Abigail Sedant, es una joven humilde a quien le ha tocado hacerse cargo de su madre y hermana, ella trabaja y estudia para sacarlas adelante, Abigail se vuelve la obsesión para el millonario Wilians Black, un heredero despiadado que a sido amenazado por su abuelo para conseguir esposa, este con la presión conoce a Abigail y realiza una serie de sucesos para que ella esté obligada aceptar un contrato de matrimonio, lo que ellos dos no esperaban es que este sucedió los llevará a aguas más profundas, liberando sus miedos y dejando aflote los nuevos sentimientos...
NovelToon tiene autorización de KeliindA RojanO C. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Un Encuentro
Ingresé a la universidad con una sensación de emoción y nerviosismo. El campus era hermoso, con edificios antiguos y jardines bien cuidados. Me sentí como si estuviera en un mundo nuevo y emocionante.
Me dirigí a la oficina de la directora, con una carpeta en la mano que contenía todos mis documentos y planes de estudio. La secretaria me recibió con una sonrisa amable y me indicó que la directora me esperaba.
—¿En qué puedo ayudarte, Abigail?— me preguntó, y estiró su mano para saludarme.
Le expliqué mi situación, le hablé de mi matrimonio y de mi deseo de retomar mis estudios.
La directora me escuchó atentamente, asintiendo con la cabeza y haciendo preguntas ocasionales.
Cuando terminé de hablar, la directora sonrió y me dijo: —Me alegra que hayas tomado esta decisión, Abigail. Creemos en ti y estamos aquí para apoyarte—
Me sentí agradecida después de hablar con la directora, ella me dió una carpeta con la información.
Me encontré con Karla en la cafetería de la universidad, después de buscarla por todas partes. Cuando me vio, su rostro se iluminó con una sonrisa y se levantó de su silla para abrazarme.
—¡Abigail! ¡Cuánto tiempo sin verte!— me dijo, con una voz llena de emoción.
Me reí y la abracé también. —¡Karla! ¡Tienes razón, ha pasado mucho tiempo!— le respondí.
Nos sentamos y Karla me miró con curiosidad. —¿Dónde estabas? Desapareciste de la noche a la mañana y no supe nada de ti—me preguntó.
Le expliqué brevemente mi situación, sin entrar en detalles. —Me casé y... bueno, las cosas han sido un poco complicadas— le dije.
Karla asintió con la cabeza, con una mirada comprensiva. —Entiendo. ¿Qué pasó? ¿Todo bien con tu esposo?— me preguntó.
Sacudí la cabeza. —No, la verdad es que no. Pero prefiero no hablar de eso aquí. ¿Quieres ir a un café cercano y hablamos allí?—le propuse.
Karla asintió y nos levantamos para irnos. Mientras caminábamos hacia el café, me sentí aliviada de tener a alguien con quien hablar. Karla siempre había sido mi confidente y amiga, y sabía que podía contar con ella.
Nos sentamos en una mesa tranquila y pedimos nuestros cafés. Karla me miró expectante. —Bueno, cuéntame todo— me dijo.
Me reí y comencé a hablar, sintiendo que podía confiar en ella como siempre. —Todo empezó cuando me casé...— le dije, y comencé a contarle mi historia.
Karla me escuchó atentamente, con una expresión de sorpresa y preocupación en su rostro. A medida que le contaba mi historia, su mirada se tornó cada vez más intensa, como si estuviera viviendo la situación conmigo.
Cuando terminé de hablar, Karla se quedó en silencio por un momento, procesando todo lo que había escuchado. Luego, su rostro se iluminó con una mezcla de enfado y determinación.
—¡Eso es horrible!—exclamó, golpeando la mesa con la mano. —¿Cómo puede alguien tratar a otra persona de esa manera?—
Me sentí aliviada de que Karla estuviera tan indignada en mi nombre. Sabía que podía contar con su apoyo y comprensión.
