Hace años, seis cristales sellaron a Lord Oscuro, un ser tan poderoso que corrompía el mundo. Ahora, un nuevo enemigo quiere liberarlo… y solo un joven con un poder desconocido puede detenerlo.”
Lloyd jamás pensó ser el Elegido de la Esencia Esmeralda. Ahora, arrastrado por una profecía y perseguido por Xandros, deberá decidir entre huir… o salvar al mundo.
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“El cristal del Norte”
[Escena – Casa de Camila, comedor familiar]
El sol entraba por las ventanas iluminando la mesa. Camila estaba sentada con postura recta, comiendo su desayuno mientras su mamá, Mariela, le servía más jugo y su papá, Gabriel, hojeaba un cuaderno lleno de notas y sellos mágicos antiguos. Fuera, se escuchaba el sonido de movimientos rápidos y golpes suaves en la tierra.
> Mariela (con tono dulce mientras observa hacia el patio):
“Ese Caelum no descansa nunca… lleva entrenando desde antes de que amaneciera.”
> Camila (mirando su plato sin sonreír, pero con respeto):
“Eso hace todos los días, mamá… su disciplina es admirable.”
> Gabriel (alzando la vista, serio pero calmado):
“Camila… quería hablar contigo sobre lo que pasó con Zarek en la escuela… lo que hizo fue muy grave.”
Camila bajó su tenedor, su mirada se volvió fría y firme mientras lo escuchaba.
> Camila (con voz baja y controlada):
“Lo sé… no puedo creer que haya llegado tan lejos… jamás pensé que… intentaría lastimar a Lloyd.”
Gabriel suspiró, guardando silencio unos segundos. Antes de que pudiera responder, un grito de emoción retumbó desde abajo. El suelo vibró ligeramente y los vasos en la mesa tintinearon.
> Gabriel (frunciendo el ceño, girando hacia la puerta del sótano):
“¿Qué fue eso…?”
Desde el sillón, Danna alzó la vista de la televisión, girándose con una bolsa de papas en la mano.
> Danna (con tono tranquilo y algo burlón):
“Relájese, tío… fue mi papá.”
En ese momento, Francisco subió corriendo las escaleras desde el sótano. Tenía el cabello despeinado, los lentes caídos en la punta de su nariz y unas ojeras enormes. Pero sus ojos brillaban de emoción.
> Gabriel (alzando una ceja con calma):
“Francisco… ¿qué pasa ahora?”
> Francisco (jadeando de emoción, agitando un pergamino en el aire):
“¡Camila! Llámales a todos tus amigos… ¡ENCONTRÉ EL OTRO CRISTAL!”
El corazón de Camila dio un vuelco. Su expresión seria cambió a una de sorpresa y determinación.
> Camila (levantándose de inmediato, con voz firme):
“¿En serio, tío Francisco? ¡Eso es… eso es increíble!”
> Gabriel (sonriendo ligeramente, acomodándose en la silla):
“Muy bien… entonces es hora de trabajar.”
> Camila (sacando su celular con rapidez):
“Voy a avisarles a los demás de inmediato.”
Mientras tecleaba rápido en su teléfono, Gabriel miró a Francisco con curiosidad.
> Gabriel (con tono serio y analítico):
“¿Dónde está…? ¿Dónde encontraron ese cristal?”
Francisco sonrió con cansancio, pero sus ojos seguían brillando como un niño.
> Francisco (con voz ronca y emocionada):
“¿Dónde crees…? En el pueblo abandonado de San Lucas.”
El rostro de Gabriel se ensombreció al escuchar ese nombre. Guardó silencio mientras sus dedos tamborileaban suavemente sobre la mesa.
> Gabriel (en un susurro, con un dejo de preocupación):
“San Lucas… ese lugar lleva… décadas abandonado. Está lleno de trampas… ¿cómo es posible que lo hayan escondido allí sin que nadie lo notara…?”
Desde el sillón, Danna habló con un tono burlón, pero sus ojos reflejaban un leve temor.
> Danna:
“Y según dicen… también está lleno de fantasmas.”
Gabriel suspiró y se levantó lentamente de la mesa, caminando de un lado a otro mientras pensaba.
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🌳 [Escena – Casa de Lloyd, patio trasero]
El sol brillaba fuerte sobre el pequeño jardín. Lloyd estaba parado sobre la rama gruesa de un árbol, clavando con fuerza una tabla. Su camiseta estaba empapada de sudor y su cabello despeinado le caía sobre la frente. Abajo, Andrés, su papá, sostenía otra tabla mientras lo miraba con orgullo.
> Andrés (con una sonrisa cansada):
“¡Lloyd! Aquí te paso otra tabla… vamos avanzando bien.”
Lloyd bajó el martillo un momento, respirando agitado, y le sonrió con ese brillo infantil en los ojos.
> Lloyd (con voz risueña y energética):
“¡Dámela, papá! Esta casa del árbol será la mejor de toda la calle.”
En ese momento, Naeris, su prima pequeña, se acercó abrazando su peluche favorito.
> Naeris (mirándolo con ojos enormes y brillantes):
“Lloyd… ¿ya casi está lista mi casita…?”
Andrés rió suavemente, revolviéndole el cabello a su sobrina.
> Andrés (con voz tranquila y cálida):
“Falta poco, princesa. Tu primo es rápido.”
De pronto, el celular de Lloyd vibró en su bolsillo. Se sacó un clavo de la boca y respondió rápido, sin ver el número.
> Lloyd (jadeando mientras sostenía la tabla con el hombro):
“¿Hola…?”
> Camila (del otro lado, su voz serena pero cargada de emoción):
“Lloyd… Lloyd… ¡ya encontraron el otro cristal! ¿Cómo te sientes? ¿Crees que puedas venir?”
Lloyd abrió los ojos con sorpresa. Su corazón comenzó a latir con fuerza y una sonrisa enorme apareció en su rostro sudado.
> Lloyd (con voz emocionada y sin pensar):
“¿¡En serio ya lo encontraron!? ¡Wow! ¡Ya voy! Casi no me duele… estoy bien… ¡en serio!”
