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Abril vuelve a casa después de tres años, obligada por la enfermedad de su madre.
Lo último que esperaba era reencontrarse con Elías, su padrastro, el hombre con quien compartió un amor prohibido que marcó su vida para siempre.
Mientras intentan convivir bajo el mismo techo sin caer de nuevo, viejos sentimientos comienzan a despertar, las miradas se hacen mas largas, mientras las distancias se acortan y los límites desaparecen.
Esta es una historia de pasión, culpa y decisiones difíciles....
Porque hay amores que no deberían existir… pero existen...
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Una verdad que no se puede esconder
-Capítulo 20-
Luciano y Abril caminaron sin prisa por las calles tranquilas del pueblo, con el sol del mediodía filtrándose entre los árboles. Abril mantenía las manos en los bolsillos de su abrigo liviano, con la cabeza algo agachada, mientras Luciano la miraba de reojo, esperando que fuera ella quien rompiera el silencio.
—Te llamé tres veces —dijo finalmente— Cuando no respondiste, fui a tu casa, tu mamá me dijo que habías salido temprano y que no habías vuelto.
Abril lo miró de lado, con una pequeña mueca de culpa.
—Solo necesitaba pensar… despejarme.
—Me imaginé —respondó con suavidad— Igual me alegra haberte encontrado, te veías mal hace un rato, Abril.
Ella asintió en silencio, la amabilidad de Inés había sido un inesperado alivio, pero el malestar seguía latente bajo su piel, no era solo físico, sino emocional. Todo se sentía demasiado, las palabras de Yazmin seguían resonando en su cabeza: "Puede ser un falso negativo, Abril, nada es imposible".
Mientras caminaban, se detuvieron frente a una pequeña farmacia en la esquina de una avenida. Abril se quedó mirando el letrero sin moverse.
—Voy a entrar —dijo de pronto, sin mirarlo —Espérame afuera, por favor.
Luciano alzó una ceja, pero no preguntó, se quedó afuera, apoyado contra la pared del local, esperando. Abril entró con el corazón golpeándole el pecho. Pidió la prueba de embarazo con voz baja, casi inaudible, como si las palabras quemaran su lengua, la farmacéutica le dio una mirada cómplice y comprensiva, sin decir nada más.
Al salir, guardó la bolsa en el bolso y miró a Luciano.
—Perdon Luciano, pero me tengo que ir a casa, necesito descansar... Últimamente, no me encuentro bien.
—Quieres que te lleve, mi auto está estacionado a unas cuadras —dijo Luciano, con un tono preocupado.
—No... Esta bien, iré caminando —sonrió suavemente —Mi casa no esta tan lejos a pie.
—¿Estás segura? —preguntó él, preocupado.
—Sí… Gracias por venir a buscarme.
Se separaron frente a la plaza, y Abril caminó sola de regreso, todo el trayecto pensó en Elías, en la carta, en la posibilidad latente y aterradora de estar embarazada. Al llegar, la casa estaba vacía. Su madre debía estar con Renzo, y Elías, probablemente trabajando en el galpón o en el campo.
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Con manos temblorosas, entró al baño, el sonido del plástico al abrirse pareció ensordecedor en medio del silencio. Siguió las instrucciones con una mezcla de frialdad y nervios, dejó la prueba sobre el lavabo y se sentó en el borde de la bañera, abrazándose a sí misma.
...Un minuto...
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...dos minutos...
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...tres minutos.....
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Cuando se atrevió a mirar, sus ojos se llenaron de lágrimas.
Positivo.
Un golpe seco en el pecho, una ola de emociones que la dejaron sin aliento, se llevó la mano a la boca, intentando reprimir un sollozo. Estaba embarazada…. De Elías, y no sabía qué hacer.
La puerta de la casa se abrió de repente.
—¿Abril? —la voz de Elías resonó por el pasillo— ¿Estás bien?.
Ella rápidamente escondió la prueba en el bolsillo de su pantalón que lo cubría el fino suéter color crema que llevaba puesto, se lavó la cara y salió, editando su mirada en todo momento.
—Sí… solo estaba lavándome la cara —dijo, con una débil sonrisa —Estoy bien.
Elías se acercó, notando sus ojos húmedos.
—¿Estás segura?
Abril no respondió, lo miró y asintió, aunque su interior gritaba todo lo contrario, el hombre la observó unos segundos más antes de retirarse a la cocina, sin insistir.
Abril se quedó de pie, mirando la espalda de Elías alejándose. Las palabras se amontonaban en su mente, pero ninguna era lo suficientemente clara. Pensaba en su madre, en Elías, en el romance que tenían escondido, en la amenaza de esa carta, y ahora, en la posibilidad de una nueva vida creciendo dentro de ella.
El miedo le trepó por la garganta.
—Tengo que escapar… —susurró.
Y esa idea comenzó a crecer como una semilla peligrosa en su corazón.
Ese Elías es el esposo de la mamá???
¿Como están?
Espero que bien. 💕
Me gustaría saber que opinan sobre Gael y Joan ¿les agradan?