Hace años, Ilán le mintió a su exmarido, Damon, diciéndole que el bebé que había dado a luz había muerto. Lo hizo por la profunda decepción que sentía hacia él, quien lo había abandonado en el momento más vulnerable, cuando estaba a punto de dar a luz.
Ahora, Ilán se ve obligado a enfrentarse nuevamente a Damon, ya que su hijo/a necesita desesperadamente un donante de médula ósea.
¿Cómo reaccionará Damon al descubrir que su hijo/a sigue vivo y está gravemente enfermo debido a la enfermedad que padece?
—Cásate conmigo otra vez, Ilán —dijo Damon, su voz impregnada de autoridad, mientras las feromonas alfa llenaban la habitación, abrumando a Ilán con una mezcla de tensión y deseo reprimido.
—Acepto... —respondió Ilán, conteniendo la respuesta instintiva de su cuerpo al poder que emanaba Damon—, pero después de que quede embarazado y dé a luz, nos separaremos.
El aire cargado de feromonas hizo que la atmósfera se volviera insoportable, incrementando la tensión entre ambos...
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20
Ilán caminaba apresuradamente, cargando a Gio en sus brazos, ignorando por completo los gritos de Damon que lo llamaban. Lo único que quería en ese momento era alejar a su hijo del desastre que acababa de presenciar en la oficina de su esposo. El aire a su alrededor aún estaba impregnado con el aroma de las feromonas, una mezcla entre la tensión amarga de Damon y el seductor y dulce olor de Juan. Todo le daba náuseas.
"Nunca cambiarás, Damon. Eres un bastardo y lo serás para siempre" pensaba Ilán, mientras contenía la rabia que bullía en su pecho. Sabía que no podía perder el control delante de Gio.
Gio, que ya había sido bajado de los brazos de su papi, tiraba de su mano con insistencia mientras entraban al ascensor.
—¿Por qué nos vamos, papi? Quiero ver a papá— dijo Gio, con la inocencia de un niño que no entendía la gravedad de lo que había ocurrido.
Ilán respiró profundo, controlando las emociones que amenazaban con desbordarse.
—Más tarde verás a tu papá, bebé. Ahora está ocupado— respondió con una calma que le costaba mantener, su voz apenas un susurro mientras acariciaba la cabeza de su hijo.
Gio asintió con resignación, aunque el desánimo se reflejaba en su rostro. Ilán, viendo que su pequeño aceptaba su explicación sin más que una pequeña mueca, intentó sonreír. Pero esa sonrisa apenas había asomado en sus labios cuando las puertas del ascensor se abrieron, revelando la imponente figura de Damon esperándolos del otro lado.
—¡Papá!— gritó Gio emocionado, saliendo disparado del ascensor para abrazar a su padre.
Ilán, aunque quería evitar a toda costa cualquier tipo de interacción con Damon, no tuvo más remedio que salir también. Estaban en la planta baja, justo en la salida del edificio, y no había manera de escapar de la situación.
Damon se las había arreglado para bajar antes que ellos usando el ascensor privado. Ahora estaba de pie frente a él, con esa sonrisa que hacía que su estómago se revolviera. El aroma de sus feromonas alfa llenaba el aire, una mezcla entre remordimiento y posesividad que solo empeoraba las cosas.
—Hola, campeón— Damon acarició el cabello de Gio antes de levantarlo en brazos. El niño se aferró a su cuello, sonriendo felizmente, ajeno a la tensión que flotaba en el ambiente. —¿Qué hace mi pequeño aquí?
Era raro que Ilán y Gio lo visitaran en la oficina. Damon sabía que algo no estaba bien, sobre todo con la inesperada aparición de Juan en su despacho.
—Gio quería almorzar contigo— dijo Ilán, con la voz tensa, mirando hacia otro lado. —Así que lo traje aquí.
Damon desvió su mirada de Ilán hacia Gio, intentando que el peso de la situación no lo aplastara. A pesar de todo, trataba de mantener la compostura frente a su hijo.
—Claro que almorzaremos juntos. ¿Qué te gustaría comer, campeón?— preguntó Damon, caminando hacia su coche mientras cargaba a Gio.
Ilán, aunque no quería, tuvo que seguirlos. No podía simplemente alejar a su hijo de Damon sin causarle más problemas. Su mente estaba sumida en una tormenta de pensamientos, queriendo gritarle a su esposo, pero sabiendo que no podía hacerlo frente a Gio.
Cuando Damon abrió la puerta del coche y acomodó a Gio en su asiento, Zack apareció corriendo, jadeando de cansancio.
—Perdón, señor. No sabía que Ilán y el pequeño habían venido— dijo Zack, claramente nervioso. Se había ausentado para ir al baño justo cuando Ilán y Gio habían entrado en la oficina, y para cuando regresó, se encontró con Juan furioso, dispuesto a seguirlos. Zack había logrado interceptarlo antes de que causara más problemas.
—No te preocupes— contestó Damon, con un tono serio mientras miraba a su asistente. —Encárgate de Juan. No quiero que moleste a mi familia otra vez— ordenó, con sus feromonas alfa transmitiendo una autoridad indiscutible.
—Sí, señor— Zack inclinó la cabeza y se retiró rápidamente para cumplir la orden.
Damon entró en el coche y condujo hacia el restaurante favorito de Gio, un lugar de comida rápida que el niño adoraba. Durante todo el trayecto, Ilán permaneció en silencio, respondiendo ocasionalmente a las preguntas de Gio, pero ignorando completamente a Damon.
Cuando llegaron al restaurante, la tensión entre Damon e Ilán era palpable. Incluso Gio, a pesar de su inocencia, parecía notarlo, aunque lo atribuía a la concentración de sus padres. Después de pedir la comida, mientras Gio jugaba con sus juguetes en la mesa, Damon finalmente rompió el silencio.
—Ilán, no me malinterpretes. Lo que ocurrió antes no es lo que piensas— intentó Damon, con la voz baja, como si temiera despertar la tormenta que ya sabía que estaba por desatarse.
Ilán, incapaz de soportar más la situación, lo interrumpió, su voz cargada de emociones contenidas.
—¿Por qué, Damon? ¿Por qué no me dijiste que seguías viéndote con Juan?— Su tono era firme, pero mantenido bajo control por respeto a Gio, que estaba distraído jugando. —Si me lo hubieras dicho desde el principio, nunca habría aceptado casarme contigo otra vez— añadió, sus ojos centelleando con furia contenida.
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