—Lo sé, es increíble—le dije, sacudiendo la cabeza. —Pero estoy harta de vivir así. Estoy harta de ser tratada como si fuera inferior. Estoy harta de ser controlada y manipulada—
Karla asintió con la cabeza, con una mirada firme. —No te preocupes, Abigail. Estoy aquí para ti. Vamos a hacer algo para cambiar esta situación. Vamos a encontrar la manera de que te liberes de esa relación tóxica y empieces a vivir la vida que mereces—
Me sentí un peso levantado de mis hombros al saber que Karla estaba conmigo.
—Gracias, amiga— le dije, con lágrimas en los ojos. —Significa mucho para mí saber que tengo tu apoyo para hablar estás cosas—
Karla me abrazó y me dijo: —Siempre estaré aquí para ti, Abigail. Somos amigas—dice ella mientras seguimos hablando de que hemos hecho ambas durante todo este tiempo.
Me despido de Karla con una sonrisa en el rostro, sintiendo una sensación de alivio y gratitud por haber podido compartir mi historia con ella. Tomo un taxi y mientras camino de regreso a casa, me siento más ligera, como si hubiera dejado atrás un peso que había estado cargando durante mucho tiempo.
Al llegar a casa, veo a Wilians sentado en el sofá, mirando la computadora con una expresión indiferente. No nos decimos nada, solo nos miramos brevemente antes de que yo suba a mi habitación. La tensión entre nosotros es palpable, y puedo sentir la incomodidad en el aire.
Me pregunto qué estará pensando Wilians, si ¿estará molesto aún por la discusión de esta mañana?, pero no me importa. Estoy cansada de tratar de leer su mente y de intentar complacerlo.
Me voy a mi habitación y cierro la puerta detrás de mí, sintiendo una sensación de paz y tranquilidad. Me siento en mi cama y saco mi teléfono para enviarle un mensaje a Karla, agradeciéndole nuevamente por escucharme y por ser una amiga tan increíble.
Mañana es sábado, y Karla me invitó a salir a bailar. Estoy emocionada de poder salir y divertirme un poco, de dejar atrás las preocupaciones y los problemas por un rato. Me siento agradecida por tener a Karla en mi vida, alguien que me apoya y me entiende.
Me cambio de ropa y me dirijo a la cocina, sintiendo un poco de hambre y pensando en qué puedo cocinar para satisfacer mis antojos. De repente, recuerdo que tengo ganas de un puré de papas con tocino, un plato reconfortante y delicioso que siempre me hace sentir bien.
Bajo por las escaleras y veo que Wilians sigue ahí en su computadora Pero no le doy la más mínima importancia y entro a la cosina.
Me pongo a pelar las papas y a cortar el tocino en trozos pequeños, mientras el aroma a comida casera comienza a llenar la cocina. Me siento un poco más relajada al cocinar, como si estuviera haciendo algo que me gusta y me hace sentir bien.
Me distraigo mientras pelo las papas, pensando en la discusión que tuve con Wilians y en cómo me siento ahora. De repente, el cuchillo se desliza y me corta un poco un dedo. Doy un fuerte grito de dolor y sorpresa, y de inmediato, Wilians aparece en la cocina, preocupado.
—¿Qué pasa?—me pregunta, mirándome con una expresión de alarma en su rostro.
Me miro la mano y ve que estoy sangrando un poco. Me siento un poco mareada y trato de mantenerme calmada.
—Me corté— le digo, tratando de mantener la voz firme.
Wilians se acerca a mí y toma mi mano para examinarla. —¿Qué estabas haciendo?— me pregunta, mientras busca algo para limpiar la herida.
Me siento un poco incómoda con su cercanía, pero trato de no decir nada. —Estaba pelando papas— le respondo, mientras él busca un paño limpio para aplicar presión en la herida.
Wilians me mira a los ojos y veo una mezcla de preocupación y algo más en su mirada. —¿Estás bien?—me pregunta, con una voz un poco más suave que de costumbre.
Asiento con la cabeza, sintiendo un poco de alivio al ver que la herida no es tan grave como pensaba. —Sí, estoy bien— le digo, mientras él sigue aplicando presión en la herida.
