Una sola noche, cambio mi vida para siempre.
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19
El sueño comenzó a apoderarse de mí y eché la cabeza sobre el regazo de mi hermano y las piernas sobre el regazo de Jared.
Mi hermano comenzó a acariciarme el pelo mientras que Jared masajeaba mis pies y me pasaba su mano sobre las piernas.
Así, acabé quedándome dormida, para ser despertado por mi hermano al cabo de un rato.
- Venga, Princesa, a la cama… - dijo mi hermano, zarandeándome.
Me incorporé, somnolienta y me dirigí arrastrando los pies hasta la planta de arriba, siguiendo a mi hermano.
- Buenas noches, anda. – me dijo antes de darme un beso en la frente.
No recuerdo responder a su despedida, solo que me fui directamente hasta mi cama, tirándome de pleno contra ella.
Escuché cómo Jared le daba las buenas noches a mi hermano y cómo entraba en mi cuarto para después cerrar la puerta.
Se desvistió, quedando en calzoncillos, y colocó su ropa en la silla de mi escritorio.
Sacó de debajo de mi cama una almohada e intentó recostarse a mi lado, pero el colchón estaba ocupado en su mayoría por mí, por lo que me dijo en un susurro:
- ¿Qué tal si me haces un hueco, Princesa?
Respondí moviéndome hacia un lado, pegándome a la pared. Jared se tumbó a mi lado bocabajo, al igual que yo.
Abrí los ojos y me encontré los suyos a escasos centímetros, mirándome fijamente. Sin mediar palabra, cerró los ojos y acercó sus labios hasta los míos y me dio un beso.
Yo le correspondí con otro beso, más intenso aún.
Estaba comenzando a despertarme de nuevo, en todos los sentidos. Metí mi lengua tímidamente en su boca mientras que me giraba para tener más libertad de movimiento. Jared también se giró hacia mí y comenzó a recorrer mi cintura con su mano mientras su lengua jugueteaba con la mía.
Con su mano, comenzó a acariciar mis piernas, subiéndola cada vez más en dirección a mi trasero. Metió su mano bajo mis pantalones cortos de tela y agarró con pasión uno de mis nalgas.
- ¿Y tu ropa interior? – me preguntó pícaramente.
- ¿Qué ropa interior? – le respondí, riéndome.
Se acercó de nuevo a mí para comenzar a besarme apasionadamente, mientras que su mano iba explorando cada curva de mi culo. Yo, por mi parte, llevé mi mano directamente hasta su paquete, que estaba comenzando a coger tamaño. Empecé a sobarlo, notando cómo se hacía cada vez más grande y duro, desprendiendo mucho calor.
Jared sacó su mano de mi pantaloncillo y la dirigió hasta el bajo de mi camiseta. Entendí que quería quitármela, por lo que me incorporé un poco y de un solo movimiento me la quitó. Llevó su cabeza hasta mi cuello y comenzó a darme pequeños besitos, para después pasar a recorrer con su lengua lo largo de este.
Escuchamos abrirse el cuarto de mi hermano y nos separamos inmediatamente. Afortunadamente, mi hermano se metió en el cuarto de baño y cerró la puerta tras él. Escuchamos cómo abrió el grifo de la ducha y ambos respiramos tranquilos y aliviados.
Me puse bocarriba y Jared se abalanzó encima de mí.
Volvió a llevar su boca hasta mi cuerpo, esta vez pasando directamente a mi pezón y comenzó a lamerlo y a darle pequeños mordiscos. Yo me dejé hacer, llevando mis manos a su cabeza y acariciando se cabello, mientras daba pequeños gemidos cada vez que este atrapaba entre sus dientes mi pequeño pezón.
Continuó bajando hasta mi abdomen, pasando su lengua por todo aquel recorrido. Llegó hasta mis pantaloncillos de tela y comenzó a buscar con su boca mi vagina. Encontró como respuesta a mi intimidad húmeda y caliente, deseando ser devorada por él. Comenzó a lamer a través de la tela.
De mi boca comenzaron a salir notas de placer cada vez que su lengua frotaba la tela contra mi mojado glande. Jared era experto en hacérmelo pasar mal y en dejarme con las ganas hasta el último momento. Lo estaba consiguiendo, no cabía ningún tipo de duda.
- Jared por favor… no seas malo… - le dije,
levantando la cabeza, casi suplicándoselo.
Este dio una pequeña carcajada y me dijo:
- Hay que ver qué impaciente eres… Aguanta un poco más.
Me eché de nuevo sobre mi almohada, odiándolo con todas mis ganas por negarme aquel placer. Yo también tenía ganas de jugar con él, muchas ganas, de hecho.
- Jared, yo también quiero…, chupártela… - le dije, avergonzada, ya que aquellas palabras aún sonaban violentas para mí.
- Jajaja. Hay que ver…, qué mona eres a veces. – me dijo sonriendo, mientras me acariciaba. – Levántate, anda. – terminó de decir mientras se incorporaba para dejarme espacio.
Le hice caso y me levanté de la cama, poniendo mis pies descalzos sobre el frío suelo. Jared se tumbó bocarriba donde yo estaba hacía unos escasos segundos.
- Ven, vamos a hacer una cosa que se llama 69. – me susurró.
me gustaría ver el final