Lucia tiene que vivir bajo el odio de su propia familia sin saber el porqué, toda su vida ha sido así. En la escuela conoce a Liam, un chico que parece interesarse en ella, pero para su sorpresa, Fernanda, la hermana de Lucia, está enamora de Liam, lo que causara mayores problemas para Lucia…
NovelToon tiene autorización de Romina Lourdes Escobar Villamar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
¿SON HERMANAS?
Narra Jeremy
—Hola papá, necesito hablar contigo y con mamá, ¿podríamos esta noche? —dije con voz tensa, sintiendo que lo que iba a venir no sería fácil.
—Bueno, yo le aviso a tu mamá. Ahora estoy en uno de los almacenes revisando cómo trabaja el gerente, mañana viajo fuera del país —respondió él, como siempre tan frío, tan distante.
—Ok, pa, te dejo. No olvides que es importante —colgué y me giré hacia mis amigos.
—Ya le escribí a mi papá para avisarle que hablamos esta noche —les conté.
—¿Y ahora qué? —preguntó Liam curioso.
—¡Qué bueno! —Max no podía ocultar su entusiasmo.
—Suerte, brother —Alan me dio una palmada en el hombro.
Me senté y marqué a Lucía para que guardara mi número, pero justo cuando llamaba…
—Hola, lo siento, estoy ocupada, llamé luego —escuché de repente.
—¡Eh! Lucy, soy Jere… —quise insistir, pero en el fondo se escuchó un grito.
—¡Ya voy, padre! Lo siento mucho —su voz temblaba, y un golpe sordo retumbó por el teléfono.
—Lucy, ¿estás bien? Háblame —el miedo me apretaba la garganta.
—¿Qué pasa con el altavoz? —preguntó Liam.
—No lo sé, creo que es malo —respondí, activando el altavoz.
Y entonces la voz cortante, venenosa, que me heló la sangre.
—Padre, ella me humilló en público en la universidad, coqueteó con Liam y por culpa de ese bastardo de Jeremy casi me mata. ¡Regálale una moto o un carro, yo qué sé! No la quiero conmigo, es una basura —Fernanda chilló como una tormenta.
—¿Es la voz de Fernanda? —musité, y un escalofrío me recorrió.
—Así tratas a tu hermana después de que ella te llevó a la universidad, eres una sinvergüenza —respondió Richard, seco y sin piedad.
—Mi pequeña Fer, ¿cómo es que ese tal Jeremy casi te mata? ¿Quién es? Richard, hay que denunciarlo. No quiero ver a Lucía cerca de Fernanda. Dale $1000, para que alcance para una moto —ordenó Gabriela con voz fría.
—Por mí no le daría nada, pero lo hago para complacer a Fer —accedió Richard.
—Vamos al estudio a hacer ese cheque, Richard —se oyó la puerta cerrarse.
Un nudo se me hizo en la garganta.
—Por favor, hermana, no me hagas nada. No he dicho nada, nadie sabe que tú y Alexander son mis hermanos. Fer, por favor, Alexander, ayúdame —sollozó Lucía.
—Cállate, Alex. Cógela y tápale la boca, no queremos molestar a nuestros padres —ordenó Fernanda con cruel frialdad.
—Por favor, no me hagan daño. Si quieres, no tengo amigos, no me junto con Jeremy y sus amigos, pero no me golpees, te lo ruego —la voz quebrada, el llanto ahogado.
Listo, apúrate, que los padres subirán pronto.
Los golpes retumbaron, una danza de violencia y silencio.
—No te quiero cerca de Liam ni de sus amigos —escuché la furia de Fernanda, entre golpes sordos y furiosos.
Alexander vigilaba, tenso.
vienen nuestros padres, yo me encargo —murmuró con amenaza.
—Dale esto y que lo consiga hoy —ordenó Richard.
—Sí, papi, yo le doy —respondió Fernanda, lanzando algo que golpeó el suelo y una nota quedó al descubierto.
Secándome las lágrimas, juré en voz baja.
después de un rato se escucho la voz de ella
—Les haré pagar por esto. Ahora sé quiénes son sus hermanos y por qué le tenía tanto miedo hoy en la cafetería a Fernanda
—¡Ay! ¿Cuánto dormí esta vez…? —murmuré, con la voz pastosa y la cabeza palpitando. Miré el reloj—. ¡Auch! ¡Son las 4!... Cómo duele...
¡algún maldito día me lo pagarán! Suplicarán por mi perdón… y no lo tendrán. Desde hoy, ya no los considero mis hermanos. Pensé que el tiempo la cambiaría, que tal vez en algún momento se arrepentirían… pero me equivoqué. No cambiarán nunca.
—¿Disculpas...? —solto entre un sollozo irónico—. ¡Ja! ¿Por lo que hicieron conmigo en aquella piscina…? ¿Por esa asquerosa humillación?
Odio ese día… ese maldito día acabó mi vida. Han pasado diez años y… aún lo siento como si hubiese sido ayer.
—Ahora entiendo —dijo Liam, pero la incertidumbre flotaba.
—¿Qué entiendes, Liam? —pregunté.
—Cuando la conocí, no era tímida ni nada de eso. Parecía rebelde, fría.
—A mí también me dio esa impresión —dije—. Es carismática, pero seguro que la han golpeado en el pasado, y fue tan grave que le quedó ese miedo que no desaparece así nomás.
—Eso la traumatizó —añadió Max.
—Más que seguro —Alan explicó con voz de experto—. Desarrolló un sistema de defensa. Les tiene miedo a Fernanda y Alexander porque ellos causaron ese trauma. Con los demás actúa como realmente es. No se oculta, solo con ellos.
—¿Quieres decir que tiene una doble personalidad? —preguntó Liam confundido.
—No, es solo que con ellos se oculta, con los demás es ella misma —replicó Alan—. Eso explica lo que Abby dijo: que le gustaría que no fuera tímida ni miedosa con otras personas. Seguro se refería a ellos.
—Entonces, seguro Lucía sabe qué le pasó —comenté.
—¿Y cómo lo vas a averiguar? —preguntó Max.
—No lo sé… Esperen, no corté la llamada —vi que el celular seguía activo—. Lucy, ¿estás ahí? ¿Me escuchas? —Nada.
—Si voy ahora no será bueno. Mejor dejo la llamada abierta hasta que escuche algo. No tienen que quedarse si quieren, yo me quedo un rato más.
—Iba a dormir, pero me quedaré. No se escucha nada —dijo Liam.
—Yo igual, ¿estará bien? —preguntó Max.
—Yo tengo curiosidad —Alan confesó.
Después de un rato, un sonido rompió el silencio.
—¡Chicos, escuchen! —dije, con el corazón en la boca.