MATRIMONIO CON UN DESCONOCIDO

Nain siguió revisando la información, pero ahora fue la de Óscar, aunque lo que encontró fueron puras cosas buenas, todos sus negocios eran legales.

Aunque hubo algo que le llamó la atención en los secretos de Óscar, era algo que hasta a él lo conmovió. El hombre tenía organizado para cada año el cumpleaños de su hija, fechas especiales como Navidad, día de la moda en París, fecha de graduación de su hija, hasta los regalos para cada fecha, los tenía ya preparados.

Pero lo que más le impresionó fue que tenía hasta las palabras que pensaba decir para el día de su boda y se podría decir que las hizo por el motivo de la boda de donde escapó, pero la realidad era que esas palabras las tenía guardadas desde 15 años atrás.

Los secretos más oscuros y apreciados por ese hombre eran todos relacionados con su preciada hija; todos eran los planes y proyectos, que serían solo para ella, para asegurar su felicidad, su futuro, para que nunca en su vida tuviera que preocuparse.

Se le hizo un buen padre y hombre, realmente era el padre ejemplar, el que muchos desearían tener; pero para él enterarse de todo eso, solo le hizo más difícil decidirse sobre lo que tenía que hacer, sabía que por el momento tanto María Eugenia, como su padre estaban en peligro, que no parecía tan delicado, solo era sacar a Soraya de la casa, para que nada les pasara.

Nain se había emocionado tanto en esa investigación que no se dio cuenta de cuántas horas habían pasado, hasta que la luz de la pantalla se apagó y todo quedó en la oscuridad; al ver por la ventana, se dio cuenta de que ya había oscurecido.

Mira el reloj de su celular y se da cuenta de que ya eran las 11 pm, resopló, nunca se esperó tomarse tanto tiempo en investigar; tomó una maleta pequeña, metió unos pantalones, unas playeras, ropa interior, su desodorante, perfume, realmente no era mucho lo que necesitaba.

Cuando tuvo su maleta, la tomó y salió de su departamento. Él tenía su moto propia, la tenía en el estacionamiento del mismo edificio, cada departamento tenía su estacionamiento.

Se colgó la pequeña maleta, se subió a la moto, tomó su casco, se lo puso y de ahí se puso en marcha a la casa de María Eugenia.

Tomó el camino corto, buscando atajos para no tardar mucho en el camino, era un buen conductor, conocía la ciudad como la palma de su mano, no había un solo lugar que no conociera; estaba a una cuadra antes de llegar, cuando miró a dos personas muy cerca de la puerta de la casa, no alcanzaba a ver quién eran, hasta que no estuvo a unos metros se dio cuenta de que era María Eugenia y Andrés.

Parecía que estaban discutiendo, y los gestos de su rostro eran de enojo. Miró cómo él trataba de tomar sus manos y ella se quitaba, hasta por un momento le pareció que lo había aventado; pero lo que realmente le molestó fue que ella estuviera ahí afuera con él.

No importaba el motivo, no tenía por qué estar ahí. Se suponía que era una mujer casada, era una falta de respeto para él, para su persona, ella era su esposa, tenía que respetarlo y eso se lo pensaba dejar claro.

Él no se dio cuenta, pero lo que realmente sentía eran celos y unos tan intensos que difícilmente pudo concentrarse. Esos sentimientos lo controlaron, lo dominaron, para él fue como cuando inicia un fuego y llega a esa parte donde ya nadie lo puede apagar.

Así se estaba sintiendo, eran emociones abrasadoras que no entendía, que solo lo controlaban, hasta hacer cosas que nunca pensó hacer; pero su cabeza se calentó tanto, que no pensó en sus acciones, solo actuó por un instinto animal de posesión.

Nain decidió dar la vuelta a la izquierda, en una de las calles que estaba antes de llegar a la casa, y justo en ese momento en que Andrés tomaba con una fuerza a María Eugenia, al mismo momento lo escuchó decir.

—En este momento vienes conmigo, te voy a demostrar que soy mucho más hombre que ese al que llamas marido; cometiste un error al no casarte conmigo, al humillarme de esa manera delante de todo el mundo.

María Eugenia, nunca te lo voy a perdonar. Me dejaste parado en el altar, cuando estábamos a punto de casarnos; por tu estupidez, ahora todo mundo se burla de mí, hasta se anda diciendo que siempre me estuviste engañando y eso sí que me ha molestado mucho, pero pienso darte una lección.

