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Idealizado

Idealizado

Status: Terminada
Genre:Elección equivocada / Completas
Popularitas:1.5k
Nilai: 5
nombre de autor: criis jara

Idealizado es una novela juvenil que narra la vida de Elena, una adolescente atrapada en un hogar marcado por la violencia doméstica y el abuso psicológico de su padre. A través de su amistad con Carla, un breve romance con Lucas y su propio proceso de resiliencia, Elena enfrenta el dolor, la pérdida de su madre y la búsqueda de justicia. Con un estilo emotivo y crudo, la historia explora temas de empoderamiento, superación y la lucha contra el silencio, culminando en un mensaje de esperanza y amor propio.

NovelToon tiene autorización de criis jara para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Flores Marchitas

El cielo estaba gris. No llovía, pero el aire tenía ese peso húmedo que precede al llanto del mundo. Las flores que cubrían el ataúd de su madre empezaban a marchitarse, igual que muchas partes de Elena desde aquel día.

La ceremonia había terminado.

Elena, con un vestido negro que parecía quedarle más grande de lo que era, caminaba en silencio junto a Carla. Salían del cementerio lentamente, como si sus cuerpos no quisieran aceptar lo que su mente ya sabía: su madre no estaba más.

Carla no decía nada, pero no la soltaba. A veces eso bastaba.

Elena tenía los ojos fijos en el suelo. Los pasos sobre el pasto mojado, los murmullos lejanos de la gente que ya se dispersaba, el viento frío que le sacudía el cabello: todo le parecía lejano.

Hasta que, sin querer, murmuró:

—Nunca imaginé despedirla así...

Carla apretó su brazo con suavidad.

—Ella estaría orgullosa de vos, Lena. De cómo la acompañaste, de cómo estás resistiendo todo esto.

Elena asintió, aunque no estaba segura. El dolor seguía ahí, profundo, pero había algo más... una rabia contenida, una sed de respuestas.

El cementerio se iba vaciando lentamente. El sol, oculto tras las nubes grises, apenas iluminaba el sendero de tierra por el que caminaban. Carla sostenía con fuerza la mano de Elena mientras los padres de su amiga las seguían en silencio, dándoles su espacio.

—Elena, si querés te venís a casa con nosotros —le ofreció con dulzura la madre de Carla—. No hace falta que estés sola hoy.

Elena se detuvo. Miró al frente con la mirada seca, sin lágrimas, pero con una firmeza nueva en los ojos.

—Gracias, en serio… pero quiero ir a mi casa.

—¿Estás segura? —preguntó Carla con preocupación.

Elena asintió.

—Sí. Tengo que hacerlo.

El silencio de todos fue respuesta suficiente. En el trayecto de regreso, nadie insistió. Al llegar, el auto se detuvo frente a esa casa que ya no se sentía hogar.

Elena bajó despacio. Se despidió con un leve gesto de la cabeza. Carla quiso abrazarla, pero ella solo le sonrió un poco.

—Estoy bien. Te aviso cualquier cosa, lo prometo.

La puerta se cerró y el auto se alejó.

Frente a la casa, el silencio era denso. Elena tragó saliva. Hacía días que no pisaba ese lugar. Desde aquella noche en que su vida cambió para siempre.

Tomó aire. Giró la llave.

La puerta se abrió con un leve chirrido y, al entrar, el olor la golpeó como una bofetada. Polvo. Humedad. Sangre.

Todo seguía allí. El florero roto. El mantel manchado. La marca de sangre seca en el piso, esa que su madre dejó al caer.

Elena cerró la puerta detrás de sí y se quedó unos segundos en la entrada, quieta. Respiró hondo. Su pecho subía y bajaba lentamente, conteniendo algo.

Hasta que se movió.

Fue hasta la cocina, encontró guantes, trapos, baldes. Puso música bajito, no para distraerse, sino para acompañar el silencio. Comenzó a limpiar. A desinfectar. A borrar las huellas del dolor con manos temblorosas pero decididas.

Después, subió a su habitación, buscó el teléfono y llamó a un cerrajero.

—Hola, ¿puede venir urgente? Necesito cambiar todas las cerraduras de mi casa.

Cuando colgó, se quedó mirando por la ventana.

Esa casa había sido un infierno. Pero ahora era suya. Y no dejaría que volviera a ser el lugar donde reinaran el miedo y el silencio.

Luego de cambiar todas las cerraduras y asegurarse de que todo estuviera en orden, Elena se quedó un instante en medio del silencio. La casa estaba limpia, distinta, pero aún se sentía vacía. Todo lo que había ocurrido seguía latiendo en las paredes, en cada rincón, en su pecho.

Respiró hondo y se miró en el reflejo de una ventana. El cabello desordenado, la cara pálida, los ojos hinchados… pero algo en su mirada era distinto. Tal vez no más fuerte, pero sí más decidida.

Se sentó en el sofá y por primera vez en días se permitió cerrar los ojos sin derrumbarse.

Era hora de empezar de nuevo.

Se abrazó a sí misma y susurró como si fuera un mantra, como si al decirlo pudiera convencerse de que podía con todo.

—Despertá de tus sueños, Elena… —murmuró sin voz—. Dejá de soñar. Esta es la realidad...

Y ahora, nadie me puede salvar.

Pero ni siquiera eso la detuvo. Porque aún rota, estaba de pie. Y eso, aunque no lo supiera todavía, ya era una forma de empezar.

1
Blanca Ordaz
muy buena trama hermoso mensaje de amo y supervivencia felicidades por esta hermosa novela de aprendizaje
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