguridad. El reino se preparaba para lo peor.

"Si el rey Cádiz no está con nosotros, entonces podría convertirse en un enemigo indirecto. Aquella noche no me mató solo porque era un niño… pero esta vez, no estoy tan seguro. Sé que es un sádico maquiavélico, y lo ocurrido recientemente no ha hecho más que sembrar dudas sobre sus intenciones. No sé qué está tramando, ni hasta dónde llegará si caemos ante el verdadero enemigo.

Aún no hemos visto su rostro, ni conocemos su nombre. Tú, Cádiz, eres el único rostro visible entre sombras. Todo esto —los demonios, la escasez de alimentos, los pactos desesperados— apunta a una identidad oculta. Y temo que tú sepas más de lo que aparentas."

El rey Gilh entró a su despacho y se detuvo en seco. Una mancha oscura cubría el centro del escritorio. Se acercó con rapidez, y su rostro se endureció al ver que era sangre. Sobre la superficie, una nota escrita con letras temblorosas y rojas le heló la sangre:

"Él es el verdadero villano."

Desconcertado, Gilh dio un paso atrás. Sus ojos se dirigieron a un rincón del escritorio. Una paloma blanca yacía sin vida, su corazón arrancado con precisión cruel. El símbolo de la paz... destruido.

—¿Quién…? —susurró para sí, mientras una tormenta de preguntas invadía su mente.

Pero sus pensamientos se desvanecieron al oír la puerta abrirse.

—Gilh... ¿qué es esto? —dijo Céline, entrando y llevándose las manos a la boca al ver la escena.

El rey cerró los ojos un segundo, endureciendo el rostro.

—Céline… me temo que estamos por enfrentarnos a un enemigo más grande de lo que imaginábamos.

Sin decir más, ambos salieron del despacho, dejando atrás el mensaje ensangrentado… y la promesa de una amenaza inminente.

En el camino de regreso a Sylvania, el rey Cádiz se detuvo al ver un grupo aproximarse entre los árboles. Frunció el ceño al reconocer a Renatha, Rowena, Bornan y un escuadrón de soldados. Su ceja se arqueó con evidente confusión.

Ya no tenía el ojo ennegrecido, ni las venas marcadas en su cuello. Había recuperado su apariencia serena y majestuosa. Sin embargo, por dentro, el ardor en su vientre persistía como un recordatorio de la maldición, y unas náuseas punzantes lo atormentaban. Aun así, se mantuvo erguido y sereno. Jamás permitiría que alguien lo viera débil.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó con tono gélido, su mirada afilada como una cuchilla.

Todos evitaron su mirada.

—Íbamos… caminando por ahí —respondió Rowena con una risa nerviosa, sin poder sostenerle la vista.

—¡Sí! Solo queríamos admirar el paisaje… antes de que la guerra lo consuma todo —añadió Renatha con una sonrisa forzada.

Cádiz entornó los ojos.

—¿Me estaban siguiendo? ¿Acaso olvidan quién soy? Soy su rey, y están desobedeciendo órdenes directas.

—Lo… lo sentimos, su majestad —balbuceó Bornan, tragando saliva—. Solo queríamos asegurarnos de que se encontrara bien. Su comportamiento anterior… nos preocupó. No parecía usted.

Sus palabras resonaron con miedo y sinceridad. Los demás asintieron en silencio, incapaces de ocultar su inquietud. El rey los observó un momento, impasible, sin decir palabra… pero su mirada los atravesó como el filo de una espada.

Su voz cortó el aire como un látigo. El ambiente se tensó.

—No era necesario… Regresemos —ordenó Cádiz, girando sobre sus talones.

El grupo lo siguió en silencio. Tras varias horas de viaje, finalmente llegaron al castillo de Sylvania. Las enormes puertas se abrieron con solemnidad, y una fila de sirvientes se alineó a ambos lados del pasillo principal, inclinándose con reverencia al paso del rey.

