Esta es la historia de Sébastien Lafertè Dumont, un alfa que se mantiene alejado de los romances pues su prioridad son los tres grandes imperios que maneja junto a sus primos.
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Debo decirte la verdad 2.
Rebecca le pidió el favor a una de las lobas que le ayudaban con el mantenimiento de la mansión, que preparara la habitación del alfa, pues se quedaría con su luna.
La colombiana estaba un poco avergonzada por lo que pensarían en la familia de su novio, por el hecho de compartir la habitación con él, iniciando recién su relación formal.
- Mi novia y yo vamos a descansar, por favor que nos avisen a la hora de la cena. - pidió Sébastien.
Tomó a su Flaquita de la mano y subieron las escaleras, al fondo se hallaba su habitación. Al entrar notó lo amplio del lugar, en tonos blancos, grises y azul plata. Había una cama tamaño king en madera de roble, cubierta con ropa de cama en azul claro y blanco. También había una cómoda del mismo material, un sofá gris, con cojines blancos y azul claro, había cuadros modernos con imágenes de la luna y lobos, a un lado de la ventana había una terraza cubierta.
- Es muy linda tu habitación. - dice Sandra admirando el lugar.
- Nuestra, - corrige y ella lo mira - Es nuestra habitación, porque todo lo mío es tuyo.
Sandra ríe ante las ocurrencias de su novio, ella sabe que todo cuanto él tiene, es de él, ella no tiene más que la ropa que tiene puesta.
- ¡Mírame! - le apunta él - Debes entender, que tú y yo somos uno, por lo tanto, cada cosa material que poseo es tuya también, aunque nada de eso me importa si no estás tú junto a mí.
Esas palabras conmovieron el corazón destrozado de la morena, quien había perdido todo, lágrimas se escaparon de sus ojos y se aferró a él de tal manera, que parecía querer adherirse a su piel.
- No llores mi Flaquita, no estarás nunca más sola, ahora eres una Dumont. - le decía mientras acariciaba su cabello largo.
- ¿No te vas a aburrir de mí? - preguntó con temor.
- No, jamás me voy a aburrir de ti, eres mi gran amor, nena. Más bien yo tengo temor de que tú me abandones cuando conozcas la verdad. - tienta el terreno.
- No lo creo, no entiendo cómo ni por qué, pero yo siento que te amo, que ya no voy a poder vivir sin ti. - le dice ella con sinceridad.
Decidido, la toma de la mano dispuesto a contarle la verdad de inmediato.
- ¿A dónde vamos? - pregunta curiosa por el arrebato del alfa.
- Vamos a un lugar especial en la manada. - contesta él.
- ¿Manada? - preguntó confundida.
Pasaron cerca de la sala de estar, donde aún estaban sus padres y sus abuelos. Se despidió solo con la mano, mientras Sandra solo miró con una sonrisa apenada.
Caminaron hasta una parte de la mansión donde había un claro y un pequeño lago con cisnes. Sébastien se detuvo y la soltó de la mano para colocarse frente a ella a una distancia de 2 mts.
- Sandra Juliana Jaramillo Gómez, solo te pido que mantengas la mente abierta, lo que te voy a revelar es mi más grande secreto y el de mi especie, - ella lo miraba sin signos de emoción, aunque por dentro estaba muriendo de la curiosidad por conocer esa verdad - espero no te asustes, jamás podría hacerte daño, primero moriría, ¿lo entiendes? - Sandra asintió - Muy bien, aquí vamos. - concluyó en lo que comenzó a sacarse la ropa.
Sandra no podía quitar los ojos del espectacular cuerpo de Sébastien.
- Si me sigues mirando así, te voy a hacer mía ahora mismo. - habló coqueto y ella solo pudo tragar grueso, imaginando esa comida - ¿Estás lista? - ella asintió.
Los huesos del humano se comenzaron a deformar, fue una transformación rápida, no le dio tiempo ni de pestañear.
- ¡Ay juelita, que perrote? - dijo en español.
''No soy ningún perro'' - la regaña Paris a través del enlace.
- ¡Virgen Santísima, si el perro me habla por la mente. - volvió a hablar sorprendida, pero sin miedo - ¿Te puedo tocar las orejitas? Eres una cosita preciosa.
Paris rodó los ojos, la humana ni siquiera le tenía miedo y para rematar lo cree un perro.
''Soy un lobo, niña flaca.'' - la regaña.
- Lo que seas, eres demasiado hermoso ¡Aaaish! Yo te quiero mimar, cosito precioso. - le hablaba con voz mimosa.
''Por lo menos no nos rechazó''. habló Sébastien divertido por la situación.
Paris se acercó a su Flaquita y refregó su gran cabeza en ella, sacándole una risita sonora.
''Ya qué, anda sóbame la cabeza y dame amor''. - dijo un mimado Paris.
Para Sandra realmente fue impresionante, sin embargo, ya ella había leído sobre seres sobrenaturales y conocía por referencias cómo era el sistema de los destinados. Se sentía feliz de haber sido elegida para ser compañera de un hijo de la Luna, ahora estaba más que segura que ya nunca estaría sola.
- Ya no estaré nunca más sola, ahora los tengo a ustedes. - decía mientras acariciaba el suave pelambre de la bestia que reposaba su cabeza sobre su regazo.
Sébastien volvió a tomar el control con, de nuevo estaba desnudo frente a Sandra, quien no podía evitar ponerse colorada.
- Me da mucha alegría que no me temieras, eres mi bien más preciado. - le dijo acercando su anatomía descubierta.
- He leído sobre seres sobrenaturales y conocía desde los 12 años, siempre me gustaron. - responde la chica.
- Grrr... soy el único que te debe gustar. - gruñe hablando entre dientes.
- Jajajaja... que celoso señor Lobo. - le dice con jococidad.
- Mejor vamos a la casa. - la toma de la mano.
- ¿Y vas a ir así en cueros? - abre los ojos sorprendida.
Sébastien se echa una auto-mirada y cae en cuenta.
- Menos mal y no rompí la ropa. - dijo rascándose la nuca mientras sonreía con los ojos achicados.
Rápido se colocó la ropa y volvió a retomar el andar, llegaron a la mansión, donde todos estaban a la expectativa, pero al ver el rostro de tranquilidad y felicidad de la humana, pudieron respirar tranquilos, eso quería decir que lo había aceptado.