Ashley Larson, una joven estadounidense que, sin saberlo, se convierte en el peón de un cruel juego de venganza orquestado por Andreas Kostas Papadopoulos, un empresario griego consumido por la obsesión y el rencor. Después de la trágica muerte de Anabel, la hermana mayor de Ashley y el amor perdido de Andreas, él trama un plan diabólico para hacerle pagar, seduciendo y casándose con Ashley, quien guarda un asombroso parecido con Anabel.
Después de medio año de matrimonio Ashley sufre un "accidente", que la hace perder su embarazo y su pierna. Lo que sumerge a Ashley en una depresión y un descenso terrible, pero después de tocar fondo solo puede subir y ella lo lograra a lo grande. Y va a vengarse del hombre que la arruino la vida.
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Capítulo 16
Ashley se encontraba frente a su armario, seleccionando cuidadosamente su atuendo para la noche en el teatro con Elena.
Optó por un elegante vestido de cóctel negro, de corte sencillo pero sofisticado, que complementó con un par de zapatos de tacón alto y una chaqueta de terciopelo burdeos para el fresco atardecer londinense. Sus accesorios eran mínimos, un par de pendientes de perlas y una pulsera de plata, suficientes para añadir un toque de elegancia sin exagerar.
Mientras se vestía, su mente estaba en constante movimiento, trazando planes y estrategias. Se sirvió una copa de vino tinto y se sentó en la sala de estar, contemplando el líquido oscuro en su copa. El reloj marcaba las 6:55 p.m., y la anticipación crecía dentro de ella.
Ashley tomó un sorbo de su vino, dejando que el sabor y el aroma llenaran sus sentidos, mientras reflexionaba sobre cómo abordar la noche. “Necesito que Elena se abra conmigo, que confíe. ¿Cómo puedo lograrlo sin parecer demasiado directa o desesperada?” pensaba, evaluando cada posible conversación y reacción.
El vino en su copa disminuía lentamente mientras repasaba mentalmente cada detalle de lo que sabía sobre Elena: sus intereses, su posición en la empresa, su relación con Andreas. Ashley sabía que cada pieza de información podría ser crucial para tejer una red de confianza y camaradería.
Mientras terminaba su copa, se centró en su objetivo principal: obtener información crítica sobre Andreas y su gestión en la empresa, cualquier detalle que pudiera usar para desestabilizarlo y avanzar en su plan de venganza. A pesar de la complejidad de sus emociones y objetivos, Ashley se mantuvo firme en su resolución, cada sorbo de vino fortaleciendo su determinación.
Cuando el reloj se acercaba a las 7:00 p.m., Ashley se puso de pie, ajustó su vestido y chaqueta, y revisó su reflejo en el espejo. Su imagen reflejaba la imagen de una mujer compuesta y segura, lista para enfrentar la noche con Elena y dar el siguiente paso en su intrincado juego de manipulación y estrategia.
Ashley acababa de terminar otra copa de vino cuando el timbre de la puerta sonó. Con paso seguro, se dirigió a la entrada y abrió la puerta para encontrarse con Elena Vasilakis. La recibió con una sonrisa cálida.
—Hola, Elena, qué bueno verte. Pasa, ¿te gustaría una copa de vino antes de irnos? —ofreció Ashley, haciéndose a un lado para dejarla entrar.
Elena, con un gesto elegante y una sonrisa, asintió.
—Claro, una copa suena perfecta. La obra comienza a las ocho, así que tenemos algo de tiempo —dijo, entrando al departamento y admirando el ambiente.
Ashley la guió hacia la sala y fue a buscar el vino. Sacó una botella de **Château Margaux dosmilcinco**, un vino tinto de renombre por su equilibrio y profundidad de sabor.
—Hoy tenemos un Château Margaux del 2005. Es uno de mis favoritos, espero que también sea de tu agrado —comentó Ashley mientras servía el vino en las copas con una mano experta.
Elena tomó la copa que Ashley le ofreció y dio un pequeño sorbo, saboreando el vino con una expresión de aprobación en su rostro.
—Es delicioso, Ashley. Tiene un cuerpo y una complejidad impresionantes —observó, claramente disfrutando de la selección.
Con las copas en mano, Ashley aprovechó la oportunidad para indagar sobre los planes de la noche.
—¿A qué obra vamos a asistir esta noche? —preguntó con interés genuino.
Elena, con una sonrisa animada, respondió:
—Vamos a ver *La Tempestad* de Shakespeare en el Royal National Theatre. Es una producción nueva, con algunos giros interesantes en la dirección y la actuación. Creo que te va a encantar.
Ashley asintió, su entusiasmo por la noche creciendo.
—Suena fantástico. Shakespeare siempre tiene una manera de capturar la esencia humana, ¿no crees? —dijo, mientras daba otro trago a su copa.
Las dos mujeres se sentaron sobre el sofá de cuero negro, sencillo pero elegante que estaba en la sala.
—Por cierto, Elena, ¿cuánto tiempo llevas en Londres? Por tu apellido, dudo que seas inglesa. —Dijo Ashley mientras terminaba el vino en su copa de un trago.
Elena soltó una risa suave, claramente entretenida por la observación.
—Me sorprendería si lo supieras. Aunque Vasilakis es un apellido griego, he vivido en Londres la mayor parte de mi vida. Mi familia se estableció aquí cuando yo era muy joven —explicó, dando un vistazo a su pasado. —. Pero en efecto, no soy inglesa: soy griega.
—Yo viví en Grecia, un tiempo —explicó Ashley, rememorando su pasado y recordando el para que estaba ahí —. Pero fue hace tanto, que casi podría decir que fue en otra vida. Una vida lejana y olvidada.
La conversación, sazonada con el excelente vino y la anticipación del teatro, marcaba el inicio de una velada que prometía ser tanto agradable como estratégicamente valiosa para Ashley.