En un mundo donde la realidad se desvanece en las sombras, una única verdad permanece: el destino siempre tiene la última palabra...
Después de conocer a Carlos en la biblioteca, Laura se enamora locamente de él, pero su amor pronto se convierte en una obsesión peligrosa. A medida que su comportamiento se vuelve cada vez más extremo, Carlos se ve obligado a alejarse y obtener una orden de alejamiento. Pero cuando Laura no puede aceptar el rechazo, lleva su obsesión al límite, desencadenando una cadena de eventos que cambiarán sus vidas para siempre.
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Capítulo 18: El adiós
Laura se encontraba en su celda, rodeada de las notas que había escrito con tanto cuidado, cada palabra era como un trozo de su alma impreso en el papel, expresando su dolor y su determinación. Aunque algunos intentaron disuadirla, Laura sabía en lo más profundo de su ser que esta era la decisión que debía tomar.
Mientras releía las notas una vez más, sintió un peso en su pecho, pero también una extraña sensación de alivio, era como si cada palabra escrita fuera un paso más hacia la paz que tanto anhelaba. A pesar del miedo que la embargaba, Laura se sentía lista para enfrentar lo desconocido.
Con sus manos temblorosas, guardó las notas en un lugar seguro y miró a su alrededor, despidiéndose en silencio de la pequeña celda que había sido su hogar durante tanto tiempo. Cada objeto tenía su propio significado, cada rincón guardaba recuerdos que nunca olvidaría, pero ahora era momento de dejarlo todo atrás y seguir adelante.
Se acercó a la ventana y contempló el cielo nocturno, sintiendo una extraña sensación de paz. Era como si el universo entero estuviera allí para recibirla, para ofrecerle una nueva oportunidad, una última esperanza.
Con un suspiro, cerró los ojos y permitió que la calma la invadiera, era hora de despedirse de todo lo conocido y abrirse paso hacia lo desconocido. Con un último pensamiento para aquellos que la habían amado y aquellos que habían intentado ayudarla, Laura dio el paso final hacia la libertad, hacia la paz que tanto anhelaba.
Y en ese último instante, sintió una sensación de liberación, como si un peso enorme hubiera sido levantado de sus hombros. Con el corazón lleno de gratitud y serenidad, Laura cerró los ojos y se dejó llevar por el abrazo cálido y acogedor de la muerte, sabiendo que, finalmente, había encontrado la paz que tanto había buscado.
Después de dar el último paso hacia la libertad, Laura sintió un momento de tranquilidad y serenidad como nunca antes había experimentado, era como si todo el peso que había estado cargando durante tanto tiempo se desvaneciera, dejando espacio para una sensación de ligereza y liberación.
A medida que se adentraba en la oscuridad, un recuerdo surgió en su mente: aquel primer encuentro con Carlos en la biblioteca del pueblo.
Recordó el brillo en sus ojos cuando se encontraron por primera vez, la sonrisa tímida que había compartido con él. Fue un momento simple, pero significativo, que había dejado una huella imborrable en su corazón.
Pero junto con ese recuerdo feliz, también vinieron otros más oscuros, recordó cómo su obsesión por Carlos había comenzado a crecer, consumiendo cada pensamiento y acción.
Se había aferrado a la idea de que solo él podía brindarle la paz y la felicidad que tanto anhelaba, convirtiéndolo en el centro de su universo.
Ahora, mientras se despedía de todo lo que conocía, Laura reflexionaba sobre ese viaje emocional.
Se dio cuenta de cómo había dejado que su dolor y su soledad la consumieran, convirtiéndola en una sombra de lo que solía ser, pero también reconoció que cada paso de ese camino había sido parte de su búsqueda de redención y paz interior.
Con una sensación de aceptación, Laura cerró los ojos y se dejó llevar por la oscuridad, confiando en que, incluso en la muerte, encontraría la paz que tanto había buscado.
Y mientras se desvanecía en la nada, una última sonrisa curvó sus labios, sabiendo que, al fin y al cabo, había encontrado la libertad que tanto anhelaba.
Con lágrimas en los ojos, Laura se enfrentó al peso de su decisión, atrapada en el torbellino de sus propias emociones, se sentía incapaz de dar marcha atrás. Con un último suspiro lleno de pesar, se preparó para enfrentar el abrazo final de la oscuridad, llevando consigo el peso de sus decisiones y el dolor de los que dejaba atrás.
Mientras se sumergía más profundamente en la oscuridad, los ecos de su pasado resonaban en la mente de Laura, trayendo consigo una marea de emociones que amenazaban con abrumarla. Recordó los momentos de felicidad que alguna vez había conocido, las risas compartidas y los sueños que alguna vez había acariciado. Pero también revivió los momentos de dolor y desesperación, las noches interminables de soledad y angustia que la habían llevado a este punto.
A medida que se adentraba en la oscuridad, un sentimiento de arrepentimiento comenzó a apoderarse de ella. Se arrepentía de las decisiones que la habían llevado hasta aquí, de las oportunidades perdidas y las palabras no dichas.
Había dejado que su dolor y su desesperación la consumieran, cerrándola en un capullo de sufrimiento del cual ahora parecía imposible escapar.
Laura estaba inmersa en sus pensamientos mientras la oscuridad la rodeaba cada vez más. Sentía el peso de sus decisiones y el dolor que había dejado atrás, pero también una sensación de liberación por haber tomado la decisión de partir.
Mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas, Laura se preguntaba cómo llevar a cabo su despedida final. La idea del suicidio había rondado sus pensamientos durante mucho tiempo, y ahora, en este momento de desesperación, parecía ser la única salida.
Miró a su alrededor en busca de algo que pudiera usar. La habitación de la cárcel estaba vacía, aparte de la cama y algunos objetos personales. Sus ojos se posaron en las sábanas de la cama, y una idea comenzó a formarse en su mente.
Con manos temblorosas, Laura arrancó un trozo de tela de las sábanas y comenzó a trenzarlo en una cuerda improvisada. Sus dedos se movían con determinación, aunque su corazón latía con fuerza en su pecho.
Una vez que la cuerda estuvo lista, Laura la colocó alrededor de su cuello, sintiendo la presión en su garganta. Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras imaginaba el momento final, el alivio de dejar de sentir el peso de sus preocupaciones y el dolor que la atormentaba.
Con un último suspiro, Laura apretó la cuerda con fuerza y se dejó llevar por la oscuridad que la envolvía. Sus piernas temblaban y su corazón latía con fuerza, pero no había vuelta atrás. Con cada segundo que pasaba, sentía cómo su respiración se volvía más difícil, cómo la vida se escapaba lentamente de su cuerpo.
Y mientras se desvanecía en la oscuridad, una sensación de paz y tranquilidad la envolvía. Sabía que pronto estaría libre del dolor y la angustia que la habían atormentado durante tanto tiempo. En ese último instante, Laura encontró la calma que tanto había anhelado, dejando atrás el sufrimiento para siempre.