> Camila (con un leve tono de preocupación y autoridad):
“No exageres, Lloyd… si te duele no fuerces tu cuerpo.”
> Lloyd (riendo con inocencia mientras bajaba del árbol a toda velocidad):
“Te juro que ya casi ni lo siento. ¡Nos vemos allá!”
Colgó antes de que Camila pudiera decir algo más. Andrés lo miró sorprendido mientras Lloyd aterrizaba de un salto en el pasto.
> Andrés (con una ceja levantada):
“¿A dónde crees que vas tan rápido, campeón? Aún no terminamos la casa.”
Lloyd sonrió mientras se quitaba la tierra de las manos, sin dejar de moverse.
> Lloyd (hablando rápido, mientras corría hacia dentro de la casa):
“Lo terminamos después, papá… ¡me están esperando! Prometo que regreso a ayudarte.”
Entró a la casa como un rayo y salió segundos después con su mochila al hombro. Diana lo vio pasar corriendo por la sala.
> Diana (confundida pero feliz):
“¿Lloyd, qué pasa…?”
> Lloyd (deteniéndose solo un segundo para mirarla con una enorme sonrisa):
“¡Encontraron el cristal, Diana! ¡Vamos!”
Los ojos de Diana brillaron de emoción. Dejó su cuaderno sobre la mesa y corrió detrás de él.
> Diana (con voz emocionada y risueña):
“¡Síii! ¡Vamos rápido antes de que Ryan y Nathan se roben toda la gloria!”
Ambos salieron de la casa corriendo, mientras el viento agitaba sus cabellos y un nuevo capítulo de su destino se abría ante ellos.
🏯 [Escena – Monasterio de entrenamiento, patio principal]
La brisa fría de la mañana recorría los pasillos de piedra del monasterio. Lloyd y Diana entraron corriendo al patio central, donde ya estaban reunidos Ryan, Nathan, Vanessa y Christian, vestidos con sus trajes elementales y sus amuletos brillando con un suave resplandor.
> Ryan (con su típica sonrisa arrogante, brazos cruzados):
“Vaya… los hermanitos Varek llegaron tarde. ¿Se quedaron dormidos o qué?”
Lloyd, aún con el cabello algo despeinado, le respondió con su tono infantil y sincero mientras terminaba de ajustarse su traje verde.
> Lloyd (inocente, sin captar el sarcasmo):
“No es tan tarde… además, corrimos un montón para llegar rápido.”
Nathan, que estaba revisando su amuleto de aire, soltó una risa breve mientras miraba a Ryan.
> Nathan (burlón, tono confiado):
“Con que no lleguen cuando todo haya terminado, me conformo.”
Vanessa, sentada sobre un banco de piedra revisando los planos en su tablet, alzó la vista solo un segundo, su tono salió frío y directo.
> Vanessa:
“Dejen de perder el tiempo hablando. Esta es una misión, no un paseo.”
En ese momento, Gabriel apareció desde la entrada lateral del patio. Su presencia imponente hizo que todos guardaran silencio al instante. Vestía su uniforme oscuro con la capa larga ondeando tras de sí.
> Gabriel (voz grave, con autoridad):
“Buenos días a todos.”
Los seis se enderezaron y lo miraron con respeto. Lloyd bajó la mirada con una sonrisa nerviosa mientras terminaba de colocar su guante.
Gabriel se detuvo frente a él, su mirada era firme pero preocupada.
> Gabriel (calmado pero serio):
“Lloyd… ¿estás seguro de que puedes ir? Después de lo que sucedió con Zarek… ¿no te duele nada?”
Lloyd negó rápido, con su sonrisa inocente, alzando el pulgar con su mano libre.
> Lloyd (voz infantil, honesto):
“Estoy bien, sensei. De verdad. Puedo ir sin problema… además… no quiero perderme esto.”
Gabriel lo miró unos segundos, evaluando su determinación, antes de girarse hacia todos con su voz firme que resonó en el patio.
> Gabriel:
“Escúchenme bien. Esta misión será peligrosa. El siguiente cristal se encuentra en el pueblo de San Lucas. Lleva abandonado más de veinte años. Fue un pueblo minero y está lleno de trampas en cada edificio y túnel. Un solo paso en falso podría costarles la vida.”
Ryan sonrió confiado, cerrando su puño envuelto en una débil flama roja.
> Ryan (impulsivo y valiente):
“Perfecto… hacía tiempo que no teníamos acción de verdad.”
Nathan le dio un suave codazo en el hombro, sonriendo con aire competitivo.
> Nathan (bromista):
“Solo trata de no quemarte a ti mismo esta vez.”
Christian respiró hondo, su mirada seria y calmada se posó en Gabriel.
> Christian (voz suave y respetuosa):
“Sensei… no se preocupe. Cumpliremos con la misión.”
Gabriel asintió con aprobación.
> Gabriel:
“Francisco los llevará en la camioneta hasta el perímetro de San Lucas. Yo me quedaré a preparar sus próximos entrenamientos… y recuerden: esta misión no es un simple viaje. Cada uno de ustedes es responsable de su vida y de la de sus compañeros. Muéstrenme por qué los he elegido.”
Diana, que estaba junto a Camila sentada en un banco, miró a su amiga con curiosidad y un toque de tristeza.
> Diana (voz suave, con un puchero tierno):
“Cami… ¿no vendrás con nosotros esta vez…?”
Camila negó suavemente, manteniendo su porte firme y su mirada tranquila.
> Camila (voz serena y educada):
“No. Me quedaré para ayudar a mi papá con la planificación de los entrenamientos. Pero tú… cuida a Lloyd por mí, ¿de acuerdo?”
Diana asintió con fuerza, su sonrisa llena de determinación.
> Diana (con dulzura y firmeza):
“Siempre… siempre cuidaré de mi hermano.”
🚐 [Escena – Camino hacia San Lucas, dentro de la camioneta]
Los chicos salieron en silencio del monasterio, cuidando que nadie los viera con sus trajes elementales. Subieron rápido a la camioneta de Francisco, quien ya los esperaba con el motor encendido y un mapa extendido sobre el tablero.
