Quédate Conmigo

Morgana buscó la manera de huir pero ya era demasiado tarde, Edgar la tenía atrapada.

El hombre camino sigilosamente sin despegar los ojos de la chica que hacía todo lo posible por mantener la distancia que los separaba, aún en el aire la tensión sexual era evidente y no había escapatoria. Ahora mismo iba satisfacer a su mujer.

—Creo... creo que esto no es correcto.

Morgana no confiaba en el hombre como para entregarle su cuerpo, pero sus hormonas la traicionaron lo suficiente para que sus pechos se pusieran erectos y el dolor en algunos lugares que estaban deseosas de sentir el contacto de la piel.

—¿Porque no es correcto, Morgana? Él bebé tiene... necesidades.

—Sabes que el bebé no tiene nada que ver con esto.—Ella levantó las manos para proteger su cuerpo

—Bueno, permíteme corregirme, mi chica tiene necesidades—El paso su mano sobre sus labios y los acaricio— ¿Quien soy yo, para negarme?

Entonces aquellas seductoras palabras fueron necesarias pra que el cuerpo de la chica ganará la batalla, sus rodillas perdieron fuerza y reprimió un gemido que estaba a punto de explotar de sus labios.

Edgar no perdió el tiempo y borró toda distancia que los separaba, porque cuando la mujer entró en sus brazos su objetivo fueron sus labios rojos que hacían su corazón latir con fuerza

—No quiero que te lleves a mis hijos, Edgar. —Susurro— No puedo...

El le puso un dedo sobre los labios para que guardara silencio, no necesitaba esas palabras ahora mismo, quería disfrutar sin pensar en lo que había sucedido. Solo sentir.

Pero para ambos ya era demasiado tarde, la pasión se había desvanecido dejando un enorme vacío incluso cuando ambos estaban a milímetros de distancia. Ya no era el deseo que sobresalía de los ojos de Morgana, ahora mismo, lo único que quería expresar era clemencia.

Entonces, Edgar se separó, no iba a permitir que ella lo doblegara de aquella manera, si tenía sentimientos por ella, pero lo que había hecho tenía consecuencias y de eso ni el mismo podía salvarla.

—Los niños son míos y tu haz sido egoísta, Morgana—El le dio la espalda— Quizás te lo mereces por hacerme perder cinco años de la vida de mi hijo.

—Yo... yo no queria—Tartamudeo—Pero la situación, mis padres querían por todos los medios conseguir un nieto y Ronald ni siquiera podía tocarme.

—¿Crees Jacob merece esta vida? ¿Llegar como un artefacto para que cumplas tus sueños?

Ella miró el piso pero algo dentro de ella explotó, su arrogancia se hizo paso y la hizo levantar la cabeza por vez primera en dos semanas.

—No lo sé, amo a mi hijo y no me arrepiento de traerlo al mundo, incluso si tuviera que pasar lo mismo, lo volvería a hacer.

—Se que estas orgullosa de tu hijo, por dios quiero felicitarte por ello—Su sarcasmo era evidente— Pero ¿Como le dirás al niño que su vida fue una completa mentira y que el padre que siempre creyó ni siquiera es de su familia?

—Jacob es fuerte e inteligente y entenderá todo.

Edgar apretó los puños y el enojo resurgió de su pecho, el niño era eso un niño y no necesitaba una vida complicada, necesitaba ser feliz con un familia sin problemas tan grandes como esos.

—¡Es que tu no entiendes!—Apreto los labios aguantando gritar— Pero no necesitas entender, mi hijo se irá conmigo, lejos de ti una madre que no comprende los sentimientos de su hijo.

—¿Me estas amenazando?— Morgana no creía lo que miraba— Porque no me conoces, Edgar.

—Ni tu tampoco, lucharé por mis hijos y no los verás jamás.

Entonces Edgar salió de ahí, manteniendo su enojo para si. Ahora mismo si estaba decidido a poner sobre la mesa el juicio de paternidad, Morgana no era de confiar.

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Morgana tenía que salir de la casa que le traía tantos recuerdos, su niñez se había formado en las paredes la mansión Thompson. A pesar de ser adulta, su miedo hacia la gran mansión era evidente, nunca salía de la oficina y de su propia habitación.

Ni siquiera ponía esfuerzos por permanecer en aquella casa, pero era necesario para mantener todas las personas que se encontraban ahora mismo alrededor de su hijo. Jacob había aceptado a su nueva abuela y amigo a la perfección, lo cual le daba la confianza suficiente para confiar en el niño que aceptaría cualquier decisión que estaba a punto de suceder.

Pero, aunque Edgar permaneciera alrededor del niño, conviviendo, Jscob siempre le era fiel a su padre, pero Ronald era diferente. Aquella noche había sido la peor para el chico dejándolo en profunda depresión y aunque ella hiciera todo por sacarlo de su habitación, el hombre parecía renuente a volver a la vida normal.

Y ahora mismo, que tenía la carta de divorcio en sus manos, lo más que podía pensar era en el hombre que se encontraba frente a ella.

—¿Ahora si me quieres dar el divorcio? ¿Cuando ya encontraste a tu pareja y estas a punto de perder todo?—Murmuro con Sarcasmo—Pues olvídalo, no estoy de humor para tus "Dramas"

Morgana lo miro de mala manera

—Necesito estar a la delantera de Edgar ahora mismo, necesito tener el divorcio ahora.

—Pues no te lo daré. Ahora lo menos que quiero es echarme a mis padres encima.

—Ah claro, y ¿dejarás que el país entero me tache de infiel?

Ronald solo inclinó los hombros y salió de la habitacion. Tenia que conseguir el divorcio e iba a hacer todo lo posible por hacerlo, no podía quedarse de brazos cruzados.