Cádiz avanzó al frente, su presencia imponente marcaba el ritmo. Su rostro pálido y su expresión imperturbable hacían que todos contuvieran la respiración. Se detuvo brevemente ante una bandeja de comida colocada en una mesa cercana. El rojo intenso del platillo picante le llamó la atención, el aroma era penetrante… apetitoso. Pero lo ignoró. No podía permitirse distracciones.

Siguió su camino hacia la sala real, donde otros sirvientes ya preparaban su comida. Tomó asiento en el trono, con la espalda recta y la mirada distante. En ese momento, un mayordomo entró con paso controlado.

—Su majestad, el General Fantasma ha llegado.

—Hazlo pasar —ordenó Cádiz con voz seca.La puerta se abrió de nuevo. Entró un hombre elegante, de aura etérea. Vestía con refinamiento: una capa gris que caía hasta sus tobillos, botas oscuras pulidas y guantes de cuero negro. Su cabello estaba dividido en dos mitades: una completamente blanca, la otra negra como la noche. Sus ojos también reflejaban esa dualidad: uno de un blanco fantasmagórico, el otro gris plomo, profundo y perturbador.

Aunque su apariencia era la de un humano, el aura que lo rodeaba era irreal… como si su existencia flotara entre este mundo y otro.

El General Fantasma se inclinó levemente, sin perder ni una pizca de su elegancia.

—Majestad.

—¡Su Majestad! —Nozell entró apresurado, haciendo una reverencia profunda.

—Nozell, ¿por qué tan temprano? —preguntó Cádiz, alzando ligeramente una ceja.

—Vine antes porque usted me mandó a llamar. Quería saber cómo se encuentra… y cómo está Kyler.

—Kyler está mejor, y yo también. Gracias por preguntar. Ahora dime, ¿cómo va la tropa?

—Qué alivio… —murmuró Nozell con sincera calma—Los soldados están listos para responder a su llamado. Y… lamento lo ocurrido. Escuché sobre lo que les hicieron a esos niños. Sé cuánto significaban para usted. Fue inhumano. Majestad, si usted lo desea, puedo encargarme personalmente de hacerles pagar.

El rostro de Cádiz se volvió más frío, sus ojos oscuros destilaron determinación. Sabía que Nozell tenía razón.

—Tienes toda la razón. Te concedo el derecho de encargarte de ellos… A tu manera. Pero no fue solo por eso que te mandé a llamar. Quiero que mantengas a los soldados en alerta máxima. Los portales se han abierto. Por ahora permanecen inactivos, pero es solo cuestión de tiempo.

Cádiz se apoyó en el reposabrazos del trono y continuó con tono sombrío:

—Sylius ha declarado la guerra a todos los reinos… Lamentablemente, se me adelantó.

Nozell abrió los ojos con sorpresa, su expresión se tensó.

—Entonces… lo que se avecina es peor de lo que imaginábamos. Esta guerra no será común. Ese enemigo… no es un rival cualquiera. Necesitaremos más soldados. Más fuerza. Y menos misericordia.

—Así es —asintió Cádiz con gravedad— Sylius se ha vuelto más fuerte que nunca. Él es quien ha traído a los demonios a este mundo. Pero no actúa solo. Zaymonth también está involucrado. Está usando su influencia como vampiro para liderar una secta que realiza pactos con demonios. Los humanos… están cayendo, como siempre, en la tentación y la avaricia. Aunque esa corrupción siempre existió, esta vez parece haber alcanzado un nuevo nivel.

Cádiz se puso de pie, su presencia llenando la sala.

—Lo único que tenemos en común con ellos… es al mismo enemigo.

Nozell frunció el ceño.

—¿Entonces… formará una alianza con los demás reinos? ¿Con los humanos?

—¡Jamás! —espetó Cádiz con frialdad— Siempre hemos luchado solos. Durante dos siglos he reinado sin deberle nada a nadie. No necesito alianzas ni súplicas disfrazadas de diplomacia. Este reino ha sido libre desde que lo fundé… y así seguirá siendo.

Cádiz lo miró con determinación.

—Además, mientras más aliados reúnen, más débiles se vuelven. Nosotros no caeremos en esa trampa.