> Francisco (con una sonrisa amplia y los ojos marcados de cansancio, mirándolos por el retrovisor):
“¿Listos, equipo? Hoy es un día importante… este cristal puede cambiarlo todo.”
Ryan sonrió mientras se acomodaba en su asiento, cruzando los brazos detrás de la cabeza.
> Ryan (con tono confiado y divertido):
“Mientras haya cosas que quemar… yo ya gané.”
Nathan soltó una pequeña risa y lo empujó con el codo.
> Nathan (bromista y carismático):
“Tienes que dejar de pensar con el fuego, campeón.”
Vanessa suspiró sin apartar la vista de su tablet, mientras Christian miraba por la ventana, tranquilo pero con su típica preocupación silenciosa.
> Christian (voz baja, casi un susurro para sí mismo):
“Ojalá todo salga bien esta vez…”
Lloyd, sentado junto a la ventana, miraba el cielo azul con sus ojos verdes llenos de emoción y su sonrisa infantil.
> Lloyd (pensando en voz baja, con emoción pura):
“San Lucas… trampas, fantasmas, cristales… ¡esto va a ser increíble…!”
La camioneta arrancó, alejándose del monasterio mientras los primeros rayos de sol iluminaban su camino. El pueblo de San Lucas los esperaba… con sus secretos y peligros ocultos entre ruinas y sombras.
🏚️ [Escena – Pueblo abandonado de San Lucas]
La camioneta se detuvo con un ligero chirrido frente a lo que alguna vez fue la entrada principal del pueblo. Los chicos bajaron uno por uno, estirándose y quejándose por las dos horas de viaje.
> Ryan (mientras se sobaba la espalda con una mueca de dolor):
“Ah… por dios… ¿cuántos baches pasamos? Siento que se me salió un disco.”
Nathan, que se bajó detrás de él, soltó una carcajada, acomodándose la bufanda de su traje.
> Nathan (burlón, frotándose la nuca):
“Aguanta, anciano… si te duele la espalda ahora, imagina después de esquivar trampas todo el día.”
Vanessa bajó en silencio, mirando alrededor con su fría indiferencia. Sus ojos azul grisáceo analizaban cada edificio con atención, mientras Christian descendía último, con su expresión calmada y cansada.
> Christian (voz baja, conciliadora):
“Bueno… al menos ya llegamos. Ahora solo nos queda entrar con cuidado.”
Lloyd se adelantó unos pasos hacia la calle polvorienta y miró alrededor, sus ojos verdes brillaban de curiosidad. Las casas, aunque grandes y de arquitectura elegante, estaban completamente abandonadas, con ventanas rotas y paredes agrietadas por el paso del tiempo.
> Lloyd (con asombro e inocencia, rascándose la cabeza):
“Wow… ¿este pueblo era bonito antes, no?”
Se giró hacia Francisco, que había bajado con ellos para revisar su equipo. Francisco suspiró, observando las casas con nostalgia antes de responder.
> Francisco (voz grave, con un dejo de tristeza):
“Este lugar… era próspero. Vivían de la minería. Pero un día… mientras trabajaban bajo tierra, encontraron algo que no debían. Nadie sabe exactamente qué fue… pero causó derrumbes masivos. Muchas casas terminaron hundidas veinte metros bajo tierra junto con las minas.”
Lloyd parpadeó, procesando la información, y con su natural torpeza soltó un comentario sin filtro.
> Lloyd (curioso y torpe, con tono ingenuo):
“Pero… ¿quién en su sano juicio hace un pueblo sobre minas…? Es como construir sobre gelatina.”
Francisco soltó una pequeña risa cansada y negó suavemente.
> Francisco (con una leve sonrisa):
“Buena pregunta… Lloyd.”
Ryan miró el lugar con un toque de emoción en sus ojos oscuros.
> Ryan (impulsivo y confiado, con un brillo de adrenalina):
“Pues sea lo que sea que encontraron… hoy nosotros vamos a encontrar algo más valioso.”
Nathan dio un paso adelante, girando su amuleto de aire entre sus dedos con aire competitivo.
> Nathan (con una media sonrisa, retador):
“Mientras no termines sepultado allá abajo, está bien.”
Vanessa los interrumpió sin mirarlos, su voz era fría y su mirada seguía concentrada en los edificios.
> Vanessa (seca y directa):
“Dejen las bromas. Si vamos a entrar, más vale que estén concentrados.”
Christian asintió con suavidad, dándole la razón en silencio.
Lloyd respiró hondo, sintiendo el viento fresco contra su rostro mientras su emoción crecía.
> Lloyd (con sonrisa infantil, mirando hacia la entrada de las minas):
“Esto… esto va a ser genial.”
Francisco los observó con seriedad, asegurándose de que sus trajes y amuletos estuvieran bien colocados antes de hablarles con voz firme.
> Francisco:
“Escuchen. Si algo pasa, no duden en llamarme de inmediato. No intenten ser héroes… su misión es encontrar ese cristal y regresar todos con vida.”
Los seis asintieron con respeto y gratitud. Lloyd le sonrió ampliamente antes de girarse hacia las minas.
> Lloyd (con voz infantil y animada):
“¡Gracias, Francisco! ¡Nos vemos luego!”
Francisco levantó la mano en despedida mientras los observaba alejarse.
> Francisco (en voz baja, con preocupación):
“Cuídense, chicos…”
Así, los jóvenes se internaron hacia la oscura entrada de las minas, con sus pasos resonando sobre la tierra seca y el viento frío del norte agitando sus capas, mientras el pueblo abandonado los observaba en silencio… como si esperara el momento de devorarlos.
🌑 [Escena – Interior de las minas]
Los chicos bajaban con cuidado por las viejas escaleras de madera, cada paso rechinaba bajo sus botas, llenando el silencio con ecos que se perdían en la oscuridad.
Lloyd caminaba al frente con su linterna encendida, iluminando los viejos picos oxidados y cascos abollados que colgaban de los clavos incrustados en las paredes de roca.