Por un momento, me siento como si todo estuviera bien entre nosotros, como si la discusión que tuvimos no hubiera pasado. Pero luego recuerdo todo lo que ha sucedido y me siento incómoda de nuevo.
El puré de papas con tocino está listo, y me siento emocionada de probarlo. Me sirvo un plato y me siento en la mesa de la cocina, disfrutando del sabor y la textura del plato. Es exactamente lo que necesitaba, un momento de paz y tranquilidad en medio de todo el caos que ha estado sucediendo en mi vida.
Mientras como, pienso en mañana y en la noche que pasaré con Karla. Estoy emocionada de salir y divertirme un poco, de dejar atrás las preocupaciones y los problemas por un rato. Me siento agradecida por tener a alguien como Karla en mi vida, alguien que me apoya y me entiende.
Wilians me mira con una expresión de autoridad y me dice con voz fuerte: —Ya te he dicho que no tienes que cocinar, para eso hay empleados. ¿Por qué no me escuchas?—
Siento un golpe de ira y le quito mi mano con brusquedad, apartándolo de mí. —Yo quise cocinar porque sí— le digo, con una voz firme y desafiante. —No necesito que me digan qué hacer en mi propia cocina—
Wilians me mira con sorpresa y enfado, su rostro enrojecido por la ira. —¿Cómo te atreves a hablarme así?— me pregunta, su voz llena de autoridad y desprecio.
Me siento un escalofrío por la espalda al ver su reacción, pero me niego a retroceder. —Me atrevo porque soy capaz de hacerlo— le digo, con una voz firme y segura. —Y porque no voy a dejar que me digas qué hacer en mi propia casa—
La tensión entre nosotros es palpable, y puedo sentir el aire cargado de emoción. Wilians me mira con una mezcla de enfado y desdén, y yo le devuelvo la mirada, desafiante y segura. Por un momento, parece que todo puede suceder.
Wilians da un paso hacia mí, su rostro enrojecido por la ira. —No sabes lo que estás haciendo, Abigail—me dice, su voz baja y amenazante. —No sabes cómo manejar las cosas en esta casa—
Me siento un escalofrío por la espalda al ver su reacción, pero me niego a retroceder. —Sí, sé lo que estoy haciendo—le digo, con una voz firme y segura. —Estoy cocinando para mí misma, porque quiero y porque puedo—
Wilians se acerca más a mí, su mirada intensa y desafiante. —No te permito que me hables así—me dice, su voz llena de autoridad y desprecio. —No te permito que me desafíes—
Me siento una sensación de miedo y ansiedad al ver su reacción, pero también me siento determinada a no dejar que me controle. —No te estoy pidiendo permiso— le digo, con una voz firme y segura. —Estoy haciendo lo que quiero, y no voy a dejar que me detengas—
La tensión entre nosotros es cada vez más palpable, y puedo sentir el aire cargado de emoción. Wilians me mira con una mezcla de enfado y desdén, y yo le devuelvo la mirada, desafiante y segura. Por un momento, parece que todo puede suceder.
—Por favor, sal de la cocina—le digo, mientras me mantengo firme en mi posición.
Wilians me mira con sorpresa y enfado, como si no pudiera creer que le esté pidiendo que se vaya. —¿Qué estás diciendo?—me pregunta, su voz llena de incredulidad.
Me mantengo firme y repito mi petición. —Te estoy pidiendo que salgas de la cocina— le digo, con una voz clara y decidida. —Quiero terminar de cocinar en paz—
Wilians me mira durante un momento, como si estuviera considerando si debe o no cumplir con mi petición. Luego, finalmente, se da la vuelta y sale de la cocina, cerrando la puerta detrás de él con un golpe seco.
Me siento un suspiro de alivio al verlo irse, y me doy cuenta de que estoy temblando ligeramente.
Me tome un momento para calmarme y terminar de cocinar mi puré de papas con tocino. Quiero disfrutar de esta comida en paz, sin la presencia de Wilians y su actitud dominante.