—Tiene usted toda la razón, su majestad —respondió Nozell con firmeza—Somos un reino independiente, libre de las necesidades de los demás. Como ha ordenado, aumentaré el número de soldados… y convocaré más criaturas fantasmales.

—Regresa a Paragon lo antes posible y encárgate de todo —ordenó Cádiz, sin cambiar su expresión.

En ese momento, los sirvientes entraron con bandejas repletas de comida. El aroma se esparció por la sala, fuerte, especiado, provocador. Cádiz no hizo caso al principio… pero algo en ese plato rojo le llamó la atención.

"Carne de res… con una salsa roja espesa. El olor es fuerte… picante. No debería, no es comida de mi gusto. No es comida para mí."

Apretó la mandíbula, intentando resistir. Pero finalmente, como empujado por un impulso inevitable, estiró la mano y tomó el plato.

Los sirvientes y Nozell lo miraron, desconcertados. Era extraño ver al rey vampiro, tan imperturbable, dejarse tentar.

Cádiz, con el rostro completamente impasible, probó un bocado. No mostró emoción alguna, pero continuó comiendo, como si fuera lo más natural del mundo.

Tras unos segundos, preguntó con voz serena pero interesada:

—¿Qué clase de salsa es esta? —preguntó Cádiz con su habitual tono frío.

Los sirvientes se tensaron al instante.

—E-es una salsa de tomate, mezclada con especias y chile, su majestad. ¿H-hay algún problema? ¿Está mal? Si lo desea, puedo cambiarle el plato —dijo uno de ellos, acercándose nervioso.

—¡No! Está bien. Preparen más de esto… está bueno —dijo Cádiz con naturalidad, mientras seguía comiendo.

Todos en la sala, incluidos los sirvientes y Nozell, se quedaron boquiabiertos. Era la primera vez que veían al rey comer frente a otros… y disfrutarlo.

Cádiz continuó comiendo, bocado tras bocado, hasta que un dolor agudo le atravesó el estómago y luego la pelvis. Se detuvo en seco, frunciendo el ceño. Su expresión no cambió mucho, pero su respiración se hizo más tensa. Levantó la mano con calma.

—Llévense todo —ordenó.

Los sirvientes obedecieron de inmediato. En ese momento, Kyler bajó por las escaleras. Estaba vendado, aún débil, y se detuvo en el umbral al ver a Cádiz. Sus ojos reflejaban confusión.

—¿Cádiz...? —preguntó en voz baja.

Cádiz se levantó, disimulando el malestar.

—Debo ocuparme de unos asuntos. Nozell, quédate con Kyler —dijo antes de desvanecerse.

Kyler se quedó inmóvil, desconcertado, mientras sus ojos se clavaban en Nozell, a quien miró con desconfianza. Este, en cambio, le dedicó una sonrisa tranquila.

"Ah.. Otra vez este cabron"

Cádiz sube las escaleras y camina hasta su habitación, entra y cierra la puerta, vemos que el rostro de Cádiz cambió al de alguien cansado, cae sentado mientras saca el trozo de tela que el cuervo le había dado.

Se hizo un nudo en su estómago, la comida que habia comido la sentía en su garganta.

"Este es el precio de mis pecados. Todo lo que me ocurre… me lo merezco. En el pasado hice cosas horribles… y aún las sigo haciendo. Pero dime algo, Aeris… si los hubiera salvado a ambos, ¿aún me amarían? No merezco el amor de nadie. Soy exactamente lo que siempre dijeron que era. Perdí mi luz… la única que iluminó mi oscuridad. Él fue el único que me aceptó el día en que tuve que esconder quién era, por miedo a que me golpearan de nuevo. Aquel día, mi verdad salió a la luz… y tú fuiste el único niño que quiso ser mi amigo."

Los recuerdos borrosos regresaron a la mente de Cádiz, transportándolo a su infancia llena de inocencia. Allí, vio a un niño rubio sonriéndole mientras jugaban bajo la sombra de un árbol.

—Cassiel, Cassiel, ¡vamos! —exclamó—. ¡Hay manzanas en los árboles! Ven, voy a cortar unas para ti.

