"Fantaseo Con Esas Curvas" es una novela que narra la historia de un hombre que, a pesar de los estereotipos y las normas sociales, se enamora perdidamente de una mujer con sobrepeso. Alejandro, un joven exitoso y atractivo, ha pasado toda su vida rodeado de mujeres delgadas y "perfectas" según los cánones de belleza establecidos. Sin embargo, un día conoce a Sofía, una mujer con curvas generosas que cautiva su corazón desde el primer momento. A medida que su relación avanza, Alejandro debe enfrentarse a sus propios prejuicios y a la presión de su entorno, que no entiende cómo puede estar enamorado de alguien que no encaja con los ideales de belleza tradicionales. Sofía, por su parte, lucha por aceptarse a sí misma y superar sus inseguridades, mientras descubre que el amor verdadero puede encontrarse en los lugares más inesperados.
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Capitulo 21
Sofía
Mientras observo a Alejandro y Ernesto, mi corazón se llena de una inmensa gratitud y alegría. Ver a la persona que amo ser recibido con tanta calidez y aceptación por parte de su jefe y mentor es una experiencia que me deja sin aliento.
Durante la velada, Ernesto y su esposa, Ana, se muestran verdaderamente interesados en conocerme y saber más sobre mí. Me hacen sentir cómoda y bienvenida desde el primer momento, y poco a poco, voy relajándome y dejando que mi verdadera personalidad aflore.
-Sofía, cuéntanos un poco más sobre ti -dice Ana, con una sonrisa amable-. Estamos encantados de poder conocerte por fin.
Sonrío, sintiéndome abrumada por la sincera calidez de sus palabras.
-Bueno, la verdad es que soy una mujer bastante sencilla -comienzo, buscando la mirada de Alejandro, quien me regala una sonrisa alentadora-. Me gusta disfrutar de los pequeños placeres de la vida, como una buena taza de café, una tarde leyendo un buen libro o simplemente pasar tiempo con las personas que amo.
Ana asiente, con una expresión de genuino interés.
-Eso es maravilloso, Sofía -responde, tomando mi mano con cariño-. Alejandro nos ha hablado tanto de ti que siento que ya te conozco un poco.
Siento cómo mis mejillas se sonrojan ante sus palabras, y no puedo evitar lanzar una mirada de complicidad a mi amado.
-Espero que todo lo que les haya dicho haya sido positivo -digo, con una sonrisa tímida.
Ernesto suelta una carcajada y me mira con una expresión cálida y bondadosa.
-Por supuesto, Sofía -responde, colocando una mano en el hombro de Alejandro-. Mi muchacho no ha dejado de hablar maravillas de ti desde que los conocemos.
Aprieto la mano de Alejandro, sintiendo cómo mi corazón se hincha de felicidad y orgullo. Saber que mi amado ha hablado tan bien de mí a sus seres queridos me llena de una dicha indescriptible.
Durante la velada, nos adentramos en una conversación amena y fluida, en la que las risas y los recuerdos compartidos se entrecruzan. Ernesto y Ana demuestran ser personas cálidas, empáticas y genuinamente interesadas en conocer más sobre nuestra relación.
En un momento dado, Ernesto me mira con una expresión seria, pero a la vez llena de ternura.
-Sofía, permíteme ser franco contigo -dice, con voz grave-. Alejandro es como un hijo para mí, y lo único que deseo es que sea feliz. Y puedo ver, con absoluta claridad, que tú eres la mujer que le ha devuelto la alegría a su vida.
Siento cómo mis ojos se llenan de lágrimas, abrumada por la sinceridad y la calidez de sus palabras.
-Ernesto, yo... -vacilo, buscando las palabras adecuadas-. No sabe cuánto significa para mí escuchar eso. Alejandro es todo para mí, y haré todo lo que esté en mis manos para verlo feliz.
Ernesto asiente, con una sonrisa radiante.
-Lo sé, Sofía -responde, colocando una mano sobre la mía-. Y te agradezco que hayas entrado en la vida de mi muchacho. Sé que juntos podrán superar cualquier obstáculo que se les presente.
Siento cómo Alejandro me aprieta la mano con delicadeza, y me vuelvo hacia él, perdiéndome en la profundidad de su mirada.
-Te amo, Alejandro -susurro, sintiendo cómo mi voz se entrecorta por la emoción-. Y no sabes cuánto significa para mí contar con el apoyo de personas tan maravillosas como Ernesto y Ana.
Él me sonríe con ternura, y se acerca para depositar un suave beso en mis labios.
-Y yo a ti, mi vida -responde, en un susurro-. Juntos lograremos todo lo que nos propongamos.
La velada continúa en un ambiente de calidez y complicidad, y poco a poco, siento cómo mi corazón se va llenando de una confianza y una seguridad que parecían inalcanzables.
Cuando finalmente nos despedimos de Ernesto y Ana, Alejandro me envuelve en un cálido abrazo, y puedo sentir cómo su alma se funde con la mía.
-¿Ves, mi amor? -murmura, acariciando suavemente mi espalda-. Te dije que Ernesto iba a adorarte.
Sonrío, sintiendo cómo la emoción embarga cada una de mis palabras.
-Alejandro, estoy tan feliz -respondo, apretándome aún más contra su cuerpo-. Saber que cuento con el apoyo de personas como ellos me hace sentir... completa.
Él deposita un suave beso en mi frente, y puedo sentir cómo su corazón late al mismo ritmo que el mío.
-Y yo, Sofía -dice, con una voz cargada de emoción-. No sabes cuánto me alegra que hayas tenido la oportunidad de conocerlos. Sé que juntos podremos enfrentar cualquier reto que se nos presente.
Nos fundimos en un beso lento y profundo, dejándonos envolver por la magia del momento. Siento cómo mi cuerpo se estremece bajo sus caricias, y me entrego a él por completo, saboreando la calidez y la ternura de nuestro encuentro.
Cuando finalmente nos separamos, Alejandro me mira con una adoración que me deja sin aliento.
-Ven, mi amor -dice, tomando mi mano con delicadeza-. Vamos a la cama. Quiero hacerte el amor con toda la intensidad de mi ser.
Siento cómo un escalofrío de anticipación me recorre el cuerpo, y asiento con una sonrisa traviesa.
-Entonces, ¿a qué estás esperando, mi amor? -respondo, con una mirada llena de deseo.
Alejandro suelta una carcajada y me toma en brazos, llevándome con cuidado hacia nuestra habitación. Una vez allí, nos dejamos caer sobre la cama, enredados en un apasionado abrazo.
Nuestras manos recorren con devoción cada rincón de nuestros cuerpos, explorando y deleitándose en la suavidad de la piel, en la calidez de los besos y las caricias. Es una danza de entrega y complicidad, en la que nuestras almas parecen fundirse en una sola.
Cuando alcanzamos el clímax de la pasión, nos miramos a los ojos, reflejando en ellos una conexión que parece trascender lo físico. Alejandro me acerca a su pecho, y yo me acurruco contra él, sintiendo cómo el calor de su cuerpo me llena de una paz y una satisfacción indescriptibles.
-Te amo, Sofía -susurra, acariciando suavemente mi cabello-. Eres lo más importante en mi vida.
-Y yo a ti, Alejandro -respondo, depositando un beso.
Mientras ellos sean felices, los demás les resbale.