Krasa Y Georgeus

Las campanas empezaron a sonar el príncipe Georgeus ingresó a la iglesia, acompañados de los reyes, los visitantes de otros reinos estaban en aquel lugar para atestiguar el matrimonio; era la boda de un príncipe heredero de un reino de la comunidad mágica de Hurmaya, por lo tanto era una cuestión de estado, y los protocolos debian ser muy estrictos en su realización.

Krasa caminaba lentamente en la inmensa iglesia, en compañía de su padre, lleva un hermoso y elegante vestido, aunque algo coqueto para la sociedad de Fontana pues tenía tirantes y mangas que colgaban, dejando los hombros al descubierto; cuando ella se acercó al príncipe hizo una reverencia, él le dio un beso en la frente, para luego tomar su mano y ayudarla a subir al atrio, aunque estaba nerviosa recordó cada una de las formalidades que debían realizarse, buscando siempre la mirada de Georgeus.

Los familiares y amigos estaban visiblemente emocionados, especialmente Lady Karoly, quien siente la felicidad de sus amigos como la suya propia, aunque no entendía todavía ese apuro por contraer matrimonio, en su cumpleaños dieciséis le ha pedido a su padre que retrase lo más que pueda la aceptación de algún compromiso, el duque de Husag le asegurado esperar hasta sus dieciocho, a la espera que para esa fecha ella cambiara de opinión.

Casi al final de la ceremonia, como manda la costumbre matrimonial noble de la mayoría de los reinos se Hurmaya, el gran monje que oficiaba la ceremonia enlazó la mano del príncipe Georgeus y Lady Krasa con una enredadera de espinas provocando que ambos sangraran, luego hizo sumergir las manos en una pequeña fuente y echó sobre el agua unos polvos mágicos, la sangre de ambos se mezcló y luego se tornó en un verde esmeralda muy brillante, cuando el monje cortó la enredadera un tatuaje verde esmeralda brillante apareció en las manos del príncipe Georgeus y Lady Krasa en forma de dos mariposas que revoloteaban juntas; era el sello matrimonial real que los convertía en marido y mujer.

El gran monje levantó las manos de ambos, las mostró ante el público, para que pudieran apreciar el sello que los unía para toda la vida.

- "El príncipe heredero Georgeus de Fontana y Lady Krasa D' Luxe del condado de Sharaf del reino de Urtesi, están oficialmente casados, solo la muerte los librará de este compromiso; felicidades a los esposos", declaró el gran monje.

Vinieron los aplausos, la calidad de princesa heredera o reina de Fontana, solo se le concedía a una esposa de príncipe heredero o rey cuando se convertía en madre del siguiente heredero; sin embargo, Georgeus había logrado un permiso especial en el concejo real para otorgarle el título de princesa de Fontana, sin la calidad de heredera, además del título de duquesa de Reviere, al que tenía derecho después del matrimonio.

Así que en la misma iglesia, se llevaría a cabo la investidura como princesa; Georgeus le sonrió tomando sus manos, mientras los rodeaban con lazos y traían la corona.

- "Has revolucionado un poco a Fontana, te ves maravillosamente hermosa en ese vestido. Te amaré toda la vida, mi esposa, mi princesa, mi reina", dijo Georgeus emocionado y con una mirada llena de amor.

- "No pensé que se podía amar más de lo que ya te amaba, pero te estoy amando más cada día", expresó Krasa tratando de no llorar de felicidad.

Se llevó a cabo el protocolo, el juramento y los discursos para luego colocar la corona en la cabeza de Krasa, para luego ser nuevamente presentada como princesa de Fontana y duquesa de Reviere, los aplausos llenaron nuevamente la iglesia; para luego darse un tierno beso de amor ante los asistentes, sus corazones latían emocionados.

Luego, sujetando sus manos, ambos caminaron juntos por el gran pasillo hasta llegar al carruaje, el príncipe heredero Georgeus tomó a la princesa Krasa de la cintura y la ayudó a subir al carruaje, luego subió y se sentó junto a ella rumbo al palacio.

- "Te amo, aún no puedo creer que sea tan afortunado", dijo el príncipe Georgeus.

Luego se acerca más a ella, están tan cerca que pueden sentir su respiración, él miraba con detenimiento aquellos labios rosas de su esposa, se acercó más a ella, posando sus labios sobre los de ella, iniciando un beso tierno, que se fue intensificando, puso una de sus manos en la espalda de ella para acomodarla mejor; fue el beso más intenso que habían dado en sus vidas, dejándolos con las ganas de descubrir que más seguía después; sin embargo, no era ni el lugar ni el momento. Siguieron el camino tomados de las manos, con algunos besos ocasionales y algunas palabras de amor.

Todo se estaba desarrollando de acuerdo a lo planificado, el príncipe Georgeus y la princesa Krasa recibían los saludos de los representantes de los reyes y luego de los nobles, en especial los de Fontana; los esposos permanecieron juntos todo el tiempo.

Cuando llegó el momento del baile ambos fueron a la pista y con una mano Georgeus entrelazó sus dedos con los de Krasa y con la otra la tomó de la cintura acercándola a él; sus rostros solo podían mostrar absoluta felicidad.

Más tarde, se tuvieron que separar, Krasa llegó a su habitación acompañada de la reina de Fontana y también de su madre, la condesa de Sharaf, le dieron algunos consejos para luego retirarse, pronto llegaría el momento íntimo de la pareja y debía prepararse.

Las damas de la corte y las criadas se apresuraron para atenderla, la ayudaron con mucho cuidado a asearse, perfumarse y ponerse la ropa especial para la noche de bodas.

Krasa se veía en el espejo y notaba que aquel camisón dibujaba perfectamente su cuerpo femenino; cuando le pusieron la pesada bata de terciopelo encima le dio mas tranquilidad, cerraron la bata anundándola, y nadie podría imaginar lo revelador del camison que tenia debajo.

Llegó el anuncio de que llevaran a la princesa a la habitación del príncipe Georgeus, que solo estaba al frente, toca delicadamente la puerta y Georgeus la abre haciéndole pasar; ambos se quedan mirando con amor, estaban solos en aquella habitación y sus corazones casi se podían escuchar en todo aquel lugar.