El niño se subió al árbol y empezó a recoger manzanas, pero de repente, su pie se torció y perdió el equilibrio. Estaba a punto de caer desde una gran altura. Cassiel, alarmado, corrió rápido y lo atrapó justo a tiempo. Si no lo hubiera sujetado, esa caída habría significado la muerte instantánea del niño.

—Dorian, te he dicho que no hagas eso. Te vas a lastimar. Mira, alguien tan débil como tú podría morir desde tan alto...

—Cassiel... —el niño se quedó sorprendido al ver las grandes alas negras que tenían. Pero no sintió miedo; sostenía unas manzanas mientras Cassiel lo abrazaba con cuidado.

—Cassiel... tienes unas alas hermosas, son gigantes y lindas.

Cassiel se sorprendió; había pensado que Dorian se asustaría al verlo así, pero en cambio, su corazón se aceleró de alegría y sonrió.

—Me alegra que te gusten —respondió— Eres el primero y el único que me lo dice.

Los dos niños lucían felices. Cassiel usaba sus alas para cargar a Dorian y lo elevaba hacia el cielo. En el aire, volaban juntos, libres y llenos de esperanza.

Pero esos recuerdos se tornaron grises. Cassiel ya no estaba junto a Dorian. Tenía las manos manchadas de sangre mientras todo a su alrededor ardía en llamas. Esos momentos felices se convirtieron en pesadillas. Cádiz escuchó las risas crueles de varios alfas. Ambos niños yacían en el suelo, atados, rodeados por aquellos que les negaron la inocencia. Ese día, la luz que ambos tenían murió para siempre.

Ya no quedaba nada más que sufrimiento.

Cádiz empezó a moverse; se había quedado dormido. Su ceño se fruncía mientras en su sueño veía manos que lo rodeaban. Se veía a sí mismo atado y cubierto de sangre. La desesperación crecía en su interior, incapaz de despertar... hasta que, de repente, abrió los ojos, con lágrimas brillando en ellos. Se sentó en la cama y miró su mano.

—Otra vez esas pesadillas...

Se levantó, mareado y con un fuerte dolor de cabeza. Un olor penetrante le provocó náuseas, y terminó vomitando lo que había comido. Cayó cerca de la mesa, sosteniéndose con las manos.

—Ugh, ese olor... son feromonas... qué asco...

Vomito por segunda vez.

Al escuchar el estruendo, un sirviente entró apresuradamente a la habitación. Cádiz, al verlo, sintió repulsión y se tapó la boca.

—Su majestad, ¿se encuentra bien? —preguntó el joven preocupado.

Cádiz lo miró con repudio.

—Sal de aquí... tus feromonas... Ugh... qué asco... ¡Fuera! —Las ganas de vomitar eran evidentes en su rostro. El chico entendió que el malestar era por las feromonas que accidentalmente había desprendido, se asustó y salió rápidamente.

Cádiz se mareó, pero se mantuvo firme.

"Es un asqueroso alfa, por eso me repugnan los alfas... Tengo que controlar estos mareos, no quiero que Conan tenga que venir. No puedo dejar que se entere de lo que llevo dentro..."

Cádiz se levantó mareado, pero pronto volvió a acostarse. Su cuerpo liberaba feromonas, y no tuvo más remedio que tomar el medicamento que Lecai le había dado tiempo atrás.

—Qué mierda ser un Omega, es lo peor... un estúpido Omega. Los alfas esperan de nosotros belleza, delicadeza y sumisión, pero yo no soy así. Soy un alfa encerrado en el cuerpo de un asqueroso y estúpido Omega. No soy delicado en nada, y jamás lo seré...

Poco a poco, Cádiz volvió a quedarse dormido.

Por otro lado

Ya había pasado 8 días desde que Aedus y el batallón partieron de Valaquia. En el camino habían enfrentado a numerosos monstruos. Ahora, era de noche; las estrellas brillaban en el cielo y el canto de las cigarras llenaba el bosque, mientras el frío aire movía las carpas del campamento. Aedus y los caballeros descansaban dentro de sus tiendas.

