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Confusión Nuestra

Confusión Nuestra

Status: En proceso
Genre:Grandes Curvas / Malentendidos / Romance entre patrón y sirvienta / Diferencia de edad / Apoyo mutuo / Mi novio es un famoso
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Koh

Dalia comenza a trabajar como ama de llaves para un pariente /no pariente lejano de su padre, quien era un pintor famoso de pintura erótica; para ayudarse en sus gastos personales mientras termina la universidad. Pero termina en las manos seductoras y perversas de este pintor, confundiendo sus prioridades en la vida.

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Capítulo 19

Las siguientes dos semanas transcurrieron a paso tortuga o así lo sintió Dalia, sintiendo que se volvían eternos, pero también de alguna manera, lograban hacerla olvidar el dolor de su corazón y las ganas de ir a la casa de Kei, de ver cómo estaba. Sin embargo, y para su sorpresa, recibió una llamada de él.

Sintió su corazón palpitar más rápido y el estómago encogerse de la emoción creciente. Aunque nerviosa, tomó la llamada e intentó sonar tranquila, pero su voz la traicionó, denotando cierta alegría.

-¿Hola? ¿Kei?

-Dalia – la voz de él sonó como un susurro, haciendo estragos en su cuerpo – Te necesito…

Salió de los labios de él como una plegaria, llenándola de emociones contradictorias, estando asustada y emocionada al mismo tiempo, se llevó la mano al pecho, intentando que no se le escapara porque lo sentía retumbar tanto que pensó que se le saldría. Apretó los labios, conteniendo sus emociones, pero las palabras salieron como un suspiro.

-Yo… yo también te necesito…

Dalia cerró los ojos al verse débil, pero tanto tiempo sin verlo, sin sentirlo, le estaba pasando factura. Ya nada de lo que hacía le daba satisfacción o emoción, incluso en su casa, a penas y decía algo a sus hermano y ellos lo habían notado, preocupando a todos por su desanimo. Así que escucharlo decir que la necesitaba, la llenaba de emoción y expectativa.

El miedo aun la mantenía precavida, pero en cuanto escuchó la petición de Kei, no pudo evitar ser débil.

-Quiero verte Dalia, realmente quiero verte…

Dalia abrió la boca, buscando palabras para pedir explicaciones, pero tonta famélica de él accedió sin tanto obstáculo.

-Sí – murmuró.

-Ven a mi casa.

Dalia vio la hora de su cuarto, mostrando las ocho, no hacía mucho que había cenado con sus hermanos y ellos intentaban hacerla reír con sus ocurrencias. Habían logrado que olvidara su tristeza y la habían mimado como nunca lo habían hecho ese par de revoltosos, estaba muy agradecida y feliz con el crecimiento de ellos, pero su anhelo por Kei la hizo salir de la casa tan tarde.

-¿A dónde vas, hermana? – preguntó Leo, parecía preocupado por la apariencia ansiosa de su hermana – Ya es tarde.

-Leo – Dalia se puso nerviosa, era como si la hubiese pillado haciendo algo malo – Bueno… hay algo que necesito hacer… ¡olvidé algo de mi oficina! Sí, sí, y es de suma importancia que lo termine porque es fin de semana…

-¿No puede esperar hasta el lunes? – el niño comenzaba a sospechar e incluso cruzó los brazos – Solo eres una practicante, ni siquiera tienes un contrato con ellos.

Leo era el más inteligente de los gemelos y al instante notó la extrañeza de su hermana. En el último mes había estado cabizbaja, triste y deprimida; ella no sonreía como antes, no era habladora como antes e inclusive, su gusto por la cocina se había esfumado, comprando comida para las tres comidas. Era inaudito ver a su hermana decaída y perezosa, sin embargo, también les hizo a él y a su hermano Max, hacer más en la casa, ayudar y hasta cocinar, no deberían depender tanto de ella, y más aun viéndola triste. Así que, verla más animada y saliendo furtivamente, le dio la impresión que el causante de su ansiedad era ese hombre que era su novio.

Chasqueó la lengua molesto, porque aún no habían ajustado cuentas con ese hombre que hacía sufrir a su querida hermana.

-Pues… soy una persona responsable – evitó los ojos de su hermano que parecían ver a través de su mentira – Me conoces y no dejaré las cosas sin terminar. Ah le avisas a papá…

Dalia no le dio oportunidad de indagar más y se escapó. Leo solo pudo suspirar. Ya sabía que su hermana era mayor, pero le preocupaba que solo jugaran con ella quien era una buena mujer. Pero averiguaría quién diablos era el novio de su hermana para charlar con él, aunque eran más jóvenes, no permitirían que lastimaran a su hermana. Eso jamás.

...****************...

Por otro lado, Dalia dejó escapar un suspiro de alivio al poder salir y que Leo no continuara su interrogatorio, no obstante se sintió culpable al actuar como una ladrona y una mentirosa, pero no podía evitar como la polilla al fuego, ir al encuentro con Kei, así que, rápidamente salió a la calle para tomar un taxi.

Lo que no esperó fue ver el auto de Kei pegándose junto a ella, y cuando la ventanilla se bajó, pudo ver el rostro del hombre que aún le robaba el sueño. Él parecía demacrado con ojeras debajo de los ojos y una mirada opaca, incluso parecía más delgado, se preguntaba si así como ella, sufría por su ausencia.

De pronto él salió del coche y sin preámbulo la abrazó, causando un torrente de lágrimas que cayeran a raudales, y ni siquiera se resistió e incluso devolvió el abrazo, envolviendo la cintura de él y hundiendo su rostro en el pecho de él.

Kei la abrazó más fuerte y sintió al fin su corazón calmarse luego de un mes ansioso por la ausencia de Dalia. Ahora estaba seguro y aceptaba incrédulo que se había enamorado de ella. Este tiempo sin ella lo había vuelto loco, angustiado y desesperado. No podía dormir, soñando que la tenía en sus brazos, haciéndole el amor, pero que al despertar, estaba solo, en una cama fría con una erección insoportable.

Pintaba para intentar calmar su mente solo para terminar haciendo un retrato de ella, incluso en sus pinturas eróticas, ella era plasmada con las expresiones apasionadas de las que él había sido testigo y causante de ellas.

La había extrañado inconmensurablemente. Estas semanas fueron como años sin verla, pero no podía soportarlo más y más aún que había venido una loca queriendo estafarlo, pero eso se solucionaría pronto, y podría al fin estar tranquilo, con Dalia a su lado.

Sin más, y luego de escuchar su llanto, tomó su barbilla y le depositó un beso, primero casto para luego devorarle los labios, esos labios que había anhelado desde el primer día de ausencia. La abrazó de la cintura, pegándola a su cuerpo; y ansioso de sentir su piel, pasó su mano debajo de su blusa, acariciando su espalda, sacándole un gemido, haciendo que su amiguito se levantara ansioso.

Luego de un rato deleitándose de los labios de Dalia, logró romper el beso para murmurarle en los oídos:

-Realmente te extrañé – descansó su barbilla en el cuello de ella, aspirando su aroma a lavanda – Lo siento por ser un idiota.

Dalia lloró y sintió su corazón seco, volver a la vida. También ella lo había extrañado, y había sentido su alma vacía sin su compañía, sin su voz. Y el hecho de que él la buscara y admitiera su error, le daba la esperanza que también la amaba.

Pero toda ilusión se rompió con la llegada de alguien inesperado.

-¡Vaya! ¡Qué conmovedor!

Ambos se sobresaltaron y miraron en dirección de la voz.

-¿Qué haces aquí?

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