A sus 24 años, Anaís creía tener la vida resuelta, hasta que todo le fue arrebatado de un golpe. Un trágico accidente la lleva a una segunda oportunidad, pero en el cuerpo de alguien más: una chica de 17 años que tiene todo un pasado oscuro del que escapar. Con recuerdos vívidos de su vida pasada, Anaís busca vengarse de quienes la traicionaron, pero se encuentra atrapada en una nueva familia, nuevos amigos, y un joven inesperado que despierta emociones en ella. Entre risas, desafíos y lecciones, deberá aprender que a veces la redención puede ser más poderosa que la venganza.
¿Podrá encontrar la paz en un cuerpo joven, mientras decide si destruir o reconstruir su futuro?
NovelToon tiene autorización de Araceli Settecase para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 19: Entre Sombras y Secretos
La tensión en el ambiente era palpable. Anaís y Nicolás habían pasado horas analizando la información que Elena les había dado. Sabían que cualquier movimiento en falso podría costarles la vida, pero también que la oportunidad de infiltrarse más profundamente en el entramado de la organización era única.
"Tenemos que contactar al grupo disidente", dijo Anaís, rompiendo el silencio. "Si logramos ganarnos su confianza, podremos usarlos para desestabilizar al líder. Pero no será fácil".
Nicolás asintió. "El problema es que no sabemos quiénes son exactamente ni cómo acercarnos sin levantar sospechas".
Anaís sonrió con picardía. "Para eso, tenemos a Elena. Si supo de ellos, significa que tiene algún contacto. Solo tenemos que presionarla un poco más".
Esa misma noche, volvieron al bar donde se habían encontrado con Elena. Esta vez, ella parecía menos complacida al verlos.
"¿Otra vez ustedes?", preguntó, apagando el cigarrillo que sostenía entre los dedos. "Ya les di lo que querían. ¿Qué más buscan?"
"Tu ayuda", respondió Anaís sin rodeos. "Sabemos que tienes conexiones con el grupo que está detrás del asesinato de Grekov. Queremos hablar con ellos".
Elena rió sarcásticamente. "¿Crees que puedes simplemente entrar en su círculo? Esos tipos no confían en nadie. Y si sospechan de ti, estás muerta".
Anaís se inclinó hacia adelante, con los ojos fijos en los de Elena. "Eso no me preocupa. Lo que me preocupa es no hacer nada y dejar que el líder siga ganando. Si me ayudas, no solo te libras de ellos, sino que también te aseguras de que haya alguien en deuda contigo cuando esto termine".
Elena la miró en silencio durante unos segundos que parecieron una eternidad. Finalmente, suspiró. "Eres más valiente –o más estúpida– de lo que pensaba. Está bien. Puedo hacer que te vean, pero no puedo garantizar que salgas viva".
"Con eso basta", respondió Anaís, segura de sí misma.
Unos días después, Anaís y Nicolás se encontraron en un almacén abandonado en las afueras de la ciudad. El lugar, oscuro y lleno de rincones ocultos, era el escenario perfecto para un encuentro clandestino.
Elena llegó con tres hombres que claramente no eran aficionados. Sus miradas eran frías, calculadoras, y sus movimientos delataban una preparación profesional.
"Esta es la chica de la que les hablé", dijo Elena, señalando a Anaís. "Dice que quiere unirse a la causa".
El hombre en el centro, que parecía ser el líder, observó a Anaís con una mezcla de curiosidad y desconfianza. "¿Por qué deberíamos confiar en ti?"
"Porque tengo lo que necesitan", respondió Anaís, manteniendo la calma. "Información sobre los movimientos del líder. Sé cómo opera, quiénes son sus aliados más leales y cuáles son sus debilidades".
El hombre arqueó una ceja. "¿Y cómo sabemos que no eres una espía enviada por él para destruirnos?"
Anaís dio un paso adelante, desafiando la amenaza implícita en su tono. "Si fuera una espía, ya habrían recibido un ataque en este lugar. Pero aquí estoy, arriesgándolo todo porque quiero lo mismo que ustedes: acabar con él".
El hombre la miró fijamente antes de soltar una carcajada breve. "Tienes agallas, eso te lo concedo. Está bien, trabajaremos juntos, pero si nos traicionas, te mataré yo mismo".
Anaís sonrió de manera fría. "Eso no será necesario. Confía en mí, yo no fallo".
De vuelta en el departamento, Nicolás no podía evitar mostrar preocupación. "Esto es una locura, Anaís. Si algo sale mal..."
"No saldrá mal", lo interrumpió ella. "Este es el momento. Tenemos a la organización dividida, un grupo disidente listo para actuar, y la información suficiente para sembrar el caos. Ahora solo queda ejecutar el plan".
"¿Y cuál es ese plan?", preguntó Nicolás, cruzándose de brazos.
Anaís lo miró con determinación. "Primero, ganarnos la confianza del grupo disidente. Luego, hacer que el líder y ellos se enfrenten directamente. Y cuando ambos bandos estén debilitados, terminaremos con lo que quede en pie".
Nicolás asintió, aunque no del todo convencido. "Espero que sepas lo que estás haciendo".
"Lo sé", respondió Anaís, con una chispa en los ojos. "Y no pienso detenerme hasta que todos paguen por lo que hicieron".
El juego de traiciones estaba a punto de alcanzar un punto crítico, y Anaís sabía que cada decisión podría ser la última. Pero estaba lista. Después de todo, esto no era solo un plan; era su venganza.