Aedus dormía profundamente. Todo era calma y serenidad, pero en sus sueños algo lo inquietaba. Se veía a sí mismo en un bosque verde y hermoso, con el sol brillando en la cima de una colina. Sentía el césped bajo sus pies descalzos y la suave brisa acariciando su rostro, moviendo su cabello. Cerca de él, un río llamaba su atención. Sobre una cesta decorada reposaba un huevo dorado.

Con cuidado, se acercó y metió las manos en el agua para tomar el huevo. Era de tamaño promedio, y lo sostuvo firmemente, sintiendo la textura del cascarón.

Entonces, sus ojos se posaron en el reflejo a través del agua. Vio que su cabello se había vuelto dorado, al igual que sus ojos.

“Es dorado... ¿Mi cabello es dorado? ¿Mis ojos también? ¿Qué está pasando?”

Aedus levantó la cabeza sorprendido y vio, sobre una piedra, a un tigre lamiéndose la pata. Asombrado, miró a su alrededor en busca del huevo, pero este ya no estaba. Observó el río con atención, pero no había rastro del huevo por ningún lado. Su búsqueda se volvió desesperada hasta que una gran sombra lo cubrió. Alzó la mirada y vio la cola y la espalda de un dragón dorado que sobrevolaba justo encima de él. El dragón se dirigió hacia la colina y, cuando Aedus quiso seguirlo con la vista, ya había desaparecido.

Salió del río y continuó buscando con urgencia hasta que, de repente, se detuvo y sintió una presencia detrás de él, como si algo lo estuviera observando. Se dio la vuelta y vio una cesta cubierta con sábanas blancas que se movían lentamente.

—Es la misma cesta —pensó.

De entre las sábanas, dos diminutas manos comenzaron a moverse. Aedus permaneció inmóvil, sin acercarse. Entonces, el tigre apareció entre los arbustos y se acercó sigilosamente a la cesta. Aedus se tensó cuando vio cómo el tigre la olfateaba.

Lentamente, las sábanas se apartaron, revelando solo las pequeñas manos de un bebé.

—Un bebé… ¿Qué hace aquí? —murmuró, con el corazón acelerado.

Aedus se asusta cuando el tigre se hace a la par de la cesta, una pantera negra de ojos rojos sale de los arbustos se acerca a hueler al bebé, el bebé ríe pero la pantera lo ignora y se va dejando al bebé llorando, Aedus intenta hacer algo, pero el tigre toma al bebé de su sábanas llevándoselo. Aedus siente que su corazón se detiene mientras su pecho le punza al escuchar el llanto del bebé al cuál no alcanzó a ver su cara.

Aedus se despierta asustado mientras el sudor esta sobre todo su cuerpo, no sabe porqué tuvo ese sueño, pero siente como su sangre corre rápido por todo su cuerpo.

"Qué sueño más extraño.. No alcance a ver la cara del bebé, estaba llorando, me dolía el pecho al escucharlo llorar.."

Aedus se sobresaltó cuando el tigre se acercó a la par de la cesta. De los arbustos surgió una pantera negra de ojos rojos que se acercó para oler al bebé. El pequeño rió, pero la pantera lo ignoró y se alejó, dejando al bebé llorando. Aedus quiso actuar, pero antes de que pudiera hacer algo, el tigre tomó al bebé entre las sábanas y se lo llevó. El corazón de Aedus pareció detenerse, un punzante dolor le atravesó el pecho al escuchar el llanto del bebé, cuyo rostro nunca llegó a ver.

De repente, Aedus despertó sobresaltado, cubierto de sudor frío. No entendía por qué había tenido ese sueño, pero sentía la sangre correr apresurada por sus venas.

—Qué sueño tan extraño... No alcancé a ver la cara del bebé, pero su llanto me dolió en el pecho —murmuró, aún con la respiración agitada.

Se levanta y comienza alistar para ir a pelear.

Aedus y los soldados habían acabado con las quimeras. El cansancio era palpable: llevaban dos meses y catorce días combatiendo demonios, golems, orcos, duendes, harpías, gárgolas, culebras venenosas y más. De repente, unas aves salieron volando asustadas, sus graznidos resonaron, y varios árboles cayeron con fuerza. Aedus supo que algo mucho más grande se acercaba.