> Lloyd (mirando alrededor, con voz temblorosa e inocente):
“Este lugar… da un poco de miedo… ¿no creen?”
Ryan, que iba detrás de él con las manos en los bolsillos de su chaqueta de traje, miró de reojo los viejos cascos colgados como si fueran cabezas.
> Ryan (intentando hacerse el valiente, pero con un escalofrío real):
“La verdad… sí me dio escalofríos… Parece escena de película de terror barata.”
Nathan sonrió con arrogancia, empujándolo suavemente desde atrás.
> Nathan (con un tono burlón, levantando una ceja):
“¿Y tú no eras el que decía que nada le daba miedo? Qué decepción, Ryan.”
Vanessa caminaba en silencio, su mirada fría analizaba cada grieta en las paredes y el techo. Mientras tanto, Christian iba al final del grupo, asegurándose de que nadie quedara atrás.
Tras un rato de bajar, llegaron hasta el fondo, donde una puerta de madera vieja y carcomida por el tiempo bloqueaba el camino. Las linternas de sus amuletos iluminaban los viejos clavos oxidados y las telarañas que cubrían la puerta.
> Ryan (con voz confiada y una sonrisa arrogante):
“Muévanse… déjenle esto al valiente de la clase.”
Se adelantó, puso la mano en la manija y empujó con fuerza.
PUM. Apenas la abrió, un esqueleto entero se desplomó sobre él, cayendo con un golpe seco sobre sus hombros y cabeza.
> Ryan (gritando agudo como mujer mientras caía al suelo):
“¡AAAAHHH— QUÍTENME ESTO—!”
El chico se retorció en el suelo, sacudiéndose desesperado mientras el esqueleto rebotaba sobre su pecho y su casco se caía. Nathan rompió en carcajadas mientras Lloyd lo miraba con sorpresa y después comenzó a reírse sin control, casi cayendo de rodillas.
> Lloyd (inocente y entre risas):
“¡Jajaja! No que nada te daba miedo, Ryan…”
Ryan, rojo de vergüenza y con el corazón latiéndole a mil, empujó el esqueleto a un lado y se sentó respirando agitado.
> Ryan (con voz temblorosa pero tratando de sonar orgulloso):
“Jajaja… sí, ríanse todo lo que quieran… A ver quién se ríe al último cuando encontremos ese cristal…”
Vanessa se agachó a observar el esqueleto con su típica frialdad, empujándolo ligeramente con la punta de su bota.
> Vanessa (voz fría, sin emoción):
“Tal vez sea de uno de los mineros que trabajaba aquí hace años… O alguien que entró donde no debía.”
Christian miró a Ryan con una leve sonrisa, ofreciéndole la mano para ayudarlo a levantarse.
> Christian (voz suave y conciliadora):
“Tranquilo… al menos ahora sabemos que aquí sí hay sorpresas.”
Ryan le dio la mano, levantándose mientras negaba con la cabeza, aún temblando ligeramente.
> Ryan (con tono pesado, mirando al esqueleto):
“Viejo asqueroso… casi me mata de un infarto…”
Nathan pasó junto a él dándole un golpecito burlón en el hombro.
> Nathan (con sonrisa confiada):
“Si te mueres de un susto antes de pelear, será la muerte más triste de todas.”
Lloyd seguía sonriendo mientras miraba el túnel oscuro que se abría frente a ellos.
> Lloyd (voz suave, con un toque de emoción infantil):
“Vamos… El cristal debe estar más adentro.”
Con sus linternas iluminando el pasillo, los chicos comenzaron a avanzar, mientras el eco de sus pasos se mezclaba con el sonido de gotas cayendo desde lo alto de la caverna, como un siniestro reloj que marcaba el inicio de su próxima prueba.
🌑 [Escena – Catacumbas bajo las minas]
Los chicos entraron por la vieja puerta de madera, la cual rechinó con fuerza al abrirse. Dentro, un laberinto de carritos mineros y rieles oxidados se extendía frente a ellos, divididos en distintas entradas que parecían tragarse la luz de sus antorchas.
Lloyd, con sus ojos verdes brillando con curiosidad infantil, miraba todo maravillado.
> Lloyd (emocionado, con voz infantil):
“¡Wow… esto es increíble! ¿Cómo hicieron todo esto…? Es como un pueblo secreto bajo tierra.”
Nathan, caminando con sus manos en los bolsillos, soltó un resoplido burlón.
> Nathan (con tono arrogante y una sonrisa ladina):
“Te impresiona más esta mina que tu propio poder… Qué decepción, Varek.”
Lloyd lo miró confundido, ladeando la cabeza antes de sonreír con inocencia.
> Lloyd (sincero y con brillo en los ojos):
“Pues… las dos cosas me impresionan. Mi poder es genial… ¡pero esto también lo es!”
Ryan, que iba al frente, tomó un palo largo del suelo. Cerró su puño y una llama brotó de su mano, encendiendo el palo como una antorcha improvisada. Su rostro se iluminó con orgullo.
> Ryan (con su tono fanfarrón):
“Listo. Ahora tenemos luz… aunque si me piden que haga más trucos, cobro por hora.”
Christian caminaba detrás, en silencio, observando las paredes con atención. Cada vez el techo era más bajo y el aire más pesado, llenando sus pulmones con polvo de piedra.
Finalmente llegaron a un pasillo donde un cartelón polvoriento colgaba de una cuerda rota. Las letras desgastadas apenas se leían:
“SIGAN ABAJO”
> Lloyd (frunciendo el ceño, inquieto):
“¿Qué rayos…? ¿Sigan abajo? Pero si no hay camino…”
Vanessa, con su mirada fría y analítica, dio un paso adelante. Pisó el suelo varias veces con su bota.
> Vanessa (voz fría y seria):
“Hay algo raro aquí. El suelo… es muy blando.”
Nathan se agachó, tocándolo con los dedos.
