Cole desde muy joven siempre supo cuál sería su propósito en la vida, criado para ser un guerrero, el joven tenía una vida feliz, puesto que Cole se sentía orgulloso de haber sido elegido para tan importante misión, además de que, cuando cumpliera su mayoría de edad, se casaría con la mujer a la que amaba, pero la persona que menos esperaba acabo con todo, sus sueños, sus deseos, su libertad.
Ahora Cole tendrá que enfrentarse a la que una vez fue su mejor amiga, para así, no solo salvar a sus seres queridos, sino también a todo su reino, e incluso al mundo, pero no lo hará solo, Cole peleara a lado de sus hermanos, quienes aun los esperan para detener el gran mal que se avecina.
Esta es la cuarta y última historia de la tetralogía “Los 4 Guerreros de los Elementos”.
La primera historia es “El Guerrero de la Tierra”
La segunda historia es “La Guerrera del Aire”
Y la tercera historia es “La Guerrera del Agua”
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Capítulo 17
NARRADOR
Kai, llega junto a Mira, hasta el palacio del reino del fuego, donde son recibidos por un joven de cabellos negros y ojos rojos, a quien Kai reconoce de inmediato gracias a la descripción de Ember. El joven frente a ellos es Cole Feurer, el gran Lagarto y, por ende, su objetivo.
- Sean bienvenidos a nuestro reino, espero que su estadía sea agradable – les dice Cole a los invitados, cuando lo quiere es gritarles que se vayan, que todo esto es una trampa, pero lamentablemente no puede, lo único que consuela a Cole, es que su hermana, la gran Koi no vino, sino que el príncipe vino acompañado de alguien más.
Zaira había renovado la bendición de Mira, una vez ella estuvo instalada como Marquesa, y debido a la amistad que la joven había entablado con una ninfa de agua, ella había sido la elegida para acompañar a Kai, puesto que debido a los grandes concomimientos mágicos que Solimar le había brindado, haciendo de Mira la más calificada, además de que al ser la prima de Zaira, no sería muy sospechoso que ella fuera el lugar de la gran Koi, aunque claro primero se le puso al tanto de la misión, y se le dio a elegir si aceptaba a no, está de más decir que Mira acepto.
La pareja entró al palacio, en donde, son guiados por Cole y un par de doncellas hasta sus habitaciones, donde los dejaron para que pudieran descansar.
- Veo que somos los primeros en llegar – dice Mira, quien estaba en la habitación de Kai.
- Si así es, ¿sientes algo? – le preguntó Kai a su acompañante, y es que, debido a que Mira había convivido un tiempo con su padre cuando este fue “bendecido” por el dios Daotan, era quien mejor sabía sentir la presencia de este.
- Sí, es justo lo mismo que sentía en mi padre, solo que más fuerte, es algo abrumador.
- En eso concuerdo contigo, solo quería corroborarlo – le dice Kai, quien, desde que entró al palacio, había sentido esa presencia maligna.
Los siguientes en llegar fueron Ila y Jorge, Jorge había sido elegido debido a su estrecha relación con Ila, por lo que él fuera quién la acompañara no sería sospechoso, de igual manera Jorge era un mago sumamente talentoso, y un guerreo fuerte, lo que lo convertía en una gran adición a su equipo para cuando llegara el momento de la batalla.
Al igual que con Kai y Mira, fue Cole quien los recibió; este no pudo evitar respirar de alivio al ver que el gran Carneo no estaba con ellos.
- Este lugar da escalofríos – le dice Jorge a Ila, puesto después de que los llevaran a sus habitaciones y los dejaran para que descansaran, Jorge fue a la habitación de su amiga.
- Ni que me lo digas – le dice Ila, y aunque la pareja desea reunirse con sus compañeros, eso sería sospechoso, por lo que solo pueden esperar a que llegue el momento de actuar, mientras tanto harán como si esta solo fuera una visita social.
Los últimos en llegar fueron Nigel, acompañado nada más y nada menos que de su hermana, Aura, y es que la única bendecida femenina en el reino del aire era la doncella de Zaira, y llevar a una sirvienta estaba descartado, es por eso que la reina había ordenado que fuera la propia Aura quién acompañara a su hermano, quién a pesar de su juventud, ya era una guerrera y maga que superaba con creces a personas que eran mucho mayores que ella, todo fruto del arduo entrenamiento al que había sido sometida dese niña, y si bien Aura no era una bendecida, si era una princesa, descendiente de la primera gran Águila, por lo que su nivel de magia estaba a la par de los bendecidos.
Una vez más, Cole fue quien salió a recibirlos. Al ver que la gran Águila no estaba con ellos, se puso contento, pero no pudo evitar sentirse triste por la joven princesa, quien no parecía tener más de 14 años, aún era muy joven.
A diferencia de los demás, Nigel sí compartiría habitación con su hermanita, quien al ver que se encontraban a solas no dudó en hablar.
- Y yo que creí que el ambiente en casa era lúgubre, este lugar es mil veces peor – le dice Aura a su hermano, refiriéndose a las estrictas reglas que se deben seguir en el palacio por órdenes de su madre.
- El ambiente en casa no es lúgubre, es estricto; por otro lado, lúgubre es un adjetivo que le queda muy corto al ambiente de este lugar – le contesta Nigel, a lo que la pequeña asiente.
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- Malditos, malditos, cómo se atreven a arruinar mis planes – comienza a gritar Cyra, quien descarga su ira en uno de sus tantos esclavos.
El hecho de que los príncipes no vinieran acompañados de los portadores, arruinaba sus planes y eso la ponía furiosa.
Después de horas de descargar su ira, Cyra pudo calmarse un poco, y comenzó a buscar maneras de sacarle provecho a lo que tenía, y después de varios minutos de reflexión se le ocurrió algo, que si bien no era tan bueno como su plan original, funcionaria, usaría a los príncipes como carnadas, al fin y al cabo los portadores los aman, y seguramente serían lo suficientemente tontos como para ponerse en riesgo por ese amor, mientras que a sus molestos acompañantes los eliminaría para que no estorbaran.
Satisfecha con su nuevo plan, Cyra dejó atrás los calabozos y se dirigió a su habitación para ponerse presentable para sus invitados, puesto que los vería a la hora de la cena, y debía lucir como la reina que era.