—¡A sus puestos! —ordenó—. Algo enorme viene, estén atentos.

Aunque la tropa estaba exhausta, con el mana casi agotado tras tanta magia y fuerza, se mantuvieron a la defensiva. El crujido de los árboles rompiéndose sorprendió a todos. Una criatura desconocida lanzó un gran tronco hacia los soldados; por poco lograron esquivarlo. Aedus quedó asombrado.

—¡Son gigantes! —gritó un soldado herido.

—Gigantes... ¿qué hacen aquí? —pensó Aedus.

El miedo creció: hacía años que no se veían gigantes. Dos enormes figuras portaban hachas y lanzaban árboles contra los soldados. Estos, agotados y asustados, no podían contra ellos. La resignación los invadía, dispuestos a morir protegiendo al príncipe Aedus.

Aedus tomá una decisión sabe que los soldados estan cansados, él también lo está pero aún tiene una solución.

Corre y se lanza a uno de los gigantes, le corta las piernas y hace una cortadura en el estómago, se mueve rápido hasta llegar al cuello del gigante, este casi agarra con sus enormes manos a Aedus pero este logra esquivarlo a tiempo, levanta su espada y con unos movimientos que antes no había echo se mueve a una velocidad que jamás antes había hecho se prepara para el golpe final y  termina matando al gigante cortando su cuello y atravesando su cabeza con su espada, los caballeros se quedan boquiabiertos.

Los caballeros toman motivación y ayudan a Aedus para que mate al otro gigante.

Con unos movimientos imnumanos Aedus derriba al otro gigante, ganando la pelea pero.. Una luz rodea a todos.

Los arbustos se mueven y todos apuntan sus espadas a los arbustos.

De ellos sale una mujer con la cara cubierta con un manto y una capa blanca, está se asusta al ver las espadas apuntandola.

—Tranquilos, tranquilos no soy el enemigo, sol pasaba por aquí.

—¿Cómo te llamas?, ¿Quién eres , ¿Qué buscas?. No podemos estar tranquilos , hasta saber quién eres—Aedus se mantiene firme con su espada mientras apunta a la misteriosa mujer.

—Primero bajen las armas, bajen las armas, no soy ningún enemigo , me llamó Fenix Lanceres y vengo de muy lejano, mi reina me mando a buscar a un descendiente de la sangre del gran dragón dorado—deja ver su cara, cabello largo dorado, y ojos dorados muy hermosos.

Todos quedan desconcertados al ver el cabello y sus ojos brillantes de la mujer. Definitivamente es un Lanceres, raza que se creía muerta, o que ni siquiera existieron.

Hace milenios, cuando el mundo estaba envuelto en guerras interminables, pestes letales, hambruna y oscuridad, el dios del Sol, Serah, y la diosa de la Vida, Alistia, unieron su poder con un propósito: crear un ser que devolviera la luz al mundo.

Del núcleo más puro del sol y de la esencia de la vida misma, nació él: el primer dragón dorado. Una criatura celestial cuyas escamas brillaban como el oro fundido y cuya presencia disipaba la sombra misma. Fue llamado "El Gran Dragón Dorado", protector del equilibrio y portador de esperanza.

Su rugido traía la lluvia a los campos áridos, sus alas barrían las plagas y su fuego purificaba la maldad. Reinó sobre el mundo por milenios, venerado como un dios, temido por los impuros y adorado por los justos. Pero incluso el ser más poderoso puede caer ante el peso de la soledad.

Cansado del silencio de su eternidad, descendió un día de los cielos y encontró a un humano. No era un guerrero ni un sabio, solo un hombre con un corazón puro y una mirada sincera. El dragón dorado, por primera vez, sintió algo diferente: afecto, deseo de compañía… amor.

Entonces subió nuevamente a la cima donde había nacido, bajo la luz de su creador, y le rogó a Serah un deseo: un cuerpo humano, para poder amar como los humanos aman. Conmovido, el dios del Sol accedió. Y así, el Gran Dragón dorado caminó entre los mortales, como un hombre.