> Nathan (con curiosidad y una sonrisa arrogante):
“Es como si—”
De repente, un crujido seco retumbó bajo ellos. Sus ojos se abrieron de golpe. Sin tiempo de reacción, el suelo se desplomó y los cinco cayeron gritando. La voz de Nathan retumbó con eco en la oscuridad.
> Nathan (gritando como loco):
“¡¡¡SINOHUBIERASUELOOOOOOO—!!!”
⚡ [Escena – Catacumbas subterráneas]
El polvo llenó el aire cuando cayeron. Lloyd tosió, levantándose con torpeza mientras su esencia verde chispeaba alrededor de su cuerpo por el impacto. Miró alrededor con ojos grandes y asombrados.
> Lloyd (sacudiéndose la ropa, con asombro e inocencia):
“Creo que… esto estuvo tapado por un derrumbe… Pero… no parece una mina…”
Vanessa se levantó con elegancia, limpiándose el polvo del uniforme. Sus ojos grises brillaban con frialdad mientras miraba las paredes.
> Vanessa (voz seria y analítica):
“No lo es. Son… catacumbas.”
Lloyd frunció el ceño confundido mientras seguía su mirada hacia los grabados en las paredes de piedra.
> Lloyd (inocente y curioso):
“¿Y qué… qué significa eso que está rayado ahí…?”
Vanessa se acercó, tocando los grabados con sus dedos enguantados. Sus ojos se entrecerraron con atención.
> Vanessa (frunciendo el ceño):
“No lo sé… pero parece un número. Aquí dice… ‘Año 2012’.”
Lloyd parpadeó varias veces, confundido.
> Lloyd (voz temblorosa, sorprendido):
“¿Dos mil… doce? Pero… estamos en el año doscientos quince… ¿Cómo… cómo que dos mil doce…?”
Vanessa bajó la mano, pensativa.
> Vanessa (con tono serio):
“Esto… parece de otra civilización… Tiene muchos años.”
Ryan, que inspeccionaba un rincón oscuro con su antorcha de fuego, se giró con una mueca.
> Ryan (voz baja y tensa):
“Creo que sé por qué escondieron el cristal aquí…”
Lloyd y Vanessa voltearon hacia él. La luz reveló un montón de cuerpos esqueléticos, algunos aplastados bajo enormes rocas caídas. El aire se llenó de un olor rancio a polvo y muerte.
> Ryan (con un tono serio y un escalofrío en su voz):
“O este lugar es muy inestable… o está lleno de trampas.”
Christian miró el techo agrietado con expresión seria, frotándose el mentón.
> Christian (voz grave y tranquila):
“Creo que ambas cosas…”
Lloyd se estremeció, tragando saliva antes de girarse hacia el grupo.
> Lloyd (voz fuerte pero temblorosa, decidido):
“Chicos… no se separen. No sabemos qué hay aquí abajo…”
Mientras avanzaban con cuidado, un rugido sordo retumbó en la caverna. Las paredes temblaron y pequeñas piedras comenzaron a caer. El techo crujió con fuerza, partiéndose en grandes bloques.
> Ryan (gritando, con los ojos abiertos de miedo):
“¡Mierda, se está cayendo todo!”
Una enorme roca cayó frente a ellos, bloqueando el camino. Lloyd, sin pensarlo, extendió las manos. Su esencia verde chispeó, pero su control era tan débil que solo logró empujar la roca ligeramente antes de que su energía parpadeara.
> Lloyd (frunciendo el ceño, sudando frío):
“¡Vamos… muévete… por favor…!”
Nathan respiró hondo, intentando concentrarse. Sus manos temblaban mientras creaba un pequeño vendaval para quitarles el polvo y las piedras pequeñas de encima.
> Nathan (entre dientes, con frustración):
“¡Maldita sea… no es suficiente viento…!”
Otra roca cayó. Ryan alzó su puño y con un rugido creó un puño de fuego que golpeó la piedra, partiéndola en fragmentos al rojo vivo.
> Ryan (jadeando, orgulloso pero cansado):
“Je… no me subestimen…”
Christian se adelantó, poniendo las manos en el suelo. Las piedras comenzaron a vibrar y lentamente se apartaron hacia los lados, abriendo un camino.
> Christian (con voz calmada, esforzándose al máximo):
“Rápido… no puedo… sostenerlo mucho tiempo…”
Vanessa, detrás, los miraba con seriedad.
> Vanessa (fría y firme):
“Muévanse ahora o los aplastarán.”
El grupo avanzó corriendo por el pasadizo recién abierto mientras las rocas seguían cayendo detrás de ellos. El suelo temblaba tanto que sus pasos se volvían torpes y desesperados.
Finalmente llegaron a otra sala, más amplia y silenciosa. El temblor se detuvo, pero sus respiraciones agitadas llenaron la oscuridad.
> Lloyd (jadeando, con una sonrisa cansada):
“Eso… estuvo… genial…”
> Ryan (sarcástico, pero con alivio):
“Sí, genial… casi nos morimos, pero genial.”
Vanessa rodó los ojos, pero no dijo nada, mientras Christian se sentaba a recuperar el aliento.
El eco de sus pasos retumbaba en las catacumbas mientras Lloyd caminaba con cuidado, sus manos temblorosas y su respiración agitada rebotaban en las paredes llenas de rayones y símbolos extraños. Sus ojos verdes se agrandaron con asombro infantil al ver las armaduras alineadas contra los muros polvorientos, oxidadas y desgastadas por el tiempo.
> Lloyd (voz suave, cargada de un asombro genuino, sus pupilas brillando con inocencia):
—W-wow… estas armaduras… son… son increíbles… Nunca vi… nada como esto… ni en los libros de historia de Camila… Ni siquiera… en sus lecturas aburridas sobre guerras y reinos viejos…
Detrás de él, Vanessa se levantó con elegancia fría, sacudiendo el polvo de su uniforme con un movimiento seco. Caminó hasta quedar a su lado y lo miró con su típica dureza indiferente.
> Vanessa (con tono seco y directo, arqueando una ceja con fastidio):
—¿Qué miras, idiota? Concéntrate… o terminarás muerto antes de que logres brillar como héroe.
