Segunda parte de casualidad o destino, en donde se relata lo que paso con Carlos y Liz después de que supimos de ellos, relatando como el pasado puede volver afectándonos, no solo a nosotros, sino a nuestros seres más queridos, además de mostrar, como es obligación de los padres apoyar a sus hijos, para que no paguen los errores cometidos por estos.
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EMPLEADOS INESPERADOS
Después de una larga jornada de trabajo, la familia se reúne para comer, una parrillada deliciosa echa por las hábiles manos de Liz, Gienevive y Kenia, la cual es disfrutada por toda la familia, quienes están hambrientos después de trabajar, durante mucho tiempo.
Durante la hora de la comida, la familia empieza a charlar, con una gran sonrisa de satisfacción en el rostro, después de un satisfactorio día de trabajo, mientras comen, todos hablan animadamente, de cómo habían sido sus labores del día.
Carlos:
¿Cómo les fue con Liz, chicas?
Gienevive:
Bastante bien, es buena dirigiendo y es muy activa.
Kenia:
La verdad si, al momento en que íbamos terminando de hacer las cosas, recogíamos, lavábamos conforme terminábamos y al momento de acabar con la comida, no había trastes sucios que lavar.
Liz:
Vez amor, soy buena enseñando.
Carlos:
Lo sé amor
Liz:
¿Cómo les fue a ustedes?
Junior:
Cansados, pero bien, mi papá todavía tiene mucha fuerza, y Carolina nos sorprendió.
Aldebaran:
Vaya que sí, pensábamos que se cansaría y volvería a cocinar con ustedes, pero maneja la pala y el pico como si nada.
Carolina:
Obvio chicos, soy muy femenina, pero no soy débil, estar en el restaurante también me ha servido, cargar las charolas, soportar clientes no es fácil.
Carlos:
Estoy orgulloso, de mis hijos y nueras, veo que la familia crece y cada generación es más fuerte, ¿Qué opinas amor, cuando ya no estemos el negocio familiar estará en buenas manos?
Liz:
Ni dudarlo amor, nuestra familia nunca nos defraudará.
Junior:
No hablen así, a ustedes les falta demasiados años.
Carolina:
Si ni se les ocurra partir, tienen que estar con nosotros.
Aldebaran:
Tienen que conocer a sus nietos y mimarlos a más no poder.
La conversación continua, mientras el día avanza, la familia continua con los trabajos acabando con la mayor parte.
Liz:
Chicos, hora de parar
Kenia:
No se ven cansados, suegra.
Gienevive:
Yo no los veo, con ganas de parar de trabajar.
Liz:
Esta es otra lección, chicas, los Cruz no pararán hasta acabar con el trabajo, si no los páramos son capaces, de seguir y seguir hasta terminar.
Gienevive y Kenia:
¡ES CIERTO!
Liz:
Vamos chicas, vayan a atraer a sus novios, yo iré por mi marido y mi hija.
Las tres mujeres van por los otros miembros de la familia, haciéndolos parar de inmediato y guardar las herramientas, después de parar de trabajar, se dan cuenta de que está oscureciendo lo cual, les lleva a quedarse en un hotel cercano quedándose en tres habitaciones distintas, la primera para Carlos y Liz, la segunda para Junior y Aldebaran y la tercera para las tres chicas.
Carlos:
Lo siento, sé que no les parece justo, chicos, pero no permitiremos que duerman dos y amanezcan tres.
Liz:
Su padre tiene razón, les parecerá injusto y tal vez lo sea, pero aún están bajo nuestra responsabilidad los 5.
La noche pasa, sin mayor contrariedad que la de dos jóvenes enfurruñados, ya que tenían sus propios planes para esa noche, al día siguiente, regresan al criadero y terminan todo el trabajo que aún quedaba.
Carlos:
Chicos, terminamos y en cuanto la casa de empleados esté terminado, tendremos ayuda, su tío Paco ya tiene dos candidatos para ayudarnos, así que solo tendremos que venir un par de veces al mes a trabajar.
Ante la noticia, todos se alegran porque de esta forma el negocio familiar podrá crecer, al terminar el día, la familia regresa a casa, sin saber que les tendría preparado el destino.