Ella era una mujer que realmente no era buena con los ataques físicos, era realmente débil. En su vida había tenido que enfrentar algo como eso, por un momento se sorprendió, al sentir su agarre tan fuerte, al momento que la jaló con tal fuerza, que la hizo dar unos pasos, sin querer.

No quería seguirlo, trataba de oponerse, pero no era fuerte, fácilmente la podía controlar, la estaba jalando, mientras que ella le daba de golpes con su mano libre y en momento de desesperación, quiso levantar su pie para patearlo; pero eso no le funcionó, al mismo tiempo que ella levanta su pie, él la jala y eso la hace perder el equilibrio, sintió que su pie se dobló, que estaba a punto de caer al suelo.

María Eugenia ya sentía que sus rodillas se golpeaban en el suelo y en la forma en que Andrés lo sostenía, como seguía caminando, estaba segura de que no solo iba a ser un golpe en sus pies.

Cerró sus ojos con todas sus fuerzas esperando el golpe, pero lo siguiente que sintió fue a alguien, que la sostuvo de la cintura, evitando que cayera al suelo. La sostenía en el aire, sus pies no tocaban el suelo.

Nain al escuchar lo que estaba pasando, dejó la moto en una orilla en la parte más oscura de esa calle, le agradó que no hubiera nadie afuera y lo mejor fue que al ver todo ese lugar no había una sola cama; levanta el asiento de la moto y saca una visera completamente negra, saca un cubrebocas y ahí mismo traía una playera de manga larga color negro.

Él toma la playera y se la pone, se le pegó completamente al cuerpo. El pantalón que traía era negro, con bolsas a los lados, pensó que tal vez nadie lo tomaría en cuenta; una vez que se puso la visera y el cubrebocas tapando muy bien su rostro, se miraba irreconocible, así como estaba vestido.

Se les acercó justo en el momento en que ella se iba a caer, se apresura a sujetarla, pasando sus manos por su cintura.

Se sintió aliviado al ver que no se había golpeado, pero aún sentía el jalón de Andrés que trataba de hacer que lo siguiera.

Andrés caminaba en dirección a la puerta de la casa, porque era ahí donde estaba su carro. No se dio cuenta de que él sujetaba a María Eugenia, hasta que sintió que no podía avanzar.

Nain hizo que María Eugenia se pusiera de pie y en ese momento sujetó la mano de Andrés para que soltara el brazo de ella. En el momento en que da media vuelta, por el dolor que sintió y por lo que ya no podía seguir caminando, Nain le dice fingiendo una voz ronca y amenazante.

—Será mejor que suelte a la señorita, y si no lo hace, lo dejaré sin mano.

Andrés, al sentir cómo Nain presionaba su mano, hasta el punto de que parecía que se la iba a fracturar, suelta un grito como si fuera una mujer herida, sufriendo por el dolor.

María Eugenia también se le quedó mirando de pies a cabeza, tratando de saber quién era ese hombre que la estaba ayudando, pero por más que intentó ver su rostro no pudo ver nada.

No le encontraba parecido con nadie, desde su postura firme, su fuerza, esos brazos musculosos que se marcaban a través de la playera, esos pectorales que se hacían presentes a través de la tela de esa playera.

Ella ignoró los gritos de Andrés, realmente dejó de poner atención a lo que pasaba. Tenía fija su mirada en él, quería saber quién era, pero realmente no se parecía a nadie que ella recordara en ese momento.

Se le quedaba mirando, quería saber, ¿quién era? Y, ¿por qué le estaba ayudando? Era tan extraño que alguien en esa colonia se metiera en los problemas de los demás. Lo más que hacían los vecinos era llamar a la policía, pero nunca saldrían a ayudar a nadie.

María Eugenia estaba que no se lo podía creer, queriendo saber quién era ese hombre, que, a pesar de tener el rostro cubierto, se podía ver que tenía un hermoso cuerpo, ella creía que era guapo y guiada por la curiosidad, trató de acercarse más a él para poder ver sus ojos.

Porque esa visera que traía puesta en su cabeza estaba muy abajo, que no dejaba ver sus ojos, tampoco se le podía ver el cabello y la oscuridad de la noche no ayudaba mucho, a pesar de que había buena luz por las lámparas.

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Muchas gracias a todas espero que el capítulo les haya gustado ☺️

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