Ariana una joven de veinte años es obliga a casarse con un hombre que no conoce, todo para salvar la vida de su padre, el único familiar que le queda en esta vida, ella terminará amando y odiando al hombre con el que le tocó compartir su vida, pero no sabrá si es más el odio o el amor lo que mad siente por ese hombre.
NovelToon tiene autorización de Meche para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
#20
Sergio ya iba camino a casa cuando recibió aquel mensaje de Ariana. Ella le pidió en un texto que regresara, solo fueron esas palabras, y solo bastó eso para que él diera la vuelta a toda velocidad. Su corazón latía con fuerza mientras aceleraba de regreso. El deseo dentro de él se encendía con cada kilómetro que avanzaba, y su amigo despertó antes de tocar la puerta.
Cuando llegó, Ariana ya lo esperaba. Al escuchar el auto regresar, abrió la puerta sin darle tiempo a Sergio de tocar. Ella se lanzó sobre él, rodeándolo con sus brazos y piernas, besándolo con una urgencia que revelaba todo lo que sentía. Era todo lo que ella necesitaba, y él lo sabía.
Sergio la cargó con facilidad, y tras de ellos, la puerta se cerró. Sin pedir permiso, la llevó hasta el sofá. La recostó suavemente y se subió sobre ella, besándola hasta dejarla sin aire. Sus manos se movían con destreza, explorando su cuerpo con una mezcla de ternura y pasión. Ariana respondía a cada caricia con gemidos suaves, sus dedos enredándose en el cabello de Sergio.
Los besos se volvieron más profundos y apasionados, y el tiempo parecía detenerse. Sergio metió su mano por debajo de la tela de Ariana y tocó su zona baja. Pudo darse cuenta de lo húmeda que estaba, y sin dudarlo, sacó su dedo para saborear sus jugos. Ariana cerró los ojos, perdida en las sensaciones que él le provocaba.
—Es tu primera vez, ¿verdad? — susurró Sergio, sus labios apenas rozando los de ella.
Ariana asintió, su respiración entrecortada. —Sí— respondió, su voz un susurro tembloroso.
—Te trataré con amor— prometió Sergio, mirándola a los ojos con una ternura infinita.
Con cuidado, Sergio comenzó a desnudarla en medio de la oscuridad, sus movimientos lentos y considerados. Al mismo tiempo, se quitó su propia ropa, cada prenda cayendo al suelo sin hacer ruido. Volvió a besarla, posicionándose en su entrada, preparándose para el momento que ambos habían estado deseando.
Intentó entrar varias veces, suave, mientras suavizaba su camino con sus manos y susurros tranquilizadores. Ariana soltó un fuerte gemido al sentir el gran tamaño de Sergio dentro de ella. Pensó que sería un trauma, pero no. Sergio la trató de una manera respetable y dulce, cuidando cada uno de sus movimientos para no lastimarla.
Ariana se dejó llevar por las sensaciones, sus gemidos mezclándose con los suspiros de Sergio. Él se movía con lentitud, disfrutando de cada segundo, sintiendo cada reacción de Ariana. No quiso durar tanto dentro de ella, sabiendo que ahora solo sentiría dolor. Con un último movimiento profundo, descargó sus líquidos dentro de ella, sintiendo una mezcla de placer y alivio.
Después, la llevó a la cama en brazos. Ariana se aferró a él, su respiración volviendo lentamente a la normalidad. Sergio la acostó con cuidado y fue al baño a buscar una toalla. Regresó y la limpió con suavidad, cada movimiento lleno de amor y consideración.
—¿Estás bien? — preguntó, su voz baja y preocupada.
Ariana asintió, una pequeña sonrisa asomándose en sus labios. —Sí, estoy bien. Gracias, Sergio—
Él se acostó a su lado, abrazándola con ternura. —Lo hice porque no quiero lastimarte, pero cuando estes lista, prometo que será un placer hacerte muchas cosas más— susurró, besando su frente.
Ariana se acurrucó más cerca de él, sintiendo una paz que nunca antes había experimentado. —Eres perfecto— respondió, sus ojos cerrándose lentamente.
Pasaron la noche abrazados, disfrutando de la intimidad que habían compartido. No había más palabras necesarias. El silencio estaba lleno de entendimiento, de promesas no dichas, pero claramente entendidas. Habían cruzado una línea juntos, y sabían que nada volvería a ser igual.
La mañana llegó con una luz suave que se filtraba por las cortinas. Ariana fue la primera en despertar, su cuerpo aún adormecido por las emociones de la noche anterior. Miró a Sergio, que dormía a su lado, y sintió una oleada de amor y gratitud.
Con cuidado, se deslizó fuera de la cama y se dirigió al baño. Se miró en el espejo, su reflejo mostrando una mujer diferente, más segura, más consciente de sí misma. Lavó su cara y regresó a la habitación, donde Sergio comenzaba a despertar.
—Buenos días— dijo, su voz llena de dulzura.
Sergio sonrió, estirándose en la cama. —Buenos días, hermosa—
Se levantaron y se vistieron en silencio, compartiendo miradas y sonrisas cómplices. La vida fuera de aquella habitación los esperaba, pero sabían que algo fundamental había cambiado entre ellos. Habían compartido más que un momento físico; habían compartido una conexión que los uniría de manera irrevocable.
Antes de salir, Sergio la abrazó una vez más, besándola suavemente. —Vamos a tomar un desayuno juntos— sugirió. Ariana asintió, contenta con la idea. Salieron juntos, listos para enfrentar el mundo, sabiendo que, pase lo que pase, siempre se tendrían el uno al otro.
—Seguro que sí, aún nos queda celebrar que hemos consumado este matrimonio— Sergio la ayudó a subir al auto, ella irían a desayunar y luego la llevaría al restaurante, Sergio sintió que la vida no podría ser perfecta, pero ahora lo era, Ariana era más de lo que esperaba, el solo estuvo unos minutos dentro de ella, y le hizo sentir muchas más cosas que las que sintió con una mujer veterana.