El tiempo no se detiene, y el día que Paco realiza la entrevista, se sorprende al ver quienes se presentan al llamado.
Paco:
No esperaba que ustedes, fueran los que solicitaran el trabajo, y sobre todo el licenciado Cerecero, ¿Por qué un abogado tan ilustre como usted, solicita este trabajo tan sencillo?
Cerecero:
Después de que perdí el juicio, perdí toda mi reputación, y no tuve más casos, mi dudosa reputación tampoco ayudo, me castigaron mi cédula profesional y ningún bufete me contrataría ni como pasante.
Luis:
Yo, tengo que pagar esa deuda millonaria y nadie me quiere contratar, un lugar en donde vivir, y trabajar me vendría más que bien.
Paco:
De acuerdo, los contrataré, pero firmarán un contrato con cláusulas específicas, para ustedes, como ya saben, vivirán en el criadero, en una casa para empleados, la jornada empieza a las 5 de la mañana y termina a las 5 de la tarde; la casa cuenta con todos los servicios, así como cocina y comedor, los alimentos están incluidos, son partes del mismo criadero, obviamente hay cámaras por si acaso, ya que como comprenderán, no confiamos en ninguno de ustedes.
Luis:
Lo entiendo.
Cerecero:
Está bien, acepto.
Paco:
De acuerdo, firmemos el contrato.
El contrato es firmado, más a regañadientes, que por gusto propio, ya que ambos necesitaban el trabajo y por casualidad o destino, ellos tendrían que trabajar para alguien que uno de ellos detesta con todo su ser, ya que siente que es responsable de su desdicha.
Luis:
Le echaré a perder su querido criadero, venderé de más por mí mismo y no se darán cuenta, es solo cuestión de encontrar clientes por mi propia cuenta.
Los días pasan y para ambos empleados no es fácil el trabajo, puesto que no están acostumbrados a este tipo de empleo, por lo cual al principio van muy lentos, incluso levantándose tarde para hacer lo que les corresponde; al creer que no los vigilaban, toman una actitud demasiado relajada, la cual acaba el día que
ven llegar una camioneta muy conocida por ellos, por lo cual fingen que trabajan duro.
Hasta ese momento Paco no le ha dicho a Carlos quienes eran, sus nuevos trabajadores, ya que le quería dar una sorpresa.
Paco:
Mi Charlie, ni te imaginas quienes son tus trabajadores.
Carlos:
¿Los conozco?
Paco:
A uno más que al otro, pero sí.
Carlos:
No me imagino quienes sean, pero si son conocidos espero que no crean, que no tendrán que trabajar duro, y que se lleven bien con las encargadas que acabamos de contratar.
Al entrar al criadero, Carlos se lleva una sorpresa, al ver a Luis y a Cerecero trabajando.
Carlos:
Valla que si es una sorpresa, no sé si sea casualidad o destino, pero sí sé que todo pasa por una razón, y justamente, esta razón es que es la única forma que nos pagaras tus deudas y como no me sirve un empleado holgazán, y por lo que he visto en las cámaras, he traído un par de encargadas que los supervisaran;
pasen.
Ante la mirada atónita de Luis y Cerecero, aparecen Yamileth y Victoria, listas para trabajar.
Luis:
No es posible, no me puedes hacer esto, no es suficiente que trabaje para ti para pagar una deuda que no merecía, ahora tengo que obedecer a estas dos.
Paco:
Más respeto, señor, no puede hablarle a sí a su jefe, usted firmó un contrato y lo tiene que cumplir si no quiere terminar en la cárcel por incumplimiento.
Carlos:
Más vale que midas tus palabras, no tengo por qué darte explicaciones, de lo que hago o dejo, de hacer, ellas serán las encargadas y si no quieres acatar, puedes regresar a la cárcel; por cierto, la comida depende de cada quien, no serán tus sirvientas y ni pienses en amenazarlas, ese grillete que tienes no es un adorno.
Luis se pone pálido, y no le queda más remedio que acatar, las órdenes siendo para él, la peor humillación que ha pasado en su vida, ya que a las personas que una vez vio como menos que él, ahora eran su jefe y sus superiores.
