Anya siempre había llevado una vida tranquila hasta que conoció a Alicia, la nueva estudiante del instituto de la manada. Lo que comenzó como una bienvenida amigable pronto se convirtió en un infierno cuando Alicia, con su talento para la manipulación, consiguió volver a todos los amigos de Anya en su contra. Incluso los atractivos trillizos Ethan, Damien y Gael caen en las mentiras de Alicia y se burlan de Anya públicamente. Después de un ataque verbal por parte de un grupo de chicas influenciadas por los rumores, Anya decide contarles a sus padres lo que está pasando y se muda con su tía en otra ciudad.
En su nuevo hogar, Anya conoce a Emma y Max, sus primeros amigos verdaderos en mucho tiempo, quienes la ayudan a recuperar su confianza. Dos años después, se ve obligada a regresar a su antigua ciudad y descubre que está destinada a estar con los trillizos por un vínculo de la luna en la comunidad de licántropos. A pesar del destino dictado, Anya todavía siente dolor y traición.
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Capitulo XVIII
El aire se sentía raro mientras mis amigos y yo volvíamos por el camino a casa después de haber hablado con el Alfa Dereck. El sol ya empezaba a esconderse y todo estaba como cubierto de un brillo dorado, pero entre nosotros solo crecía la tensión. Desde que hablé con el Alfa para pedirle permiso, sentía sus miradas sobre mí, como si quisieran arrancarme respuestas, pero yo todavía no estaba lista para dárselas.
Y Lucas fue el primero en romper el silencio.
- ¿Entonces quién es exactamente ese tipo? — preguntó, lanzando una mirada sobre su hombro hacia el edificio en el que habíamos estado —. ¿Es como el alcalde de este lugar o algo así? ¿Y por qué necesitábamos guardias para entrar a la ciudad? Esto fue demasiado raro.
Intenté no mostrarme nerviosa, pero las palabras de Lucas golpearon en el punto exacto que había estado evitando todo este tiempo.
- No es nada de lo que preocuparse — dije, manteniendo la calma en mi voz —. Solo son reglas del lugar. Se acostumbra a tener medidas de seguridad en las fronteras.
Max alzó una ceja mientras caminaba a mi lado.
- ¿Y por qué tú puedes hablar con él como si lo conocieras de toda la vida? — preguntó, con la mandíbula tensa. Siempre tan protector, sobre todo cuando no entendía la situación.
Sentí cómo mi pecho se apretaba, pero antes de que pudiera responder, Emma intervino.
- Quizá este lugar tiene más secretos de los que nos has contado. Vamos, Anya, dime la verdad: ¿eres alguna especie de princesa secreta o algo así? — bromeó un poco, intentando aligerar el ambiente.
Intenté sonreír, pero el nudo en mi garganta no me lo permitió.
¿Cómo podría explicarles todo sin que pareciera una locura?
Tendrás que hacerlo en algún momento, ¿realmente crees que acabarán el año sin darse cuenta? Es más, no durarán ni una semana sin cuestionarte antes.
Juno, no estás ayudando — me quejé y ella solo bufó en respuesta.
Volteé por un momento hacia atrás, encontrándome con la mirada de Sophie, quien caminaba unos pasos más atrás, no dijo nada, pero su mirada afilada me decía que ella sospechaba algo.
Cambié de tema rápidamente, pero el alivio fue temporal. Mientras caminábamos hacia casa, no pude dejar de pensar en cómo podría manejar lo que venía. Y en lo inevitable que se hacía contárselos todo.
(...)
La primera semana en el instituto fue un caos silencioso. Mis amigos se enfrentaron a una hostilidad que no podían entender. Cada mirada de desprecio, cada comentario murmurado a sus espaldas. Sabía lo que estaba pasando, pero no podía decir nada. No todavía.
Alex, en particular, lo estaba pasando peor. Los chicos de tercer año eran más directos con su desdén. Vi cómo una y otra vez intentaban empujarlo al borde, y aunque él mantenía la calma, yo sabía que la situación lo afectaba.
Lucas y Max también sentían la presión, aunque intentaban sobrellevarlo con su típico humor.
Una tarde, durante el almuerzo, Emma estalló.
- ¡Es como si nadie nos quisiera cerca! — dijo con el ceño fruncido, dejando caer su tenedor en la bandeja —. ¿Qué demonios está pasando, Anya? ¿Por qué nos tratan así?
Sentí sus miradas sobre mí, especialmente la de Sophie, quien permanecía en silencio, pero sus ojos seguían fijos en mi rostro, como si esperara una confesión.
- No es nada personal — intenté decir, pero mi voz sonó vacía incluso para mí.
Eso fue increíblemente falso — recriminó Juno, molesta por mi actitud.
Lucas se inclinó hacia mí, sus ojos llenos de frustración.
- Anya, hemos sido amigos desde hace tiempo. No puedes seguir esquivando esto. ¿Por qué la gente aquí nos mira como si fuéramos una amenaza?
No podía seguir ocultándolo. Después de varios días evitando el tema, supe que había llegado el momento de contarles la verdad, aunque me aterraba su reacción. Los cité al bosque esa misma tarde, donde estaríamos a solas, lejos de miradas curiosas y oídos indiscretos.
Nos encontramos al borde del bosque, el lugar más apartado que conocía. Podía sentir mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho mientras mis amigos me miraban expectantes. No había marcha atrás.