Lloyd levantó su dedo índice con lentitud, sin apartar su vista de las armaduras, completamente absorto en su propio mundo de asombro.
> Lloyd (voz suave, temblorosa, casi infantil):
—Mira… estas armaduras… no… no se parecen a ninguna que haya visto antes… No… no son como las que salen en los libros… tienen algo… raro…
Vanessa entrecerró los ojos, analizando cada grabado corroído con su mente fría y calculadora.
> Vanessa (voz baja, analítica, su tono neutral pero serio):
—Tienes razón… No coinciden con ningún estilo conocido. Ni medieval… ni moderno… Es como si fueran… de otro lugar. O de otra cosa.
(Suspiró con fastidio leve.)
—Sea lo que sea, no te quedes ahí babeando, inútil.
Mientras ellos hablaban, Ryan caminaba distraído por la sala, sus botas resonaban fuerte sobre las piedras rotas. De pronto, algo llamó su atención en un rincón oscuro: un par de libros viejos cubiertos de polvo y telarañas. Los tomó, limpiándolos con su mano callosa, y hojeó uno con curiosidad mal disimulada.
Nathan, que lo observaba desde cerca con sus brazos cruzados, sonrió con burla antes de acercarse.
> Nathan (voz divertida y coqueta, con su sonrisa arrogante):
—¿Desde cuándo tú lees, fuego humano? ¿O acaso los dibujos te parecieron bonitos? A ver… ¿qué dice el cuento hoy?
Ryan lo ignoró, bajando su vista al libro mientras comenzaba a leer con un tono grave, casi solemne, muy poco común en él.
> Ryan (voz grave y pausada, su ceño fruncido mientras leía en voz alta):
—“Año 2012… Guerreros de otros reinos han comenzado a llegar… Dicen que debemos estar preparados… El Reino Oscuro está abierto…”
(Tragó saliva, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.)
Nathan frunció el ceño con confusión, sus ojos marrón claro brillando con incredulidad.
> Nathan (voz incrédula, bajando su tono arrogante):
—¿Dos mil… doce…? Espera… ¿no se supone que eso es… del futuro o… algo así? Esto está raro, hermano.
Christian, que había estado revisando las paredes cercanas con su calma usual, caminó hasta ellos y observó el libro con su mirada profunda y reflexiva.
> Christian (voz grave, pausada, cargada de serenidad):
—No… probablemente es un año del pasado… Un pasado muy… muy lejano. Tal vez su calendario era diferente… o tal vez… este lugar es más antiguo de lo que creemos.
Ryan soltó un bufido, cerró el libro con fuerza y lo arrojó al suelo con una risa nerviosa, intentando ocultar su incomodidad.
> Ryan (con su sonrisa burlona, pero su voz temblaba levemente):
—Sí, claro, Morales… del pasado… o del futuro… da igual, igual estamos atrapados aquí. Mejor deja de pensar tanto o te vas a quedar calvo de tanto estrés.
Lloyd, que seguía caminando junto a Vanessa, se detuvo de golpe. Sus ojos verdes temblaron con terror cuando vio algo moverse rápidamente entre las sombras al fondo.
> Lloyd (voz baja, temblorosa, su respiración cortada por el miedo):
—V… Vanessa… a-acabo de ver… a alguien… ahí… allá al fondo… se… se movió rápido…
Vanessa suspiró con fastidio, girándose con su típica elegancia fría antes de caminar decidida hacia donde él señalaba. Colocó su oído contra la pared de piedra húmeda, cerrando los ojos para concentrarse.
> Vanessa (voz fría, concentrada, sin rastro de miedo):
—Hay algo detrás… escucho eco.
(Abrió los ojos con dureza.)
—No seas inútil. Si vas a hacer algo, hazlo rápido.
Lloyd tragó saliva, levantando sus manos temblorosas mientras una intensa aura verde y chispeante comenzaba a envolverlo.
> Lloyd (voz temblorosa, pero con su instinto protector despertando, decidido):
—A-apártate… lo romperé.
Con un rugido cargado de fuerza, disparó una ráfaga de Esencia Esmeralda inestable que explotó contra la pared, lanzando fragmentos de piedra y una nube de polvo que cubrió a Vanessa.
> Vanessa (tosió, sacudiéndose con fastidio, su voz cargada de irritación fría):
—Podrías avisar antes de casi matarme, idiota…
Frente a ellos apareció un pasillo largo y oscuro, flanqueado por armaduras alineadas a ambos lados. Lloyd dio el primer paso, sus botas resonaron con un eco hueco, sus ojos verdes vibraban con miedo puro.
> Lloyd (voz baja, infantil, temblorosa, como un niño pequeño asustado):
—Esto… esto parece un pasillo de… de pesadillas… ¿Por qué siempre me tocan estas cosas…?
Vanessa pasó a su lado, sin mirarlo, su figura firme irradiaba frialdad y decisión.
> Vanessa (con dureza, su tono carente de emoción):
—Si vas a asustarte, mejor quédate atrás y no estorbes.
Al fondo del pasillo, un débil resplandor azul iluminaba el polvo denso: el cristal.
> Lloyd (voz emocionada, una pequeña sonrisa inocente en su rostro, como un niño viendo su dulce favorito):
—¡Vanessa, ahí está…! ¡Ahí está el cristal…!
Vanessa entrecerró los ojos, analizándolo con cautela.
> Vanessa (voz fría pero precavida):
—Tómalo con cuidado. No sabemos si hay trampas. No quiero recoger tus restos.
Con un movimiento elegante, extendió su mano, creando un fino hielo que cubrió la base del cristal para estabilizarlo. Lloyd, con manos temblorosas, lo tomó con delicadeza… y de inmediato, su mente fue absorbida en un trance.
Vio flashes rápidos y violentos:
—Los cuatro amuletos de sus amigos destrozados en el suelo.
—Una risa oscura, burlona, retumbando en su cabeza.
—Espadas rotas y armaduras quemadas.
—La ciudad en ruinas, cubierta de humo, fuego y cenizas negras.
