La Autora Maldita

Cuando Fenrir me habló del repentino cambio en mi prometida, lo tomé con escepticismo. La idea de una transformación radical me pareció absurda; somos el resultado de nuestras experiencias, no marionetas que cambian de guion. Pero la verdad, al descubrirla, me dejó sin aliento, superando cualquier fantasía que mi mente hubiese concebido.

En este mundo, donde magia, bestias y humanos coexisten, el intercambio de almas entre cuerpos de diferentes mundos es una posibilidad tangible. Lo que me resulta inconcebible es que nuestra realidad sea una mera invención, plasmada en papel, una "novela". Mis instintos, infalibles, me advierten: hay un secreto más profundo, una verdad oculta que, tarde o temprano, emergerá, por las buenas o por las malas.

__Querida, ¿cómo es posible que tu mente haya concebido tantos relatos de terror distintos, plasmándolos en papel sin repetir una sola historia?__. Zephyr sonríe ante mi pregunta. Una sonrisa que, para un humano común, sería inquietante, con su toque lúgubre y misterioso. A mí, en cambio, me resulta encantadora. Porque frente a mí está el alma verdadera de mi prometida, y amo su mente oscura y su apariencia de inocencia.

__Alteza, no puedo explicarlo del todo. La oscuridad y el terror siempre han sido parte de mi. Por eso, los capturé en mis libros, transformando mis pesadillas en realidad literaria__. Lo sospechaba. La oscuridad y la capacidad de crear un mundo tan fascinante y cruel, sin finales felices, deben tener un origen. La maldad no surge de la nada. La maldad tiene un origen, y yo lo desenterraré. La siniestra imaginación de Zephyr guarda un secreto, y no pienso detenerme hasta revelarlo.

__Entonces, déjame decirte, querida, que tu creación es asombrosa. Como Emperador de los Cambiaformas, he presenciado terrores inimaginables, pero tu mente supera todo lo que he conocido. Es aterrador y, a la vez, increíblemente fascinante__. Zephyr sonríe, agradecida. Pero mi admiración es solo la superficie. Me preocupa lo que su mente esconde, incluso de ella. Temo su poder, y la idea de que se desvanezca me paraliza. Su llegada ha traído emoción y sentido a mi vida, mi razón de ser.

__Dime, Zephyr, ¿qué tenías planeado para mí? Mi presencia aquí no estaba escrita en tu libro, así que debo suponer que improvisaste un nuevo plan__. Mi pregunta la tensa, una señal inequívoca. Aprecio su franqueza, pero necesito saber dónde estoy parado. Me niego a lanzarme a la oscuridad, sin conocer el camino que me espera a su lado.

__Conocerte antes de lo previsto me sacó de mi zona de confort. Tu llegada anticipada alteró mis planes. Debíamos conocernos en la boda. Pero no me quejo. Ahora puedo tratar contigo, forjar una relación, aunque sea por conveniencia política, y asegurar nuestra súper en el futuro__. Su sinceridad hiere mi orgullo. No busco una simple relación diplomática. Me atrae, me intriga, y anhelo conocerla más allá de las formalidades.

__¿Qué dirías si te propongo algo más que un acuerdo político? Quiero un matrimonio real contigo, explorar juntos los límites de nuestra unión. Me atraes, y deseo descubrir este nuevo sentimiento, pero no solo, sino a tu lado__. Mi propuesta la tensa, pero su respuesta es una sonrisa que me confunde. ¿Miedo o excitación? El mordisco en su labio me advierte y me tienta a la vez. ¿Qué secretos esconde esa boca provocativa?.

__Su propuesta me sorprendió, alteza, lo admito. Pero no me desagrada. Deseo saber si su ferocidad en el combate se traslada a la intimidad. El placer más intenso siempre lleva la marca del dolor__. El calor en mis mejillas aumenta con cada palabra de Zephyr, un rubor innegable. Es imposible no reaccionar así ante sus palabras. No soy un novato, pero mis encuentros pasados fueron meras curiosidades, experiencias vacías. Zephyr, en cambio, despierta en mí sensaciones que creía leyendas.

