Sebastián Spencer, exitoso arquitecto y empresario de la construcción, encuentra su vida entrelazada con el carismático empresario de juegos, Luciano Reyes. La trama se complica aún más cuando Sebastián descubre que Melisa, la esposa de Luciano, despierta en él sentimientos inesperados. Entre el diseño de estructuras y el riesgoso mundo de las apuestas, los protagonistas se ven atrapados en un triángulo amoroso que desafía las fronteras entre la arquitectura de sus vidas y los juegos de la pasión, desencadenando una historia llena de secretos, decisiones difíciles y una búsqueda inesperada de la verdadera construcción del amor.
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Capítulo 17
En medio de la noche, el sueño de Olivia se vio perturbado por una oleada de recuerdos dolorosos que se agolpaban en su mente. Imágenes de su pasado se colaron en sus pensamientos, trayendo consigo el triste recuerdo de aquel día de su boda.
En ese momento ella no conocía a Luciano, más que por medio de los rumores que decían que el hombre era muy guapo, rico y peligroso. Ella nunca comprendió a que se referían con eso, supuso que era quizás porque el mundo en el que él se movía era bastante intrigante.
En su sueño, la muchacha revivió el instante en el que la ansiedad la envolvió con fuerza, como una sombra oscura que amenazaba con consumirla. Fue precisamente nos minutos antes de comenzar a prepararse para su gran momento, momento que no había estado en sus planes Las manos le temblaban, el corazón latía desbocado en su pecho y la sensación de ahogo la abrumaba. No podía respirar, no podía pensar con claridad. La idea de unirse para siempre a Luciano le parecía abrumadora, como si estuviera atrapada en una jaula dorada de la que no podía escapar.
-¿Cariño, ¿estás bien?- la voz preocupada de su madre resonó en su mente, mezclándose con el murmullo de los invitados y el suave susurro del viento. Pero sus palabras se desvanecieron en el aire, ahogadas por la tormenta de emociones que la envolvía.
-Lo siento- murmuró Olivia en su sueño, sintiendo el peso de la culpa aplastándola- No puedo hacerlo. No puedo casarme, lo siento mucho.
Las lágrimas brotaron de sus ojos cerrados, mojando las sábanas mientras luchaba por liberarse del abrazo implacable de la ansiedad. En su sueño, Luciano la miraba con preocupación y comprensión, sus ojos oscuros llenos de algo muy parecido al amor, pero sobre todo reflejando paciencia y comprensión.
-Está bien, cariño- le susurraba él, acariciándole el rostro con ternura- No tienes que hacerlo si no estás lista. Estoy aquí para ti.
Pero incluso en su sueño, Olivia sabía que había herido a aquel hombre que la había cuidado y protegido cuando más lo necesitaba. El peso de su decisión pesaba sobre ella como una losa, recordándole la responsabilidad que había asumido al aceptar casarse con él.
Con un gemido de angustia, Olivia se revolvió en la cama, tratando desesperadamente de escapar de los recuerdos que la atormentaban. Pero la ansiedad la perseguía, como un monstruo insaciable que se alimentaba de sus miedos más profundos.
Finalmente, el sueño cedió, dejando a Olivia sumida en la oscuridad de la noche, con el corazón lleno de remordimiento y tristeza. Y mientras el silencio envolvía la habitación, ella sabía que tendría que enfrentar sus demonios internos una vez más cuando despertara.
La mañana siguiente la recibió con un velo de cansancio que se reflejaba en sus ojos, pero como siempre, Olivia se levantó decidida a enfrentar el día con determinación. Se vistió con su habitual elegancia, ocultando hábilmente cualquier rastro de la tormenta emocional que la había sacudido durante la noche.
Al mediodía, mientras se encontraba concentrada en preparar el almuerzo en la cocina, unos brazos familiares rodearon su cintura, haciéndola sonreír instantáneamente. Reconociendo la sensación reconfortante, Olivia se giró para encontrarse con la mirada cálida y familiar de Luciano.
-Te extrañé- le susurró él en su oído, ella sintió su aliento cálido enviando escalofríos por su espalda.
Olivia devolvió la sonrisa, sintiendo cómo la tensión de los últimos días se disipaba en el aire. La presencia reconfortante de Luciano era todo lo que necesitaba para sentirse completa una vez más.
Mientras continuaba preparando el almuerzo, Olivia explicó con entusiasmo lo que estaba cocinando: una paella de mariscos, una de las especialidades de la casa que a Luciano le encantaba. Con cada movimiento en la cocina, compartían pequeños momentos de complicidad y cariño, como si el tiempo que habían pasado separados se desvaneciera en el aire.
-Me alegro de que hayas regresado- dijo Olivia con una sonrisa, girándose para encontrarse con los ojos amorosos de su esposo- El día siempre es mejor cuando estás aquí.
Luego de que la muchacha terminara el almuerzo, la pareja se sentó a la mesa y disfrutaron del delicioso aroma que emanaba de la paella de mariscos. Mientras compartían el almuerzo, Olivia intentaba sacar más detalles sobre el viaje de Luciano, pero sus respuestas eran sorprendentemente escuetas, lo que la llevó a sospechar que los asuntos del trabajo de su esposo eran más discretos de lo habitual.
-¿Cómo estuvo el viaje?- preguntó Olivia, mirando fijamente a Luciano con curiosidad.
-Estuvo bien- respondió él con un encogimiento de hombros, evitando su mirada- Por suerte pude resolver el asunto que me llevó a viajar.
Olivia frunció el ceño ligeramente, notando la falta de entusiasmo en la respuesta de su esposo. Sin embargo, decidió no presionarlo más, sabiendo que había ciertos temas que Luciano prefería mantener en privado.
Más tarde, entre bocados de comida, Luciano cambió de tema y preguntó...
-¿Has recibido alguna noticia sobre tu oficina?
Olivia negó con la cabeza, su expresión un tanto desanimada.
-Todavía no- respondió ella- supongo que en cualquier momento las recibiremos.
Luciano asintió con comprensión.
-No te preocupes, cariño. Estoy seguro de que pronto tendrás buenas noticias.
A pesar de las respuestas evasivas de Luciano, Olivia se sentía reconfortada por su presencia y apoyo incondicional. Sabía que podía confiar en él para estar a su lado en los momentos difíciles, incluso si eso significaba mantener ciertos aspectos de su vida laboral en secreto.