Sofia acaba de divorciarse luego de un matrimonio tranquilo en el que la falta de comunicación entres ella y su exesposo Erik los llevo al divorcio. En esta etapa de su vida ella decide renacer y hacer todas esas cosas que nunca hizo por lo que primero empieza con un nuevo trabajo.
Alessandro es el nuevo jefe de Sofia, el ayuda a la mujer a mejorar cada día mientras que poco a poco se va acercando a ella con el fin de no dejarla jamás.
NovelToon tiene autorización de Paola Alejandra Paolini para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capitulo 17
Alessandro:
Mientras preparo el desayuno sonrío como idiota. Claramente hablar con mi terapeuta y posteriormente una larga conversación con mi hermana ha servido de mucho.
Es un paso muy importante para mí el poder haber estado de forma intima con Sofia, ella no tiene idea, pero una cosa que me dejo muy en claro mi terapeuta y que Laura está totalmente de acuerdo, es que no puedo dejar de hablarlo con Sofí. Ella se merece saber todo de mí y sobre todo porque me es tan difícil llegar a tener contacto físico con ella.
El solo recuerdo de lo que hicimos hace un momento, más el sabor de toda su esencia en mi paladar me hace pensar que soy fuerte y que puedo con todo.
Me siento poderoso de haber logrado tanto después de todo este tiempo sin poder estar con una mujer. Se que ella es diferente, que ella sabrá valorar todo de mí y no querrá solo sexo explosivo y nada más.
Termino de preparar todo justo a tiempo cuando ella entra a la cocina con su rediente sonrisa que ilumina todo a su alrededor.
—Hola —dice con ese tierno tono tímido que adquiere a veces.
—Ven, ya tengo todo listo —digo y nos acomodamos sobre la barra de su cocina—. Debemos hacer compras, tienes un vacío total en la heladera, es un milagro que haya podido preparar algo.
—Bueno, en mi defensa —dice acomodándose en la banqueta, acercando la taza de café para aspirar su aroma y sonreír con los ojos cerrados en el proceso—, se supone que hoy haría las compras —finaliza acentuando su mirada en mí.
Me roba el aliento por un instante, es tan hermosa.
—Pues soy afortunado en poder ayudarte con eso —digo tomando mi taza de café.
Desayunamos tranquilamente hablando de todo un poco y nada a la vez. Es como estar con ella sin tener que esforzarme, solo ser yo, pero tengo que decirle lo más importante.
—Hay algo que tienes que saber —digo cuando se predispone a juntar todos los trastes para lavar.
—Supongo que tiene algo que ver con lo que me has dicho el otro dia, Laura me pregunto si habías hablado conmigo y por lo visto ya estas listo para aclararlo —dice y me alegro de que me facilite esto.
—Si —tomo su mano y la acerco a mi mejilla cerrando los ojos, disfrutando de su tacto—. Hasta no hace mucho no podía hacer esto —admito abriendo lo ojos, mirando la calidez de los suyos.
—Supongo que eso me hace más afortunada a mí que a ti por ayudarme hacer las compras —dice y su mano en mi mejilla acentúa su caricia.
—Puede —digo y alejo su mano, pero sin soltarla del todo, la tomo y entrelazo nuestros dedos, se siente tan bien—. Como ya te dije, me es complicado estar cerca de mujeres y tú eres una excepción además de las mujeres de mi familia.
—Si —se acerca más a mí y de alguna forma siento que me apoya para que me abra a ella y le cuante lo que siento.
—Cuando era joven tuve un percance con una novia y desde entonces desarrollé una especie de fobia hacia las mujeres, con el paso de los años y la ayuda terapeuta fui superando cada obstáculo, pero nunca más me pude relacionar con otra mujer más que de mi familia —me detengo y miro sus ojos—. Hasta que llegaste tu.
—¡Oh!
—Si, no lo esperaba. Sabía que eras un riesgo poner alguien fuera de la familia a trabajar tan cerca de mí, pero me había convencido de que eras de mi familia, después de todo eres amiga de Paola y ella es mi prima.
—Si, pero aun así...
—Me fue difícil —admito—, pero de una forma que no me esperaba.
—¿Como es eso? —pregunta.
—La primera vez que entraste ya te sentía mía, fue raro que mi cuerpo racionara de esa forma con solo verte y bueno después de todo lo que vino, es increíble lo mucho que me ha ayudado a superar todo solo con tu presencia —digo y espero.
Ella me mira pensativa, como si estuviera recordando algo.
—Debo admitir que había creído que me odiabas —dice—. Ese primer día cuando entre a tu oficina y casi me echas de ella fue...
—Me estaba mesturando con la idea de tu presencia —admito.
—¿Que? —pregunta sorprendida y por un momento pienso que saldrá corriendo, hasta que me regala nuevamente una de esas sonrisas tímidas— ¿Te estabas tocando, pensando en mí?
—Ya supondrás lo raro y difícil que fue para mí y cunado entraste, fue... mortal —admito.
—¿Como ayer? —pregunta en un susurro.
—Exacto —digo y suspiro—. Espero que no te asuste, que no te aparte de mí. Es difícil para mí, pero quiero seguir explorando esto que está surgiendo, pero por ahora no podre intimar contigo de forma carnal —advierto, necesito su aprobación para explorar mis límites.
—¡Oh! Bueno... —responde cabizbaja —, paso a paso... creo que puedo ayudarte con eso, no me asusta lo que tengas para dar y menos quiero dejar algo que todavía está iniciando —suspira y me mira con esos ojos preciosos—. Solo te pido que no escondas nada de mí, que no te reprimas y que me dejes ver todo tu ser, si sientes miedo en algún momento déjame ayudarte a superarlo y por último... ¿Podré verte cuando te tocas? Eso sería muy placentero —pregunta y siento el deseo repentino de liberar a la bestia y complacerla.
—La sola idea ya me excita —para mi sorpresa su carita se ilumina —, pero debemos hacer las compras.
—¡Oh! —gime angustiada, parece una niña que perdió su juguete y no una mujer hecha y derecha.
Esa inocencia que adquiere me hace querer tenerla atada y azotarla para que suplique que le dé todo de mi sin dejar un espacio libre de mí. Una imagen se dibuja en mi mente perversa y tengo que reprimir un jadeo de necesidad. Tengo que advertirle de mis deseos, pero temo espantarla.
—Y si, tratare de ser lo más abierto que pueda, solo tenme paciencia —prometo.
—Si —se levanta, rodea la barra y se acerca a mí, me mira por un momento y luego toma mi cara, se siente esplendido su tacto—. Gracias por confiar en mí, confía en mí también —dice y une sus labios con los míos.
Se siente también, inmediatamente mis brazos rodean su cintura y ella se funde conmigo mismo, haciendo de este beso reconfortante y placentero. Se separa de mi boca y apoya su frente en la mía, nos miramos un momento.
—Tengo que advertirte que hace miles de años que no voy al supermercado o alguna tienda —admito.
—¿Por tu dificultad? —pregunta apartando su frente de la mía.
—Si.
—Pues un paso a la vez, vamos allá y si no puedes entrar, pues....
—Tratare —respondo inmediatamente—, sino puedo te espero en el auto.
—Hecho —dice y ahora si se aparta con los trastes en mano para llevarlos al fregadero.
Media hora más tarde y estamos frente a las amplias puertas del supermercado, la gente pulula alrededor y yo siento que el aire comienza a escasear.
Bendito Dios regreso tu inspiración y t reseteaste después con esos días d bloqueos q tuviste felicidades