Lloyd dio un pequeño grito y regresó con un sobresalto. Su respiración era pesada, su frente perlada en sudor frío mientras guardaba el cristal con manos temblorosas.
Vanessa lo miró de arriba abajo, su expresión fría, pero sus ojos grises mostraban una preocupación silenciosa que ella no permitiría mostrar.
> Vanessa (voz fría, pero con un leve temblor imperceptible):
—¿Qué viste? No mientas… dímelo ahora.
Lloyd bajó la mirada, tragando saliva mientras sus manos temblaban aún más fuerte.
> Lloyd (voz temblorosa, su tono infantil y roto, sin poder mentir bien pero intentando sonar tranquilo):
—N… nada… no vi nada… estaba oscuro… nada más…
En ese momento, Ryan, Nathan y Christian llegaron corriendo, jadeando por la carrera.
> Ryan (con su sonrisa confiada y su tono bromista, intentando aligerar la tensión):
—¿Lo tienes? Genial… ahora vámonos antes de que—…
Su frase se cortó en seco cuando las armaduras comenzaron a temblar. Sus ojos se encendieron con un brillo rojo amenazante antes de que sus cuerpos de metal y hueso comenzaran a moverse, chirriando de forma espeluznante.
> Nathan (retrocediendo un paso, su voz rota por el miedo, con un débil intento de broma nerviosa):
—No… no jodan… ¿s-se… se están moviendo…? No firmé para pelear con momias de hierro, eh…
Ryan reaccionó primero, rugiendo con fuerza mientras creaba un puño de fuego ardiente y lo lanzaba directo contra una armadura. El impacto derritió parte del metal oxidado, pero la armadura lo apartó con un fuerte empujón, haciéndolo caer de espaldas contra el suelo.
> Ryan (jadeando, su voz cargada de ira, con una sonrisa dolorida):
—¡Son demasiado duros… pero no imposibles…!
Nathan levantó sus manos con desesperación, creando fuertes ráfagas de aire que apenas lograban empujarlas unos pasos atrás.
> Nathan (con voz temblorosa, un grito cargado de frustración):
—¡No es suficiente… maldita sea…! ¡Muévanse o terminaremos como latas aplastadas!
Vanessa, con su rostro sereno y frío, extendió su mano con rapidez, congelando el suelo bajo las armaduras. Varias resbalaron, cayendo con un chirrido metálico que helaba la sangre, pero se levantaban lentamente, como cadáveres inmortales.
> Vanessa (con voz firme y gélida, sus palabras cortantes como cuchillas de hielo):
—No podremos con todas… ¡muévanse rápido o nos aplastarán aquí mismo!
Christian, con su ceño fruncido y su expresión calmada, colocó ambas manos en el suelo. La piedra vibró con fuerza mientras columnas de roca emergían, empujando a dos armaduras contra la pared, pero otras seguían avanzando con pasos pesados y temblorosos.
> Christian (voz grave, forzando su poder mientras su frente sudaba):
—¡Lloyd… haz algo… ahora… o moriremos aquí…!
Lloyd temblaba. Sus ojos verdes estaban llenos de terror, pero su instinto protector rugió dentro de su pecho. Cerró los ojos con fuerza mientras su Esencia Esmeralda brotaba como llamas verdes, cubriendo sus brazos hasta los hombros. Cuando los abrió, la luz iluminó todo el pasillo oscuro como un faro de esperanza.
Creó su espada de Esencia Esmeralda, inestable y chispeante, vibrando como un plasma descontrolado. Su respiración era errática.
> Lloyd (voz rota, temblorosa, pero cargada de una decisión pura y casi infantil):
—No… no voy a dejar… que los lastimen… ¡NO!
Con un grito feroz, corrió hacia la armadura más cercana y la cortó con toda su fuerza. La explosión verde la arrojó contra la pared con un sonido atronador, pero su espada parpadeó y se desvaneció, dejándolo sin armas. Sus ojos verdes se abrieron de par en par, temblando.
Otras armaduras se acercaban, sus pasos retumbaban como tambores de guerra.
> Vanessa (gritando con su voz firme, su frialdad rota por la preocupación):
—¡Lloyd, muévete! ¡No te quedes ahí como un idiota…!
> Lloyd (inmóvil, sus manos temblaban violentamente, su voz salió como un susurro roto):
—No… no… no puedo… no puedo… no puedo… no puedo… no quiero… morir…
Christian, viendo su miedo y el peligro, rugió con fuerza. Colocó ambas manos en el suelo y, con un gran esfuerzo, derrumbó varias columnas de piedra, bloqueando la entrada mientras el lugar temblaba con violencia.
Un silencio mortal llenó la sala. Solo se escuchaban sus respiraciones agitadas y los latidos acelerados de sus corazones.
> Ryan (sentado en el suelo, jadeando con sarcasmo para cubrir su miedo):
—Genial… casi morimos… otra vez… Necesito un taco… o un psicólogo…
Vanessa miró a Lloyd, su respiración era pesada. Su voz sonó fría, pero sus ojos grises mostraban un destello de preocupación silenciosa, oculta bajo su dureza.
> Vanessa (con dureza, su tono más áspero de lo normal):
—Levántate, idiota… aún no terminamos aquí.
Los chicos respiraban agitadamente, el silencio solo roto por el eco de sus jadeos y los golpes sordos de las armaduras atrapadas detrás del derrumbe. El polvo caía en pequeñas nubes sobre sus hombros mientras recuperaban fuerzas.
Nathan miró a Lloyd con el ceño fruncido, su voz cargada de curiosidad y molestia.
> Nathan (con tono serio, quitándose el sudor de la frente):
“Oye… Lloyd… ¿qué pasó ahí abajo? Te quedaste paralizado… casi te matan.”
Lloyd bajó la mirada, su respiración aún temblaba. La visión volvió fugazmente a su mente: los amuletos rotos… las risas… las ruinas humeantes… Su pecho dolió y tragó saliva antes de responder con voz baja e insegura.
