Leya es obligada por su madrastra a casarse con el hijo de los Foster, Edgar.
El joven de 33 años se esconde del mundo después del engaño de su futura esposa.
Sin embargo Leya descubre la verdadera identidad de Edgar...
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17: Un poco Diferente
Sarah tomaba su café, mientras Leya y Edgar la observaban en silencio.
—¿Y bien?-dijo sarah-.
—¿Y bien qué?
—Como los pequeños tórtolos se conocieron y porque tan repentinamente están casados.-miró a Leya-¿Estás embarazada?-luego miró a Edgar - ¿La embarazaste? ¿Te sientes culpable y quieres mantenerla? ¿Es tu nuevo juguete Edgar?
Leya sintió cómo sus cachetes se acaloraban.
—No tenemos un bebé -dijo Leya-.
— Pero es lo que deseas para así quedarte con la fortuna de los Foster, hablemos directamente sin que hayan niños de por medio, ¿Cuánto quieres? Te daré un cheque. ¿20?¿30?¿100 mil?¿Un millón? Puedo dártelo siempre y cuando dejes de aprovecharte de mi hermano.
Leya apretó sus puños con fuerza y se paró.
—Creo qué los hermanos deben de hablar. Me retiro.
—Leya...— Edgar observó cómo esta se alejaba y miró a si hermana molesto- ¿A qué viene todo eso?
— ¿Ella te está utilizando? ¿Hay algún arreglo de dinero?
—¿Qué? No! No hay nada.
—Me parece sospechoso qué te hayas casado con la primera que se te cruzó después de lo que pasó con Miranda.
— Me enamoré, ¿está bien? Deja de ser tan desconfiada.
—Solo hago mi papel de hermana mayor. Lo cual todo esto me parece muy fuera de la realidad Edgar, no te casas al primer mes que conoces a alguien si la conociste en un mes...
— Qué quieres que te diga.
—¿Cómo la conociste? Desde que pasó todo aquello con Miranda no hacías más que ir de la cocina a tu habitación. De repente estoy muy interesada. ¿Acaso ella era la enfermera de la psicóloga que pagué? ¿Qué? La terapia consistía en meterse en tu cama?
—Cuidado con lo que dices Sarah -Edgar apretó los dientes — no tienes idea, de lo que pasa.
—Pues entonces explícame.
—Ya te dije todo, nos enamoramos, y nos casamos, yo estaba perdido y ella está logrando que al fin me encuentre en el camino, eso es todo. Puedes creertelo o no, ese no es mi problema.—dijo parándose — y si no tienes una disculpa dispuesta a decirle a mi esposa, quisiera que te retires.
—Está bien. Si tú lo dices, digamos que te creo. - se paró - pero veremos si lo que dices es verdad.
—¿Qué harás?
—¿Qué es lo que haré? Déjame pensar... me hospedaré aquí. Supongo qué no habrá problemas. Me quedaré un tiempo para "conocerla" mejor .
—¿Estás loca? No te quedarás aquí.
— ¿Porque no?
— Por que mi esposa y yo necesitamos de privacidad. Y porque claramente no has sido invitada.
—¿Enserio? ¿Privacidad? -rió- no te preocupes por mí, no me meteré en sus asuntos.
Dicho esto dejó la maleta y se dispuso a caminar hacia la puerta.
—Iré a ver a papá y mamá. Dame una habitación linda, quieres?
Edgar iba a decir algo pero Sarah abrió la puerta enseguida y se fue. Edgar suspiró y subió las escaleras en busca de Leya.Abrió la puerta y la encontró en la habitación con Coco en sus brazos.
— Lo siento.
—Porque te disculpas.
—Por mi hermana.
—Olvídalo. Cualquiera en su lugar pensaría lo mismo . Pero.. —lo miró —¿Por qué ella no sabe lo qué sucede?¿Acaso tus padres no se lo dijeron?
Edgar se sentó a su lado en la cama.
— Sarah no sabe nada. Quisiera contarle pero es mejor que siga sin saberlo, ya que puede ser muy dura al respecto. Ella sólo quiere protegerme, odiaría saber qué todos sus intentos de qué yo esté mejor de salud fueran ... un fracaso .
—¿Ella hizo algo por ti?
Edgar asintió.
— Desde que pasó y yo decaí no paraba de cuidarme. Contrataba a todos los médicos profesionales que conocía. Desde el accidente...
—¿Qué accidente?
Edgar mostró unas líneas en sus muñecas.
Leya quedó asombrada no se había dado cuenta.
— Intenté suicidarme.
A Leya se le puso la piel de gallina .
—Ella me encontró en la habitación desangrándome. Si no hubiera sido por ella—rió— hubiera acabado con mi vida.
Leya le acarició el brazo , sorprendida.
—Edgar...
— No te preocupes... tuve que prometerle qué ya no lo volvería a hacer. Desde entonces... solo tuve qué rechazar la tentación de herirme.
—Lamento escuchar esto. Tus padres me lo habían mencionado pero no pensé qué estabas al filo de la muerte...
—Como sea. Eso ya es pasado. Perdona a mi hermana, todos pensábamos que no vendría antes de los seis meses, y al final... ya está aquí.—se paró y se dirigió a la puerta —.
—Entiendo porque es tan sobreprotectora contigo...y porque me ha dicho esas cosas...— Leya sonrió y se paró de la cama — No pasa nada, ¡haré qué acabe por aceptarme!
— Sobre eso.... ella se quedará con nosotros. Debes mudarte a mi habitación.
—¿¡Qué!?
— Debemos actuar como un matrimonio. No hay más remedio -suspiró-.
—D-D-Dormiremos juntos?
Edgar sonrió malicioso.
— Supongo que no puedes escaparte está vez de mí.