- ¿Han escuchado hablar de los hombres lobo? Ya saben, como en Harry Potter… o… ¿recuerdan a Jacob de Crepúsculo? — solté de repente, evitando mirarlos directamente.
- ¿Crepúsculo? ¿De qué hablas? — Max arqueó una ceja, confundido.
- Claro que sí, pero ¿eso qué tiene que ver ahora? — Sophie se rio, claramente confundida — ¿Estás bien, Any?
- Any, ¿qué está pasando? Puedes contarnos lo que sea, en serio. — Alex me miraba curioso y a la vez, también preocupado.
Mordí mi labio inferior, los nervios apoderándose de mí, y el nudo en mi estómago no ayudaba en nada. Sin embargo, continué.
- Es solo que... ya saben, los hombres lobo no son solo algo de películas, tipo… existen de verdad. — dije, mientras jugaba con la punta de mis dedos.
Los demás se miraron entre ellos, claramente más confundidos que antes. Emma frunció el ceño.
- ¿Estás hablando en serio? — había cierto deje de molestia en su tono.
Tienes que hablar sin rodeos, es obvio que se molestarán si sigues así, vinieron por una explicación clara, Any — escuché a Juno, ahora con un tono más suave, es obvio que esta situación también la tiene harta.
Bien...
- Sí, claro. No soy de las que bromean con esto. — tragué saliva, el corazón me latía con fuerza. — Miren, sé que suena loco, pero… yo soy uno de ellos.
El silencio fue tan pesado que se podía escuchar el viento moviendo las ramas de los árboles. Ninguno de mis amigos dijo nada. Era como si estuvieran esperando que soltara un "es broma" en cualquier momento.
Lucas fue el primero en romper el silencio.
- ¿O sea que… te conviertes en un lobo? ¿Como… literal? — asentí lentamente, sonrojándome en el camino.
- Sí, exactamente como eso. Soy un licántropo — confirmé.
...
Hubo un segundo de silencio. Uno. Dos. Y luego estallaron en risas. No podía culparlos; ni siquiera yo creería algo así si no lo estuviera viviendo.
- ¿Licántropos? Vamos, Anya. Deja de bromear — dijo Max, sacudiendo la cabeza con una sonrisa.
- Anya, eso no tiene sentido. Los licántropos no son reales. Es solo una leyenda. — habló ahora Lucas y Emma asintió.
- ¿Qué sigue? ¿Vas a decirnos que vuelas?
- Lo que digo es verdad — insistí, sintiendo el nudo en mi garganta hacerse más grande —. Y la razón por la que la gente aquí nos trata de esa forma es porque ustedes son humanos. Ellos… nos ven como dos mundos diferentes.
Alex, quien hasta ahora había estado en silencio, me miraba fijamente, tratando de procesar lo que había dicho. Había algo en su mirada que me hizo dar un paso hacia él.
- Te lo voy a demostrar — dije suavemente, antes de retroceder unos pasos y dejar que mi cuerpo comenzara a cambiar.
La transformación fue rápida, pero, aun así, sentí la mirada de asombro de todos ellos sobre mí.
Juno se reveló ante sus ojos. El viento movió ligeramente mi pelaje, y por un instante, me sentí vulnerable. Vi cómo Lucas retrocedía instintivamente, el asombro marcado en su rostro. Max y Emma no apartaban los ojos, boquiabiertos, Sophia dio un paso atrás, cubriéndose la boca y Alex, por primera vez, no tenía palabras.
Lentamente, me acerqué a él -Alex-, con movimientos suaves y calculados. Podía ver cómo sus manos temblaban ligeramente, pero no se movió. Me incliné hacia él, dejando que su mano temblorosa se apoyara en mi cabeza.
Lo vi relajarse, aunque seguía con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Le permití acariciarme, sintiendo cómo sus dedos se hundían en mi pelaje con una mezcla de vacilación y fascinación.
- Esto es real... — murmuró Max, aún incapaz de creer lo que estaba viendo —. No puedo creerlo.
Emma, siempre la más rápida en recuperarse, dijo con su tono sarcástico habitual:
- Y yo que pensaba que la única cosa extraña de este lugar era la comida.
Sophia se acercó un poco más, aunque manteniendo su calma habitual.
- Bueno, si no lo hubiera visto con mis propios ojos, no lo creería. Pero ahora lo entiendo… Y no te preocupes, tu secreto está seguro con nosotros.
Poco a poco los demás se fueron acercando a mi para acariciarme.
- ¡Vaya! Es increíblemente suave — dijo Emm, mientras se restregaba en mi — Quiero abrazarte muy muy fuerte — se aferró sin más.
- No esperaba que el gran secreto de este lugar fuese algo como esto — dijo Max intentando hablar con su clásico tono bromista, aunque claramente aun había algo de nervios en él.
- Bueno, esto definitivamente cambia las cosas. — continuó Alex.
Todos rieron, y por primera vez en días, sentí que las cosas finalmente estaban bien entre nosotros.
Pero la felicidad no duraría por siempre, cerca pude escuchar el crujir de una rama, lo que me hizo ponerme alerta inmediatamente, poniéndome al frente de mis amigos para protegerlos, de un momento a otro el causante se dejó ver.
Carajo...
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^^^Continuará...^^^