__Cuidado, querida. Una fiera hambrienta te observa. Tu belleza peligrosa es su única obsesión__. Su mirada desafiante, sin rastro de miedo, enciende un fuego en mi interior. Un desafío que solo una hechicera de cabellos cobrizos puede apagar.

__No soy Caperucita, alteza. No temo entrar en la boca del lobo y ser devorada__. Sus palabras confirman su locura: ¿quién corre hacia el peligro? Pero su osadía me atrae, me enciende. Ella, lo presiento, no huirá de mi intimidad, sino que la abrazará.

__Espero que no te acobardes ante el lobo hambriento. Si me demuestras que puedes ser devorada con satisfacción, te concederé cualquier deseo como regalo nupcial__. La sorpresa se desvanece de sus ojos, reemplazada por un brillo de entusiasmo que me hace tragar saliva. ¿En qué momento me metí en esto? Prometer sin pensar, y ahora, conociendo la naturaleza impredecible de mi prometida, un sudor frío me recorre la espalda. ¿Seré capaz de cumplir con lo que sea que esté tramando?.

__Solo una pregunta me carcome: ¿qué sucedió con la verdadera madre de este cuerpo? Los duques insisten en que la duquesa no fue reemplazada, pero los recuerdos de Zephyr, mis recuerdos, no mienten. Esa mujer es su gemela. Y yo, yo necesito saber qué pasó con mi madre. ¿Está muerta? ¿Encerrada en algún rincón olvidado del reino? La duda me consume__.

Zephyr insiste en que su novela no incluía el giro de la gemela malvada. Pero la realidad, alojada en los recuerdos de este cuerpo, le muestra otra cosa: la duquesa es una farsa, su hermana gemela. Ahora, la pregunta que la atormenta es: ¿qué pasó con su madre? ¿Dónde está? ¿Viva o muerta? La frontera entre su ficción y la verdad se ha desdibujado.

__Alteza, le ruego que me ayude a desentrañar la verdad sobre mi madre. Su posición, al ser ajena a la familia, le permite investigar sin levantar sospechas, algo que yo no puedo hacer. Necesito saber qué ocurrió. La historia que yo escribí no contemplaba este giro dramático, pero los recuerdos de este cuerpo revelan una realidad que contradice mi propia creación__.

Jamás imaginé tal petición de regalo de bodas. No pidió joyas, ni tierras, ni vestidos suntuosos. Solo información. Y, como promesa, una noche de bodas donde el lobo va a devorar a su Caperucita, sin importar el resultado. La sola idea me enciende, me consume. Deseo que los meses se desvanezcan y mi prometida se convierta en mi esposa.

El tiempo a su lado se escurrió entre mis dedos, demasiado rápido. Con pesar, llegó el momento de partir. Deposité un suave beso en su mejilla, tiñéndola de un carmín encantador. Le deseé suerte en sus entrenamientos mágicos, que iniciarán en unos días, cuando su cuerpo se recupere por completo del traumático despertar de su poder. Una figura vestida con un pomposo traje me arrolló al salir del recibidor, sin detenerse ni pedir disculpas. Su rostro, crispado por la ira, me resultó familiar. No tardé en reconocerla: la hermana menor de mi prometida, dirigiéndose a paso rápido hacia el jardín. Su objetivo, según pude deducir, es encontrar a su hermana y reprenderla por su reunión con Brennan.

Una sonrisa se dibujó en mis labios al imaginar a mi prometida poniendo a su hermana en su lugar. Solo ella podía caer rendida ante un don nadie como Brennan, un mero charlatán que seduce a jovencitas incautas con su fachada. Espero que el golpe de realidad no sea demasiado duro para mi cuñada, aunque un poco de sufrimiento no le vendría mal. Quizás así aprenda que su príncipe azul es solo un sapo con ínfulas de nobleza.

Al salir de la mansión, me dirigí a mi carruaje, con destino a mi residencia en la ciudad. El encuentro con mi prometida había sido satisfactorio, a pesar de la intromisión de Brennan. La idea de mi cuñada enfrentando la realidad me divierte. No duda de la capacidad de mi prometida para defenderse, pero la precaución nunca está de más. Mis hombres, discretamente apostados, velarán por su seguridad en caso de necesitarla.