Se casó con aquel humano, y de esa unión nacieron los "Lanceres", seres únicos con ojos y cabellos dorados, capaces de adoptar forma humana o dracónica a voluntad. Fueron protectores de la paz y guardianes del legado sagrado.

Pero los Lanceres, con el tiempo, desaparecieron. Algunos dicen que se extinguieron, otros que se ocultaron, sellando sus poderes. Solo quedaron las leyendas… y una profecía:

“Cuando el grito del cielo anuncie la ruina, y la guerra consuma la tierra, de entre la tormenta nacerá un ser divino.

Sangre perdida, luz olvidada.

Con alas forjadas por el sol, desafiará al abismo.

El destino lo enfrentará a la maldad encarnada,

porque lo divino y lo oscuro están ligados por la misma raíz.

Y solo uno prevalecerá.

Con su rugido, el cielo temblará,

y su linaje dorado despertará de su exilio.

Los Lanceres volverán,

y con fuego y luz, sellarán el final o el renacer del mundo.”

"Papá me hablaba de ellos, creía que eran sólo leyendas, pero hoy aquí, esta un Lanceres frente a mi."

En el castillo de Sylania 1 mes antes

El rey Cádiz tenía problemas. Los 75 días que le habían sido advertidos aún no se cumplían, pero lo predicho por aquella voz ya había comenzado a manifestarse. Los dolores pélvicos y los malestares estomacales se intensificaban a un ritmo alarmante. Su marca maldita crecía sin control, y sentía como si su interior ardiera.

En su habitación, Cádiz se retorcía en silencio. Su mente era un caos. Decidió llamar a Kyler, Rowena y Bornan. Los tres llegaron de inmediato, visiblemente preocupados. Al ver al rey, notaron sus ojeras, su rostro agotado... pero su postura seguía firme.

—¿Mi señor?... Vinimos tan rápido como pudimos —dijo Bornan, inclinándose.

—¿Qué sucede, Cádiz? ¿Por qué nos mandaste a llamar? —preguntó Rowena, inquieta.

Cádiz los miró con seriedad.

—Tenía planeado abortarlo… pero no pude. No por afecto ni por culpa. Simplemente entendí que podía servirme. No lo quiero, no lo veo como un hijo. Solo es una herramienta… si yo caigo, esa cosa quedará como mi suplente. Una extensión de mí. Nada más.

El silencio se apoderó de la sala. Todos se quedaron paralizados. En ese momento, Conan entró.

Rowena rompió el silencio:

—¿Qué harás?

Conan se acercó y levantó la camisa del rey, dejando ver su vientre.

—El bebé está creciendo rápidamente, pero absorbe la energía maldita del rey. Su cuerpo débil no podrá resistir. De seguir así, no nacerá como un niño, sino como un receptáculo poseído. Toda la oscuridad de Cádiz pasará a él. Como pueden ver, la marca ha comenzado a rodear su vientre. Las venas negras lo cubren.

—Ya lo escucharon. Por eso los mandé a llamar —dijo Cádiz, sin titubear—Rowena, usarás tu magia para sellar a esto en un núcleo. Después de todo, es un error… uno que puedo usar a mi favor antes de deshacerme de él, si es necesario.

Todos lo miraron en silencio. Las venas oscuras eran visibles también en su cuello.

—¿Qué? Eso es demasiado peligroso para ti —exclamó Rowena, acercándose.

—No me importa. Ya lo decidí. Si se sale todo de control, usen todas sus fuerzas para matarme—habló fríamente..

Una tristeza profunda se apoderó de todos... pero sabían que debían obedecer.

FIN DE LA TEMPORADA 1

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Apollogurl_01
Por favor, actualiza pronto, no puedo soportar la espera. 😩
Maby: Muy pronto
Espera un poco /Smile/
total 1 replies
Delwyn
Esta buena para pasar el rato
Maby: muchas gracias.
prometo que será mejor
/Smile/
total 1 replies
Yaky De la rosa
👏Continúa, es maravilla.
Maby: muchas gracias por el apoyo, ya les estaré publicando el resto de capítulos
total 1 replies
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