> Lloyd (con voz temblorosa, evitando mirarlo):
“N-no lo sé… creo que… algo más estaba en mi mente…”
Ryan, que se acomodaba el cabello chamuscado por su propio ataque fallido, lo miró con dureza, aunque su tono seguía siendo el mismo de siempre: burlón, pero con un trasfondo de preocupación.
> Ryan (con tono pesado, pero con un dejo de alivio):
“Pues para la próxima… trata de concentrarte, esmeralda. No siempre vamos a poder cubrirte.”
Lloyd agachó más la cabeza, sintiendo un nudo en la garganta. Pero antes de que pudiera responder, Vanessa dio un paso al frente, sus ojos fríos y grises miraron con dureza a Ryan y Nathan.
> Vanessa (voz firme, cortante y sin titubeos):
“Déjenlo. Lloyd es el más fuerte de todos aquí. Si esta vez no reaccionó fue porque algo serio lo distrajo. No le hablen como si fuera un estorbo.”
Ryan arqueó una ceja y se cruzó de brazos con una sonrisa burlona.
> Ryan (voz juguetona):
“Oh… ¿Vanessa defendiendo a alguien? Debe ser fin de mundo.”
Vanessa giró su mirada helada hacia él, haciéndolo callar de inmediato antes de suspirar con fastidio. Lloyd levantó la vista, sorprendido, y la miró con sus ojos verdes temblorosos.
> Lloyd (voz suave y rota, con una pequeña sonrisa):
“Gracias… Vanessa…”
Vanessa desvió la mirada, su rostro volvió a su fría indiferencia mientras murmuraba en voz baja.
> Vanessa (con voz fría, apenas audible):
“…Solo concéntrate la próxima vez, idiota.”
Christian, que estaba apoyado contra la pared respirando hondo, sonrió débilmente al ver la escena. Siempre respetuoso, habló con su voz grave y tranquila.
> Christian (con tono calmado, conciliador):
“Lo importante es que estamos bien… y que cumplimos con la misión.”
Lloyd asintió con fuerza, intentando ignorar el miedo que aún sentía. Sacó de su bolsillo el cristal, que brillaba con un tenue resplandor azulado en la penumbra de la mina.
> Lloyd (con una sonrisa genuina y voz más firme):
“Sí… lo logramos. Miren… tenemos el cristal.”
Ryan sonrió con alivio, Nathan chasqueó la lengua, impresionado, y Christian asintió con orgullo. Incluso Vanessa permitió que sus labios se curvaran levemente en un gesto casi imperceptible.
Lloyd guardó el cristal con cuidado dentro de su chaqueta. Sin decir nada más, comenzaron a subir por la entrada de las minas. Sus pasos eran pesados y sus cuerpos adoloridos, pero sus espíritus ardían con la fuerza de la victoria.
A su espalda, los golpes furiosos de las armaduras resonaban en la roca, como si quisieran perseguirlos. Sin embargo, esta vez… nada los detendría.
En un lugar profundo y cubierto por sombras, una especie de espejo líquido flotaba frente a un hombre encapuchado. Su capa negra cubría todo su cuerpo, dejando ver apenas un brillo carmesí en sus ojos. El reflejo mostraba con nitidez a los chicos saliendo de las catacumbas, y el cristal azul que Lloyd sostenía.
El encapuchado entrecerró los ojos, su respiración lenta y cargada de tensión. Sus palabras salieron en un susurro grave.
> Encapuchado (voz baja, cargada de preocupación):
“Ya consiguieron… otro cristal… esto… esto no es bueno.”
Un ligero ruido detrás de él lo sacó de su concentración. Sylsha, de cabello plateado y mirada intimidante, se acercó silenciosa, posando su mano enguantada sobre su hombro.
> Sylsha (voz suave, pero fría, con una sonrisa ladeada):
“¿Qué miras tan concentrado…? Pareces preocupado.”
El encapuchado giró el rostro ligeramente hacia ella, sus ojos aún fijos en la imagen del cristal mientras su tono sonaba con frustración contenida.
> Encapuchado (con un deje de impotencia):
“Esos jóvenes… ya tienen otro cristal en su poder… nos están llevando demasiada ventaja.”
Sylsha ladeó la cabeza con tranquilidad, su largo cabello rozó la capucha de él mientras sus labios se curvaban en una sonrisa siniestra.
> Sylsha (voz calmada, casi burlona):
“Quizá… pero no tanto como crees. No olvides que nosotros también sabemos dónde está otro de los cristales. Aún no han ganado nada.”
El encapuchado cerró el puño con fuerza, su mirada oscura se intensificó mientras respondía con un tono casi desesperado.
> Encapuchado (voz baja, cargada de rabia contenida):
“Saber dónde está… no nos garantiza obtenerlo, Sylsha… No si esos chicos aparecen antes.”
Un aura oscura comenzó a envolverlos. El aire se volvió pesado, cargado de un frío que calaba los huesos. De entre las sombras, una voz grave resonó con autoridad. Era un tono tan fuerte y profundo que ambos bajaron la mirada instintivamente.
> Xandros (voz oscura, profunda, con un dejo de desprecio):
“No sean tan pesimistas.”
Xandros emergió de las sombras. Sus ojos rojos brillaban con maldad bajo su armadura negra ornamentada. Un aura oscura y sofocante envolvía su cuerpo, haciéndolo ver más imponente aún.
> Xandros (voz grave y cruel, mirando al encapuchado con superioridad):
“Ellos… no podrán con lo que se encontrarán si se atreven a intervenir.”
Detrás de él, una enorme máquina humanoide comenzó a levantarse lentamente. Sus placas de metal oscuro crujieron mientras se encendían en su pecho y ojos unas luces de un verde radiante, idéntico al poder de Lloyd. Su mera presencia hacía vibrar el suelo. Y junto a él, en penumbras, se podían distinguir varios más… decenas… esperando órdenes.
Sylsha sonrió con placer ante la escena, mientras el encapuchado cerraba los ojos, resignado, al sentir el poder de Xandros envolver toda la sala como un veneno invisible.
[FIN DEL EPISODIO]