Elena Carter, una brillante y empoderada empresaria de Nueva York, ha construido su imperio tecnológico desde cero, enfrentándose a un mundo lleno de desafíos y competencia. Nada ni nadie ha logrado desviarla de su camino… hasta que aparece Damian Moretti. Rico, influyente y peligrosamente atractivo, Damian es un mafioso italiano con un oscuro pasado y un obsesivo interés por Elena.
Cuando Damian intenta infiltrarse en su vida a través de una tentadora propuesta de negocios, Elena se encuentra atrapada en una red de pasión y peligro. Su determinación por mantener el control choca con la implacable necesidad de Damian de poseerla, no solo en los negocios, sino en cada aspecto de su vida.
Entre celos, conspiraciones y una atracción que no pueden negar, ambos descubrirán que hay líneas que no pueden cruzarse sin consecuencias. ¿Podrá Elena resistir el encanto y el poder de un hombre que lo arriesgará todo por tenerla? ¿O terminará cayendo en la trampa de una obsesión peligrosa...?
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Capítulo 19: Una Alianza Delicada
Elena sabía que la tensión creciente no solo estaba alimentada por la amenaza de Reznikov, sino también por algo más profundo. Algo entre Damian y ella estaba cambiando, y aunque trataba de ignorarlo, no podía evitar sentir cómo la intensidad de sus miradas la debilitaba de formas inesperadas.
Esa noche, después de su regreso del club, Damian se encerró en su despacho para hacer llamadas. Elena lo observó desde la puerta, apoyada contra el marco, luchando contra las palabras que quería decir. Finalmente, se armó de valor.
—¿Piensas quedarte ahí toda la noche? —preguntó, cruzando los brazos.
Damian levantó la vista de sus papeles y la miró con una leve sonrisa.
—Alguien tiene que solucionar este desastre.
Elena entró en la habitación y se acercó al escritorio, inclinándose ligeramente para mirar lo que estaba escribiendo.
—¿Y cuál es el plan?
Damian la observó, consciente de lo cerca que estaba. El aroma suave de su perfume lo envolvía, y tuvo que esforzarse para mantener la concentración.
—Necesitamos información sobre ese cliente misterioso. Petrov no me dio mucho, pero tengo contactos que pueden ayudarnos a descubrirlo.
Elena frunció el ceño, sintiendo que las piezas del rompecabezas aún no encajaban.
—¿Y qué hacemos mientras tanto? ¿Esperar a que ellos hagan el siguiente movimiento?
Damian se levantó, rodeando el escritorio hasta quedar frente a ella.
—No, vamos a adelantarnos. Pero eso significa que necesitas confiar en mí, Elena.
—¿Y qué pasa si yo también quiero participar?
Damian la miró fijamente, su expresión más seria que nunca.
—No estoy acostumbrado a compartir el control, pero contigo... —Hizo una pausa, sus ojos oscuros recorriendo su rostro—. Contigo estoy dispuesto a hacer una excepción.
Elena sintió un calor subiendo por su pecho, pero se obligó a mantenerse firme.
—Entonces dime, ¿qué necesitas que haga?
Damian sonrió ligeramente, una sonrisa que no llegó a sus ojos.
—Mañana vamos a hacer una visita. Hay alguien que podría darnos respuestas, pero necesito que estés preparada para cualquier cosa.
—Siempre lo estoy —respondió ella, desafiándolo con la mirada.
Damian inclinó la cabeza, divertido por su actitud.
—Lo sé, y eso es lo que más me gusta de ti.
Elena no pudo evitar rodar los ojos, aunque el leve rubor en sus mejillas la traicionó.
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A la mañana siguiente, Damian y Elena se dirigieron a una pequeña villa en las afueras de la ciudad. Según Damian, allí vivía un hombre llamado Marc, un antiguo informante que había trabajado tanto para él como para Reznikov en el pasado.
—¿Crees que realmente nos dirá algo útil? —preguntó Elena mientras conducían por un camino polvoriento.
—Si sabe lo que le conviene, lo hará —respondió Damian, su tono frío y decidido.
Cuando llegaron a la villa, Damian estacionó el auto frente a una casa modesta rodeada de árboles. Elena notó que Damian se tensaba, como si estuviera preparándose para un posible enfrentamiento.
—Déjame hablar primero —le dijo mientras salían del auto.
Elena asintió, aunque la inquietud que sentía no desapareció.
Damian golpeó la puerta tres veces, y después de unos momentos, un hombre mayor con cabello canoso y ojos cansados apareció. Al ver a Damian, el hombre palideció.
—Damian... No esperaba verte aquí.
—Necesitamos hablar, Marc —dijo Damian, entrando sin esperar una invitación.
Elena lo siguió, sintiéndose como una intrusa en medio de una interacción cargada de historia.
—¿Qué quieres? —preguntó Marc, claramente nervioso.
Damian se cruzó de brazos, su presencia imponente llenando la habitación.
—Información. Sabes algo sobre Reznikov y ese cliente que está presionándolo. Quiero nombres.
Marc negó con la cabeza rápidamente.
—No puedo. Si digo algo, estaré muerto antes de que termine el día.
Damian dio un paso hacia él, su voz bajando hasta convertirse en un gruñido peligroso.
—Y si no hablas, quizás no llegues al final de esta conversación.
Elena se tensó, sorprendida por el cambio en Damian. Sabía que era un hombre peligroso, pero verlo en acción era otra cosa.
Marco miró a Elena, como si buscara apoyo o compasión, pero ella se mantuvo en silencio. Finalmente, el hombre suspiró y se dejó caer en una silla.
—Está bien, está bien. Hay un hombre, un empresario extranjero. Nadie sabe su nombre real, pero lo llaman El Cónsul. Es poderoso, más que Reznikov. Él es quien está detrás de todo esto.
Damian intercambió una mirada con Elena antes de volver a centrarse en Marc.
—¿Dónde lo encontramos?
—No lo sé. Nunca se deja ver. Pero Reznikov... Él podría saberlo.
Damian asintió lentamente, procesando la información.
—Gracias, Marc. Sabes lo que pasará si estás mintiendo, ¿verdad?
Marc tragó saliva y asintió, claramente aterrorizado.
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De vuelta en el auto, Elena no pudo evitar comentar sobre lo que acababa de presenciar.
—Eres... intimidante.
Damian se encogió de hombros, con una ligera sonrisa.
—Es parte del trabajo.
—¿Y yo qué soy? ¿Parte de tu trabajo también? —preguntó ella, sintiendo una punzada de inseguridad que no quería admitir.
Damian se detuvo en un semáforo, girándose para mirarla.
—No. Tú eres la única excepción.
Elena sintió que su corazón se aceleraba, pero no respondió. Había algo en la forma en que Damian la miraba que hacía que todas sus dudas se desvanecieran, aunque solo fuera por un momento.
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Esa noche, mientras ambos discutían su próximo movimiento, Elena decidió enfrentar un tema que había estado evitando.
—Damian, ¿por qué estás tan obsesionado con protegerme?
Damian se quedó en silencio por un momento antes de responder.
—Porque tú eres lo único en mi vida que no está manchado por toda esta mierda. Eres la única que me hace sentir que todavía hay algo bueno en este mundo.
Elena lo miró fijamente, sintiendo cómo su confesión derribaba las últimas barreras que había construido. Sin pensarlo demasiado, se inclinó hacia él y lo besó.
Damian reaccionó inmediatamente, envolviendo sus brazos alrededor de ella y profundizando el beso. La intensidad de sus emociones se desbordó en ese momento, dejando atrás toda duda y miedo.
...
Mucho e'xito.